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EL INFIERNO NO ESTA VACÍO Y LOS "SACERDOTES PEDÓFILOS VAN ALLÍ"

La cita anterior sirve como título para el artículo del vaticanista italiano Andrea Tornielli en Il Giornale, de Roma. En una entrevista a monseñor Charles Scicluna, promotor de Justicia de la Congregación para la Doctrina de la Fe, después de una adoración de reparación al Santísimo Sacramento que se celebró en la Basílica de San Pedro, el pasado 29 de mayo, Tornielli señala: “Monseñor Scicluna, juez eclesiástico, recordó la ‘terrible’ condena del Evangelio, a raíz de denuncias de abuso sacerdotal. “[1]



Una meditación oportuna

La importancia atribuida a la meditación por el ilustre prelado del Vaticano se destaca, sobre todo en contraste con el silencio mantenido en grandes sectores de la Iglesia acerca de la existencia del infierno y de la acción del diablo.Hablando de ese silencio, Tornielli escribe:“El diablo como ser personal y la propia existencia del infierno casi han desaparecido, incluso de las homilías, en los últimos cincuenta años. La provocación [lanzada] por el gran teólogo Hans Urs von Balthasar, quien dijo que el infierno, por lo que sabemos, podría estar vacío, causó sensación. Pero los Papas siempre han subrayado no sólo que el demonio existe, sino también que existe la posibilidad de caer en la condenación eterna, si se elige el mal. “[2]Sin embargo, Monseñor. Scicluna no se limitó a hablar sobre el infierno pero hizo consideraciones maravillosas, con base en los Padres de la Iglesia, acerca de Nuestro Señor y el amor de la Iglesia por los niños, y el papel y los límites de la amistad. Hizo hincapié en el tormento del infierno para los consagrados que pierden sus almas.

Un comentario de San Gregorio el Grande

Recordó las terribles palabras de Nuestro Señor contra los que escandalizan a los niños: “Al que hace que uno de estos pequeños que creen en mí peque, sería mejor para él que se le colgase una gran piedra de molino al cuello y se le arrojase en el mar “(Marcos 9:42). Y agregó un comentario de San Gregorio Magno:

“Gregorio Magno dice sobre las severas palabras de Jesús: ‘Místicamente expresado en la rueda de molino está el ritmo duro y aburrido de la vida secular, mientras que el fondo del mar representa la maldición más terrible. Así, después de haber tomado la profesión de la santidad, cualquiera que destruye a otros a través de palabras o de hecho, habría sido mejor que sus fechorías le hubiesen causado la muerte vestido de seglar, en lugar de, a través de su Santo Oficio, imponer como un ejemplo para los demás sus pecados. Sin lugar a dudas, si hubiesen caído solas, su sufrimiento en el infierno sería más fácil de soportar’”. [3]

El olvido del infierno y la pérdida de la noción del pecado

El infierno y el castigo eterno existen para aquellos que rechazan la misericordia de Dios o el sufrimiento infinito de Nuestro Señor Jesucristo. Es para aquellos que desobedecen los Mandamientos o abandonan la fe. Todo esto está confirmado por la Escritura, la Tradición y el Magisterio de la Iglesia. [4]

El olvido del infierno conduce a la pérdida del sentido del pecado, la gravedad de la ofensa hecha a Dios y las consecuencias que conlleva. Porque, “si Dios no castiga” ni en esta vida ni en el más allá, en realidad su Ley no obliga, porque no tiene sanción efectiva, por lo que no importa si se cumple o no. Por lo tanto, ya no se podría hablar de pecado. Porque si uno no está obligado a obedecer la Ley de Dios, no hay nada de malo en no obedecerla, ya que Dios no se ofenderá. Esto equivale a decir que a Dios no le importa lo que hacen los hombres, como denunció el profeta Sofonías, al referirse a los habitantes de Jerusalén que decían en sus corazones: “El Señor no va a hacer el bien, ni va a hacer el mal.” [5]

Siguiendo esta lógica se remueve la última norma de moralidad, que es obedecer la ley de Dios, ya sea conocida a través de la Revelación o por medio de la naturaleza racional del hombre. Así se establece la amoralidad completa.

