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VIDA CONSAGRADA - MONASTERIO DE SANTA MARÍA Y SAN VICENTE EL REAL DE SEGOVIA







La Abadía de Santa María y San Vicente el Real de Segovia está situada en la vertiente norte del valle del río Eresma. En la cornisa de la iglesia abacial hay una inscripción que brevemente explica los orígenes del monasterio. Dice: “Fue templo del dios Júpiter, siendo quemado por fuego del cielo en el año 140”. Se sobreentiende que cayó un rayo y lo quemó. Sobre las ruinas de este templo pagano se levantó la parroquia de San Vicente Mártir.

Por el año 919 aparece ya fundado un centro cenobítico femenino bajo la Regla de San Benito Abad. En el claustro, en la bajada de la escalera al coro bajo, puede verse la tumba de la Abadesa fundadora del monasterio Dª Juana de Cuéllar, con su cogulla negra. En el año 1156 bajo el reinado de Alfonso VII llamado “el Emperador” (que donó y enriqueció al monasterio con muchos bienes) el monasterio es incorporado a la Orden Cisterciense.

Las monjas Cistercienses de San Vicente el Real observan con fidelidad la Regla de San Benito centrada en la oración litúrgica, la Lectio Divina y el trabajo manual: servicio abnegado, humildad, pobreza voluntaria, obediencia, paz y alegría en el Espíritu Santo, silencio, ayuno, vigilias, etc., para seguir a Jesucristo por el camino del amor y la oblación de sí mismas. Las monjas viven del trabajo en la huerta y de la venta de flores y miel de sus panales.

El monasterio pertenece a la Orden Cisterciense de la Común Observancia y es parte de la Congregación de San Bernardo de Castilla. Comunidad ejemplar en su observancia, incluso conservan el hábito tradicional, necesitan urgentemente vocaciones. Las interesadas póngase en contacto con las Hermanas que las recibirán con los brazos abiertos.


FUENTE: divinavocacion.blogspot.com


EL VALOR DEL AYUNO, SAN JUAN CRISÓSTOMO

El valor del ayuno consiste no solo en evitar ciertas comidas, pero en renunciar a todas las actitudes, pensamientos y deseos pecaminosos.

Si tu ayunas, que lo prueben tus obras!

Para que el ayuno sea verdadero no puede serlo solo de boca, sino que se debe ayunar de los ojos, los oídos, los pies, las manos, y de todo el cuerpo, de todo lo interior y exterior.

Ayuna de todo lo que pone en peligro tu alma y tu santidad.

HISTORIAS ANIMADAS PARA NIÑOS - LA VIDA DEL PAPA FRANCISCO EN DIBUJOS


Con el fin de ayudar a los católicos de todo el mundo aprenden más sobre Jorge Mario Bergolgio, ahora el Papa Francis, hemos trabajado juntos con los católicos de todo el mundo producir este video en 15 idiomas. 

Catholic link





FUENTE: youtube.com/user/Moritocristiano/videos

VIDA CONSAGRADA - MISIONEROS DE LA DIVINA REDENCIÓN



“Amar y hacer amar a Jesús, a la Iglesia, al Papa, a las almas; 
con María, por María y en María”.

Don Arturo y Santa María Consoladora del Carpinelo.




Los Misioneros de la Divina Redención son un Instituto Religioso Clerical de Derecho Pontificio fundado por el Siervo de Dios Arturo D´Onofrio (1914-2006) en 1954 (Italia). Su carisma consiste en el “anuncio del misterio de la Redención a la juventud pobre, huérfana y abandonada, cuidando la educación integral que comprende la promoción humana, cristiana, religiosa, moral, civil, intelectual y profesional, según los principios de una sana pedagogía para una provechosa inserción en la sociedad” (Const. 4). Su espiritualidad está fundamentada en la contemplación y vivencia del Misterio Pascual del que emana el carisma redentor. Devoción eucarística, filiación mariana, y fidelidad al Papa y al Magisterio de la Iglesia son características del espíritu del Instituto.


La labor apostólica que realizan incluye la atención de hogares para niños huérfanos y jóvenes con problemas, escuelas, talleres de formación profesional, atención a los ancianos abandonados, pastoral parroquial, etc. Los Misioneros de la Divina Redención están presentes en Italia, México, Guatemala, Perú, El Salvador, Costa Rica y Colombia.


FUENTE: divinavocacion.blogspot.com/


IMPERDIBLES CONSEJOS DEL PADRE PÍO SOBRE COMO TRATAR AL ÁNGEL DE LA GUARDA Y LAS LOCUCIONES INTERIORES




Haciendo uso de su experiencia.

El Padre Pío experimentó en su vida encuentros con ángeles y llegó a conocerlos bien. Y también recibió locuciones interiores que tuvo que discernir de quien venían y como tenía que actuar respecto a ellas.

En una carta que escribió el 15 de julio de 1913 a Annita, le da, y nos da, una serie de invalorables consejos sobre cómo actuar con respecto al ángel de la guarda, a las locuciones y a la oración.






Querida hija de Jesús,

Que tu corazón siempre sea el templo de la Santísima Trinidad, que Jesús aumente en tu alma el ardor de su amor y que él siempre te sonría como a todas las almas que él ama. Que María Santísima te sonría durante todos los acontecimientos de tu vida, y abundantemente sustituya a la madre terrenal que te falta.

Que tu buen ángel de la guarda vele siempre sobre ti, que pueda ser tu guía en el camino escabroso de la vida. Que siempre te mantenga en la gracia de Jesús y te sostenga con sus manos para que no puedas tropezar en una piedra. Que te proteja bajo sus alas de todas las trampas del mundo, del demonio y la carne.

Tienes gran devoción, Annita, a este ángel bueno; ¡Qué consolador es saber que cerca de nosotros hay un espíritu que, desde la cuna hasta la tumba, no nos deja ni por un instante, ni siquiera cuando nos atrevemos a pecar. Y este espíritu celestial nos guía y protege como un amigo, un hermano.

Pero es muy consolador saber que éste ángel ora sin cesar por nosotros, ofrece a Dios todas nuestras buenas acciones, nuestros pensamientos, nuestros deseos, si son puros.

Por el amor de Dios, no te olvides de este compañero invisible, siempre presente, siempre dispuesto a escucharnos y listo para consolarnos. ¡Oh deliciosa intimidad!, ¡Oh deliciosa compañía! ¡Si tan sólo pudiéramos comprenderlo!

Mantenlo siempre presente en el ojo de tu mente. A menudo recuerda la presencia de este ángel, dale las gracias, órale a él, siempre mantén la buena compañía. Ábrete tu misma a él y confíale tu sufrimiento a él. Ten un miedo constante de ofender la pureza de su mirada. Sabe esto y mantenlo bien impreso en tu mente. Él es muy delicado, muy sensible. Dirígete a él en momentos de suprema angustia y experimentarás su ayuda benéfica.

Nunca digas que estás sola en la batalla contra tus enemigos. Nunca digas que no tienes a nadie a quien puedas abrirte y confiar. Harías para este mensajero celestial una grave equivocación.

Por lo que respecta a las locuciones interiores, no te preocupes, pero ten calma. Lo que se debe evitar es que tu corazón se una a estas locuciones. No les des demasiada importancia a ellas, demuestra que eres indiferente. Ni desprecies tu amor, ni el tiempo para esas cosas. Siempre da respuesta a estas voces:

“Jesús, si eres tú el que está hablandome, dejame ver los hechos y las consecuencias de tus palabras, es decir, la virtud santa en mí”.

Humíllate delante del Señor y confía en él, gasta tus energías por la gracia divina, en la práctica de las virtudes, y luego deja que la gracia obre en ti como Dios quiera. Es la virtud la que santifica el alma y no los fenómenos sobrenaturales.

Y no te confundas a ti misma tratando de entender qué locuciones vienen de Dios. Si Dios es su autor, uno de los signos principales es que en cuanto escuchas esas voces, llenan tu alma con miedo y confusión, pero después, te dejan una paz divina. Por el contrario, cuando el autor de las locuciones interiores es el diablo, comienzan con una falsa seguridad, seguido de agitación y un malestar indescriptible.

