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EN EL MES DE MARÍA - MARIOLOGÍA, DOGMAS.

DOGMAS MARIANOS.




María, Madre de Dios.
Autor: Corazones.org

María ¿es verdaderamente Madre de Dios? ¿por qué creemos esto? ¿qué implicaciones tiene?

María es verdaderamente Madre de Dios.

Pregunta: "¿Cómo puede ser María la madre de Dios, si Dios ya existía antes de que ella naciera?" 

Respuesta: En el diccionario encontramos que "madre" es la mujer que engendra. Se dice que es madre del que ella engendró. Si aceptamos que María es madre de Jesús y que Él es Dios, entonces María es Madre de Dios. 

No se debe confundir entre el tiempo y la eternidad. María, obviamente, no fue madre del Hijo eternamente. Ella comienza a ser Madre de Dios cuando el Hijo Eterno quiso entrar en el tiempo y hacerse hombre como nosotros. Para hacerse hombre quiso tener madre. Gálatas 4:4: "al llegar la plenitud de los tiempos, envió Dios a su Hijo, nacido de mujer". Dios se hizo hombre sin dejar de ser Dios, por ende María es madre de Jesús, Dios y hombre verdadero. 

Entonces, María es Madre de Dios, no porque lo haya engendrado en la eternidad sino porque lo engendró hace 2000 años en la Encarnación. Dios no necesitaba una madre pero la quiso tener para acercarse a nosotros con infinito amor. Dios es el único que pudo escoger a su madre y, para consternación de algunos y gozo de otros, escogió a la Santísima Virgen María quién es y será siempre la Madre de Dios.

Cuando la Virgen María visitó a su prima Isabel, esta, movida por el Espíritu Santo le llamó "Madre de mi Señor". El Señor a quien se refiere no puede ser otro sino Dios. (Cf. Lucas 1, 39-45).

La verdad de que María es Madre de Dios es parte de la fe de todos los cristianos ortodoxos (de doctrina recta). Fue proclamada dogmáticamente en el Concilio de Efeso, en el año 431 y es el primer dogma Mariano.


Antecedentes de la controversia sobre la maternidad divina de María Santísima: 

Los errores de Nestorio 
En el siglo V, Nestorio, Patriarca de Constantinopla afirmaba los siguientes errores: 

Que hay dos personas distintas en Jesús, una divina y otra humana. 
Sus dos naturalezas no estaban unidas. 

Por lo tanto, María no es la Madre de Dios pues es solamente la Madre de Jesús hombre. 
Jesús nació de María solo como hombre y más tarde "asumió" la divinidad, y por eso decimos que Jesús es Dios. 

Vemos que estos errores de Nestorio, al negar que María es Madre de Dios, niegan también que Jesús fuera una persona divina. 

La doctrina referente a María está totalmente ligada a la doctrina referente a Cristo. Confundir una es confundir la otra. Cuando la Iglesia defiende la maternidad divina de María esta defendiendo la verdad de que, su hijo, Jesucristo es una persona divina. 

En esta batalla doctrinal, San Cirilo, Obispo de Alejandría, jugó un papel muy importante en clarificar la posición de nuestra fe en contra de la herejía de Nestorio. En el año 430, el Papa Celestino I en un concilio en Roma, condenó la doctrina de Nestorio y comisionó a S. Cirilo para que iniciara una serie de correspondencias donde se presentara la verdad.


Concilio de Efeso

En el año 431, se llevó a cabo el Concilio de Efeso donde se proclamó oficialmente que María es Madre de Dios. 

"Desde un comienzo la Iglesia enseña que en Cristo hay una sola persona, la segunda persona de la Santísima Trinidad. María no es solo madre de la naturaleza, del cuerpo pero también de la persona quien es Dios desde toda la eternidad. Cuando María dio a luz a Jesús, dio a luz en el tiempo a quien desde toda la eternidad era Dios. Así como toda madre humana, no es solamente madre del cuerpo humano sino de la persona, así María dio a luz a una persona, Jesucristo, quien es ambos Dios y hombre, entonces Ella es la Madre de Dios" -Concilio de Efeso

La ortodoxia (doctrina recta) enseña:

Jesús es una persona divina (no dos personas)

Jesús tiene dos naturalezas: es Dios y Hombre verdaderamente.

María es madre de una persona divina y por lo tanto es Madre de Dios.

María es Madre de Dios. Este es el principal de todos los dogmas Marianos, y la raíz y fundamento de la dignidad singularísima de la Virgen María.

María es la Madre de Dios, no desde toda la eternidad sino en el tiempo.

