Páginas

EVIDENCIA DE QUE EL VERDADERO SANTO GRIAL ES EL DE LA CATEDRAL DE VALENCIA




El cáliz que usó Jesús en la Última Cena.


El Santo Grial, el cáliz que utilizó Nuestro Señor Jesucristo en la Última Cena, y en el que convirtió por vez primera el vino en la sangre del Señor, es una reliquia que ha unido la leyenda con la verdad. Los caballeros de la Edad Media tenían como ideal la búsqueda del Santo Grial, al que se atribuían poderes milagrosos y contenía un alto significado espiritual. Esto se manifestó en los Caballeros de la Tabla Redonda, en las grandes obras musicales de Ricardo Wagner, Parsifal y Lohengrin, lo buscó afanosamente Hitler, e incluso modernamente tenemos la búsqueda del Santo Grial en una película de Steven Spielberg con Harrison Ford titulada «Indiana Jones y la última cruzada». Por el mundo hay varios cálices que pretenden ser el Santo Grial de la Última Cena, pero parece que el que está en Valencia es el auténtico.

Pero más allá de las leyendas y de la ficción sobre el Santo Grial, los estudios científicos avalan que el cáliz que se venera en la catedral de Valencia es el auténtico, el usado por Jesucristo en la Última Cena. El mismo, fue utilizado por los Papas Juan Pablo II y Benedicto XVI en sus eucaristías en sus visitas a Valencia.


SU FORMA

En el museo de la catedral de Valencia se conserva el cáliz que la tradición aragonesa y buena parte del cristianismo identifica con el Santo Grial, y que consta de dos piezas:

El Santo Grial tiene 17 centímetros de altura. La copa mide 5,5 de altura y 9,5 de anchura. El pie está adornado de perlas y esmeraldas. El arqueólogo Antonio Beltrán ha fechado la talla de la copa superior en torno al siglo I.

Y un pie con asas que habría sido añadido posteriormente. El pie consta de una columna central hexagonal con una tuerca redonda al medio y terminada en dos pequeños platos, uno donde se apoya la copa superior y otro en la parte inferior que sostiene el pie. Las asas tienen forma de de serpiente, con sección también hexágonal. La base, de forma elíptica, es de calcedonia y contiene 28 pequeñas perlas, dos rubíes y dos esmeraldas, todo ello guarnecido en oro.


BREVE HISTORIA DE SU PERIPLO

La historia del Santo Cáliz empieza en Roma, previsiblemente llevado por San Marcos a la Ciudad Eterna junto con San Pedro. El Papa Sixto II lo entregó a su diácono San Lorenzo, español, el año 258, ante la persecución romana a los cristianos.

San Lorenzo lo hizo llegar a su familia, en Huesca, y pasó por Yebra, Sirena y San Juan de la Peña, para llegar a Zaragoza y, desde 1437, venerarse en la catedral de Valencia.

La reliquia, que la tradición y los estudios dan como auténtica, ha sufrido las vicisitudes de las persecuciones religiosas a lo largo de la Historia: la romana, la musulmana – por eso se guardó en los Pirineos-, la napoleónica – fue llevada a Palma de Mallorca entre 1809 y 1813- , y la de la guerra civil española – un sacerdote guardó el Santo Cáliz en unos cojines, tras una pared de piedra-, certificando el fervor arraigado a esta reliquia a lo largo de la historia de la Cristiandad.


EL ESTUDIO DEL PADRE JORGE LORING 

El recientemente fallecido jesuita español ha realizado una investigación sobre el Santo Grial y ha llegado a las conclusiones que se exponen aquí en sus propias palabras.

La palabra «grial» unos opinan que es una evolución de la palabra hebrea «goral» que significa copa grande, vaso, recipiente. Otros opinan que procede del romance ibérico, pues con este significado aparece en el Arcipreste de Hita, en el Amadís de Gaula e incluso en el Quijote de Cervantes. Si realmente la palabra «grial» procede de España, sería una confirmación de la existencia aquí del Santo Cáliz.


¿Cómo llegó a Valencia?

La familia de San Marcos evangelista era rica. Tenía un molino de aceite en Getsemaní, donde fue la Oración del Huerto de Jesús. También tenían una casa en la capital, en Jerusalén; y allí celebró Cristo la Última Cena: lo que hoy llamamos el Cenáculo. Dicen los Hechos de los Apóstoles (12:12) que éstos de reunían con frecuencia en el Cenáculo, que era propiedad de la familia de San Marcos.

El Cenáculo, que mide 15,5 metros de longitud y 9,5 de anchura, ha sido mezquita durante siglos, pues los musulmanes tenían especial interés en convertir en mezquitas los principales lugares cristianos. Hoy pertenece al Estado de Israel. En la planta baja han puesto el museo del «Holocausto nazi».