No dudo en absoluto de que Dios es el autor de las locuciones, pero hay que ser muy cauteloso porque muchas veces, el enemigo mezcla una gran cantidad de su propio trabajo a través de ellas. Pero esto no te debe asustar, éste es el juicio al que fueron sometidos, incluso los más grandes santos y las almas más ilustradas, y que fueron aceptables al Señor. Debes sencillamente tener cuidado de no creer en estas locuciones con demasiada facilidad, sobre todo cuando ellas se relacionen en cómo debes comportarte y lo que debes hacer. Debes recibirlas y enviarlas a juicio de quien te dirige. A continuación, debes resignarte a su decisión.

Por lo tanto lo mejor es recibir las locuciones con mucha cautela e indiferencia constante. Compórtate de esta manera y todo va a aumentar tu mérito ante el Señor. No te preocupes de tu vida espiritual; Jesús te ama mucho, y trata de corresponder a su amor, siempre avanzando en santidad delante de Dios y de los hombres.

Ora vocalmente también, que aún no ha llegado el momento de dejar estas oraciones, y con paciencia y humildad soporta las dificultades que experimentas en hacer esto. Que estés pronta también a someterte a las distracciones y la aridez, y no debes, de ninguna manera, abandonar la oración y la meditación. Es el Señor que quiere tratarte de esta manera para tu provecho espiritual.

Perdóname si termino aquí. Sólo Dios sabe lo mucho que me cuesta escribir esta carta. Estoy muy enfermo, reza mucho para que el Señor pueda desear librarme de este cuerpo pronto.

Te bendigo junto con la excelente Francesca. Que puedas vivir y morir en los brazos de Jesús.

F. Pio

QUE SIGNIFICADO TIENE CUANDO EL MALIGNO SE PRESENTA COMO UN GATO NEGRO O UN PAR DE OJOS O UNA SERPIENTE…




Listado de significados elaborada
a partir de batallas de santos con demonios.


La narrativa contemporánea es que los místicos, quienes han tenido revelaciones y episodios de encuentro real con seres divinos y maléficos son personas perturbadas psicológicamente. Pero no tienen en cuenta las numerosas pruebas, como por ejemplo las heridas físicas que les propinaron los demonios a varios místicos, lo que es una prueba real de que los encuentros físicos ocurrieron.

La misión principal de los místicos, en este caso nos referiremos sobre todo a Sor Josefa Menéndez, es ser almas víctima, es decir, que están especialmente llamados por Dios para sufrir en unión con Jesús por la conversión de las almas. Se trata de una batalla espiritual por las almas entre Dios y los demonios, donde el alma víctima es esencialmente el “campo de batalla”, y lo que está en juego es la conversión de muchas personas que se encuentran en ese momento en las manos del diablo.


UNA GUERRA OCULTA

Para la mayoría de nosotros, el diablo y sus demonios prefieren librar una silenciosa guerra oculta, sobre todo porque es a través de este método que los demonios representan la mejor oportunidad de tentarnos y engañarnos.

Porque si viéramos físicamente a un demonio en sus esfuerzos para tentarnos y llevarnos al pecado, estaríamos absolutamente horrorizados por su aspecto horrible y de hecho seríamos fortalecidos en nuestras resoluciones contra el pecado y las malas acciones.

Lo mismo ocurre en nuestra vida cotidiana en que la mayoría de nosotros estamos subyugados a las tentaciones ocultas y ataques por los espíritus demoníacos, pero en la vida de algunos místicos, Dios permite que los espíritus malignos hagan una guerra abierta.


“¡GUERRA! GUERRA CONTRA TI Y TU DIRECTOR ESPIRITUAL”

Cuando se trata de los santos místicos hay mucho más en juego que en un alma individual, ya que es el alma víctima que, a través de su unión mística con Jesús en la Cruz, en realidad arrebata las almas de las manos de satanás.

Con el alma víctima, el diablo se encuentra con la resistencia decidida de aquel que se ha ofrecido a él / ella en unión con Jesús para la conversión de los pecadores.

Y con la perspectiva de perder las almas a su alcance, e incapaz de hacer caer al alma víctima en el pecado de una manera seria, toma la venganza más terrible en contra de ellos,utilizando todos los poderes del infierno en un torrente de ataques demoníacos en innumerables formas, todo en un esfuerzo para hacer que el alma víctima caiga en la desesperación y pierda su confianza y amor en Dios.

Así es que en el caso de muchos místicos, la batalla con los demonios en realidad es una guerra abierta. Y esta batalla abierta está permitida por Dios para manifestar a todos la realidad tanto del diablo como del infierno, que, desgraciadamente, muchos hoy en día tratan de negar su existencia.

El diablo y los demonios son un hecho muy real, y en sus relaciones con los santos y místicos de Dios se manifiestan en las perversidades más horribles y no disimuladas de su naturaleza cruel y corrupta, con la esperanza de arrebatar a Cristo las almas que Él ama, y por quienes Él ha pagado un alto precio como en el derramamiento de su preciosa sangre.

Estas batallas entre los demonios y las almas víctimas son a menudo épicas, y terribles de presenciar o leer incluso.

Apenas uno de muchos ejemplos es el de Santa Gemma Galgani, que murió en 1903. El diablo, en la forma de un hombre horrible, peludo, mono con apariencia de hombre o, a veces en la forma de un perro negro que podría agarrarla por el pelo y arrancarle de la cama al suelo, sacando mechones de pelo en el proceso, y proceder a golpearla sin piedad, dislocando su hombro entre muchas otras cosas en el proceso, horriblemente maldiciendo a Dios y gritando“¡Guerra! Guerra contra ti y tu director espiritual”

Sin embargo, por muchas razones Dios permite este tipo de ataques diabólicos e infernales en la vida de los místicos; sin duda una de las razones es que nos enseña a tener un gran horror al pecado grave. Y así contemplemos algunas de estas batallas de los místicos frente a los demonios, a fin de obtener nuevas perspectivas sobre el miedo beneficioso que debemos tener dentro de nosotros mismos por el pecado.


APARICIONES DE DEMONIOS EN DIFERENTES FORMAS Y SU SIGNIFICADO

Es muy importante tener en cuenta que satanás y tal vez un buen número de los demonios de mayor rango pueden aparecer en casi cualquier forma imaginable – a veces llamados “fantasmas” –, los demonios pueden aparecer visiblemente como cualquier variedad de animales y criaturas, como ángeles, santos, la Virgen María y así como Jesucristo mismo.

Sin embargo, leyendo la vida de los místicos se pueden enumerar las siguientes formas más comunes. Debemos tener en cuenta que todo lo que el diablo y los demonios hacen es en directa oposición a Dios y que a menudo tratan de burlarse de Dios y todo lo que es santo.

- Mono negro u hombre negro – simboliza la burla de satanás a Jesús, porque él es realmente el “mono” de Dios.

- Serpiente negra o víbora – simboliza la inteligencia y astucia las tentaciones de satanás (como en el libro del Génesis)

- Grandes gatos negros y perros negros hacen sus apariciones muy a menudo en la vida de los místicos. Su simbolismo preciso parece ser desconocido, pero ambos se utilizan muy a menudo en ataques físicos. Ten en cuenta, el perro negro demoníaco no debe ser confundido con el gran perro gris que a menudo apareció misteriosamente en la vida de San Juan Bosco y el que, literalmente, le salvó la vida en varias ocasiones.

- Hombre negro con forma humana “sombra de personas”también son bastante comunes, y son demonios en forma primaria. Su objetivo parece ser el de aterrorizar y asustar, con la esperanza de llevar a la víctima a la desesperación.

- El diablo se ha conocido a menudo por asumir la forma de una cabra, para burlarse de Jesús como el cordero de Dios que quita los pecados de la humanidad.

- Algunos de los santos describen que son mirados por un par ojos brillantes de fuego, de un rojo que “quema”, ojos demoníacos que contradicen el siempre vigilante “Ojo de Dios”, que a su vez simboliza la omnipresencia y omnisciencia de Dios, que cuida de todas las cosas.

Por ejemplo el 2 de julio 1961, las cuatro niñas de Garabandal, España, supuestamente vieron un “Ojo de Dios” muy grande por encima y a la derecha de la Santísima Virgen María cuando Ella se les aparecía. Después de la aparición, cada una de las niñas en forma individual describen que este es precisamente el “Ojo de Dios”, quien presuntamente fue revelando a las niñas que Él cuida de todos los eventos.


UN CASO: EL DIABLO ARRASTRA JOSEFA MENÉNDEZ AL INFIERNO

“El diablo va a trabajar arduamente para hacer que tu caigas, pero mi gracia es más poderosa que su malicia infernal” – Jesús a Josefa Menéndez, 6 de abril 1921.

