Páginas

LA VIDA CONSAGRADA: PRIMACÍA DE DIOS Y PASIÓN POR EL EVANGELIO.


Vida Consagrada



GRACIAS SEÑOR POR AMARME, POR DEJARME PISAR MÁS TIEMPO ESTA TIERRA, GRACIAS PORQUE ME REGALAS DÍA A DÍA TU PRESENCIA EN TODO LO QUE MIS SENTIDOS PUEDEN PERCIBIR, GRACIAS POR OBSERVAR EN MÍ UN SERVIDOR TUYO Y POR COMPARTIRME LA BENDICIÓN DE SEGUIRTE, AMARTE Y CONFIRMARTE EN MI VIDA.

Desde 1997, por iniciativa de Juan Pablo II, el 2 de febrero se celebra en la Iglesia la Jornada Mundial de la Vida Consagrada. Es una celebración que me resulta muy emotiva porque, como tantas personas, me apoyo en la oración de quienes han entregado su vida a Dios renunciando a muchas cosas buenas por otras mejores, y lo han hecho a favor de todos nosotros. (Artículo de Monseñor Jaime Pujol)

Todos los católicos estamos llamados al seguimiento de Cristo. Por el bautismo nos hacemos Hijos de Dios, Hermanos de Jesucristo y Templos vivos del Espíritu Santo. Por lo tanto, la vida de los católicos, si quieren ser fieles y coherentes con su bautismo no puede ser la misma que la de una persona no bautizada. La imitación de Cristo será la tarea fundamental en su vida.

Sin embargo, hay personas que por una invitación especial de Dios, bajo una moción del Espíritu Santo, se proponen seguir más de cerca a Cristo, entregarse a Dios amado por encima de todo y procurar que toda su vida esté al servicio del Reino. Esto es lo que se llama en la Iglesia católica, la vida consagrada. 

El Sínodo para la Nueva Evangelización, celebrado en Roma a finales del año pasado 2012, decía, en uno de sus documentos, que "una gran labor en la nueva evangelización corresponde a la vida consagrada en sus antiguas y nuevas formas".

 Las personas que asumen libremente el llamamiento a la vida consagrada viven los así llamados consejos evangélicos por amor al Reino de los cielos. Los consejos evangélicos son la pobreza, la castidad y la obediencia. Se les llama consejos evangélicos porque fueron predicados por Cristo en el evangelio y aparecen como una invitación para seguir más de cerca el camino que Él recorrió en su vida. Si bien todos los católicos estamos llamados a vivir estos tres consejos, la persona consagrada lo hace como una manera de vivir una consagración “más íntima” a Dios, motivado siempre por dar mayor gloria a Dios. La pobreza es el desprendimiento de todo lo creado para utilizarlo de forma que pueda dar mayor gloria a Dios. La castidad es lograr que toda nuestra persona: inteligencia, voluntad, afectos y cuerpo estén dominados por nosotros mismos. Y por último, la obediencia, es el sometimiento de la voluntad propia a la voluntad de Dios, a través de los superiores legítimos, representantes de Cristo para el alma consagrada.

Las personas consagradas a Dios pueden vivir su consagración de muy diversas formas y así vemos como a lo largo de la historia de la Iglesia, desde las primeras comunidades cristianas en el Asia Menor hasta los florecientes centros urbanos de nuestros días, la vida consagrada asume diversidad de formas. Las hay de aquellos que se dedican a la oración y a la contemplación en un lugar apartado de toda civilización. Hay quienes inmersos en el mundo, viven su consagración entre las más diversas actividades de la vida diaria.



Vocación al amor

Hablar de vida consagrada es hablar de amor, un amor en el que Dios elige y el otro amor es de la persona que abraza esa llamada, llegando a ser una comunión de corazones, tanto el de Dios como del hombre, "De este modo, el hombre de amor único se convierte en el hombre de amor a todos, porque se ha posesionado de su corazón la Benevolencia que ama a todos y a todos acoge"[1].

