Páginas

MARÍA Y EL ENEMIGO DE LAS ALMAS.



El Beato Juan Pablo II decía: «Todo lo que sucede en los Evangelios, sucede también hoy». En efecto, en tiempos del pontificado del Papa Wojtyla, la prensa registró la noticia, manifestada por uno de sus más cercanos colaboradores que el demonio había atacado de modo especial a Juan Pablo II, y que el Papa usó de poderoso exorcismo para arrojar lejos a Satanás. Muchos nos preguntamos ¿es que es tan poderoso el demonio? ¿Aparece el diablo en nuestra vida en pleno siglo XXI? ¿Tiene tanto odio a las almas que las acosa con peligrosas tentaciones?

La Biblia es la historia de la bondad de Dios y de la maldad de Satanás en sus actuaciones con los hombres. Lo mismo aparece poseyendo a los cuerpos y almas delante de Jesús en vida mortal, que actualmente en la vida y en los hechos de tantísimos cristianos.

Y almas atacadas a fondo por Satanás, no saben o no pueden otra cosa que entregarse a Él mediante el pecado: Dios es expulsado del alma y Satanás queda como rey absoluto que inspirará los malos pensamientos, los malos deseos y las lamentables acciones.

Para las almas fuertemente perseguidas por el demonio San Luis María de Montfort posee una saludable medicina: la Verdadera Devoción a María. Precisamente nos encontramos celebrando la tercera centuria del año 1712, durante el cual en La Rochela (Francia) Montfort escribió el precioso «Tratado de la Verdadera Devoción», que San Maximiliano Kolbe leía todos los días, y que el Beato Juan Pablo II aprendió de memoria, además de dejarlo escrito (concentrado en las palabras: «Totus tuus: Soy todo tuyo», en las cuales el mismo autor resume su espiritualidad según el numeral 233 del mismo libro), después de haberlo vivido en su existencia diaria.

Para Montfort, Satanás teme extremadamente a María Santísima: 1) porque es orgulloso y le duele enormemente que sea derrotado por una sencilla mujer; 2) porque Dios ha concedido tanto poder a la Virgen María, que «los demonios tienen más miedo a un solo suspiro de María en favor de una persona, que a las oraciones de todos los santos; a una sola amenaza suya contra los demonios, más que a todos los tormentos»; 3) en el Cielo, María ha conquistado con su humildad y sumisión a Dios, lo que Satanás perdió por su orgullo, autosuficiencia e independencia.

Grignion de Montfort, pisa fuerte. Acude a la Biblia. Le deleita la descripción de las promesas divinas después del pecado de origen que ocasionó la ruina de Adán y sus descendientes. El triunfo de Satanás no será absoluto, ya que anuncia a nuestro primer padre: «Pondré enemistades entre la mujer y la serpiente»; la descendencia de María. Luego fue el mismo Dios quien eligió a María para que se constituyera en la vengadora de la ruina de la humanidad.

Con su acostumbrada claridad enseña Montfort: «Dios ha hecho y preparado una sola e irreconciliable enemistad, que durará y se intensificará hasta el fin. Y es entre María, su digna Madre y el diablo; entre los hijos y servidores de la Santísima Virgen y los hijos y secuaces de Lucifer. De modo que el enemigo más terrible que Dios ha suscitado contra Satanás es María… a quien dio tanta sagacidad para descubrir la malicia de esa antigua serpiente y tanta fuerza para vencer, abatir y aplastar a ese orgullo impío, que el diablo la teme no sólo más que a todos los ángeles y hombres, sino en cierto modo más que al mismo Dios» (TVD, 52).

Satanás es sutil, y se introduce de soslayo: en la imaginación creando figuras e imágenes de odio o de sensualidad; en el deseo, incitando a todo pecado desde el robo hasta la pereza: en la vida, tratando de apartarla del camino de la salvación que señala Jesús. Sólo quien no tenga fe o la tenga floja o débil, o que prefiere no pensar en Satanás porque así puede actuar libremente según sus pasiones, negará la exigencia y el poder del demonio.

Los últimos Papas, al menos, no han dudado en atribuir el «lado oscuro» de estos tiempos al influjo diabólico. «Se diría que, a través de alguna grieta, ha entrado el humo de Satanás en el Templo de Dios… ¿Cómo ha ocurrido todo esto? Ha habido un poder, un poder perverso: el demonio» (Papa Pablo VI, 29-VI-1972).

El Padre Gabriele Amorth, el más prestigioso exorcista del mundo, que lo fue de la diócesis de Roma, cuenta que durante exorcismos preguntó a Satanás: «¿Por qué tienes tanto miedo a Juan Pablo II?» «Me dijo que por dos motivos: primero, porque había desbaratado sus planes con la caída del régimen comunista en Europa; y segundo, porque le había arrebatado las almas de muchos jóvenes durante su pontificado. Acto seguido, al preguntarle por qué temía también a la Virgen María, me contestó: “Porque he sido muy humillado y vencido por una criatura humana».

Existe una lucha apocalíptica contra la Iglesia, porque Satanás ha desencadenado el más terrible ataque contra ella, en su furia contra los testigos de Jesús y quienes guardan los mandamientos de Dios.

Refugiados en el Inmaculado Corazón de la Vencedora de todas las batallas de Dios, no debemos temer al demonio, pues el Señor nos mandó: «No se turbe vuestro corazón ni tengáis miedo» (Juan 14, 27). Cristo venció al demonio y lo sujetó. Ahora es como una fiera encadenada, que no puede dañar al cristiano si éste no se le entrega. Su poder tentador está completamente sujeto a la Providencia del Señor,que los emplea para nuestro bien como castigos medicinales (1 Cor5, 5; 1 Tim 1, 20) o como pruebas purificadoras (2 Cor 12, 7-10).

FUENTE: BLOG AGERE CONTRA.

No hay comentarios:

Publicar un comentario