Oh Jesús mío, te ruego por toda la Iglesia: concédele amor y luz de Tu Espíritu, da poder a las palabras de los sacerdotes para que los corazones endurecidos se ablanden y vuelvan a Ti, Señor. Señor, danos sacerdotes santos; Tú Mismo consérvalos en la santidad. Oh Divino y Sumo Sacerdodte, que el poder de Tu misericordia los acompañe en todas partes y los proteja de las trampas y asechanzas del demonio, que están siendo tendidas incesantemente para atrapar a las almas de los sacerdotes. Que el poder de Tu misericordia, oh Señor destruya y haga fracasar lo que pueda empañar la santidad de los sacerdotes ya que Tú lo puedes todo.
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