      Este amor no se compara con otros amores ya que es totalmente pleno y trae un inmenso gozo en el corazón, permitiéndonos experimentar las promesas del evangelio. "Jesús respondió: "yo les aseguro que ninguno que haya dejado casa, esposa, hermanos, padres e hijos por el Reino de Dios, quedará sin que reciba mucho más en el tiempo presente y en el mundo venidero, la vida eterna" [2]

Vocación divina

Porque es Dios en la trinidad quien invita a la persona a un seguimiento más de cerca y en el cual esta persona acepta libremente y por amor, a ser total y exclusivamente para Dios y para su Reino.

Este es un llamado a la perfecta imitación de Cristo que lleva a la comunión de Dios y la perfección en el amor. "yo soy el camino,  la verdad y la vida. Nadie va al padre sino por mí."[3]; es Jesús quien revela al consagrado el amor de padre creador y el camino que de seguir y "Es el Espíritu Santo quien suscita en la persona el deseo de una respuesta plena de consagración; además guía el crecimiento llevándolo a la madurez" [4]

Llamado personal a la plenitud

La vida consagrada es una vocación no una carrera, significa una llamada divina; "Dios llama especialmente a algunos fieles a dicho estado, para que gocen de este don peculiar en la vida de la Iglesia y favorezcan su misión salvífica de acuerdo con el fin y el espíritu del instituto"[5]. En esta llamada la persona encuentra plenitud en el amor desarrollando sus capacidades, valores talentos, virtudes, en sí toda su integridad; frente a los ojos de Dios que le dice, "con amor eterno te he amado, por eso prolongare mi cariño hacia ti"[6] .

El consagrado responde como signo profético, escatológico que atrae a los hombres a la vida cristiana con un corazón grande "Amarás a Yavé tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, y con toda tus fuerzas."[7]. Siempre reflexionando la realidad que le toca vivir. Como dice Fray Carlos Aspiros Costas: "Para mí, la vida consagrada significa algo así como tener los dos pies en la tierra, […] estar bien enraizados en la realidad […] Tenemos los pies en el mundo, pero con horizontes amplios, sin techo alguno por encima de nuestras cabezas, sin muros que aprisionen".



 Diversos tipos de vida consagrada.

Los siguientes tipos de vida aparecen en el derecho canónico y están reconocidos actualmente por la iglesia, cada uno con sus características propias. "por la profesión de los consejos evangélicos mediante votos u otros vínculos sagrados, reconocidos y sancionados por la Iglesia, se consagran a Dios según la manera peculiar que les es propia y contribuyen a la misión salvífica de la Iglesia; su estado, aunque no afecta a la estructura jerárquica de la Iglesia, pertenece, sin embargo, a la vida y santidad de la misma"[8]

Vida consagrada en institutos religiosos

En los que sus miembros realizan la profesión de los consejos evangélicos por medio de votos públicos y es recibido por el superior en nombre de la iglesia. Y "Puede ser admitido en un instituto de vida consagrada todo católico de recta intención que tenga las cualidades exigidas por el derecho universal y por el propio, y esté libre de impedimento."[9]. Además llevan una vida en común, con cierta separación del mundo (claustro), pero esta actitud es diversa según el carisma propio. También llevan  el hábito religioso propio del Instituto, como signo de consagración y testimonio de pobreza

Vida consagrada en institutos seculares

Realizan la profesión de los consejos evangélicos a través algún vínculo sagrado, que no es el de los votos públicos. Pero tienen efectos jurídicos, en cuanto son reconocidos por la Iglesia y Pueden ser: votos privados, juramentos, promesas, consagraciones.

