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HISTORIAS DE NUESTROS SACERDOTES 10.

Los sacerdotes viven experiencias maravillosas constantemente

Dios dirigió mis pasos
Autor: César Augusto Pumayalli. Arequipa (Perú)

Fue algo impactante el ser instrumento del Señor para dar la gracia a este niño y confortar a la familia

Cuando llegué a mi primera parroquia como administrador parroquial, en la primera misa de unción de los enfermos, que se hace cada mes para personas de la 3ra edad y enfermas, se me acercó un hombre con su hija de 8 meses, y me pidió que le diera la unción a su hija. 

Yo le comenté que era para adultos y enfermos. Me dijo que su hija tenía un tumor en el ojo y la semana siguiente la operaban.

Yo hice un discernimiento. Si la unción es para pedir la salud de los enfermos, pues se la puse. Pasaron dos semanas sin saber nada de esta familia. Pensé que por la operación de su hija no había venido a la celebración del siguiente domingo. Pero no habían venido el domingo porque se fueron a darle gracias a la Virgen María en la Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe.

El segundo domingo llegaron y me fueron a ver muy contentos. Me buscó el papá y se puso a contarme que al llegar al hospital para operar a la niña, los médicos, al buscar el tumor, no lo encontraron y ya no fue necesaria la operación.

A mí me fortaleció en mis convicciones de mi ministerio, que es ser instrumento del Amor de Jesús, que continúa haciendo su obra a través de sus ministros. El Sacerdote actúa "In persona Christi". Y Jesucristo está vivo.

Apenas ordenado sacerdote me enviaron a trabajar a una parroquia llamada "San Martín de Tours", a 12 horas de la ciudad de Arequipa. Un pueblo con muchas tradiciones y costumbres religiosas.

En uno de mis primeros viajes me tocó visitar un pueblito llamado Charcana, cuyo patrón era San Sebastián (20 de Enero). Para llegar a este lugar se requería un viaje de 6 horas de viaje en una Combi, por un camino accidentado. Luego de celebrar la Fiesta me dispuse a regresar, pero el rio se había desbordado y había cortado la carretera, por lo que tuve que regresar a pie a la parroquia (9 horas de viaje). 

Luego de caminar un buen trecho, llegué al primer pueblito llamado Andamarca, donde a la entrada, en las primeras casitas, me encontré con una Señora que, angustiada y llorosa, me pidió que bautizara a su bebito que estaba enfermo. Providencialmente pasé por allí. Quiero destacar que estos pueblitos se visitan entre tres y cinco veces al año, por su geografía accidentada y de difícil acceso. 

Grande fue mi sorpresa pues el bebé estaba agonizando. En medio del dolor de la madre y los familiares, bauticé aquella criatura. 

Minutos más tarde terminó de expirar. Ese día, un pequeño recién nacido, hecho Hijo de Dios, partía para conformar el coro de los bienaventurados del Reino de los Cielos. Fue algo impactante el ser instrumento del Señor para dar la gracia a este niño y confortar a la familia, luego de un viaje de 5 horas y en medio del cansancio de la caminata.

La unción de los enfermos
Autor: Baltasar Pedro Vallejo. (Ciudad de México)


Su hija de 8 meses tenía un tumor en el ojo y la semana siguiente la operaban 

Cuando llegué a mi primera parroquia como administrador parroquial, en la primera misa de unción de los enfermos, que se hace cada mes para personas de la 3ra edad y enfermas, se me acercó un hombre con su hija de 8 meses, y me pidió que le diera la unción a su hija. 

Yo le comenté que era para adultos y enfermos. Me dijo que su hija tenía un tumor en el ojo y la semana siguiente la operaban.

Yo hice un discernimiento. Si la unción es para pedir la salud de los enfermos, pues se la puse. Pasaron dos semanas sin saber nada de esta familia. Pensé que por la operación de su hija no había venido a la celebración del siguiente domingo. Pero no habían venido el domingo porque se fueron a darle gracias a la Virgen María en la Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe.

El segundo domingo llegaron y me fueron a ver muy contentos. Me buscó el papá y se puso a contarme que al llegar al hospital para operar a la niña, los médicos, al buscar el tumor, no lo encontraron y ya no fue necesaria la operación.

A mí me fortaleció en mis convicciones de mi ministerio, que es ser instrumento del Amor de Jesús, que continúa haciendo su obra a través de sus ministros. El Sacerdote actúa "In persona Christi". Y Jesucristo está vivo.

(Historias extraídas del libro 100 historias en blanco y negro. Recopilación de la web Catholic.net).

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