El dogma de María Madre de Dios contiene dos verdades:

María es verdaderamente madre: Esto significa que ella contribuyó en todo en la formación de la naturaleza humana de Cristo, como toda madre contribuye a la formación del hijo de sus entrañas.

María es verdaderamente madre de Dios: Ella concibió y dio a luz a la segunda persona de la Trinidad, según la naturaleza humana que El asumió.

El origen Divino de Cristo no le proviene de María. Pero al ser Cristo una persona de naturalezas divina y humana. María es tanto madre del hombre como Madre del Dios. María es Madre de Dios, porque es Madre de Cristo quien es Dioshombre.

La misión maternal de María es mencionada desde los primeros credos de la Iglesia. En el Credo de los Apóstoles: "Creo en Dios Padre todopoderoso y en Jesucristo su único hijo, nuestro Señor que nació de la Virgen María".

El título Madre de Dios era utilizado desde las primeras oraciones cristianas. En el Concilio de Efeso, se canonizo el título Theotokos, que significa Madre de Dios. A partir de ese momento la divina maternidad constituyó un título único de señorío y gloria para la Madre de Dios encarnado. La Theotokos es considerada, representada e invocada como la reina y señora por ser Madre del Rey y del Señor.

Más tarde también fue proclamada y profundizada por otros concilios universales, como el de Calcedonia(451) y el segundo de Constantinopla (553).

En el siglo XIV se introduce en el Ave María la segunda parte donde dice: "Santa María Madre de Dios" Siglo XVIII, se extiende su rezo oficial a toda la Iglesia.

El Papa Pío XI reafirmó el dogma en la Encíclica Lux Veritatis (1931).

La Madre de Dios en el VAT II: este concilio replantea en todo el alcance de su riqueza teológica en el más importante de sus documentos, Constitución dogmática sobre la Iglesia, (Lumen Gentium). En este documento se ve la maternidad divina de María en dos aspectos:


La maternidad divina en el misterio de Cristo.

La maternidad divina en el misterio de la Iglesia.

"Y, ciertamente, desde los tiempos mas antiguos, la Sta. Virgen es venerada con el título de Madre de Dios, a cuyo amparo los fieles suplicantes se acogen en todos sus peligros y necesidades.... Y las diversas formas de piedad hacia la Madre de Dios que la Iglesia ha venido aprobando dentro de los limites de la sana doctrina, hacen que, al ser honrada la Madre, el Hijo por razón del cual son todas las cosas, sea mejor conocido, amado, glorificado, y que, a la vez, sean mejor cumplidos sus mandamientos" (LG #66)

En el Credo del Pueblo de Dios de Pablo VI (1968): "Creemos que la Bienaventurada María, que permaneció siempre Virgen, fue la Madre del Verbo encarnado, Dios y salvador nuestro"

En 1984 consagra J.P.II el mundo entero al I.C. de María, a través de toda la oración de consagración repite:"Recurrimos a tu protección, Santa Madre de Dios"

María por ser Madre de Dios transciende en dignidad a todas las criaturas, hombres y ángeles, ya que la dignidad de la criatura está en su cercanía con Dios. Y María es la mas cercana a la Trinidad. Madre del Hijo, Hija del Padre y Esposa del Espíritu.

"El Conocimiento de la verdadera doctrina católica sobre María, será siempre la llave exacta de la comprensión del misterio de Cristo y de la Iglesia"

"Y la Madre de Dios es mía, porque Cristo es mío" (S. Juan de la Cruz)


María Corredentora ¿un nuevo dogma? 


Introducción al estudio: María... ¿Corredentora?

Autor: Cardenal Edouard Gagnon

¿Qué significa "corredención"? María Corredentora ¿Cuál es la doctrina de la Iglesia respecto a este tema?...

Es para mí una gran dicha introducir a ustedes el presente volúmen teológico dedicado a explicar el desarrollo que ha tenido nuestra Señora como Corredentora en la doctrina de la Iglesia y la enseñanza papal. 

La riqueza de ideas, principios y la sobresaliente exposición teológica que se ve reflejada en este volúmen, producto del extraordinario trabajo de un equipo de teólogos y mariólogos a nivel internacional, constituye una llamada tanto para el obispo contemporáneo, el pastor y el teólogo, como para el guía laico, de dedicar tiempo y atención a esta importante obra y su tema, con el objeto de estar informado de manera precisa y tener una justa apreciación de cómo se ha desarrollado recientemente la mariología en los temas doctrinales de la corredención mariana dentro de la Iglesia contemporánea. Esta materia doctrinal es especialmente relevante, a la luz de la sustancial contribución y énfasis que nuestro Santo Padre actual, el papa Juan Pablo II, le ha conferido al tema de la cooperación de nuestra Señora en la redención, probablemente de forma sin igual a los demás pontífices a lo largo de la historia de la Iglesia.

