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A LOS SACERDOTES, HIJOS PREDILECTOS DE LA SANTISIMA VIRGEN.

Hijos Míos predilectos, desprendeos verdaderamente de todo. Mirad: no son vuestros defectos, vuestras caídas, vuestras grandes limitaciones lo que os impide ser totalmente Míos y disponibles para mi gran designio. ¡Oh, no! Al contrario, estos son un gran don para vosotros, porque os ayudan a sentiros y a permanecer pequeños.Os dan la medida de vuestra pequeñez.

Son vuestros apegos el único obstáculo que os impide ser del todo Míos. ¡Cuantos lazos teneís aún, hijos!, a vosotros mismos, a las personas incluso buenas, santas, a vuestra actividad, a vuestras ideas, a vuestros sentimientos. Y uno a uno los romperé para que seáis sólo Mios.

Entonces podre actuar en vosotros y llevar a cabo mi Obra de Madre, que es la de hacer de cada uno copia viviente de mi Hijo Jesús. Por lo tanto, entregaos a Mi sin miedo: cada dolor que sintáis por un nuevo desprendimiento será compensado por Mi con un nuevo don de amor. Cada vez que os desprendáis de una criatura, sentiréis a la Madre más cercana a vosotros.

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