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EN LAS FUENTES DE MI DIVINO CORAZÓN - TOMO 1 - ENTREGA 8.

REVELACIONES AL HERMANO AGUSTÍN.

Mensajero de los Sagrados Corazones Unidos y Traspasados de Jesús y de María.

Libro "María Madre del Segundo Advenimiento"

Relatos divinos para comprender los acontecimientos que marcan la real historia de lo que muchos creyentes llamamos "Últimos tiempos", mediante los cuales tenemos la oportunidad de estar a salvo en toda circunstancia.


Revelaciones dadas a un alma
a quien Jesús le llama cariñosamente
Agustín del Divino Corazón.




Vivid plenamente cada día

Septiembre 2/07 6:45 a.m.

Jesús dice:

No os preguntéis por qué esto os está sucediendo.Simplemente se dócil a mis inspiraciones dejándoos,
dejándoos de acuerdo a mis designios.

Tomad la pluma que Yo os guiaré vuestra mano, para que consignéis el mensaje que quiero transmitir a
corazones humildes que no se plantean las formas que utilizo para comunicarme con vosotros, hombres
adorables de mi Divino Corazón.

Al abrir vuestros ojos, agradecedme por el poder contemplar bellos paisajes, realizados por las manos
sagradas de vuestro Padre Dios, Él dio su colorido y su variedad.

Deteneos por unos instantes en admirar sus obras Divinas y agradeced por lo que vuestros ojos ven.

Escuchad el trinar de los pájaros que cantan himnos de alabanza al Creador.

Mirad las grandezas del cielo azul que, como lino fino, os cubre de mi presencia. Observad las verdes alfombras mullidas de fértiles pastizales que alimentan los animales del campo y las aves del cielo.

Extasiaos frente a las lumbreras que os dan luz y calor en los tiempos de oscuridad y de frío.

Apreciad en vuestras manos, delicadas rosas y aspirad sus profusos (abundantes) aromas y acercadlas a vuestro corazón en acción de gracias a quien las creó.

Quitad el velo que oscurece la luz de vuestros ojos y contempladme en cada obra de la creación.

No caminéis presurosos, sin detener vuestras miradas en cada obra de amor.

Vivid cada día como una gran aventura y registradla en el libro de vuestras vidas.

Haced: de cada momento, momentos felices.

De cada pensamiento, pensamientos constructivos que os edifiquen.

De cada encuentro, encuentros de amor.

De vuestras vidas, una historia en la que vosotros seáis sus protagonistas.

De vuestro trabajo, una escuela de oración en la que ofrecéis como reparación, vuestras acciones.

De vuestra oración, coloquios de amor y verdaderos encuentros de dos enamorados.

De vuestras vidas, una continua alabanza de gratitud hacia el Padre, quedándoos atónitos ante la majestuosidad de la creación.



Os daré un corazón nuevo

Septiembre 2/07 8:35 a.m.


Jesús me inspiró a orar Laudes, antes del oficio de lectura, invitándome a escribir la lectura breve del día (Domingo II semana): (Ezequiel 36,25-27): “Derramaré sobre vosotros un agua pura que os purificará, de todas vuestras inmundicias e idolatrías os he de purificar, y os daré un corazón nuevo y os infundiré un espíritu nuevo; arrancaré de vuestra carne el corazón de piedra y os daré un corazón de carne. Os infundiré mi Espíritu y haré que caminéis y que guardéis y cumpláis mis mandatos”. 

Más tarde a las 10:35 a.m. dice:

De mi Divino Corazón brotan torrentes de agua viva, venid, venid a él y os lavaré vuestras manchas de pecado y quedaréis limpios. Dejad atrás los falsos dioses que os esclavizan, ellos no os pueden salvar, venid a adorar al verdadero Dios que os creó, rindiéndole la Adoración que como vuestro Hacedor se
merece.

Restauraré vuestro corazón, dándoos un corazón libre de apegos, pero adherido a mi amor, para colmaros de mi Espíritu y haciéndoos vibrar en mi presencia para que sucumbáis a mis derroches de mi amor.

Os daré un corazón nuevo en el que me deleitaré atravesándoos con mis rayos de luz, provenientes de mi Hostia Santa. Corazón nuevo, en que juntemos nuestros corazones y sean uno solo.

Corazón nuevo en el que, mis chispitas de amor, reviertan en fuego enardecedor.

Corazón nuevo en el que, uniéndoos pedacitos de cartílagos de mi Divino Corazón, os haga resistentes a las pruebas.