Quien no observa los mandamientos, no ama a Dios

Por otra parte, afirmar que uno puede amar a Dios sin obedecer Su Ley, es tan absurdo como negar Su propia existencia. Y contradice expresamente las palabras del Salvador:

“El que conoce mis mandamientos y los guarda, es quien me ama” …. “El que me ama guardará mi palabra” … “El que no me ama no guardará mis palabras”. [6]

Por último, no hay oposición entre la misericordia de Dios y su justicia, lo cual sería absurdo y contrario a la Revelación, porque, como dice el salmista, “La misericordia y la verdad se encontraron: la justicia y la paz se besaron.”[7]

La destrucción de la única barrera efectiva contra el pecado

Volvamos a la alerta de Monseñor. Charles Scicluna sobre la realidad de la condenación eterna y la crisis de abuso sexual. La pérdida de la noción del infierno destruye la barrera más eficaz que separa al hombre del pecado: el miedo al castigo eterno.

La naturaleza caída del hombre es tan atraída por el pecado que, ante el placer pecaminoso, la posibilidad de una recompensa futura en el Cielo por sí sola es insuficiente para contener su pasión. En pocas palabras, debido a los efectos de Pecado original, el hombre está más inclinado a preferir un gozo presente a las bienaventuranzas eternas.

Por lo tanto la existencia del infierno es un poderoso, y para la mayoría de los hombres, a menudo el único incentivo eficaz para la práctica del bien. El miedo del infierno a su vez ha servido para llevar a innumerables almas de la senda del vicio al amor de Dios y de la virtud. Una reflexión atribuida a San Agustín afirma que, a causa del pecado original, si no existiera el infierno para castigar el mal, la vida aquí en la tierra se transformaría en un infierno, porque sin temor a represalias futuras, la mayoría de los hombres son egoístas y buscan sólo su propio beneficio, y pocos frenan sus pasiones por amor. 8

Aunque Dios no abandona al hombre cuando probado por la tentación, [8] este último debe tener la disposición necesaria para cooperar con la gracia divina. Pero si pierde el temor de Dios, que es el principio de la sabiduría, [9] no será capaz de abrir su alma a la ayuda sobrenatural y sólo contará con su propia fuerza, debilitada por el optimismo naturalista.

Por todas estas razones, debemos expresar nuestro agradecimiento por las consideraciones oportunas del Promotor de Justicia de la Congregación para la Doctrina de la Fe, en medio de las difíciles circunstancias que la Iglesia está atravesando actualmente.

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[1] Andrea Tornielli, L’inferno non è vuoto «Ci andranno i preti pedofili», Il Giornali, Roma, 30 maggio 2010, http://www.ilgiornale.it/interni/linferno_non_e_vuoto_ci_andranno_preti_pedofili/30-05-2010/articolostampa-id=449159-page=1-comments=1

[2] Ibid. On the errors of theologian Hans von Balthasar in this regard, see the excellent doctoral thesis by Alyssa Lyra Pitstick, Light in Darkness – Hans Urs von Balthasar and the Catholic Doctrine of Christ’s Descent into Hell, William B. Eerdmans Publishing Company (Grand Rapids, Michigan/Cambridge, UK, 2007).

[3] Todas las citas de Msgr. Scicluna en: Meditation by Msgr. Charles Scicluna, Zenit, May 30, 2010, [Translation by Irene Lagan] http://cantate-domino.blogspot.com/2010/05/meditation-by-msgr-charles-scicluna.html.

[4] Cf. M. Richard, Enfer, in Dictionnaire de Théologie Catholique, Letouzey et Ané, Paris, 1939, t. V (2ème partie), cols. 28-120; Johann Michl, Infierno, in Johannes B. Bauer (ed.) Diccionario de Teologia Bíblica, Editorial Herder, Barcelona, 1967, cols. 512-515.

[5] Sofonias, 1:12.

[6] Jn, 14: 21, 23-24

[7] Salm 84:11

[8] Cf. M. Richard, Enfer, loc. cit.

[9] 1 Cor 10:13

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