Una de las muchas almas víctimas que tuvieron que someterse a terribles ataques de los espíritus malignos fue la mística española, Josefa Menéndez (1890-1923), quien se convirtió en monja en Francia.

El diablo se le apareció a menudo en la forma de un perro negro aterrador, una serpiente negra, o en la forma de un hombre “sombra”.

El 4 de diciembre 1921 Josefa fue violentamente sacada de su cama y ella fue arrojada al suelo, y luego golpeada por una andanada de golpes demoníacos, y de hecho escuchó blasfemias abominables contra Nuestro Señor y Nuestra Señora. Largas horas pasó en estos fenómenos y las torturas fueron renovadas en las dos noches siguientes. Después de una terrible noche, ella escribió en la mañana del martes 6 de Diciembre:

“Imposibilitada de aguantar más, me arrodillé junto a mi cama, tratando de olvidar el horror de aquella voz malévola que insultaba a Nuestro Señor y Nuestra Señora. De repente oí un crujir de dientes y un grito de rabia. Entonces todo desapareció y se puso delante de mí Nuestra Señora, toda hermosura”.

“No temas, hija mía, yo estoy aquí.”

“Le dije que lo aterrada que estaba del diablo, que me hizo sufrir mucho”.

“Él puede atormentarte, pero no tiene poder para hacerte daño. Su furia es muy grande a causa de las almas que se le escapan… ¡Si supierais el valor de una sola alma!”

“Dándome su bendición, ella dijo: ‘No temas’”

“Besé su mano y ella se fue.”

Más tarde Jesús se apareció a Josefa, y ella inmediatamente le habló de su preocupación más grande. El temor de que en esos tormentos infernales su alma hubiera perdido algo de su pureza, o en todo caso de lo que fue su inocencia

“Porque nunca conocí nada sobre todas esas cosas con las que el diablo me atormenta”.

Jesús le respondió:

“No temas, tu alma está llena de mi sangre, y nada de eso puede mancharla”

Luego, aludiendo a una palabra específica que más de una vez en los días anteriores le había dado su fuerza:

“Sus madres han encontrado la palabra…’abandono’. El diablo no tiene poder, pero lo que le es dado a él viene de lo alto. Cuéntele a sus madres que yo soy supremo”.

[Las “madres” en la cita de Jesús dadas a Josefa se refieren a la Madre Superiora del convento y también a la Madre Maestra de Novicias, que era personalmente responsable de Josefa, durante ese período]

Sin embargo, los demonios trataron de disuadirla de su misión de sacrificio y el sufrimiento por las almas, y ellos trataron por todos los medios llevarla a la desesperación, y ella les oyó decir cosas tales como:

“¡Vas a ser una de nosotros!… ¡vamos a cansarte!… ¡te venceremos!… No me sueltes… ¡Ella no debe escapar! … ¡Hay que inducirla a la desesperación!…”



SOR JOSEFA CONOCE LOS SUFRIMIENTOS DEL INFIERNO

En la vida de Sor Josefa tuvo lugar un fenómeno muy raro en la vida de los santos: conocer en carne propia los sufrimientos del infierno. Dios permitió al diablo que la bajase hasta el infierno.

Allá, pasa largas horas, algunas veces una noche entera, en una indescriptible agonía. A pesar de que fue llevada al infierno más de un centenar de veces, a ella le parece que cada vez es la primera, y cada una le semeja tan larga como una eternidad.

Soporta todas las torturas del infierno, con una sola excepción: el odio a Dios. No fue el menor de estos tormentos oír las estériles confesiones de los condenados, sus gritos de odio, de dolor y de desesperación.

A pesar de todo, cuando tras una larga espera vuelve a la vida, destrozada y agotada, con su cuerpo agonizante por el dolor, ella no se fija en el sufrimiento, por muy severo que sea, si con ello consigue salvar un alma de aquella espeluznante caverna de tormentos. A medida que empieza a respirar mejor, su corazón estalla de alegría al saber que aún puede amar al Señor.

Sor Josefa escribe con gran reticencia sobre el tema del infierno. Ella lo hizo solamente para conformar los benditos deseos de Nuestro Señor.

Nuestra Señora le dijo el 25 de octubre de 1922:

“Todo lo que Jesús te da a ver y a sufrir de los tormentos del infierno es para que puedas hacerlos conocer al mundo. Por lo tanto, olvídate enteramente de ti misma, y piensa en la gloria de la salvación de las almas.”

Ella repetidamente testifica sobre el mayor tormento del infierno:

“Una de estas almas condenadas gritó con desesperación: Esta es mi tortura… que deseo amar, y no puedo hacerlo; no hay nada que salga de mi excepto odio y desesperación. Si uno de nosotros pudiese hacer tanto como un simple acto de amor… esto ya no sería el infierno, pero no podemos. Vivimos en el odio y la malevolencia.” (23 de marzo 1922)

Otro de estos desgraciados dijo:

“El mayor de estos tormentos aquí es que no podemos amar a Dios. Mientras tenemos hambre de amor, estamos consumidos con el deseo de Él, pero ya es demasiado tarde.”

Ella registra también las acusaciones hechas contra sí mismas por estas infelices almas:

“Algunos gimen a causa del fuego que quema sus manos. Quizás ellos eran ladrones, porque dicen: “¿Dónde está nuestro botín ahora?… Malditas manos… ¿Por qué deseé poseer lo que no era mío… y que en cualquier caso, sólo podría haber poseído por unos pocos días?”

Otros maldicen sus lenguas, sus ojos… cualquiera miembro que fuese la ocasión con el que pecaron…

“¡Ahora, oh cuerpo, estás pagando el precio de los placeres con que te regalaste a ti mismo!… ¡¡¡Y todo ello lo hiciste por tu propia y libre voluntad…!!!.” (2 de abril 1922)

“Me pareció que la mayoría se acusaba a sí mismo de pecados de impureza, de robo, de comercio fraudulento; y la mayor parte de los condenados están en el infierno por estos pecados.” (6 de Abril de 1922).

LA DEVOCIÓN DE LOS SIETE DOLORES DE LA BIENAVENTURADA VIRGEN MARÍA - PARTE 3 -



La Corona (Pequeño Rosario)
de los Siete Dolores

El Rosario puede rezarse tomando un dolor por día durante una semana, o rezando todo el Rosario de una sola vez (o en un solo día). Cuando todo el Rosario es rezado de una sola vez, el Acto de Contrición y las oraciones introductorias (“Oh Dios ven en mi auxilio”, etc.) sólo se dicen una única vez, al inicio del Rosario.


Incluido en el Rosario, a seguir, es una breve introducción de cada dolor para meditación mientras se reza el Rosario. Estas meditaciones son extractos de Las Glorias de María de San Alfonso de Ligorio.

Haga un Acto de Contrición

Pésame, Dios mío, y me arrepiento de todo corazón de haberos ofendido. Pésame por el infierno que merecí y por el Cielo que perdí; pero mucho más me pesa, porque pecando ofendí a un Dios tan bueno y tan grande como Vos. Antes querría haber muerto que haberos ofendido, y propongo firmemente no pecar más y evitar toda ocasión próxima de pecado. Amén


LUNES

V. Oh Dios ven en mi auxilio

R. Señor, apresúrate a socorrerme

Gloria al Padre …



Primer dolor de María Santísima

La profecía del anciano Simeón.


En el templo, el Santo anciano Simeón, después de haber recibido en sus brazos al Divino

Infante, le predice a la Virgen que aquel Hijo suyo sería blanco de las contradicciones de los hombres: “Este Niño ha sido puesto como señal de contradicción”, y por eso “una espada de dolor atravesará tu alma.” (Lc 2, 34-35).


