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A MIS SACERDOTES. (de Concepción Cabrera de Armida).

Los sacerdotes deben amar a María con el mismo amor, con la misma ternura, respeto, obediencia y fidelidad, gratitud y pureza conque Yo la amé. Y esa Virgen Madre corresponderá a los sacerdotes que en Ella Pongan toda su confianza ayudándolas día por día, minuto por minuto, en su transformación en Mí. A María deben recurrir los sacerdotes y rogarle y suplicarle que los modele rasgo por rasgo, conforme a su Hijo Jesús.

Quiero también que el mundo honre esos años de soledad de María en los que sus dolores de ausencia fueron terribles, lentos, penosísimos; martirio de recuerdos y de soledad y con el cual, unido a mis dolores, compró las gracias a los hijos que nacieron en su Corazón por mis palabras, cuando estaba al pie de la Cruz.

María es la que realiza esas perfectas transformaciones como en el alma de San Pablo que decía: "Vivo, mas no yo, Cristo es quien vive en mi".

Y si el Espíritu Santo es el ama de la Iglesia, María es un instrumento precioso que no tan solo calca en el alma de los Sacerdotes a Jesús, sino que los hace su mismo Jesús, los transforma en El. ¿Y para qué? Para la gloria de la Trinidad.

1 comentario:

  1. Nuestro Señor Jesús desea que se ame, se recuerde, se reconozca la pureza, la grandeza, la santidad, la humildad y el poder de su Santísima Madre, la sin mancha.(Las oraciones de María son casi más poderosas que las de todo el cielo.)
    El desea que todo sacerdote recuerde que es Ella y el Espíritu Santo, la que los transforma en Jesús.

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