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A MIS SACERDOTES. (Concepción Cabrera de Armida).

El demonio tiende a desunir para debilitar, y el Espíritu Santo a unir.



Es una gracia muy grande para las almas la participación de mis sufrimientos, es un acto amoroso de unión muy crecida con que me digno obsequiar a muy contadas almas en la Tierra.



Muchas almas se salvan, en las últimas luchas entre Satanás y la Gracia, por la comunión de los santos.



Si permito las tentaciones, no es para precipitar a las almas, sino para acrecentar su corona en el cielo.



Yo, el Verbo del Padre, soy el mayor recurso salvador para conseguir de mi Padre lo que nadie consigue.



A mis obras, y mas al hombre que es la obra más perfecta del Creador, le doy la vida solo para que me glorifique eternamente; su alma es inmortal y su cuerpo, pasada la destrucción de la carne por el pecado, será también inmortal, resucitará y volverá a unirse con el alma para el cielo o para el infierno. Este es un dogma de fé.



"Solo con mis méritos, solo viendo al Hijo, perdona el Padre."



Mientras más padezca el cuerpo por Cristo, más glorificado será con Cristo.



"Voy a descubrirles un SECRETO y es que la Transformación del alma en la Tierra alcanza también al cuerpo aún en la Tierra.

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