Meditación

Dijo la Virgen Santísima a Santa Matilde que, ante el aviso de Simeón, “toda su alegría se volvió tristeza”. Porque como le fue revelado a Santa Teresa, la Madre Santísima, aunque sabía desde el principio que su Hijo sería sacrificado por la salvación del mundo, sin embargo, desde esa profecía, conoció en particular y con más en detalle las penas y la muerte despiadada que le había de sobrevenir a su amado Hijo. Conoció que le iban a perseguir y contradecir en todo. En la doctrina, porque en vez de creerle lo habían de tener por blasfemo al afirmar que era Hijo de Dios, como lo declaró el impío Caifás cuando dijo: “Ha blasfemado … es Reo de muerte” (Mt 26, 65-66). Contradicho en la estima que se merecía porque era noble de estirpe real y fue despreciado como plebeyo: “Acaso no es éste el hijo del carpintero?” (Mt 13,55) “¿No es éste el artesano, el hijo de María?” (Mc 6,3) . Era la misma sabiduría y fue tratado de ignorante: “¿Cómo es que éste sabe las letras, si no ha estudiado?” (Jn 7,15); de falso profeta: “Le cubrieron con un velo y le daban bofetones, y le preguntaban diciendo: ¡Adivina! ¿Quién es el que te ha pegado?” (Lc 22,64); lo trataron de loco: “Ha perdido el juicio ¿Por qué lo escucháis?”(Jn 10,20). Fue tratado de bebedor, glotón y amigo de los pecadores. “Vino el Hijo del hombre, que come y bebe, y decís: He aquí un hombre glotón y bebedor, amigo de publicanos y de pecadores” (Lc7,34). Lo tuvieron por hechicero: “Por arte del príncipe de los demonios lanza a los demonios” (Mt 9,34), por hereje y endemoniado: “¿No decimos con razón nosotros, que eres un samaritano y que estás endemoniado?” (Jn 8,48). En suma, fue tenido por criminal tan notorio que no necesitaban proceso para condenarlo, como le gritaron los judíos a Pilatos: “Si éste no fuera un malhechor, no te lo hubiésemos entregado” (Jn 18,30).


Padrenuestro... Siete Ave Marías

Versículo: Oh María, Madre mía, dadme de vuestro dolor, para haceros compañía en la muerte de mi Dios. *



MARTES

V. Oh Dios ven en mi auxilio

R. Señor, apresúrate a socorrerme

Gloria al Padre … (ver página 25)


Segundo dolor de María Santísima

La huída a Egipto

Pasemos a considerar la segunda espada de dolor que hirió a María Santísima en la huída a Egipto que tuvo que emprender con su Hijo, el infante Jesús, debido a la persecución de Herodes.


Meditación

Cuando oyó Herodes que había nacido el Mesías esperado, temió neciamente que le iba a arrebatar su reino. Esperaba el impío que los Reyes Magos le trajeran noticias de dónde había nacido el Niño Rey a fin de quitarle la vida, pero al verse burlado por ellos, ordenó la matanza de todos los niños de Belén. Por eso el Ángel se apareció en sueños a San José y le ordenó: “Levántate, toma el Niño y a su Madre, y huye a Egipto” (Mt 2,13). Y entonces comprendió la afligida María que ya comenzaba a realizarse en su Hijo la profecía de Simeón, viendo que, apenas nacido, era perseguido a muerte. Qué sufrimiento el del Corazón de María oír que se leintimaba la orden de ir con su Hijo a tan duro destierro. Es fácil imaginar lo mucho que María sufrió en este viaje. Era grande la distancia hasta Egipto, trescientas millas requerían un viaje de treinta días. El camino era escabroso, desconocido y poco frecuentado, el clima, desapacible.  María era doncella joven y delicada, no acostumbrada a semejantes viajes. ¿Dónde pernoctaríandurante tan largo viaje con doscientas millas de desierto, sino sobre la arena? Vivieron en Egipto siete años. Eran forasteros desconocidos, sin rentas, sin dinero, sin parientes. Apenas podían sustentarse con sus modestos trabajos hechos a mano. Opina Landolfo de Sajonia (y sirva esto para consuelo de los pobres), que María vivía allí tan en la pobreza que alguna vez pasaron hambre sin tener ni un bocado de pan que darle a su Hijo. Ver a Jesús y María con San José andar por el mundo como errantes y fugitivos nos debe mover a vivir también en la tierra como peregrinos, sin aferrarse a los bienes que el mundo ofrece, como quienes pronto lo tendremos que dejar todo y pasar a la vida eterna. Nos enseña además a abrazar la cruz, pues no se puede vivir en este mundo sin cruces. Amemos y consolemos a María acogiendo dentro de nuestros corazones a su Hijo, que todavía es perseguido y maltratado por los hombres con sus pecados.


Padrenuestro... Siete Ave Marías ...

Versículo *




MIÉRCOLES

V. Oh Dios ven en mi auxilio

R. Señor, apresúrate a socorrerme

Gloria al Padre …



Tercer dolor de María Santísima

El Niño Jesús perdido

Entre los mayores sufrimientos que la Madre de Dios padeció en su vida, está este dolor: La pérdida de su Hijo, que se quedó en el Templo de Jerusalén. Acostumbrada a gozar de la dulcísima presencia de su Jesús, se vio por tres días privada de Él.

Meditación

Qué ansiedad tuvo que experimentar esta afligida Madre durante aquellos tres días en los que anduvo por todos lados preguntando por su Hijo, como la Esposa de los Cantares: “¿Acaso habéis visto al que ama mi alma?” (Cant 3,3). Este tercer dolor de María primeramente debe servir de consuelo a quienes están desolados y no gozan de la presencia de su Señor, que en otro tiempo sintieron. Lloren, sí, pero con paz, como lloraba María la pérdida de su Hijo. Y el que quiera encontrar al Señor sep que debe buscarlo, no entre las delicias y los placeres del mundo, sino entre las cruces y las mortificaciones, como lo buscó María. “Tu padre y yo te hemos buscado llenos de aflicción” (Lc 2,48) dijo Ella a su Hijo. Debemos aprender de María a buscar a

Jesús. Por lo demás es el único bien que debemos buscar: Jesús. Dice San Agustín, hablando de Job: “Perdió lo que le había dado Dios, pero tenía a Dios”. Si María lloró tres días la pérdida de su Hijo, con cuánta más razón deben llorar los pecadores que han perdido la gracia de Dios y a los que el Señor les dice: “Vosotros no sois mi pueblo y yo no soy para vosotros vuestro Dios” (Os 1,9). Porque esto es lo que hace el pecado, separa el alma de Dios: “Vuestras culpas os separaron a vosotros de vuestro Dios” (Is 59,2) Por lo cual, aunque un pecador sea muy rico, habiendo perdido a Dios, todo lo de la tierra no es más que humo y sufrimiento, como lo confesó Salomón: “Todo es vanidad y aflicción del Espíritu” (Eclo 1,14).

Padrenuestro... Siete Ave Marías .

Versículo *

... ... 

EL DISCERNIMIENTO DE ESPÍRITUS SEGÚN SAN IGNACIO DE LOYOLA




El Discernimiento Ignaciano

Para San Ignacio, el discernimiento de espíritus es un proceso cuyo fin es elegir, en oración, entre caminos buenos, solamente lo que más conduce al servicio y alabanza de nuestro Señor, y a nuestra salvación. El discernimiento supone el Principio y Fundamento ignaciano, la indiferencia frente a la vida larga o vida corta, honor o deshonor. Se discierne los espíritus sin cargar la balanza.

El principio y fundamento según San Ignacio es alabar, hacer reverencia y servir a Dios nuestro Señor, y mediante esto salvar su ánima; y las otras cosas sobre la haz de la tierra son creadas para el hombre y para que le ayuden en la prosecución del fin para que es criado. De donde se sigue que el hombre tanto ha de usar de ellas, cuanto le ayuden para su fin, y tanto debe quitarse de ellas, cuanto para ello le impiden. Por lo cual es menester hacernos indiferentes a todas las cosas criadas, en todo lo que es concedido a la libertad de nuestro libre albedrío y no le está prohibido; en tal manera que no queramos de nuestra parte más salud que enfermedad, riqueza que pobreza, honor que deshonor, vida larga que corta, y por consiguiente en todo lo demás; solamente deseando y eligiendo lo que más nos conduce para el fin que somos criados.

Si bien esta es la “razón de ser” de todas las criaturas, cada uno posee un principio y fundamento personal, una misión a la cual cada uno a sido llamado y que sólo uno puede llevar a buen término. El discernimiento que se da en una primera aproximación a los ejercicios espirituales de San Ignacio nos ayuda a ponerle “cuerpo” a esta misión personal, a definir que es para nosotros alabar, hacer reverencia y servir.

El sujeto escoge un camino en libertad. Dios llama, con amor, y el sujeto responde, por amor. El Señor respeta la autonomía del sujeto, pues, el amor no se hace a la fuerza. Al mismo tiempo, el sujeto opta libremente cuando sus deseos no son condicionados por sus apegos a cosas mundanas, cuando puede entregarse generosamente a la voluntad del Señor. Por eso, el discernimiento requiere un gran desprendimiento de las cosas creadas.

