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LA TIBIEZA.


CUANDO HAY TIMIDEZ, ME OFENDÉIS 


DADO A JAVIER VIESCA. MEXICO.

Tercer Misterio, Habla Dios Padre. 

Sobre: Entre vosotros, si estáis realmente Conmigo y cumpliendo con vuestra misión, no debe haber timidez.

Hijitos Míos, entre vosotros, si estáis realmente Conmigo y cumpliendo con vuestra misión, no debe haber timidez.

Cuando hay timidez, Me ofendéis, Mis pequeños, porque no estáis confiando plenamente en Mí, vuestro Dios. Porque sabiendo quien Soy y conociendo Mi Omnipotencia y con esto, haciéndoos saber que Yo puedo hacer cualquier cosa que vosotros ni siquiera os imagináis. Dudáis al ser tímidos y eso Me ofende, porque no Me estáis manteniendo en Mi puesto Divino, Me rebajáis a un nivel, quizá humano y por eso perdéis vuestras confianza y ya no Me buscáis, porque ya no veis en Mí, Mi Poderío Divino. Yo he creado todo, Yo conozco todo, no hay nada que se escape a Mí, Mis pequeños, por eso, al no conocerMe perfectamente, vosotros dudáis y esto no está bien Mis pequeños.

Vosotros debierais, primeramente, estar agradecidos de que Yo, vuestro Dios, en Mi Omnipotencia Divina, en Mi Poderío, que vosotros ni siquiera imagináis, Me haya fijado en vuestra pequeñez, os haya dado el don de la vida y el hecho de que os dé Mi tiempo entero, entendedlo, “Mi tiempo entero”, para cuidaros, guiaros, perfeccionaros, esto debiera ser para vosotros un gran honor y lo debéis sentir así, que el Dios, Creador del Universo, Inmenso, Infinito, se esté fijando en cada uno de vosotros, en vuestra pequeñez, en vuestra nada. No sois nada, Mis pequeños y aún así, os busco y os protejo. Vuestra pequeñez os debiera llevar a una donación total hacia Mi Voluntad, pero Yo os pido y vosotros ponéis en duda, en tela de juicio lo que Yo os estoy pidiendo porque, en vuestra timidez, dudáis de que sea Yo el que os esté hablando y os esté pidiendo lo que Yo deseo.

Revestíos de la humildad que Yo quiero Me pidáis, para que se os quite ésa timidez y podáis tener las capacidades del pequeño, del niño confiado, del niño que habla con el Padre Infinito y no se atemoriza y, así, podáis tener todas Mis Gracias, Bendiciones, porque Yo Me derramo sobre todos aquellos que son confiados y sencillos y que quieren agradarMe. No seáis tímidos, porque esto Me ofende, Mis pequeños.

Gracias, Mis pequeños.




La tibieza «¡hace tanto daño a la Iglesia!», 

PAPA FRANCISCO

“¡Hace tanto daño a la Iglesia!”

“Que el Señor nos dé a todos” la “gracia del coraje” y la “perseverancia” en la oración. Fue el deseo del Santo Padre, que centró su homilía de hoy justamente sobre el tema del coraje en el anuncio del Evangelio. Todos nosotros, cristianos, que hemos recibido la fe, dijo, “debemos transmitirla”, “debemos proclamarla con nuestra vida, con nuestra palabra”. 

Pero entonces ¿cuál es esta fe fundamental? Es, subrayó el Papa, la “fe en Jesús Resucitado, en Jesús que nos ha perdonado los pecados con su muerte y nos ha reconciliado con el Padre”.

“Y transmitir esto nos pide ser valientes: el coraje del transmitir la fe. Un coraje, algunas veces, simple. Recuerdo -disculpen- una historia personal: cuando era niño mi abuela cada Viernes Santo nos llevaba a la procesión de las Candelas y al final de la procesión llegaba el Cristo yaciente y la abuela nos hacía arrodillarnos y a nosotros niños nos decía: ‘Miren está muerto, pero mañana ¡habrá resucitado!’. La fe entró así: la fe en Cristo muerto y resucitado. En la historia de la Iglesia ha habido tantos, tantos que han querido un poco esfumar esta certeza fuerte y hablan de una resurrección espiritual. No, Cristo ¡está vivo!”.

“Cristo está vivo” y está “también vivo entre nosotros”, repitió el Papa exhortando a los cristianos a tener el valor de anunciar su Resurrección, la Buena Noticia. Pero, recordó, existe otro coraje que Jesús nos pide: “Jesús -por decirlo poco fuertemente- nos desafía a la oración y dice así: ‘Yo haré todo lo que ustedes pidan en mi Hombre, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si ustedes me piden algo en mi Nombre, yo lo haré´… ¡Esto es fuerte! Tengamos el coraje de ir a Jesús y pedirle así: ‘Tú me has dicho esto, ¡hazlo! Haz que la fe avance, haz que la evangelización avance, haz que este problema que tengo se resuelva…’. ¿Tenemos este valor en la oración? ¿O rezamos solo así, como sea, gastando un poco de tiempo en la oración? O aquel coraje, aquella parresia también en la oración…”.

El Papa recordó cómo en la Biblia leemos que Abraham y Moisés tienen el coraje de “negociar con el Señor”. Una valentía “a favor de los demás a favor de la Iglesia” que sirve también hoy: “Cuando la Iglesia pierde el coraje, entra en la Iglesia la atmosfera de tibieza. Los tibios, los cristianos tibios, sin valor… Aquello que hace tanto daño a la Iglesia, porque la tibieza te ensimisma, comienzan los problemas entre nosotros; no tenemos metas, no tenemos coraje, ni el coraje de la oración hacia el cielo y ni siquiera el coraje de anunciar el Evangelio. Somos tibios… Y nosotros tenemos el valor de inmiscuirnos en nuestras pequeñeces, en nuestros celos, en nuestras envidias, en las ganas de hacer carrera, en el avanzar egoístamente… En todas estas cosas, pero esto no hace bien a la Iglesia. ¡La Iglesia debe ser valiente! Todos nosotros debemos ser valientes en la oración, desafiando a Jesús.


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