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ADVERTENCIAS DEL MAS ALLÁ A LA IGLESIA CONTEMPORÁNEA


Parte 16

Por el Padre Arnold Renz


GRACIAS PARA SACERDOTES


J:  ¡Si no tuviera que decirlo! ¡No quisiera decirlo!

E:  ¡Continúa hablando en nombre de...toda la verdad!

J:  No quisiera en absoluto seguir hablando.

E:  ¡Continúa hablando en nombre de la Santísima Virgen, solamente la verdad, en nombre de...!

J:  Es muy verdad el proverbio (alemán) que dice: "solamente el que nada siempre contra la corriente puede tener agua fresca". Muchos sacerdotes se encontrarán en breve en un caldo infecto, maloliente, desagradable, y ni siquiera lo notarán. Dejan que ese caldo bañe su cuerpo, y lo que es peor, su espíritu, hasta que terminan por perecer. Es difícil, desde luego, nadar contra la corriente, pero se tiene agua fresca. Hasta cierto punto, estas son las gracias, y eso es lo que quieren Los de ahí arriba (señala hacía arriba), que se reciban. En este caso son  sobre todo las almas a las que se refiere. Se consiguen más almas en la misa tridentina o misa latina, que las que obtiene los sacerdotes que ya no dicen la misa como es necesario, porque esto no obtiene tantas bendiciones. No hay la plenitud de bendiciones en estas Iglesias, porque nosotros estamos dentro, danzamos alrededor, y pronto más que la gente.

E:  ¡Di la verdad, por orden de la Santa Virgen y en nombre de...!

J:  Pronto seremos nosotros más numerosos danzando alrededor, que la gente que hoy contiene las Iglesias (risa sarcástica e insidiosa).

E: ¡Di la verdad, y solamente la verdad!


Las mujeres en el coro y en el púlpito


J:  ¡Y esa, "lectura frente al pueblo"! ¡Es una ventaja loca para nosotros, pero todavía es más loco cuando las mujeres están delante en el coro! (ríe insidiosamente).

E:  ¡Di la verdad, en nombre de Jesús, Judas Iscariote!

J: Porque cuando las mujeres están delante, las gentes que aún son piadosas -mujeres y hombres- y quisieran rezar bien, piensan más bien: ¿Que vestido lleva? ¿Cómo le está el sombreo? ¿Se ha hecho hacer un nuevo peinado...? (una fuerte carcajada de alegría insidiosa).

E:  ¡Di la verdad en nombre de la Santísima Trinidad...!

J:   "¿Tiene zapatos según la última moda? ¿Está obligada a estar tres o cinco centímetros más alta en los antiguos? (ríe a carcajadas). ¿Lleva medias negras o claras?

E:  ¡Judas Iscariote, di la verdad y solamente la verdad, por orden de la Santa Virgen!

J:  ¿No hay un pico de su enagua que sobresale? (ríe sarcásticamente).

E:  ¡Di ahora solamente lo que la Santísima Virgen quiere decir, di eso y nada más! Ahora has hab lado hasta cierto punto de vosotros.

J:  De cierta forma estoy obligado a decir eso. Tengo que decir eso como complemento. Es efectivamente así.  Es lo que piensan, y sobre todo miran la cara. Eso está bien claro. Antes, las mujeres llevaban un velo, pero ya hace tiempo que no lo llevan. Pero ya no están veladas, su sitio no está en el coro de la Iglesia. El Papa, y Los de ahí arriba (señala hacia arriba), no lo quieren.

E:  ¡Di la verdad, en nombre de la Santísima Virgen, solamente la verdad!

J:  ¡Lo peor es cuando se encarga a las mujeres de distribuir la comunión. Entonces ya no hay muchas bendiciones, no hay muchas gracias porque no se trata de manos consagradas, sino de manos de mujer. Quiero decir que esto, en sí, no importaría, el que fuesen manos de mujer, pero no están consagradas. Cristo ha designado sola y únicamente a los hombres para el sacerdocio, y no a las mujeres. Pero es solamente el orgullo, el orgullo, el pecado original de los Ángeles.

E: ¡Continúa diciendo la verdad por orden y en nombre de la Santa Virgen!

J:  La cosa es así. Estas mujeres están orgullosas de poder estar delante y actuar. Creedme, los sacerdotes, hasta  los modernos, que van a ver pronto como todo se hunde, ven ya ahora, que con todas sus teorías y sus innovaciones pulidas, no llegan a nada. Sin embargo, no quieren apartarse del  camino que han escogido. Además pronto no sabrán como dirigir los asuntos, para complacer a la gente, Y por eso muchos sacerdotes colocan a una mujer en el coro. Entonces todavía tienen una posibilidad (rica de satisfacción) de que la gente venga de nuevo, puesto que sus iglesias están ocupadas en una tercera parte.

E:  ¡Judas Iscariote, continúa hablando por orden de la Santa Virgen y solamente toda la verdad!

J:  Efectivamente están próximamente más cerca del protestantismo; es decir, que el protestantismo es hasta cierto punto mejor que la Iglesia católica moderna.

E:   ¡Di la verdad en nombre de la Santa Virgen!

J:  ¡El protestantismo! ¡No saben otra cosa, no saben otra cosa, pero desde que las cosas han llegado a este punto... pero los católicos!

E:  ¡Continúa hablando, Judas Iscariote, por orden de la Santísima Virgen!

J:  Precisamente. Los protestantes están casi mas cerca de Dios que el catolicismo moderno. Como acabo de decir, no saben otra cosa, pero hasta cierto punto lo saben en cierta forma. Los tipos inteligentes reconocen que la Iglesia católica -la buena, podría decirse- sería la verdadera Iglesia. Por eso muchos se convierten. Pero en el punto en que se encuentra la Iglesia católica hoy en día, diría -o mejor dicho, nosotros diríamos en el infierno- que el protestantísmo se encontrará en breve en mejor posición.

E:  ¡Continúa diciendo la verdad, por orden de la Santísima Virgen, y solamente la verdad!

J:  ¡Y además, el sermón! Hay sitios en que los sermones los dicen las mujeres. El de arriba (señala hacia arriba) no lo  quiere.

E:  ¡Continúa diciendo la verdad y únicamente la verdad, por orden de la Santa Virgen!

J:  Dios quiere que el sermón lo diga un hombre consagrado, porque así tiene más efecto sobre los fieles. Una mujer no consagrada, no puede tener, ni con mucho, la misma eficacia, sin tener en cuenta con que la gente no se concentra en absoluto sobre el sermón. Una mujer que predica, ya no es buena, no puede predicar seriamente, porque si fuera buena y si tuviera todavía un espíritu serio, no predicaría. La imitación de Cristo, las virtudes, la cruz y los santos: estas cuestiones apenas si se citan hoy en la misa o en los sermones. En la mayor parte de los sitios, ni siquiera los sacerdotes consagrados las tratan.

E:  ¡Continúa diciendo la verdad por orden de la Santísima Virgen, no digas más que la verdad!

J:  Si esta mujer no llega a la profundidad del asunto en su predicación, ¿cómo puede sacar un fruto el pueblo? Lo más que puede suceder, es que tengan ideas extrañas, aunque no siempre; pero en todo caso, semejante sermón no sirve para nada.

E:  ¡Di la verdad por orden de la Santa Virgen y solamente la verdad! ¡Di lo que la Santa Virgen quiere decir por ti!




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