La salvación es nuestra felicidad, nuestra plenitud, la conciencia de que la vida tiene sentido. Algunos preguntarán, ¿salvación de qué? De la infelicidad, del vacío, de la pérdida del sentido, del pecado y de la muerte. De alguna manera, todo hombre necesita ser rescatado del mal, de sí mismo, o por último, de la condición humana. Es importante reconocerse perdido para poder desear ser salvado. El ignaciano es un hombre que se percibe como pecador, sin embargo, amado, salvado y llamado por el Señor. El Reino de Dios es de los pobres de espíritu, los que nada tienen; no de que nada necesitan.

En rigor, se discierne espíritus, y no cosas. Por ejemplo, no se discierne entre las carreras de arquitectura y medicina, como si fuera una prueba con alternativas. Se discierne sobre si mi deseo de ser arquitecto o doctor procede del buen espíritu, o del mal espíritu. 

Las mociones son los deseos profundos del alma. El Señor nos habla mediante estos deseos, abriéndonos el camino al cual él nos invita. Las mociones que son del buen espíritu, las que son movimientos del Espíritu Santo, son acompañadas de la consolación espiritual. Ignacio dice: “llamo consolación cuando el alma es llevado a inflamarse en amor de su Creador y Señor. Así, cuando lanza lágrimas motivadas por el amor de su Señor. (…) Finalmente, llamo consolación todo aumento de esperanza, fe y caridad y todo gozo interno que llama y atrae a las cosas celestiales y a la propia salvación, quietando y pacificando el alma en su Señor (EE 316)”.

Existen, además, mociones del mal espíritu. Éstas también se llaman tentaciones, o engaños. A veces, son acompañadas de lo que Ignacio llama la falsa consolación, una especie de ardor fraudulento que lleva lejos de las cosas celestiales, que pone la salvación en peligro. Otras veces, el movimiento del mal espíritu produce desolación: oscuridad del alma, ansiedad, moción a las cosas bajas y terrenas; inquietud, agitaciones y tentaciones. Hace perder la fe, sentirse sin esperanza, sin amor; hallándose todo perezoso, tibio, triste y como separado de su Creador y Señor (EE 317).

El discernimiento ignaciano es un método que ayuda a distinguir entre el buen espíritu, origen de los movimientos interiores que provienen de Dios, y el maligno, que milita en contra. San Ignacio parte de un presupuesto; en toda persona, existen tres “voces” internas; la del buen espíritu que viene de Dios, la del mal espíritu que viene del malo y una tercera que es las propias inclinaciones de uno. En este sentido, nuestra libertad también tiene algo que decir en los discernimientos.

Ignacio nos dejó Reglas de discernimiento para ayudarnos a navegar entre los vientos de la consolación y la desolación. Están las Primeras reglas, propias de los movimientos espirituales de una persona que va en camino de la conversión, y luego las Segundas reglas, propias de las mociones de una persona convertida que busca cómo servir al Señor. El proceso no es fácil. Uno puede autoengañarse, o ser engañado. Por eso, es bueno compartir los pasos de tu discernimiento con tu director o guía espiritual. Otras veces, un buen amigo es el mejor compañero del discernimiento.

Es obvio que no se discierne entre lo bueno y lo malo. Es impensable que sea la voluntad de Dios que una persona elija un camino malo. Es absurdo pensar que Dios quiere que uno cometa un pecado. Por eso, no se puede “discernir” sobre cometer un aborto. Uno puede pedir ayuda al Señor: la fuerza necesaria para no caer. Pero no se llama discernimiento.

Ignacio habla de tres tiempos de discernimiento. Estos son tres estados espirituales distintos, cada uno con su método propio. El discernimiento de primer tiempo es aquél que no deja lugar a duda. Es un estado de apasionamiento espiritual que hace inimaginable cualquier otra alternativa. Es cuando la ola del amor de Dios pasa a llevar a la criatura, cuando el ardor del corazón quema como amor a primera vista. En las palabras de Ignacio, “el primer tiempo es cuando Dios nuestro Señor así mueve y atrae la voluntad, que sin dudar ni poder dudar, el alma devota sigue a lo que es mostrado; así como San Pablo y San Mateo lo hicieron en seguir a Cristo nuestro Señor.” (EE 175)

El discernimiento de segundo tiempo es “cuando se toma claridad y conocimiento por experiencia de consolaciones y desolaciones, y por experiencia de discreción de varios espíritus.” (EE 176) En este tiempo, uno considera seriamente las diferentes alternativas que se presentan, y tomando en cuenta las ventajas relativas de hacer o no hacer, orar, poniendo mucha atención en cuales alternativas y cuales ventajas causan en uno consolaciones y desolaciones. Es un tiempo de agitación espiritual, pero que permite comparar. Por lo mismo, es importante llevar un registro, anotando cuáles ideas, imágenes y sueños provocan gozo espiritual y lágrimas, y cuales nos hacen sentir lejos de Dios.

El discernimiento de tercer tiempo es de tranquilidad. El espíritu del devoto no se siente ni apasionado ni agitado, sino que usa libremente de sus facultades naturales para conocer y entender las opciones posibles para servir al Señor. Es un tiempo en el cual pesan más las razones, pero siempre desde la indiferencia ignaciana (tomo las cosas en cuanto me sirven para alcanzar la voluntad de Dios y las dejo cuando me alejan).

Es importante tomar en cuenta en qué tiempo espiritual se está haciendo un discernimiento, para así proceder según el método que corresponde. Si uno se pone a razonar mucho en un discernimiento de primer tiempo, es como dudar de Dios—una falta de fe y un insulto para uno que te invita con tanto ardor. Por el otro lado, quien usa de sus pasiones en un discernimiento de tercer tiempo corre el peligro de dejarse llevar por sus propios afectos desordenados, queriendo ser llevado por el espíritu del Señor.

Entonces, ¿Cómo discierno la voluntad de Dios en mi vida?… vamos por partes. Presentaremos una pequeña “metodología” (insuficiente y precaria por cierto) para adentrarnos al mundo del discernimiento.



I.- Definición del tiempo

Como mencionamos anteriormente, es importante ver en qué tiempo me encuentro. Si tengo certeza absoluta de algo, pues las entrañas y el corazón así me lo indican, sólo debo confirmar mi elección (ya sea con mi acompañante espiritual, con un buen amigo o con el curso de los acontecimientos). En el caso que esté en segundo tiempo, estoy en tensión, en una agitación espiritual. De esta manera, como estoy “agitado” debo ver primero de dónde viene mi predilección por alguna de las alternativas de mi elección, o porqué estoy tan confundido. Para este tiempo se recomiendan las primeras reglas de discernimiento, para ver cuales mociones vienen del bien espíritu y cuales de malo, para así obrar según el bueno. Para el tercer tiempo, yo estoy tranquilo, en un período en que se me presentan las elecciones y yo sólo quiero seguir al Señor, por lo que puedo “razonar” de mejor manera que en el segundo tiempo. En este tiempo se recomienda, tomando en cuenta los talentos y las limitaciones de uno mismo, las necesidades de nuestros tiempos, y las posibilidades que se presentan, optar por lo que nos parece más razonable, eligiendo mediante tres ejercicios realizados en oración.


II.- Primeras reglas de discernimiento

Estas reglas son para sentir y reconocer en algún modo los variados movimientos en nuestro ánimo, con el fin de aceptar los buenos y rechazar los malos y así elegir bien.


¿Cómo opera el buen espíritu?

Existen DOS REGLAS BÁSICAS:

1.ª regla: A las personas que van de pecado grave en pecado grave, acostumbra comúnmente el mal espíritu proponerles placeres aparentes, haciendo imaginar deleites y placeres sensuales, para conservarlas y hacerlas prosperar en sus vicios y pecados; en estas personas el buen espíritu actúa del modo contrario, picaneándolas y haciéndoles sentir remordimiento en su conciencia por medio de la razón.

Un ejemplo algo burdo; una persona es muy sociable y por esta buena cualidad, se despreocupa de su trabajo y sale a carretear todas las noches, con el fin de “cultivar” las amistades. Esto hace que empiece a rendir poco en su buen trabajo. Probablemente el mal espíritu, al tener que decidir si salir o no, le hará recordar lo bien que lo pasa con sus amigos y cómo ha podido “pasar piola” en el trabajo, mientras que el bueno le recordará que es necesario dormir para trabajar de buena forma en la mañana siguiente.

