Algunas anotaciones
¿Cómo se descubre a María? Descubriendo la Eucaristía, porque la Eucaristía es Jesús y para descubrir a María tenemos que encontrar el sentido del espíritu y el sentido del espíritu se reconoce en la transubstansiación, allí se reconoce. Si no reconoces eso, quedas huérfano y por eso en parte del Cristianismo hay una orfandad porque rechazaron la Eucaristía y al perder la Eucaristía se pierde la fuerza mística de la Iglesia. Y ¿Cuál es la fuerza mística de la Iglesia? La tradición sagrada, la divina Liturgia, el orden de los 7 Sacramentos que representan los 7 espíritus que están permanentemente en presencia del Señor. Y representan también infinito porque “siete” es un número que representa “no tiene fin” “así que es ilimitado.
El Señor se recibe en el espíritu primero. Para que la Palabra tenga vida el hombre tiene que ser espiritual. De lo contrario será pura razón. Y la razón lo convertirá en un argumento permanente, será un hablador, un profetizador de fábulas, de argumentos. Nunca descubrirá la verdadera presencia del espíritu en la Iglesia ni en la Palabra.
El sentido de descubrir a María en nuestro corazón es descubrir la Iglesia y la Iglesia es la obediencia a la tradición sagrada sin negociarla y saber que el Espíritu Santo habla a través de los siglos a la Iglesia. ¿Dónde probó Jesús eso? En San Pablo. Después que se fue al cielo lo tumbó del caballo y le dio la misma sabiduría que a los demás. ¿Para qué? Para mostrarnos que seguía vivo entre nosotros y que iba a seguir hablándole a la Iglesia.
Descubrir a María es descubrir la Iglesia y descubrir la Iglesia es descubrir a Jesús y descubrir a Jesús es vivir la Eucaristía. Y vivir la Eucaristía es vivir en perfecto arrepentimiento porque si no hay un acto de contrición perfecto no hay Eucaristía. Porque para poder que el misterio de la transubstansiación realmente se descubra en nuestro corazón como los discípulos de Emaús descubrieron a Jesús al partir el Pan tiene que haber un acto de contrición perfecto, tiene que haber arrepentimiento y el arrepentimiento comienza en la humildad, en la obediencia, en arrodillarnos y reconocer que no sabemos nada, que no somos nada, que somos vasijas de barro y que lo único que hay en nosotros que es verdad es la cantidad de Dios que podamos acumular.
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