Cuando reflexionamos en los misterios del rosario, dejamos de apreciar en ocasiones la profundidad que éstos tienen. En el misterio gozoso de la presentación del niño Jesús en el templo, vemos cómo María es llamada a sufrir con Cristo, a compartir los sufrimientos redentivos del Redentor (cf. Lc 2:35). Esta llamada se realiza plenamente en el misterio doloroso de la crucifixión, en donde los sufrimientos de María con los de Cristo, son ofrecidos conjuntamente con Jesús por la redención del mundo, y es entonces cuando el Redentor otorga a cada uno de nosotros a la Co-redentora como Mediadora de toda gracia y Madre espiritual: "Mujer, ahí tienes a tu hijo... ahí tienes a tu madre." (Jn. 19:26-27)

En la situación actual que vive nuestro mundo, entre tantos sufrimientos humanos y la inestabilidad global. ¿La relevancia de la doctrina de María Corredentora no es obvia para nosotros? ¿Qué doctrina transmite de mejor manera el misterio cristiano del valor sobrenatural que tiene el sufrimiento humano bajo cualquier condición, incluyendo aquellas situaciones que están fuera de nuestro control, que la de María Corredentora?

San Pablo nos exhorta que si tenemos fe en nuestros corazones, debemos confesar y proclamar públicamente nuestra fe. Creo que en este momento de la historia, es muy importante que nuestra fe en el rol de María Corredentora, sea definido y proclamado con gran claridad.

Que la verdad de María Corredentora pueda penetrar en nuestros corazones y nuestras vidas, llenándonos con una nueva fortaleza y gracia, al aceptar y soportar como testigos cristianos, el sufrimiento providencial al que estamos llamados personalmente y como Iglesia. Que la Mediadora de todas las gracias conceda a cada uno de nosotros, las gracias necesarias para ser fieles al llamado de San Pablo de "completar lo que falta a las tribulaciones de Cristo, en favor de su cuerpo, que es la Iglesia." (Col. 1:24)


Cardenal Edouard Gagnon.
1 de Noviembre 2001
Solemnidad de Todos los Santos




María, mediadora de todas las gracias.

Autor: P. Enrique Cases 

Este título se le reconoce en documentos oficiales de la Iglesia y ha sido acogido en la liturgia, introduciéndose en 1921 una fiesta dedicada a María Medianera de todas las gracias.

La Virgen es el medio para profundizar en el misterio de Cristo, de progresar en la fe, la esperanza y la caridad.


Cooperación de María a la obra de la Redención 

«Asociada por un vínculo estrecho e indisoluble a los misterios de la Encarnación y de la Redención ... ; creemos que la Santísima Madre de Dios, nueva Eva, Madre de la Iglesia, continúa en el cielo su misión maternal para con los miembros de Cristo, cooperando al nacimiento y al desarrollo de la vida divina en las almas de los redimidos». (Credo de Pablo VI, n. 15) 

Cristo es el único mediador entre Dios y los hombres porque Él solo, con su muerte, logró la reconciliación perfecta con Dios, pero dice Santo Tomás que «también a otros podemos llamarlos mediadores por cuanto cooperan a la unión de los hombres con Dios». 

A María se la llama Medianera o Mediadora desde muy antiguo. Este título se le reconoce en documentos oficiales de la Iglesia y ha sido acogido en la liturgia, introduciéndose en 1921 una fiesta dedicada a María Medianera de todas las gracias. 

«María, que en vísperas de Pentecostés intercedió para que el Espíritu Santo descendiera sobre la Iglesia naciente, interceda también ahora. Para que ese mismo Espíritu produzca un profundo rejuvenecimiento cristiano en España. Para que ésta sepa recoger los grandes valores de su herencia católica y afrontar valientemente los retos del futuro» (Juan Pablo II en España). 


María es Corredentora. 

Trajo al mundo al Redentor, fuente de todas las gracias. María dio su consentimiento libre para que viniese el Salvador al mundo: «He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra» (Lc. 1, 38). Dice Santo Tomás que representaba a toda la naturaleza humana. 

Se le suele contraponer a Eva y así como ésta fue causa de la perdición, María por su obediencia lo es de la salvación. Y si aquélla era «madre de los vivientes», la «Nueva Eva» es madre de los que viven por la fe y la gracia. 

