Páginas

MENSAJES A MONSEÑOR OTTAVIO MICHELINI -

 ¿Por qué me ha escogido Dios?


¿Quién soy yo? Soy menos que un granito de polvo frente al universo, soy menos que una gotita invisible frente al océano, soy menos que un repugnante gusanillo que se arrastra en el fango de la tierra.

Soy un pobre sacerdote, entre tantos, el menos culto, el menos docto, el más desprovisto, un pobre sacerdote rico sólo en innumerables miserias de toda naturaleza.

...

(Continuación)



LA REDENCION SE COMPLETA

- He aquí, en síntesis, lo que Él me ha dicho: "Propter peccata veniunt adversa".[2]

La humanidad ha pecado en origen en Adán y Eva; luego los hombres han continuado pecando. Se necesitaba pagar y expiar; pero la humanidad era impotente para expiar su deuda.

El Verbo se insertó en la humanidad con el Misterio de la Encarnación. Expía y da satisfacción por la Culpa y por las culpas de la humanidad. Su triunfo está constituido por el Misterio de la Cruz: “Cum exaltatus fuero a terra, omnia traham ad me ipsum"[3]

Salva, expía, da satisfacción y redime con un sufrimiento infinito. Su triunfo brota de los insultos, de los escupitajos, de la flagelación... De este modo glorifica al Padre y salva a las almas; reconcilia a la humanidad con la Divinidad y triunfa sobre sus enemigos visibles pero sobre todo, sobre sus enemigos invisibles: Satanás y sus secuaces.

De su Costado brota el Misterio de la Iglesia, su Cuerpo Místico del que Él es la Cabeza.

Es ley natural que el sufrimiento de un órgano se refleje y repercuta en los otros órganos del cuerpo. Así la Redención, iniciada con la Encarnación y consumada en la Cruz se completa en todos los miembros del Cuerpo Místico con el sufrimiento hasta el fin de los tiempos.

Nuestras acciones humanas nunca son solamente personales; sus consecuencias, sean buenas o malas no son nunca sólo personales, sino que repercuten positiva o negativamente en todo el Cuerpo Místico, del que cada uno es miembro.

Por eso el cristiano nunca es tan cristiano como cuando sufre, culpable o inocente, adulto o pequeño; su sufrimiento, como el de Cristo, se vuelve patrimonio de todos, aunque conservando su valor personal.

El cristiano, se acerca tanto más a Cristo con su sufrimiento, cuanto más colabora en completar el Misterio de la Redención en la Iglesia. Ésta, como Cristo, de cuyo costado ha brotado, triunfa en el dolor, en la humillación y en la persecución.


Las injusticias espirituales

El no querer sufrir es falta de amor a Dios, es falta de justicia y de amor al prójimo y a los hermanos más necesitados de la Misericordia divina.

Se deploran las injusticias sociales, y justamente, pero no se deploran para nada las injusticias espirituales perpetradas en perjuicio de tantas almas que se pierden porque nos hemos negado a sufrir con Él por su salvación.

Terrible falta de sensibilidad cristiana que revela la tremenda crisis de fe; y con la fe está en crisis la esperanza y la caridad.

El no querer sufrir manifiesta la falta de justicia y de caridad hacia Dios y hacia los hermanos: de estas dos grandes virtudes que constituyen el soporte de toda la vida cristiana.

Los rebeldes al sufrimiento corren el grave riesgo de auto eliminarse del Cuerpo Místico, corren el peligro de agostarse como ramas secas e inútiles, es más, nocivas, buenas solo para el fuego. Falta en los cristianos la visión del gran valor de los bienes eternos, para los que han sido creados y redimidos.

El no querer sufrir es un gravísimo mal de la sociedad materialista que, desgraciadamente, ha contagiado clero, religiosos y religiosas.

En consecuencia, ella ha sofocado la verdadera y auténtica vida cristiana de fe, de esperanza y de amor; ella ha vuelto ciegas las almas, ha hecho insípida a la sal y ha apagado muchas lámparas que habrían debido difundir luz y que ya no lucen más.