2.ª regla. A las personas que van purificándose de sus pecados, y en el servicio de Dios nuestro Señor ven de bien en mejor, pasa lo contrario de la primera regla; porque entonces propio es del mal espíritu morder, entristecer y poner impedimentos, inquietando con falsas razones, para que la persona no siga adelante; y propio del buen espíritu dar ánimo y fuerzas, consolaciones, lágrimas, inspiraciones y quietud, facilitando las cosas y quitando todo impedimento, para que en el bien obrar proceda adelante.

Otro ejemplo burdo: Una persona quiere seguir la voluntad de Dios y ha discernido que su misión pasa por sus cualidades de líder por la cual se hace cargo como Jefe de algún proyecto apostólico. A medida que el proyecto avanza, el mal espíritu empezará a preguntarle sus verdaderas razones por la cual está siendo jefe.. ¿no será que hay unas ansias de poder y de reconocimiento mayores a las ganas de servir??.. El buen espíritu por su parte, lo animará y la dará paz.

¿Cómo opera el mal espíritu?


Existen TRES REGLAS BÁSICAS:


1.ª regla (que en realidad para San Ignacio es la regla Nº12): el enemigo se hace como aquella persona que cede al que la enrostra pero es violenta por inclinación. Esta persona al pelear con uno, huye cuando uno la enfrenta, pero si uno huye de aquella persona y comienza a desanimarse, la ira, venganza y ferocidad de la persona crecen sin medida. De la misma manera, el enemigo se caracteriza por mostrarse débil cuando uno se ejercita espiritualmente y enfrenta con firmeza las tentaciones haciendo lo diametralmente opuesto. Por el contrario, si uno tiene temor y se inseguriza, no hay bestia tan fiera sobre la tierra como este enemigo, el que prosigue entonces su perversa intención de alejarnos de la voluntad de Dios con su inmensa maldad.

Otro ejemplo muuuy burdo: El mal espíritu es como aquél niño que en el colegio nos molestaba todo el día y no paraba de hacernos quedar en ridículo frente a todo el curso. Mientras más lo evitábamos, parecía que más la agarraba con nosotros. Pero el día que decidimos levantar la voz y oponernos a él, nunca más molestó.

2.ª regla (que es, en realidad, la regla Nº13): el mal espíritu se hace también como un galán mentiroso que quiere ser secreto y no descubierto. Cuando éste habla con malas intenciones a la hija de un buen padre o a la mujer de un buen marido, quiere que sus palabras e insinuaciones queden secretas y se disgusta mucho si, al contrario, la hija habla a su padre o la mujer a su marido, descubriéndolo en sus mentiras porque sabe que no podrá continuar lo que emprendió. De esta misma manera, cuando el malo se acerca a una persona buena con astucias quiere que sus intenciones sean recibidas en secreto, pero cuando la persona las descubre a su confesor o a otra persona que sepa de los engaños del malo, se molesta mucho y huye.

3.ª regla (en realidad la Nº14): El mal espíritu se parece también a un caudillo, para dominar y robar lo que desea. Un general o un caudillo una vez establecido en su puesto de mando y mirando las fuerzas y el dispositivo de defensa de una fortaleza, la ataca por su parte más débil. De la misma manera, el mal espíritu nos mira todas nuestras virtudes y donde encuentra la más débil, nos ataca.

Por ejemplo: Yo soy una persona muy servicial y que realizo mucho trabajo apostólico. El mal espíritu no me propondrá ir y matar a alguien, porque evidentemente no lo haré, pero posiblemente, porque sabe que soy servicial, me invitará a demasiados buenos proyectos, con el fin de agotarme y de comprometerme con tantas cosas que no podré cumplir ninguna.

¿Cómo se cuando estoy en consolación o desolación?

Como ya hemos dicho anteriormente hay ciertos “signos exteriores” que nos ayudan a discernir en que estado estamos.

Consolación Desolación

Amor a Dios o a los hermanos Desconfianza

Aumento de fe Falta de amor

Alegría interior Predilección por cosas “secretas”

Tranquilidad y paz Tristeza

Tibieza en mi accionar, no jugármelas por entero.

(este es uno de los mejores indicadores)

Y ahora, ¿Qué decisiones tomo?

Existen REGLAS PARA EL TIEMPO DE LA CONSOLACIÓN: Las decisiones pueden tomarse con los tres ejercicios del tercer tiempo. Sin embargo debe tomarse en cuanta que:

1.ª regla (Nº10): Cuando se está en consolación debe procurarse de tomar fuerzas para cuando el mal espíritu ataque.


2.ª regla (Nº11): Debe mantenerse humilde, pues en este estado es un regalo de Dios y no propias cualidades de uno.

Existen REGLAS PARA EL TIEMPO DE LA DESOLACIÓN:

1.ª regla (Nº5): En tiempo de desolación, NUNCA REALIZAR CAMBIOS. Uno se debe mantener firme en los propósitos anteriores al período de desolación, cuando uno estaba en paz y tranquilidad. Esto es porque en la consolación nos guía el buen espíritu, mientras que en la desolación el malo intenta hacer cambiar nuestros propósitos.

2.ªregla (Nº6): Si bien no es recomendable cambiar nuestros propósitos, si se recomienda insistir más en la oración para ir en contra de la desolación.


III.- Tres ejercicios para tercer tiempo

1er Ejercicio: mirar a un hombre que nunca se ha visto ni conocido, y deseando yo toda su perfección, considerar lo que yo le diría que hiciese y eligiese para mayor gloria de Dios nuestro Señor y mayor perfección de su alma, y hacer yo lo mismo.

2º Ejercicio: Considerar que estoy al borde de la muerte, y ver qué me hubiera gustado elegir en este momento, y realizar eso.

3er Ejercicio: Mirando y considerando cómo me hallaré el día del juicio final frente al Señor, pensar cómo entonces querría haber elegido, y la opción que entonces querría haber tenido, tomarla ahora, porque entonces me halleré con entero placer y gozo.


HÁBITO Y CLERMAN - DE JOSE MARIA IRABURU - Parte 4 -


Hábito y clerman 




Reproduzco aquí, con algunos complementos, cuatro artículos que sobre el hábito y el clergyman publiqué los días 6, 8, 12 y 26 de septiembre de 2008 en www.religionenlibertad.com 







IV

Los tres artículos precedentes han dado ocasión a un gran número de comentarios en la web. Se hace,
pues, necesario otro artículo más, en el que doy las gracias a los comentaristas lau-datorios, y trato de responder las objeciones principales de los contradictores.

El incumplimiento de una ley no exige sin más su retirada

Uno de los comentaristas arguye que las leyes positivas de la Iglesia, como las que se han dado sobre el vestir de los sacerdotes, pueden ser cambiadas. Y que «ya que hay tantos clérigos que no lo utilizan igual habría que replan-tearse algún cambio jurídico como por ejemplo liberalizar el uso».

No convence el argumento. Tantas leyes positivas de la Iglesia son masivamente incumplidas, y no por eso son cambiadas o retiradas por la Iglesia. Por ejemplo, manda la Iglesia que «el domingo y los demás días de precepto los fieles tienen obligación de participar en la Misa» (Código c. 1247). ¿Habrá de retirar la Iglesia esa norma secular fun-damentalísima por el hecho de que en muchas regiones la incumpla un 80 o un 90 por ciento de los cristianos? El hecho de que en una parte de la Iglesia, y en un tiempo determinado, una gran mayoría de sacerdotes y religiosos vista como los laicos no exige quitar las normas sobre su vestimenta.

Y menos si se ve que cada vez son más los sacerdotes y religiosos jóvenes que cumplen en su modo de vestir las normas de la Iglesia.

La tolerancia de un abuso no significa su aprobación

Otro comentarista argumenta que si la Iglesia de hecho permite que tantos sacerdotes vayan de paisano, será que no obliga realmente a llevar el traje eclesiástico: «Si Roma lo tiene bien claro y no mueve ficha es señal de que de claro no lo tiene tanto y más bien lo ve borroso».

Como ya recordé en mi primer artículo, el Directorio para el ministerio y la vida de los presbíteros, al
tratar de la norma del traje eclesiástico (n.66), llega a afirmar que «por su incoherencia con el espíritu de tal disciplina, las práxis contrarias [vestir de laico] no se pueden considerar legítimas costumbres, y deben ser removidas por la autoridad competente». La Iglesia, pues, da sobre el tema normas con absoluta firmeza y claridad.

