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"A MIS SACERDOTES" De Concepción Cabrera de Armida. CAPITULO VI: Los sacerdotes y los fieles.


Mensajes de Nuestro Señor

Jesucristo a sus Hijos Los Predilectos. 

(“A mis Sacerdotes” de Concepción Cabrera de Armida) 


VI


LOS SACERDOTES Y LOS FIELES

Al consagrar los sacerdotes indignos si no estuviera toda mi ternura y mi potencia salvadora, en las Misas, en las que cubro Yo los Crímenes de los sacerdotes indignos, solo servirían esas Misas para atraer al mundo fuego del cielo, rayos de justicia, la ira de mi Padre, al verse burlado así en su Iglesia amada.

Pero todo esto, todo este horrible peso, todo ese muladar de basura, cae sobre mi Corazón; y ¿qué hago?... ¡seguir, seguir en los millares de Misas sacrificándome; ocultando lo que me hiere, lo que tengo a la vista, lo que he de cubrir con mi Blancura, lo que me ofende, lo que se arroja con audacia increíble y hasta con malicia infernal sobre mi Rostro, sobre la misma Divinidad!

¡Y prosigo bajando a manos impuras e indignas; y sigo mi constante crucifixión que derrama gracias; y continúo de víctima expiatoria, y no me escondo airado, y no me niego, y salgo al encuentro de dolor tan horrendo…! Y este es mi papel, de día y de noche, ante mis ministros culpables, y ante un Dios ofendido, en cierto sentido, por Mí mismo, por otro Dios, Yo en el sacerdote.

¿No se comprende ahora mi sed de descanso?... ¿No se palpa cómo no descanso con las ingratitudes del mundo, pero sobre todo con las espinas más dolorosas y crueles que son las de los míos?

Para remediar estos males hay que ofrecer al Verbo, que sacrificar a Jesús, que este es mi papel desde la Encarnación hasta mi muerte, y en la Eucaristía, hasta el fin de los siglos. No sólo fui Víctima en el mundo, sino que sigo siendo, porque ab aeterno, desde la Creación del mundo, me ofrecí a mi Padre para ser Víctima, y en María confirmé mi ofrecimiento que ha seguido en las Misas, y que quiero que siga en los corazones para bien de mi Iglesia y de las almas.

Esto es lo único que exijo de mis sacerdotes, que me sacrifiquen puros; porque lo manchado repugna con mi Blancura, porque mi martirio mayor es unirme con lo que no está limpio”. 



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“A los Sacerdotes, hijos predilectos de la Virgen Santísima.”


Vivid como fieles discípulos de Jesús, en el desprecio del mundo y de vosotros mismos, en la pobreza, en la humildad, en el silencio, en la oración, en la mortificación, en la caridad y en la unión con Dios mientras sois desconocidos y despreciados por el mundo.


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