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IDENTIDAD SACERDOTAL - JORGE BERGOGLIO, UN RELIGIOSO EN LA FAMILIA


Bergoglio prometió a su madre estudiar Medicina, pero optó por curar almas.


José Ignacio Bergoglio, sobrino del Papa Francisco, muestra en ABC el lado menos conocido del Pontífice.

José Ignacio Bergoglio sobrino del Papa Francisco, ha concedido una jugosa entrevista al diario ABC, en donde cuenta el lado más desconocido y familiar de Jorge Mario Bergoglio. Un hombre que decidió abandonar la medicina por su fe, un tío consejero, bromista, amante de la cocina, del tango y del fútbol.

A continuación os dejamos la entrevista publicada en el diario ABC:



¿Cómo se tomó la familia que Francisco se hiciera religioso?

—Fue una sorpresa, su madre (Regina) al principio no se lo tomó bien porque pensó que se quedaría sin el hijo mayor y fue complicado para ella. Una vez asimilado, pudo disfrutarlo. En realidad, mi tío le había prometido a mi abuela que iba a estudiar Medicina, pero al final optó por curar almas. Un día, Regina subió a la habitación de estudio de mi tío y para su sorpresa descubrió que estaba haciendo un curso de ingreso para el seminario. Se encontró con libros de latín, teología… Mi abuela le dijo: «Jorge me mentiste». Y él le respondió: «No, mamá, estudio medicina, medicina para el alma».

Su vocación ¿fue una revelación?

—Un día de primavera se fue de picnic con sus amigos. Ese mismo día pensaba ir a declararle su amor a una chica que le gustaba mucho, pero pasó por la Iglesia de San José del barrio de Flores (Buenos Aires) y finalmente cambió su declaración. Entró a rezar y a confesarse y en una charla con el sacerdote terminó descubriendo que su verdadero amor era a Dios.

Dicen que tuvo una novia a la que le dijo: «Si no me caso con vos me hago cura…»

—No, nunca tuvo novia. Le gustaba mucho una chica, que es a la que iba a decirle lo que sentía aunque al final se le declaró a Dios.

Él habla siempre de su abuela con cariño y a quién le debe su iniciación religiosa…

—Sí, fue ella la que le enseñó a rezar, su abuela Rosa. Nuestra familia ha sido y es muy religiosa. Los padres de Francisco (Regina y Mario) también le han transmitido los valores que han llegado también a nosotros, a los nietos. Con este bagaje mi tío encontró su vocación.

¿Cómo es Francisco como tío?

—Teníamos muy buena relación, siempre fue un tío consejero, que nos acompañaba mucho, nos apoyaba y era muy bromista.

¿Qué tipo de bromas hacía?

—En la misma línea que ahora. Chistes de argentinos, de fútbol. Por ejemplo, le dijo a un hincha del Boca en la Plaza de San Pedro: «Les ganamos 3-0».

¿Qué es lo que más le gustaba hacer antes de llegar al Vaticano?

—Se llevaba muy bien con la cocina. Hacía pastas, siempre le gustó mucho la comida italiana. Cocinaba para la gente, se preparaba su desayuno y también se hacía la cama.

¿Ahora también lo hace?

—Sí, sigue haciéndose la cama. Lo que no le dejan es cocinar, a pesar de ser una de sus aficiones.

¿Sigue tomando mate?

—Sí, claro, le encanta. Siempre amargo, sin azúcar.

¿Hablan de su pasión por San Lorenzo?

—¡Sí! Y ha tenido que aguantar varias burlas por mi parte. (José Ignacio es hincha del River Plate, que el pasado miércoles ganó la copa más importante de América, la Libertadores).

¿Ve los partidos?

—No, hace mucho que no los ve. Pero tiene un guardia suizo al que le pregunta cómo va San Lorenzo, si ganó, perdió, cómo va en la tabla de posiciones…

¿Qué hace en su tiempo libre?

