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A MIS SACERDOTES. (Concepción Cabrera de Armida).

La penitencia corporal y la mortificación interior deben ser familiares al Sacerdote para su Santificación y para comprar gracias para las otras almas. Pero sólo una cosa endulza estos sacrificios tan contrarios a la naturaleza, y es el amor: el amor que nace, como la chispa al frote, de la mortificación y de la penitencia en un alma pura; el amor que impulsa al alma en la sed de ofrendarse en bien de otros y para complacencia del Amado. Y llega el dolor a ser necesario y como indispensable al amor, llega el sacrificio a ser un consuelo y un refrigerio y un descanso para el amor.

Yo vine al mundo a santificar el dolor y a quitarle su amargura, vine para hacer amar el dolor, la cruz, señal de mis escogidos y entrada segura par el cielo y la transformación mas perfecta en Mi, tiene que operarse por el dolor amoroso, por el amor doloroso.

Porque en el fondo del sacrificio ha puesto mi Padre el delicado y sabroso fruto conquistado por Mí en la Pasión; dulcísimos manás que sólo se descubren en el dolor voluntario o amorosamente aceptado por los corazones generosos y amantes.

¡Después del de María, no habrá ni existe trono más alto que el de un Sacerdote transformado en Mí!.

1 comentario:

  1. Nuestro Señor nos dice en "A MIS SACERDOTES", que un solo sacerdote transformado en El, puede mas que todo el infierno junto.
    Pienso que un claro ejemplo son: el santo Cura de Ars, padre Pio de Pietrelcina, san Juan Bosco, san Francisco de Asís, etc.

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