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QUE DICEN LOS SANTOS RESPECTO A LOS SACERDOTES?


San Cirilo llama precisamente a los sacerdotes: familiares intimo de Dios. 

"¿Cómo pudiera Dios exaltar más al hombre que haciéndolo sacerdote?”, pregunta san Efrén.

¿Qué mayor nobleza, qué mayor honor puede otorgarle de las almas y dispensador de los sacramentos? Dispensadores de la casa real llama San Prospero a los sacerdotes.
El Señor eligió al sacerdote, entre tantos hombres, para que fuera su ministro y para que ofreciese sacrificio a su propio Hijo [Eclo 45, 20].

Le dio omnímodo sobre el Cuerpo de Jesucristo; le puso en las manos las llaves del paraíso; lo enalteció sobre todos los reyes de la tierra y sobre todos los ángeles del cielo, y, en una palabra, lo hizo Dios en la tierra. Parece que Dios dice solamente al sacerdote: “¿Qué más cabía hacer a mi viña que yo no hiciera con ella?” [Is 5, 4].

Además, ¡qué horrible ingratitud, cuando el sacerdote tan amado de Dios le ofende en su propia casa! ¿Qué significa mi amado en mi casa mientras comete maldades? [Jer 11, 15], pregunta el Señor por boca de Jeremías.

  Ante esta consideración, se lamenta San Gregorio diciendo: “¡Ah Señor¡”, que los primeros en perseguirnos son los que ocupan el primer rango en vuestra Iglesia .

Precisamente de los malos sacerdotes parece se queja el Señor cuando clama al cielo y a la tierra para que sean testigos de la ingratitud de sus hijos para con El:  Escuchad cielos, y presta oído tierra, pues es Yahveh quien habla; hijos he criado y engrandecido, pero se han rebelado contra mí [1S 1, 2].

¿Quiénes, en efecto, son estos hijos más que los sacerdotes, que habiendo sido sublimados por Dios a tal altura y alimentados en su mesa con su misma carne, se atrevieron luego a despreciar su amor y su gracia?

También de esto se quejó el Señor por boca de David con estas palabras: Si afrentados me hubiera un enemigo yo lo soportaría [Salmo 54, 3].


Si un enemigo mío, un idolatra, un hereje, un seglar, me ofendiera, todavía lo podría soportar; pero ¿cómo habré de poder sufrir el verme ultrajado por ti, sacerdote, amigo mío y mi comensal? Mas fuiste tú el compañero mío, mi amigo y confidente; con quien en dulce amistad me unía [Sal 54, 14.15]

Se lamentaba de esto Jeremías, diciendo: “Quienes comían manjares delicados han perecido por las calles: los llevados envueltos en púrpura abrazaron las basuras [1 Pedro 11, 9; Ex 19, 6]

¡Qué miseria y que horror!, exclama el profeta; el que se alimentaba con alimentos celestiales y vestía de púrpura, se vio luego cubierto de un manto manchado por los pecados, alimentándose de basuras estercolares.

"Los seglares se corrigen fácilmente, en cuanto que los sacerdotes, si son malos, son a la vez incorregibles".
San Juan Crisóstomo.

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