Como es lógico la familia de San Marcos le puso al Señor para la cena la mejor vajilla que tenían. En aquel tiempo las copas de más valor no eran las de oro y plata, sino las de piedras preciosas. En las épocas griega y romana era de uso frecuente, en mesas lujosas, los vasos de piedras ricas. Plinio nos dice que los antiguos se preciaban de hacer cálices de piedras preciosas: y explica cómo se hacían. En muchos museos y colecciones figuran vasos greco-romanos de piedra. La copa del Santo Grial de Valencia es de ágata. Parece ser del siglo II antes de Cristo. Lo original es sólo la copa. Las asas y el pie son de orfebrería posterior.

San Marcos acompañó a San Pedro a Roma a predicar el Evangelio. Es lógico que se llevara consigo la copa de su familia, que utilizó el Señor en la Última Cena, para que en ella consagrara San Pedro al decir misa. Después del Concilio Vaticano II tenemos varias fórmulas para decir el canon de la misa: unas más largas y otras mas cortas. Pero hasta el Concilio Vaticano II sólo había una fórmula: la del Canon Romano. Se conserva inalterada desde los tiempos apostólicos.

Yo mismo he utilizado esta fórmula miles de veces cuando se decía la misa en latín. En esta fórmula del Canon Romano se dice: «El Señor Jesús, tomando en sus santas manos ESTE CÁLIZ…». Cuando yo decía «este cáliz» pensaba en «un cáliz». Pero hora caigo en la cuenta de que San Pedro decía «este cáliz» porque era el mismo que había utilizado el Señor en la Última Cena.

Consta por la historia que en Roma había un cáliz, llamado el «cáliz papal», porque con él sólo decía misa el Papa, pues era el mismo cáliz que había utilizado el Señor en la Última Cena. Cuando la persecución del emperador Valeriano, que se estaba apoderando de los bienes de la Iglesia, el Papa de entonces, San Sixto II, encargó al diácono San Lorenzo, que era el administrador de los bienes de la Iglesia de Roma, que salvara el cáliz del Señor de la rapiña del emperador.

San Lorenzo, que después murió mártir en la parrilla, era español, aragonés, de Jaca. Para salvar el cáliz se lo entregó a un soldado del ejército romano, paisano suyo, que volvía a Jaca de permiso, para que se lo entregara a sus padres, acompañando el cáliz con una carta que conocemos. Al texto de esta carta se refiere el pergamino nº 136 de la colección Martín el Humano del Archivo de la Corona de Aragón en Barcelona. Es conocido el cuadro de la basílica romana de San Lorenzo-extramuros, en las afueras de Roma, en el que está San Lorenzo entregando un cáliz a un soldado que lo recibe de rodillas. Este soldado se trajo el cáliz a Jaca y se lo entregó a la familia de San Lorenzo, y éstos al Obispo de Jaca.

Durante la invasión musulmana, este cáliz se escondió en el Pirineo aragonés. Por eso los Caballeros Medievales no sabían dónde estaba, y lo buscaban por el mundo. En el siglo XIV, Martín el Humano, rey de Aragón y Cataluña, quiso llevarse a su Oratorio Real el Santo Cáliz del Señor, que se conservaba en el Monasterio de San Juan de la Peña, en el Pirineo aragonés, y en compensación hizo al monasterio un valioso donativo. De esta donación se conserva documentación en el Archivo de la Corona de Aragón del 26 de Septiembre de 1399. Más tarde, el 18 de Marzo de 1437, Alfonso el Magnánimo entregó el Santo Cáliz a la catedral de Valencia para que allí fuera custodiado; y ahí se encuentra desde entonces.

El 8 de Noviembre de 1982 el Papa Juan Pablo II, en su visita a la catedral de Valencia, oró ante él de rodillas, y lo utilizó cuando celebró misa en el Paseo de la Alameda, en la que ordenó a ciento cincuenta nuevos sacerdotes, procedentes de toda España.

Don Antonio Beltrán, Catedrático de Arqueología en la Universidad de Zaragoza, estudió el Santo Grial y en su libro «El Santo Cáliz de la Catedral de Valencia», publicado en 1984, dice:

«La Arqueología no tiene nada que oponer a la autenticidad del Santo Cáliz; antes bien, es capaz de probar con seguridad que, dada la fecha y origen de la copa, ésta pudo estar perfectamente en la mesa de la Cena del Señor. Al resultado de nuestra investigación hemos llegado sin apartarnos un ápice del recto camino de observación, interpretación y determinación cronológica; pasos obligados en todo estudio arqueológico».




FUENTE: forosdelavirgen.org/


No hay comentarios:

Publicar un comentario