Desde el siglo XV se llama a la Virgen CORREDENTORA y la Iglesia lo usa en algunos documentos oficiales. No debe entenderse como una equiparación con Cristo, único Redentor, ya que ella también fue redimida. La suya es una cooperación indirecta por cuanto puso voluntariamente toda su vida al servicio del Redentor, padeciendo y ofreciéndose con Él al pie de la Cruz, pero sin corresponderle el título de Sacerdote, exclusivo de Cristo (cfr. Vat. li, LG, 60). 


Mediadora de todas las gracias. 

Después de su Asunción a los cielos las gracias se conceden a los hombres por medio de su intercesión. Desde el cielo participa en la difusión de las gracias con su intercesión maternal. Esta intercesión es inferior a la de Cristo, pero superior a la de todos los otros santos. los últimos Papas han enseñado la doctrina ya antigua de que todas las gracias se conceden por medio de la Santísima Virgen. 

Por este motivo, la Santísima Virgen es invocada en la Iglesia con los títulos de Abogada, Auxiliadora, Socorro, Mediadora. (LG, 62) 


Madre de los hombres. 

Compañera singularmente generosa entre todas las demás criaturas y humilde esclava del Señor. Concibiendo a Cristo, engendrándole, alimentándolo, presentándolo al Padre en el Templo, padeciendo con su Hijo cuando moría en la Cruz, cooperó en forma enteramente impar a la obra del Salvador con la obediencia, la fe, la esperanza y la ardiente caridad, con el fin de restaurar la vida sobrenatural de las almas. Por eso es nuestra madre en el orden de la gracia. (LG, 61) 

Esta doctrina se apoya en la tradición antiquísima de considerar a María como madre espiritual de todos los cristianos. Parece natural que la que cooperó por la Encarnación a darnos a Cristo, fuente de todas las gracias, y la que estuvo presente junto a la Cruz, interceda sin cesar y cuide de sus hijos, como madre espiritual. 


María es Madre de la Iglesia. 

«María es la Madre de la Iglesia, es decir, madre de todo el Pueblo de Dios, una madre de todos los que creyeron en su Hijo. Ha colaborado y sigue colaborando en la obra de la Salvación y se preocupa constantemente de los hermanos de su Hijo que están aún peregrinando por el mundo» (C.v.e., P. 460) 


Prototipo de la Iglesia

También hay que recordar que María es «prototipo de la Iglesia» y que toda la gracia se comunica por medio de la Iglesia. 

Pues en el misterio, de la Iglesia, que con razón es llamada también madre y virgen, precedió la Santísima Virgen, presentándose de forma eminente y singular como modelo tanto de la Virgen como de la Madre. (LG, 63) 

La Virgen es para la Iglesia medio de profundizar en el misterio de Cristo, de progresar en la fe, la esperanza y la caridad. La Iglesia ha alcanzado en la Santísima Virgen la perfección. 

El amor maternal de María es también el modelo con que en la Iglesia han de actuar todos aquellos que tienen la responsabilidad de llevar a Dios a los hombres (cfr. LG, 65).

Jesus, Unico Mediador. ¿Y Su Madre?

Autor: Oscar Schmidt 



El sentido de la presencia de María en la obra de la Salvación.

El sentido de la existencia de Reina del Cielo se vincula al particular rol de la Virgen en el plan de la Salvación. En este escrito intentamos ubicar a la Virgen en el preciso lugar que Dios le ha dado, siguiendo las enseñanzas de San Luis Grignon y tantos otros autores que han escrito sobre la Madre del Verbo a lo largo de los siglos.

Resulta sumamente sorprendente ver como Dios desea que la Virgen avance entre nosotros en estos tiempos. Así Ella va haciéndose lugar a fuerza de advocaciones, apariciones, mensajes o lacrimaciones de sus imágenes. Donde María pone su pie, se mueven las multitudes, como si un signo particularmente Mariano cubriera nuestros tiempos. Será que Jesús quiere que Ella se haga, más que nunca, la abogada y mediadora de las Gracias que pedimos a El, su Hijo. Intercesora por definición, María derrite el Corazón de Dios y lo abre a nuestros ruegos. 

Sin embargo, dicen las Escrituras: “Porque hay Un solo Dios, y también Un solo Mediador entre Dios y los hombres, Cristo Jesús, Hombre también, que se entregó a si mismo como rescate por todos” (1ra Timoteo 2.5-6). ¿Cómo se comprende entonces que la Revelación Pública (la Santa Biblia) habla en un lenguaje tan claro diciendo que Jesús es el Único mediador entre Dios y los hombres, mientras la Virgen toma un rol de mediadora y abogada ante su Hijo?