"Esta profesión confiere una consagración a los hombres y a las mujeres, a los laicos y a los clérigos, que viven en el mundo. Por esta causa deben ellos procurar, ante todo, la dedicación total de sí mismos en caridad perfecta y los Institutos mantengan su propia fisonomía secular, a fin de que puedan realizar con eficacia y en todas partes el apostolado, para el que nacieron." [10]

Los miembros sean laicos o clérigos viven en el mundo y desde allí realizan su apostolado, incluso no utilizan hábito como signo de la consagración ni se le exige que lleven vida fraterna en común, "Los miembros de estos institutos manifiestan y ejercen su propia consagración en la actividad apostólica y, a manera de levadura, se esfuerzan por impregnar todas las cosas con el espíritu evangélico, para fortaleza e incremento del Cuerpo de Cristo".[11]

Vida consagrada eremítica y anacorética

Es una manera radical de entregarse a Dios, como una práctica penitente y ascética, "(..) la iglesia reconoce la vida eremítica o anacorética, en la cual los fieles, con un apartamiento más estricto del mundo, el silencio de la soledad, la oración asidua y la penitencia, dedican su vida a la alabanza de Dios y salvación del mundo."[12], ellos también realizan la profesión pública de los tres consejos con votos o con otros vínculos sagrados, realizados en manos del Obispo diocesano. "Los eremitas presentan a los demás ese aspecto interior del misterio de la Iglesia que es la intimidad personal con Cristo"[13].

Las vírgenes consagradas

Esta consagración es una forma de vida cristiana que no recibe estrictamente la denominación de Vida Consagrada en el sentido técnico-jurídico (terminológico), "(…) son consagradas a Dios por el Obispo diocesano según el rito litúrgico aprobado, celebran desposorios místicos con Jesucristo, Hijo de Dios, y se entregan al servicio de la iglesia"[14]. Ofrecen a Dios sólo la castidad (no la pobreza y la obediencia). Por eso este tipo de consagración no es Vida Consagrada en sentido estricto, sino que "se asemeja" a la misma; "la virgen es constituida en persona consagrada como signo trascendente del amor de la Iglesia hacia Cristo, imagen escatológica de esta Esposa del Cielo y de la vida futura"[15].
Teniendo el propósito de seguir más de cerca a Cristo, ellas pueden asociarse, para cumplir su propósito con mayor fidelidad y ayudándose entre ellas realizar el servicio a la iglesia  con su propio estado.

Sociedades de vida apostólica

Estas Sociedades tampoco son propiamente Vida Consagrada. Pero se asemejan a los Institutos de Vida Consagrada, pero son algo distinto. "cuyos miembros, sin votos religiosos, buscan el fin apostólico propio de la sociedad y, llevando vida fraterna en común, según el propio modo de vida, aspiran a la perfección de la caridad por la observancia de las constituciones."[16].

La finalidad apostólica es lo que define a sus miembros que se reúnen para llevar una vida fraterna en común, y a partir de esta desempeñar su misión; "cuyos miembros, sin votos religiosos, buscan el fin apostólico propio de la sociedad y, llevando vida fraterna en común, según el propio modo de vida, aspiran a la perfección de la caridad por la observancia de las constituciones."[17].



Contenido teológico de la vida consagrada

Dimensión teologal


La vida consagrada hace que exista una gran relación entre Dios y el consagrado es decir tiene un vínculo total con la   santísima Trinidad. Por ello "se dedican totalmente a Dios como a su amor supremo (…) convertidos en signo preclaro en la iglesia, preanuncien la gloria celestial."[18].

Esta dedicación, por la que el consagrado pertenece totalmente a Dios, se caracteriza   por la profesión de los consejos evangélicos. Y todo fiel bautizado esta llamados a este seguimiento específico.