—Tiene poco. Se levanta a las 4 de la mañana para rezar y ya empieza el día.

¿Y en Buenos Aires?

—Le gustaba mucho escuchar música clásica y tangos.

¿Ha perdido mucho el contacto con él desde que es Papa?

—Estamos más en contacto ahora que antes. De hecho, cuando vivía en Buenos Aires no lo llamábamos porque sabíamos que podía estar muy cargado de trabajo. Ahora, llama él todos los domingos.

¿De qué hablan?

—De la vida, de cómo estamos, de cómo está él; si estoy por emprender un viaje solidario le pido que rece por nosotros. Hablamos poco de lo profesional, tal vez cosas puntuales como viajes que hace él y le preguntamos qué sensaciones tuvo, etc. Pero sobre todo nos ponemos al día respecto a cómo estamos.

¿Cómo se comunica con usted? ¿Tiene Whatsapp?

—¡Ja,ja,ja!, ¡Nooo!, él es «cero tecnología» Llama desde el teléfono fijo del Vaticano.

Se dice de Francisco que es un Papa revolucionario o progresista, ¿considera que es así?

—Depende. Tal vez por las decisiones que ha tomado pueda parecerlo. Es más una opinión que otra cosa.

Pero ha seguido una línea clara: criticó a las petroleras, consideró «justa» la postura de Tsipras, se planteó que quién era él para juzgar a los homosexuales…

—Sí es cierto, pero tiene más que ver con cómo se lo ve de acuerdo con las posturas que toma. Está alineado a las postura de la Iglesia pero es abierto a los cambios de la sociedad. Por momentos parece revolucionario, pero no lo es tanto.

— ¿Sus ideas han cambiado desde que es Papa?

—No, él siempre ha pensado de la misma forma.

¿Le pide consejos sobre cómo actuar en lo personal?

—Es mi tío y es a quien le consultamos y le pedimos asesoramiento para casi todo. Siempre ha sido un gran consejero.

¿Tiene algún recuerdo imborrable de él?

—Uno de los más lindos y fuertes que tengo y más atesoro es que fue él quien me dio los sacramentos de la Comunión y Confirmación. Tuve una anécdota muy graciosa en la Confirmación. Existe la costumbre de dar una cachetada suavecita a los jóvenes que se confirman. Íbamos varios en fila y les daba a cada uno una palmadita en la mejilla y cuando pasé yo me metió un cachetazo bastante más fuerte.

¿Alguna vez se arrepintió de ser elegido Papa?

—Él no quería serlo, más allá de que como todo jesuita era desapegado, estaba muy arraigado en Buenos Aires. Si le preguntabas si quería ser Papa lógicamente decía que no. Pero una vez que lo nombraron y le tocó aceptar, lo hizo convencido de que era un designio de Dios. Creo que el Espíritu Santo está dentro de él obrando y por eso se le ve tan rejuvenecido, suelto, libre y feliz por todo lo que está haciendo. Cuando entró en la Congregación de los Jesuitas tenía el firme deseo de ser misionero y por sus problemas de salud no pudo hacerlo y hoy se puede dar ese enorme lujo.

Él dice que su papado va a ser corto. ¿Por qué?

—Tal vez porque pese a verlo rejuvenecido, él se siente una persona mayor. Hablando con nosotros fue muy claro y dijo que iba a llegar hasta donde Dios quería que llegue.

Aparte del reencuentro que tuvo con su tío en Paraguay, ¿no lo veía desde que partió de Argentina para participar en el Cónclave?

—Nos encontramos algunos meses antes de que parta a Roma en 2013 y ya no lo volví a ver hasta el mes pasado. Aquella vez se fue diciendo: «Nos vemos a la vuelta» y esa vuelta nunca llegó.

¿Cuál fue su sensación al verlo en la Plaza de San Pedro?