15 de Julio de 1975

UNA COMUNIÓN PERFECTA

- He pedido al Señor que me hiciera conocer la participación de la Santísima Virgen en el Misterio de la Encarnación. Con gran bondad me ha respondido:

“La participación de mi Madre en mi Encarnación es Misterio grande y sublime”.

Mientras Ella me daba la vida corporal y me nutría y me criaba, antes del nacimiento y después del nacimiento, Yo le daba en medida cada vez mayor mi Vida divina. 

Por eso Yo soy como parte de Ella por la naturaleza humana, y Ella es como parte de Mí por la naturaleza Divina.

Naturaleza humana y naturaleza divina en Mí y en Ella, se funden de un modo único, particularísimo y misterioso, por el que todo lo que es mío es también suyo y todo lo que es suyo es también mío.”

De aquí queda claro y evidente que su participación en el Misterio de mi Encarnación la lleva a una comunión perfecta por lo que, pensamientos, afectos, alegrías y dolores es como si brotaran de una sola fuente.

La participación de Ella en mi sufrimiento infinito es misteriosamente tan intensa que no se puede comprender por la mente humana. Por esta misma razón se vuelve incomprensible a la mente humana su amor por Mí, Uno y Trino, y por todos los hombres.

Es incomprensible a la mente humana la grandeza de mi Madre en la prueba, en el dolor y su grandeza en la gloria.

Ella vive en Mí; Yo vivo en Ella. Así es ahora, así fue, así será siempre.



25 de Julio de 1975

UN HECHO EVIDENTE

- Señor, ¿cuál es la participación de tu Madre en el Misterio Eucarístico?

"La misma que en el Misterio de la Encarnación.

Es de comunión perfecta, viviendo Ella de Mí y Yo de Ella: Ella de mi naturaleza divina, Yo de su naturaleza humana.

He dicho que vivimos en una comunión perfecta: donde estoy Yo, también está Ella.

Hijo, bastaría esto para volver más accesible a las almas la grandeza de mi Madre y vuestra.

Por medio suyo el injerto de Mí, Verbo eterno de Dios, en la naturaleza humana; por medio suyo se ha hecho realidad el Misterio de la salvación.

Es un Misterio en pleno desarrollo. Por medio de Ella, Satanás ha sido vencido y el hombre de buena voluntad, si quiere, puede salvarse”.

La comunión, que brota del Misterio de la Encarnación, continúa en el Misterio Eucarístico y continuará eternamente. Yo siempre viviré de su naturaleza humana y Ella siempre vivirá de mi naturaleza divina.

Esta comunión es un hecho evidente jamás repetible. No tiene comparación en la comunión mía con las almas en gracia, aunque también esta última es una cosa que no se puede describir humanamente por su belleza sobrenatural.



Envueltos en la oscuridad

De las relaciones que intervienen entre Dios Uno y Trino y Mi Madre se derivan hechos sublimes, únicos e irrepetibles:

- su maternidad inseparable de su virginidad,

- su concepción inmaculada,

- su exención de la corrupción de la carne,

- su asunción y su realeza sobre todas las potestades del Cielo y de la tierra,

- su poder sobre las mismas fuerzas del infierno que, al final, derrotará definitivamente.

Los hombres, en su presuntuoso simplismo, no ven la grandeza y el poder de mi Madre que es también su Madre. No han escuchado sus repetidas llamadas maternales.

Si los hombres se volvieran a Ella arrepentidos, si le rezaran, podrían evitar la avalancha que los amenaza y que ya está en movimiento.

Pero, embriagados de placeres y de bienes materiales, viven en cambio envueltos en la oscuridad como si Dios no existiera y como si tampoco existiera mi Madre.

Los hombres, e incluso muchos de mis ministros, no han comprendido, el amor sin medida de su Madre Celestial, porque no han profundizado.

Si lo hubieran comprendido y lo hubieran correspondido, cuántos males no se habrían evitado a los individuos y a los pueblos; ¡cómo habría sido de serena para todos su peregrinación por la tierra!

Continuará ...

No hay comentarios:

Publicar un comentario