Dimensión eclesial

La vida consagrada  es de la iglesia y para la iglesia. Y su participación dentro de ella es de manera sacramental  a su modo, representando y reviviendo el género de vida asumido por Jesús. "La vida consagrada es un don del padre por medio del Espíritu a su iglesia, y constituye un elemento decisivo para su misión."[19]

Este seguimiento radical de consagrado manifiesta en la iglesia los bienes del Cielo ya presentes en forma inicial y la gloria del Reino venidero. Por ello es que  la autoridad eclesiástica apoya y aprueba las diversas formas de Vida Consagrada, las Constituciones de los Institutos en los que ésta se realiza, y también  tendrá la responsabilidad de vigilarla y protegerla. "Han crecido, en efecto, diversas formas de vida, solitaria o comunitaria, y diversas familias religiosas que se desarrollan para el progreso de sus miembros y para el bien de todo el Cuerpo de Cristo"[20].

Dimensión espiritual

Todo bautizado tiene como exigencia espiritual máxima, la ley del amor.  Más aún el consagrado  tomará esta ley del amor de un modo concreto  por los consejos evangélicos.  Y es el amor a Dios y a los hombres lo que impulsa a algunos fieles a vivir de forma concreta la pobreza, castidad y la obediencia.



La vida consagrada y la profesión de los consejos evangélicos

Seguir a Jesús incluye estas tres dimensiones de la existencia humana que son tres formas de radicalidad evangélica como exhorta pablo. "por tanto hagan morir en ustedes lo es "terrenal", es decir el libertinaje, la impureza, pasión desordenada, malos deseos, y el amor al dinero, que es una manera de servir a ídolos"[21].

Los consejos evangélicos son tres: castidad, pobreza y obediencia; todos ellos ofrecidos a Dios a partir del amor, basandose "como consejos fundados en las palabras y ejemplos del Señor y recomendados por los Apóstoles, por los padres, doctores y pastores de la Iglesia, son un don divino que la Iglesia recibió del Señor"[22] .

 Castidad

La castidad antes de ser una decisión es una gracia que ayuda a desarrollar la capacidad de amar porque, "es un camino que lleva al amor"[23], para ser capases de sentir afecto, de ser acogedor y cercano, de practicar  la ternura y la compasión, ". La castidad "por el Reino de los cielos", que profesan los religiosos, debe ser estimada como un singular don de la gracia."[24]; esta vocación no nace de la carencia o recorte del amor, sino de la sobreabundancia y universalización, de ahí radica su posibilidad de fecundidad espiritual y social.

Con la castidad "nos unimos más fácilmente a Dios con un corazón no dividido, y nos consagramos a él con mayor intimidad."[25], y podemos enfrentamos a una sociedad de consumo y mala información, donde se multiplican las necesidades de deseo, la obsesión por el sexo y el cuerpo. La castidad nos ayuda a trabajar estas dificultades y a tratar de superarlas no solo de nosotros mismos, sino también  de nuestros hermano; porque la castidad "es un camino de especial seguimiento a cristo, […] y ponerse, como él, al servicio de Dios y de la humanidad"[26] .

Pobreza


Este voto es una forma concreta de seguimiento radical de Jesús que "nos libera de la servidumbre: más aún, nos aparta de la preocupación por las cosas de este mundo, para que nos unamos de manera más completa al Señor"[27]. Este voto consiste en resistir a aquellas corrientes culturales que nos estimulan a conocer y ser conocidos en términos de mercancía, interés, conveniencia.

En el nuevo testamento frente a la necesidad material está la  riqueza espiritual de los pobres como recuerda Pablo a los Corintios: "Ya conocen la generosidad de Cristo Jesús, nuestro Señor, que, siendo rico, se hizo pobre por ustedes para que su pobreza los hiciera ricos."[28]. La pobreza evangélica en un valor en sí mismo en cuanto se imita y participa de la pobreza de Cristo dando testimonio con la sobriedad, fraternidad, sencillez y hospitalidad porque él "se hizo pobre por nosotros, a fin de enriquecernos con su pobreza."[29] .