—Nos enteramos por televisión. Mi madre (la única hermana que le queda a Jorge Bergoglio) tuvo una doble sensación, la de perder a un ser querido y a la vez la alegría de tener un nuevo Papa con todo lo que significaba y que además, era miembro de nuestra familia. Tuvo que pasar muchísimo tiempo para que lográramos asimilar la noticia.

¿Qué fue lo primero que le dijo a su madre?

—Llamó la misma noche de la elección. Mi madre le preguntó cómo estaba, y él dijo: «Bien gordita, no podía decir que no».

¿Por qué cree que Bergoglio no quisiera convertirse en Pontífice?

—Una mezcla de cosas, tiene que ver con su vida pastoral aquí en Argentina donde hacía un trabajo hermoso. Y por supuesto, la familia. Recuerdo que apenas fue nombrado Papa una niña le preguntó si quería serlo y mi tío, a modo gracioso, respondió: «¿Vos pensás que una persona que se quiere a sí misma desearía ser Papa?». También por todo lo que implica, tiene una agenda muy cargada y él sentía que eso era demasiado grande.

¿Qué es lo que más echa de menos de su tío?

—Antes estaba en Buenos Aires y lo podía visitar. He entrado en la Catedral una vez que se fue y me ha impactado saber que estuvo ahí tanto tiempo y que ya no está.

Con su llegada volvió la sencillez al Vaticano. Rechazó los coches de alta gama, sigue usando los zapatos de toda la vida… ¿Siempre fue así?

—Sí, no me sorprendieron sus actos. Siempre ha tenido muy bajo perfil. Es humilde y sencillo.

¿Qué cree que es lo que más echa de menos?

—¡Poder ir a una pizzería y pedir una «grande de mozzarella»! Pero sobre todo extraña el contacto tan cercano que tenía con los pobres.

Todo lo que ha hecho contra la pederastia, o en el Banco Vaticano, ¿es fruto de cambios que hace tiempo tenía pensado hacer?

—Sin duda. Él sabía que había cuestiones por resolver para que la gente se acercara más a la Iglesia que eran las que mencionas y otras más que llegarán. Tenía que generar un cambio para que la gente vuelva acercarse a la Iglesia.

¿Lo ha conseguido?

—Hubo gente que se alejó, no de la fe, pero sí de la institución. Y sí, muchos reconocieron que después de ver los gestos de Francisco se han vuelto a acercar a la Iglesia.

¿Temen por su vida?

—Le preguntamos qué pensaba al respecto y dijo que puso su vida en las manos de Dios y si Dios lo cuida por qué iba a temer. Tiene razón y por eso, nosotros no tenemos miedo.

¿Qué impronta está dejando Francisco en su Pontificado?

—Es pacificador, unificador, ecologista, se preocupa por los pobres y, sobre todo, es sencillo. Tiene una gran virtud que es saber comunicarse con gente de cualquier edad y clase social.

¿Se imagina otro Papa como él? ¿Podría llegar a haber otro Pontífice tan carismático y especial como Francisco?

—Después de Juan Pablo II pensamos que no iba a llegar otro como él. Y tenemos a Francisco que es muy especial. Y por supuesto, Benedicto también que ha sido muy valiente, ha tomado decisiones fuertes, que requerían de mucho valor, como el hecho de haber renunciado. Él dijo que no tenía más fuerzas. Más allá de que cada Papa tiene su impronta, después de Francisco vendrán otros que harán que no lo echemos tanto de menos.

¿Cree que si se siente cansado hará lo mismo que Benedicto XVI?

—Sí, es un hombre que sabe tomar decisiones y si en algún momento siente que no puede seguir tomará la decisión de renunciar al Pontificado. Pero creo que, por ahora, tiene fuerzas para continuar.

¿Cómo se encuentra actualmente?

—Se siente bien porque puede transmitir el mensaje que desea. Le gusta mucho hacer misión y esa posibilidad que tiene ahora, lo hace muy feliz


infovaticana.com

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