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LOS REMORDIMIENTOS MÁS ESCUCHADOS EN EL LECHO DE MUERTE

Raro es quien en su última hora expresa remordimientos por no haber pasado más tiempo en el trabajo. Sin embargo son más numerosos los que se arrepienten de lo que hicieron o no en relación con el amor.

Nadie dice en su lecho de muerte, “si tan solo hubiera pasado más tiempo en el trabajo”. En realidad, los remordimientos se refieren más a menudo a “lo que hice y lo que dejé de hacer”. Un dominico colombiano, el hermano Nelson Medina, ha hecho una lista con los remordimientos que escuchaba más a menudo cuando acompañaba a las personas en el final de sus vidas.

Probablemente estos pensamientos te resultarán familiares. Así que, ¿por qué no haces un examen de conciencia un poco diferente para inspirarte? Luego todo lo que tienes que hacer es orar y pedir gracia para que no tengas que repetir esta lista de arrepentimientos en tus últimos días.

En esta galería de imágenes encontrarás los remordimientos escuchados en el lecho de muerte.


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Por las veces que di un mal ejemplo y hubo personas que lo siguieron.

Por mi indiferencia ante el sufrimiento de mi prójimo.

Por no decir tantas palabras de elogio, reconocimiento y aliento a quienes lo merecían o necesitaban.

Por reivindicar mis éxitos pero culpar a las circunstancias de mis fracasos.

Por faltarle el respeto a la inocencia de una persona o bloquear los sueños de otra.

Por haber gastado dinero en cosas que no necesitaba y nunca usé.

Por las veces que tardé demasiado en perdonar y no hice el esfuerzo suficiente para lograrlo.

Por aprovecharme de quienes me amaban para conseguir algo egoísta.

Por no guiar bien a los que debería haber educado mejor, antes de que fuera demasiado tarde.

Por no visitar o no pasar suficiente tiempo con mi prójimo, porque no me pareció bastante interesante, educado o lo suficientemente útil.

Por perder tanto tiempo en cosas inútiles... Es tiempo perdido para siempre.

Por disfrutar de la adulación incluso cuando sabía que era falsa.

Por quejarme más a menudo de lo que he dado gracias.

Por las palabras groseras, vulgares o maleducadas que salieron de mi boca.

Por participar en conversaciones que se mofaban de Dios, de la fe o de la Iglesia.

Por huir de la cruz demasiadas veces.

Por las promesas que no cumplí.

Por los momentos en que pude y debí haber orado más y, sobre todo, amado más.

Por haber ignorado a Jesús.

Por herir a mi vecino de una forma u otra.

Por no tener suficiente amor. Debería haber amado mucho más a Dios y al prójimo.


FUENTE: es.aleteia.org

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