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MENSAJES A MONSEÑOR OTTAVIO MICHELINI -

¿Por qué me ha escogido Dios?

¿Quién soy yo? Soy menos que un granito de polvo frente al universo, soy menos que una gotita invisible frente al océano, soy menos que un repugnante gusanillo que se arrastra en el fango de la tierra.

Soy un pobre sacerdote, entre tantos, el menos culto, el menos docto, el más desprovisto, un pobre sacerdote rico sólo en innumerables miserias de toda naturaleza.

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(Continuación)

24 de Agosto de l975

CONSTRUYEN MATERIALMENTE


Hijo mío, escribe:

- sacerdote malo: equivalente a Demonio que lleva al­mas a la perdición, deicida y homicida;

- sacerdote tibio: como un arbusto espinoso en tierra árida y estéril;

- sacerdote bueno: equivale a un poco de bien;

- sacerdote fervoroso: equivale a llama que ilumina, calienta y purifica;

- sacerdote santo: igual a muchas almas salvadas y santificadas.


Hijo, muchos sacerdotes se agitan, se mueven, construyen materialmente. Si tantas energías se gastaran en la construcción de mi Reino en las almas, cuánto bien... en cambio, ¡cómo están de orgullosos con sus obras estos sacerdo­tes míos! En realidad son como la higuera de la que habla el Evangelio, hojas, hojas y ni siquiera un fruto.

Sabes que es absurdo pensar en santificar a otros sin santificarse. Reflexiona en todo lo que Yo hice para que mis Apóstoles fueran santos, en todo lo que hice y hago para que mis sacerdotes sean santos.

Una pizca de verdadera fe bastaría para evitar las terroríficas consecuencias de la aridez estéril del alma sa­cerdotal. La esterilidad es culpable por carencia respon­sable de fe, esperanza y caridad, o sea, de la vida divina.


Los quiero salvos

Has visto la multitud de almas paradas, más aún inmóviles, estancadas como las aguas de los pantanos por la carencia culpable de buenos confesores expertos.

Has visto el estancamiento de muchas almas consagradas por la carencia culpable de santos y hábiles directores espirituales. Muchas de estas almas, si hubieran sido bien guiadas habrían llegado a cimas altísimas de perfección.

¡Qué desolación, hijo mío, que desolación! Esas almas no han realizado la finalidad suprema de su vocación por la ciega incapacidad de aquellos a quienes llegan y son confiadas.

¿Por qué te hablo casi exclusivamente sobre los males que afligen a mi Iglesia? Porque el médico cura la parte enferma del cuerpo, no de la sana. Y ¿no soy Yo el Médico divino de las almas?

No he venido a curar a los sanos, sino a los enfermos, no he venido por los justos sino por los pecadores. Y ¿quién más necesitado que un sacerdote en crisis de vida interior?

Los quiero salvos a estos sacerdotes míos. Los amo infinitamente, quiero su conversión. He dicho conversión, porque de conversión se trata.

Hijo, está en juego su alma, la salvación o perdición eterna de su alma. Reza y repara. Es un deber de justicia y de caridad.

Ofréceme tus sufrimientos y ámame.

Te Bendigo.



25 de Agosto de 1975

DEBIERAN VIGILAR

¿Has leído las palabras del Evangelio de esta mañana que dirigí a Pedro? "Tú eres Pedro y sobre esta piedra Yo edificaré mi Iglesia y las puertas del Infierno no prevalecerán contra Ella".

En estas últimas palabras "las puertas de los Infiernos no prevalecerán" está claramente indicada la tremenda y gigantesca lucha, el choque continuo, el combate inevitable de las potencias del bien contra las oscuras y misteriosas potencias del mal.

Pero, si ya no se cree en Mí, Verbo eterno de Dios, ¿con qué valor se intenta predicar en mi nombre?

O si no creen, o dudan fuertemente incluso aquellos que han sido encargados de formar a mis futuros sacerdotes del mañana. ¿Qué se podrá pensar del mañana? ¿Podrá jamás un árbol malo dar frutos buenos?

Cuánto ofende a mi Corazón misericordioso la visión de la ruina espiritual que se realiza en los seminarios, en los conventos, en las familias religiosas. Pero ¿cómo evitar la justa ira de mi Padre?

Oh sí, hijo mío, el derrumbe está en curso y será tremendo su precipitarse arrollador.

Si en un ejército en guerra los oficiales, en lugar de vigilar y hacer de todo para descubrir los movimientos del enemigo, duermen y se entretienen en diversiones, la derrota es inevitable.

En mi Iglesia la batalla estalla en todos los frentes, los centinelas no todos están vigilantes. Aquellos que debieran vigilar, demasiado han dormido y demasiado duermen; no se hace uso de los grandes poderes dados a mis sacerdotes, y por desgracia muchos se encuentran en tal sopor que hacen dudar fuertemente de su despertar.


Satanás se señorea

No se cree, hijo, en la evidencia, porque se vive superficialmente. Bastaría meditar, reflexionar un poco sobre lo que está sucediendo en la Iglesia y en el mundo, para llegar a la lógica conclusión de que todo lo que está sucediendo en el mundo no es fruto del tabú sino del Príncipe de las tinieblas y de sus secuaces.

No se ha dado importancia a mis múltiples intervenciones. No se han escuchado debidamente las sugerencias de mi Madre en sus numerosas intervenciones, para indicar a los cristianos, y a los sacerdotes en particular, el modo de contener, con oración y mortificación, la acción homicida de Satanás y sus secuaces.

No han valido las múltiples llamadas de mi Vicario, es más, se han hecho posteriormente materialistas, hablando hipócritamente de renovación.

No, hijo, la única renovación posible es una verdadera, sincera conversión.

Satanás con orgullosa arrogancia se señorea; y muchos de mis insensibles ministros no se dan cuenta o fingen no darse cuenta.

¿Hasta cuándo? ¿Aún por mucho tiempo? Reza, repara, ofréceme tus sufrimientos, ámame hijo.

Tú estás en mi Corazón misericordioso. Tú "la pequeña gota de agua" serás absorbido en el océano infinito de amor de mi Corazón, desgarrado por la salvación de todos.

Te bendigo.


... Continuará

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