Las leyes positivas de la Iglesia obligan en conciencia

Dice uno: «Yo soy obediente como un niño para el Credo (que es lo que exige la Iglesia al cristiano), ¿enbel Credo se habla del traje eclesiástico? pues eso». Y unas horas antes él mismo había escrito: «la lealtad que tengo en relación con el depósito de la Fe, no tengo porque tenerla con las leyes positivas, es más no me da la gana. Hay leyes que me parecen buenas y otras no, concretamente la obligación de portar el traje eclesiástico pues no la acepto».

Aquel cristiano que en cuestiones disciplinares, que afectan a veces gravemente a la vida del pueblo creyente –como el precepto dominical–, solo acepta «las leyes que le parecen buenas», y en caso contrario prefiere atenerse a su conciencia, resiste la Autoridad apostólica. No se hace como niño, para entrar en el Reino. No reconoce a la Iglesia como Mater et Magistra. Se fía más de su juicio personal que de las normas acordadas, muchas veces en Concilios, por los Pastores sagrados. No reconoce la autoridad de atar y desatar dada por Cristo a los Apóstoles, y especialmente a Pedro y a sus sucesores. No admite que el Orden sacramental comunica a los Pastores sagrados una especial autoridad para enseñar, santificar y regir al pueblo cristiano: para regir y dar leyes (Vaticano II, Lumen gentium 18, 27; Christus Dominus 16; Presbyterorum ordinis 2,6-7).
No pocas comunidades protestantes aceptan con fe el Credo, pero en temas doctrinales o disciplinares no aceptan la Autoridad apostólica, tal como está constituida en la Iglesia católica. Por eso no son católicos. Son protestantes.

La crítica de leyes católicas hecha por no católicos No es fácil entender por qué se molesta un cristiano en rechazar una norma de la Iglesia católica –en este caso, el vestir de sacerdotes y religiosos– si no reconoce la autoridad de los Pastores católicos para darla.

Supongamos que en un blog islámico se está tratando si es conforme con la ley islámica, la sharia, una cierta fatwa acerca del velo femenino, emitida por un muftí chiíta. ¿Siendo yo católico, no obraría en forma insensata entrando en ese blog para discutir la conveniencia, la licitud, la validez de esa norma, si desde un principio dejo claro que no creo ni en la sharia, ni en las
fatwas, ni en los muftíes, ni en los chiítas? ¿Qué pintaría yo en ese foro de discusión? Sería un troll; dicho en castellano, un reventador.

La Iglesia debe dar leyes positivas
Lo ha hecho siempre, ya desde el Concilio apostólico de Jerusalén: «Nos ha parecido al Espíritu Santo y a nosotros»... (Hch 15,28). Los acuerdos tomados entonces,
como es sabido, se referían a cuestiones prácticas bien concretas, que los Apóstoles estimaban no
debían quedar atenidas solamente a la conciencia de cada uno. Y San Pablo, en sus viajes misioneros, comunicaba a los neo-cristianos «los decretos dados por los apóstoles y presbíteros de Jerusalén, encargándoles que los guardasen» (16,4).

A partir del siglo IV, una vez lograda la libertad civil de la Iglesia, cesadas las persecuciones, nacen los monjes, con sus modos peculiares de vestir, y también se inicia en el clero su diferenciación visual de los laicos.

Ya en el siglo V y VI se establecen normas referentes a la identificación externa de los sacerdotes, tanto por la tonsura como por el modo de vestir. «Clericus professionem suam etiam habitu et incessu probet» (Statuta Ecclesiæ Antiqua, sigloV).

Y posteriormente son muy numerosos los Concilios que dan normas de vita et disciplina clericorum, en las que se regulan ciertos modos concretos de la vida de los clérigos, en referencia al vestido, a la costumbre de llevar armas, a la práctica de ciertos juegos, negocios y variantes de la caza, etc., tratando siempre de que la fisonomía social de los clérigos se diferencie claramente de los laicos (cf.
concilio de Agda 506, Maçon 581, Narbona 589, Liptines 742, Roma 743, Soisson 744, Nicea 787, Maguncia 813, Aquisgrán 816, Metz 888, Aviñón 1209, Rávena 1314, Trento 1551, Milán 1565, etc.). Estas normas canónicas se siguen dando, en disposiciones análogas, hasta nuestros días (Conferencia Episcopal Española 14-VII- 1966; Código de Derecho Canónico 1983, cc. 284, 669;
Directorio para la vida y el ministerio de los presbíteros, 1994, n.66).

Teniendo, pues, en cuenta esta unánime actitud de la Iglesia durante tantos siglos, en Oriente y Occidente, se ve claro que aquellos comentaristas que exigen que «la cuestión del hábito ha de ser algo limitado a la conciencia del religioso o clérigo», alegando que «en temas de conciencia la Iglesia no puede meterse», ya que «ante la conciencia no podemos nada», etc., están gravemente errados. Con esa actitud se marginan de la tradición católica, se enfrentan a ella, y estiman una intromisión abusiva de la Iglesia toda normativa sobre el vestir de sacerdotes y religiosos.

Y eso no está nada bien.


MIL MÁXIMAS DE DON BOSCO - ENTREGA 8 -



MIL MÁXIMAS DE DON BOSCO




ESTUDIO

442 Estudio, trabajo, oración: he aquí tu lema que te conservará bueno. (IX, 160).

443 La finalidad de sus estudios era: hacerse digno de su vocación y habilitarse para la instrucción de la juventud. (I, 4).

444 Quien no tiene temor de Dios, deje los estudios porque trabaja de balde. (IV, 746).

445 En la ciencia natural se encuentra la ciencia sobrenatural; la virtud consiste en hallar el modo de ponerla en práctica. (VI, 363).

446 Medios para salir bien en los estudios: primero, temor de Dios; segundo, no perder nunca ni un minuto de tiempo, frenar la fantasía; tercero, habituarse a no seguir adelante, mientras no se haya entendido bien lo que antecede; cuarto, vencer la dificultad que se encuentra en el estudio de los autores; quinto, acordarse y recurrir a Jesús y a María con cualquier jaculatoria, este es el medio más eficaz; sexto, ocuparse exclusivamente en lo que se refiere al estudio; séptimo, recurrir siempre a la protección de María. (VII, 817-25-57).

447 La noche se hizo para descansar. Excepto en casos de urgencia, después de cenar, no se hagan trabajos intelectuales. (I, 318).

448 La moralidad es el lazo que une la santidad y el estudio, y que es al mismo tiempo su fundamento.



HUMILDAD

449 Haced todo el bien que esté a vuestro alcance, pero sin ostentación; la violeta aunque esté escondida, se descubre por su fragancia. (XVIII, 860).

450 Sé siempre agradecido q quien te dé avisos. (XI, 17).

451 La falta de humildad es siempre perjudicial para la unidad de un colegio; por el amor propio de un superior éste caerá en ruinas. (VI, 389).

452 Si poseemos las ciencias sin la humildad, no seremos nunca hijos de Dios, antes bien, hijos de aquél que es padre de la soberbia: el demonio. (III, 614).

453 Aunque no digas siempre todo lo que sepas, da a entender bien lo que dices. (III, 614).

454 Sobre Dios piensa según te dicte la fe; de tu prójimo, según te inspire la caridad, de ti, con humildad. De Dios habla siempre con veneración; del prójimo, como quisieras que hablaran de ti; de tu persona, habla con humildad o mejor calla. (III, 614).

455 La falta de modestia en el hablar, indica falta de criterio. (III, 615).

456 Habla poco de los demás, y menos de ti mismo. (III, 617).

457 Más bien que disculparte de tus defectos, procura enmendarte de ellos. (III, 617).

458 La virtud que se debe inculcar de una manera particular a los estudiantes, es la humildad; porque un estudiante soberbio es un pobre ignorante. (IV, 747).

459 A las almas santas, es mucho más penoso, revelar los dones con que Dios les ha favorecido, que hablar de sus propios defectos. (V, 209).

460 El amable y humilde, será siempre querido de todos, de Dios y de los hombres. (VI, 102).

461 La gracia de Dios triunfa siempre donde encuentra una humilde obediencia. (VIII, 174).

462 Si buscamos nuestra propia gloria, vendrá el descontento, la división y el desorden. (VI, 375).

463 NO soy nada más que lo que valgo delante de Dios. (VII, 375).

464 Por la paz en casa, hazte humilde y tolerante. (VII, 509).

465 No te ensoberbezcas jamás por lo que sepas. Cuanto más sabe uno, más se convence, que es un ignorante. (VII, 581).

466 Todo individuo en casa no sea sino un instrumento que trabaja según los planes de Dios, sin ninguna otra esperanza en la tierra. (VII, 795).