Derramaré mi Santo Espíritu sobre vosotros, para regalaros de mi Sabiduría y de mi entendimiento.

Seréis revestidos de su presencia para que irradiéis de su luz.

Os haré guardar y cumplir mis mandamientos para que caminéis en el fiel cumplimiento de mis leyes.

Ya no os llamo siervos sino amigos.

Os amo en la plenitud de mi gran amor.

Os hago partícipes de mis riquezas.

Os hago herederos de mi Reino.



Soy el Pescador de almas

Septiembre 2/07 4:55 p.m.

Jesús dice:

Yo soy el pescador de almas, así como un día llamé a hombres para hacerlos mis discípulos, os llamo a vosotros para haceros pescadores de hombres, lanzad vuestras redes al alta-mar y atrapad almas para mi Reino.

Sois mis anunciadores de mi Palabra, comunicadla a todas las partes de la tierra de norte a sur, de oriente a occidente.

Sois mis evangelizadores, os cubro de mi armadura Divina para que el enemigo no os haga daño. Os fortalezco para que el cansancio no os derrote, para que no miréis hacia atrás y continuéis en mi caminar; porque llegarán días en que no tendréis descanso, porque muchos, ansiosos de escucharme, llegarán a vosotros, anunciadores de mi Reino.

Sois misioneros del Divino Corazón que os inmoláis y desgastáis por mi amor.



Ser de Dios y para Dios

Septiembre 2/07 8:25 p.m.

Alegraos pequeños míos porque vuestros nombres han sido escritos en el Libro de Oro de mi Divino Corazón.

Sed, pues, mensajeros de mi amor cuya aspiración en vuestro camino espiritual es: “SER DE DIOS Y PARA DIOS” ofreciéndoos como almas hostias en reparación, siendo éste el fin de vuestra oración y consagración.

Desagraviad mi Divino Corazón, orando el Rosario de mis Santas llagas, invocaciones que un día enseñé a una humilde hermana lega del monasterio de la Visitación, María Marta Chambón, concediendo todo lo que se me pida; con la invocación de mis santas llagas obtendréis todo, por que es el mérito de mi Sangre, que es un precio infinito.

Con mis llagas y mi Corazón podéis conseguirlo todo.

Debéis practicar la devoción a mi Corazón agonizante, por las grandes penas interiores que padecí durante mi pasión por la salvación de las almas y conseguir por los méritos de esta larga agonía, una buena muerte de las personas que mueren cada día en el mundo, rezando diariamente la siguiente oración:

Oh Misericordiosísimo Jesús, abrazado en ardiente amor a las almas. Os suplico, por las agonías de vuestro Sacratísimo Corazón y por los dolores de vuestra Inmaculada Madre, que lavéis con vuestra Sangre a todos los pecadores de la tierra que están ahora en la agonía y tienen que morir. Corazón agonizante de Jesús, tened misericordia de los moribundos.

Con esta oración ofrecedme a mi Corazón agonizante, alguna de vuestras acciones durante el día por los que hoy mismo se hallan en agonía.


Mis centinelas nocturnos

Septiembre 2/07 11:00 p.m.

Jesús dice:

Adoradores de mi Divino Corazón, que sacrificáis parte de vuestro sueño para ser mis centinelas nocturnos y reparar por los pecados de la humanidad, estad vigilantes en prodigarme vuestro amor, porque el hambre por la salvación de las almas devora mi Corazón.

Adoradores de mi Divino Corazón, que en el silencio de la noche el eco, de vuestras voces, suena como címbalos tocados armónicamente para daros alegría en mi tristeza.

Adoradores de mi Divino Corazón, que llegáis a mi Corazón agonizante pidiéndome en haceros partícipes de mis grandes penas interiores y cubrirme con vuestros besos mitigando mi dolor.

Adoradores de mi Divino Corazón, venid en la soledad de la noche y velad con vuestra oración, para que las almas agonizantes sean lavadas con mi preciosa Sangre.

Adoradores de mi Divino Corazón, que bajáis vuestra mirada ante mi presencia, reparad para que los
moribundos sean cubiertos de mi misericordia.

Adoradores de mi Divino Corazón, que en el frío de la noche vais espiritualmente a uno de los Sagrarios en que me hallo solitario, para encender la vela de vuestro corazón, uniéndoos en una plegaria universal.

Adoradores de mi Divino Corazón, que os hago fuertes abrigándoos con la coraza de mi Sangre preciosa y entrad por la llaga de mi costado para que durmáis placenteramente, después de cantarme canciones de cuna en el silencio de nuestra noche.

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