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LA HEREJÍA, SEGÚN SAN ATANASIO

TEMA 2 ACERCA DE LA HEREJÍA




(Publicación especial de la Web Catolicidad)

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"ELLOS TIENEN LOS TEMPLOS, NOSOTROS LA FE": SAN ATANASIO

Derivado de un intercambio de mensajes con un amable lector, hemos recordado esta excelente carta de San Atanasio. Se refiere a que muchísimos templos católicos estaban en posesión de sacerdotes ex-católicos que se habían pasado a la herejía arriana* en el siglo cuarto.

En esta epístola se hace ver que es más importante la fe que el templo mismo. Así, entonces, muchos fieles que conservaron la verdadera fe católica tuvieron que, con gran dolor de su corazón, alejarse de sus parroquias e iglesias que habían sido ocupadas por esos curas y obispos que se habían pasado al arrianismo. San Atanasio animó a los fieles a mantener esa actitud a fin de que pudieran perseverar en la fe.

San Atanasio fue obispo de Alejandría, nació alrededor del año 296 y falleció el 2 de mayo del año 373, es además Doctor de la Iglesia Católica. Se distinguió por su lucha contra la herejía arriana que se había infiltrado con gran fuerza dentro de la Iglesia Católica en esa época en que se llegó a decir que "el mundo gimió al sentirse arriano".

Hoy en día, también existen muchos templos católicos que están ocupados por sacerdotes que siguen la herejía, no la herejía arriana sino la modernista ("la suma de todas las herejías", la denominó el papa San Pío X). De ahí que muchos fieles han debido buscar sacerdotes, templos e iglesias que sean fieles al Magisterio de la Iglesia Católica Romana. Les ha sido doloroso verse en la necesidad de retirarse de su parroquia, pero han preferido no exponer su fe católica ni sumarse a actos de desacralización en la liturgia. Han tomado esta decisión siendo fieles al sensus fidei (al sentido de la fe) y recordando que Cristo nos advirtió que huyéramos de los falsos pastores.

Leamos, pues, este escrito de San Atanasio muy esclarecedor:

Que Dios os consuele. He sabido que no sólo os entristece mi exilio, sino sobre todo el hecho de que los otros, es decir los arrianos, se han apoderado de los templos por la violencia y entre tanto vosotros habéis sido expulsados de esos lugares. Ellos, entonces, poseen los templos. Vosotros, en cambio, la tradición de la Fe apostólica. Ellos, consolidados en esos lugares, están en realidad al margen de la verdadera Fe, en cambio vosotros, que estáis excluidos de los templos, permanecéis dentro de esa Fe. Confrontemos pues qué cosa sea más importante, el templo o la Fe, y resultará evidente desde luego, que es más importante la verdadera Fe. Por tanto, ¿quién ha perdido más, o quién posee más, el que retiene un lugar, o el que retiene la Fe? El lugar ciertamente es bueno, supuesto que allí se predique la Fe de los Apóstoles, es santo, si allí habita el Santo. Vosotros sois los dichosos que por la Fe permanecéis dentro de la Iglesia, descansáis en los fundamentos de la Fe, y gozáis de la totalidad de la Fe, que permanece inconfusa. Por tradición apostólica ha llegado hasta vosotros, y muy frecuentemente un odio nefasto ha querido desplazarla, pero no ha podido; al contrario, esos mismos contenidos de la Fe que ellos han querido desplazar, los han destruido a ellos. Es esto en efecto lo que significa afirmar: “TU ERES EL HIJO DE DIOS VIVO”. Por tanto, nadie prevalecerá jamás contra vuestra Fe, mis queridos hermanos, y si en algún momento Dios os devolviere los templos, será menester el mismo convencimiento: que la Fe es más importante que los templos.

"Y precisamente una Fe tan viva suple para vosotros, por ahora, la devolución de los templos. No es que yo hable sin respaldo de la Escritura, por e1 contrario, os digo con énfasis que os conviene confrontar sus testimonios. Recordad precisamente que el templo era Jerusalén, y que el templo no estaba en el desierto cuando los enemigos lo invadieron. Los invasores venidos de Babilonia habían irrumpido como juicio de Dios, que probaba o que corregía y que, precisamente por medio de estos enemigos ávidos de sangre imponía castigo a los que lo ignoraban. Los extranjeros, pues, se posesionaron del lugar, pero éstos, en el lugar, negaban a Dios. Justamente porque no sólo no tenían respuestas adecuadas, ni las proferían, sino que estaban excluidos de la verdad. Por tanto ahora también, ¿de qué les sirve tener los templos? Sí, efectivamente, los tienen, pero eso a los ojos de quienes se mantienen fieles a Dios indica que son culpables, porque han hecho cueva de ladrones y casas de negocios, o sitios de disputas vanas lo que antes era un lugar santo, de modo que ahora les pertenece a quienes antes no les era lícito entrar. Muy queridos, por haberlo oído de quienes han llegado hasta aquí, sé todo esto y muchas otras cosas peores; pero, repito, cuanto mayor es el empeño de éstos por dominar la Iglesia, tanto más están fuera de ella. Creen estar dentro de la verdad, aunque en realidad están excluidos de ella, prisioneros de otra cosa, mientras la Iglesia, desolada, sufre la devastación de estos supuestos benefactores”.


Hasta aquí La carta de San Atanasio, del año 356.


NOTA

La herejía arriana -inventada por Arrio- sostenía el siguiente error: No hay tres personas en Dios sino una sola persona, el Padre. Según este hereje, Jesucristo no era Dios, sino que había sido creado por Dios de la nada como punto de apoyo para su Plan. Los católicos romanos, en cambio, sabemos que hay un solo Dios en tres personas distintas: El Padre es Dios, el Hijo es Dios y el Espíritu Santo es Dios. No son tres dioses sino un solo Dios verdadero en tres distintas personas. Esto es una verdad de fe revelada por Dios e incompensible para nuestra limitada inteligencia, y proclamada por el Magisterio infalible de la Iglesia. El Concilio de Nicea del año 325 (el primer Concilio Ecuménico) condenó el arrianismo y reafirmó la fe en la divinidad de N.S. Jesucristo.


FUENTE: http://www.catolicidad.com

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