La clave está en la doble naturaleza de Jesús, que es Dios en su más completa Divinidad, pero también es Hombre, en Su naturaleza humana. Jesús es así el Único que posee una doble naturaleza, Divina y Humana. Un gran misterio de fe, de un Dios que por puro amor quiso hacerse como nosotros, un Hombre. De tal modo, Jesús representa al Único verdadero mediador ante Dios, porque es el único Hombre que también es Dios, Segunda Persona de la Santísima Trinidad. Qué misterio difícil de comprender, ¿verdad? Es que sólo a la luz del amor se entiende cómo Dios se ha abajado hasta nuestra escasa estatura, desde Su Divinidad, para tendernos una mano. 

Jesús, Hombre verdadero, es el Único auténtico punto de unión con Dios porque El mismo es también Dios verdadero. Sin embargo, el Señor no quiso dejar las cosas tan sólo allí, alimentado por Su Amor deseó hacer más. Dios dispuso venir al Mundo a través de alguien como nosotros, uno de nosotros, y quiso que esa persona sea perfecta, digna de contener al Verbo Divino como Dios Vivo en su Vientre, Tabernáculo humano, de Carne y Hueso ¡Esa es María! 

Pero Ella es también Su Mamá, y en Su Naturaleza Humana, Jesús se derrite ante sus pedidos, como se derrite un Hijo Perfecto ante los pedidos de una Mamá perfecta. Así ocurrió en Caná, cuando “faltando el vino, la Madre de Jesús le dijo: No tienen vino” (Juan, 2.5). Jesús realizó entonces el primer milagro de Su vida pública, convirtiendo el agua en vino, por la intercesión de Su Mamá. María es así mediadora ante Jesús, porque es Su Madre, y es el mismo Jesús el que la escucha y media ante Dios, que es El mismo en Su Naturaleza Divina.

La Madre del Verbo está indisolublemente unida a su Hijo, y es de éste modo el eslabón dorado que une a cada persona con Dios Hombre, Jesús, para que así lleguen nuestros ruegos a la Santísima Trinidad, al Trono de Dios. La Santísima Virgen es así mediadora ante ese Jesús que es, Él, verdadero Dios y verdadero Hombre, subsistente en la Persona del Verbo. Al mismo tiempo, siendo mediadora ante su Hijo Jesucristo, el Verbo Encarnado, es mediadora ante la misma Santísima Trinidad. Así, María colabora con nosotros ayudándonos a discernir, así como colabora con Su Hijo mediante su intercesión Materna. Una Sociedad Perfecta, de Madre e Hijo, nos da el camino luminoso para alcanzar las Gracias del Creador. 

La Virgen está de este modo totalmente unida a los Planes de su Hijo, trabaja para El, no podría jamás apartarse de Su Palabra, de Su Voluntad. Nunca debemos olvidar que sólo Dios Es. El es el Único que puede decir que Es por Si Mismo. Los demás, incluida la Virgen, son porque Dios los hace ser. Así, María es la perfecta expresión de la Voluntad de Dios hecha criatura, es el medio a través del que fluyen los deseos de Jesús hacia el hombre. Dios quiso que María sea el canal perfecto a través del cual nuestros ruegos llegan a Jesucristo, implorando para que Su Divina Voluntad nos mire y acaricie. 

María nunca llevaría a su Hijo una oración nuestra, si es que el pedido no responde al fin supremo de la salvación de las almas. Y Jesús, Verdadero Dios y Verdadero Hombre, escucha a Su Mamá más que a ninguna otra criatura. María, que nos comprende más que nadie porque al pié de la Cruz fue hecha nuestra Madre, se hace así cercana y accesible a nosotros. Es, de algún modo, como nosotros. Y es por eso que puede enamorarnos con tanta facilidad, porque sólo una Madre puede capturar el amor de sus hijos aunque ellos insistan en volverse rebeldes y mirar hacia otro lugar. 

María, Omnipotencia Suplicante, todo ruego, toda oración, como lo vemos en sus manos unidas, la vista elevada al Cielo. Ella pide por nosotros todo el tiempo. Nos escucha, medita en nuestras intenciones y nuestras necesidades, y habla con su Hijo. María, mediadora ante Jesús, el que nació de su Vientre, el que jugaba con Ella en el jardín de la casita de Nazaret, el que la acompañaba al mercado a hacer las compras. Si deseas llegar a Jesús, ¿no deberías quizás buscar la ayuda de Su Mamá? 

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