467 Una persona de talento mediocre, pero virtuoso y humilde, hace mucho más bien que un sabio soberbio. (VIII, 931).

468No te fíes mucho de tus propias fuerzas; puedes caer como San Pedro. (X, 9).

469 Ninguno se gloríe de aquello que sabe y de lo que hace; cada uno haga lo que pueda sin ostentación. (XI, 394).

470 Haced lo que podáis, Dios hará lo que nosotros no podemos hacer. Confiad siempre en Jesús Sacramentado y María Auxiliadora y veréis lo que son milagros. (XI, 395).

471 La pureza es el premio de la humildad. (XII, 8).

472 Cuando en cualquier circunstancia se refieren a nuestra pobre persona como humilde instrumento del Señor que quiere servirse de nosotros, diremos siempre: por la gracia de Dios se ha hecho esto y por lo tanto, sólo a Él todo honor y gloria. (XII, 512).

473 Recordad siempre que Don Bosco no fue otra cosa que un mísero instrumento en las manos de un artista habilísimo y Omnipotente, que es Dios; por lo tanto a Dios todo honor y gloria. (XVI, 290).

474 Yo creo, que si el Señor hubiese encontrado un instrumento más vil y más débil que yo, se hubiese servido de él para cumplir sus obras. (XVIII, 587).


INFIERNO

475 Si no puedes soportar una chispa de fuego en la mano, la ligera llama de una vela, ¿Cómo podrás sufrir aquellas llamas por toda la eternidad?. (BAC. 693).

476 El mayor tormento de los condenados en el infierno es, el pensar que han perdido el cielo por haber pasado en la ociosidad la mayor parte del tiempo, que Dios les había dado para salvarse. (BAC. 681).

477 El sacerdote nunca va solo, ni al cielo ni al infierno. (Lemoyne, 101).

478 Uno de los más graves errores de la pedagogía moderna es, no querer hablar de las máximas eternas, sobre todo de la muerte y del infierno. (II, 214).

479 Los que se dejan vencer por las pasiones, sorprendidos por la muerte y sepultados entre las llamas eternas del infierno, gemirán desesperados: ¡insensatos de nosotros, nos equivocamos!. (II, 363).

480 Son más numerosos los condenados que se confesaban, porque aún los malos, alguna que otra vez se arrepienten, pero son en mayor número los que no se confiesan bien. (VI, 903).

481 Las causas principales de tantas condenaciones, son: malas compañías, malos libros y costumbres perversas. (IX, 182).

482 La causa por la cual la mayoría de la gente se condena, es la falta del firme propósito de enmienda en sus confesiones. (X, 56).


JUVENTUD

483 La salvación del alma depende ordinariamente de la juventud. (BAC. 669).

484 Si tus padres u otras personas de autoridad, quisiesen desviarte del camino a que Dios te llama, recuerda, que antes se debe obedecer a Dios que a los hombres. (BAC. 680).

485 El lazo principal que el demonio tiende a la juventud, es el ocio, origen funesto de todos los vicios. (BAC. 681).

486 Mis queridos jóvenes, no os recomiendo penitencia, ni disciplinas, sino Trabajo, Trabajo, Trabajo. (IV, 216).

487 El que lleva mala vida en su juventud, continúa generalmente así hasta la muerte, yendo a parar inevitablemente en el infierno. (BAC. 669).

488 Hay tres clases de compañeros: unos buenos, otros malos, y otros, en fin, que no son ni lo uno ni lo otro. Debéis procurar la amistad de los primeros; ganaréis mucho huyendo completamente de los segundos; en cuanto a los últimos, tratadlos cuando os sea necesario, evitando toda familiaridad. (BAC. 682).

489 El alma juvenil es su período de formación necesita experimentar la influencia benéfica, la dulzura que puede darle la comprensión sacerdotal. (XVI, 169).

490 No pienses que vives en este mundo para divertirte, enriquecerte, comer, beber y dormir, como los animales privados de razón; pues el fin para el que has sido creado, es infinitamente más noble y más sublime, esto es: para amar y servir a Dios en esta vida y así salvar tu alma. (BAC. 686).

491 El más valioso sostén de la juventud es el Sacramento de la Comunión y la Confesión. (XI, 145)

492 Créanmelo, quien es devoto del Santísimo Sacramento, es decir, que va con frecuencia a hacer santas comuniones y visitas a Jesús en el Tabernáculo, ése tiene una prenda segura de su eterna salvación.

493 La juventud dejada a su suerte, si no encuentra comprensión a su debido tiempo, será azote para la sociedad, e irá a llenar las cárceles. (XIII, 184).

494 En la comunión frecuente se encuentra luz, fuerza y santidad. (XVI, 182).

495 Los hábitos adquiridos en la juventud, por lo general, duran toda la vida. (III, 607).

496 Es muy difícil arrancar un vicio que se haya adquirido en la juventud. (XII, 585).

497 Cuando oigáis algún sermón, tratad de recordarlo durante el día; y en la noche, antes de acostaros, detenéos un instante a reflexionar sobre lo que habéis oído. De esa manera sacaréis gran provecho para vuestra alma. (BAC. 673).

498 Los consejos de tus superiores sean reglas de tus acciones. (IX, 35).

499 La familiaridad con malos compañeros os expone a graves peligros. (II, 395).

500 Se llama mal compañero, aquel que de alguna forma os da ocasión de ofender a Dios. (XIII, 800).

501 El arma más peligrosa que utiliza el demonio en contra de las personas consagradas al Señor, es la juventud. (IX, 922).

502 Un joven perezoso, indisciplinado, será un joven desgraciado. (VII, 599).

503 Los jovencitos son la delicia de Jesús y María. (XVIII, 862).

504 Si comenzáis a ser buenos desde la infancia, lo seréis mientras viváis en el mundo. (BAC. 669).

505 Los niños son como un precioso depósito que Dios nos ha confiado. (XI, 390).

506 Antes de los doce años no hay niños malos, después de los dieciocho, ya es muy difícil reformarlos de sus vicios. (IV, 736).

507 He consagrado mi vida a la juventud, porque de su educación depende la felicidad de una nación. (XII, 700).

508 Temor de Dios y frecuencia de Sacramentos: he aquí lo que obra milagros entre la juventud.
(XI, 221).


LECTURA

509 No leáis cualquier clase de libros, escoged los convenientes a vuestra edad, dejad los que pueden ser peligrosos para vuestra salud moral. (XII, 149).

510 No leáis libros de cuya moralidad no estéis seguros, sin antes consultar a quien os pueda dar un justo criterio. (XII, 149).

511 Si estima vuestra fe, si apreciáis la salud del alma, no leáis ningún libro, si antes no fuera aprobado por el confesor o por otra persona conocida y de acrisolada piedad, observad esto bien. (VII, 292).

512 El veneno es menos dañino para la juventud que los libros malos. En nuestros días, son más peligrosos aún porque abundan los disfrazados de religiosidad. (VII, 292).

513 Huid de las lecturas malsanas como de la peste. (III, 176). 514 ¡Si supierais qué semilla tan funesta dejan las malas lecturas en el corazón de la juventud!. (V, 373).

515 Para conservar la pureza, guardáos de toda clase de lecturas malas; también de las indiferentes, pues pueden ser de peligro para vuestra alma. (VI, 8).

516 Para leer es preciso tener las siguientes normas: primero, no se lean otros libros hasta que no hayan cumplido los deberes de escuela; segundo, no se lea nada antes de haber consultado al propio maestro o a otras personas capaces, para no perder tiempo en leer libros inútiles o reprobables. (VII, 828).

517 Jamás leáis un libro, de cuya bondad no estéis seguros, sin solicitar opinión de quien pueda dar un criterio adecuado. (XII, 149).

518 La primera impresión que recibe la mente vírgen y tierna de la juventud, dura toda la vida; por eso, los libros inconvenientes son la causa principal de su ruina. (XVII, 197).

519 Para lograr que nuestras publicaciones sirvan de antídoto contra los malos libros, os ruego y suplico, que améis vosotros mismos las publicaciones de vuestros hermanos, alejándoos de todo sentimiento de envidia y desprecio. (Circular, Nov. de 1884). 509).