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EJERCICIOS ESPIRITUALES SAN IGNACIO DE LOYOLA - PARTE 1 -


LIBRO DE LOS EJERCICIOS ESPIRITUALES SAN IGNACIO DE LOYOLA

 Anotaciones para tomar alguna inteligencia en los ejercicios espirituales que se siguen, y para ayudarse, así el que los ha de dar, como el que los ha de recibir.



 1ª anotación. La primera anotación es, que por este nombre, cinericios espirituales, se entiende todo modo de examinar la consciencia, de meditar, de contemplar, de orar vocal y mental, y de otras espirituales operaciones, según que adelante se dirá. Porque así como el pasear, caminar y correr son ejercicios corporales; por la mesma manera, todo modo de preparar y disponer el ánima para quitar de sí todas las afecciones desordenadas y, después de quitadas, para buscar y hallar la voluntad divina en la disposición de su vida para la salud del ánima, se llaman ejercicios espirituales.


2ª La segunda: es, que la persona que da a otro modo y orden para meditar o contemplar, debe narrar fielmente la historia de la tal contemplación o meditación, discurriendo solamente por los puntos con breve o sumaria declaración; porque la persona que contempla, tomando el fundamento verdadero de la historia, discurriendo y raciocinando por sí mismo, y hallando alguna cosa que haga un poco más declarar o sentir la historia, quier por la racionalización propia, quien sea en quinto el entendimiento es dilucidado por la virtud divina, es de más gusto y eructo espiritual, que si el que da los ejercicios hubiese mucho declarado y ampliado el sentido de la historia; porque no el mucho saber harta y satisface al ánima, mas el sentir y gusta de las cosas internamente. 

3ª La tercera: como en todos los ejercicios siguientes espirituales usamos de los actos del entendimiento discurriendo y de los de la voluntad afectando; advertimos que en los actos de la voluntad, cuando hablamos vocalmente o mentalmente con Dios nuestro Señor o con sus santos, se requiere de nuestra parte mayor reverencia, que cuando usamos del entendimiento entendiendo.

4ª La cuarta: dado que para los ejercicios siguientes se toman cuatro semanas, por corresponder a cuatro partes en que se dividen los ejercicios; es a saber, a la primera, que es la consideración y contemplación de los pecados; la 2ª es la vida de Cristo nuestro Señor hasta el día de ramos inclusive; la 3ª la pasión de Cristo nuestro Señor; la 4ª la resurrección y ascensión, poniendo tres modos de orar: también, no se entienda que cada semana tenga de necesidad siete o ocho días en sí. Porque como ocurrido que en la primera semana unos son más tardos para hallar lo que buscan, es a saber, contrición, dolor, lágrimas por sus pecados; asimismo como unos sean más diligentes que otros, y más agitados o probados de diversos espíritus; requiérase algunas veces acortar la semana, y otras veces alargarla, y así en todas las otras semanas siguientes, buscando las cosas según la materia subjectar; pero poco más o menos se acabarán en treinta días. 


 5ª La quinta: al que recibe los ejercicios mucho aprovecha entrar en ellos con grande ánimo y liberalidad con su Criador y Señor, ofreciéndole todo su querer y libertad, para que su divina majestad, así de su persona como de todo lo que tiene se sirva conforme a su santísima voluntad.


 6ª La sexta: el que da los ejercicios, cuando siente que al que se excitara no le vienen algunas mociones espirituales en su ánima, así como consolaciones o desolaciones, ni es agitado de varios espíritus; mucho le debe interrogar cerca los ejercicios, si los hace a sus tiempos destinados y cómo; asimismo de las adiciones, si con diligencia las hace, pidiendo particularmente de cada cosa estas. Habla de consolación y desolación, núm. [316] de adiciones, núm. [73].


 7ª La séptima: el que da los ejercicios, si ve al que los recibe, que está desolado y tentado, no se haya con él duro ni desabrido, mas blando y suave, dándole ánimo y fuerzas para adelante, y descubriéndose las astucias del enemigo de natura humana, y haciéndole preparar y disponer para la consolación ventura. 


8ª La octava: el que da los ejercicios, según la necesidad que sintiere en el que los recibe, cerca de las desolaciones y astucias del enemigo, y así de las consolaciones; podrá platicarle las reglas de la 1ª y 2ª semana, que son para conocer varios espíritus, núm. [313] y [328]. [9] 


9ª La novena: es de advertir, cuando el que se ejercita anda en los ejercicios de la primera semana, si es persona que en cosas espirituales no haya sido versado, y si es tentado grosera y abiertamente, así como mostrando impedimentos para ir adelante en servicio de Dios nuestro Señor, como son trabajos, vergüenza y temor por la honra del mundo, etc.; el que da los ejercicios no le platique las reglas de varios espíritus de la 2ª semana; porque cuanto le aprovecharán las de la primera semana, le dañarán las de la 2ª, por ser materia más sutil y más subida que podrá entender. [10]


 10ª La décima: cuando el que da los ejercicios siente al que los recibe, que es batido y tentado debajo de especie de bien, entonces es propio de platicarle sobre las reglas de la segunda semana ya dicha. Porque comúnmente el enemigo de natura humana tienta más debajo de especie de bien, puando la persona se ejercita en la vida iluminativa, que corresponde a los ejercicios de la 2ª semana, y no tanto en la vida purgativa, que corresponde a los ejercicios de la 1ª semana. [11]


11ª La undécima: al que toma ejercicios en la 1ª semana, aprovecha que no sepa cosa alguna de lo que ha de hacer en la 2ª semana; mas que así trabaje en la 1ª para alcanzar la cosa que busca, como si en la 2ª ninguna buena esperase hallar. 


12ª La duodécima: el que da los ejercicios, al que los recibe ha de advertir mucho, que como en cada uno de los cinco ejercicios o contemplaciones, que se harán cada día, ha de estar por una hora, así procure siempre que el ánimo quede harto en pensar que a estado una entera hora en el ejercicio, y antes más que menos. Porque el enemigo no poco suele procurar de hacer acortar la hora de la tal contemplación, meditación o oración.



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