Obediencia

No hacemos obedientes, no por sometimiento a nada ni nadie, sino exclusivamente para encontrar la voluntad de Dios en una comunidad de seguimiento a Jesús, "Por esta profesión imitamos de manera especial a Cristo sometido siempre a la voluntad del Padre para la vida del mundo, y de esta forma también nos unimos más estrechamente a la Iglesia"[30].

La obediencia es algo que caracteriza a la vida consagrada. "De ahí se deduce que siguiendo el ejemplo de Jesucristo, que vino a cumplir la voluntad del Padre, "tomando la forma de siervo","[31]; esta actitud de Jesús nos llama  a hacer la voluntad del padre tomando en cuenta la total y verdadera libertad para realizarla.


Frutos de la vida consagrada

La vida consagrada vivida plenamente nos lleva a un orden supremo, a una prioridad de una vida perfecta con Dios y su amor, sintiendo un gozo de esperanza imperecedero. Esto sentimos como dice Pablo "por preocuparse de las cosas de arriba y no los de la tierra"[32] (col 3,2)


Camino a la perfecta caridad

La vida consagrada desarrolla la gracia bautismal hacia la santidad y coloca al consagrado en un estado y búsqueda y ofrenda total. Por ello el bautizado "ahora, para conseguir un fruto más abundante de la gracia bautismal trata de liberarse, por la profesión de los consejos evangélicos en la Iglesia, de los impedimentos que podrían apartarle del fervor de la caridad y de la perfección del culto divino, y se consagra más íntimamente al divino servicio."[33] . De esta manera el consagrado adquiere este fruto de practicar la caridad abierta.

Servicio generoso - apostolado

Nos hace disponibles para servir libremente, logrando así una vida más fecunda, de comunión; porque la vida consagrada está orientada primero al corazón indiviso y segundo al apostolado. Por ello "Todos los Institutos participen en la vida de la Iglesia y, teniendo en cuenta el carácter propio de cada uno, hagan suyas y fomenten las empresas e iniciativas de la misma: en materia bíblica, litúrgica, dogmática, pastoral, ecuménica, misional, social, etc."[34] .

Configuración con Cristo

Se alcanza este fruto por la especial relación con Jesús que a igual que a sus discípulos que les invita no solo a acoger el reino de Dios, sino a poner toda su persona al servicio de esta causa, dejando todo e imitando su vida más de cerca (virgen, pobre, obediente). "Por esto, los miembros de cualquier Instituto, buscando sólo, y sobre todo, a Dios, deben unir la contemplación, por la que se unen a El con la mente y con el corazón, al amor apostólico, con el que se han de esforzar por asociarse a la obra de la Redención y por extender el Reino de Dios."[35].

Libertad

En el que nos sentimos realizados plenamente sin manipulación alguna y eligiendo el bien para todos, libre de toda carga que nos pueda impedir o dificultar el seguimiento radical a Cristo y la construcción del Reino. "(…) los fieles de Cristo se proponen, bajo la moción del Espíritu Santo, seguir más de cerca a Cristo, entregarse a Dios amado por encima de todo"[36].

Santidad

Este fruto nos mantiene en camino a la santidad y perfección de vida; apartándonos  lo mayor posible del mal y nos adhiere al bien; como Pablo recuerda. "Dios nos enseña a rechazar la vida sin Dios y las codicias mundanas y a vivir en el mundo presente como seres responsables, justos y que sirven a Dios"[37], lo que significa renunciar el mal en nuestros corazones y estilos de vida. Por tanto "Es necesario suscitar en cada fiel un verdadero anhelo de santidad, un fuerte deseo de conversión y de renovación personal en un clima de oración siempre más intensa y de solidaria acogida del prójimo, especialmente del más necesitado"[38] .

Dedicación  al crecimiento del  Reino

Este fruto consiste en darse por entero a la construcción del Reino con gozo y amor, misión que nos ayuda a poner lo mejor de nosotros. Como nos animan nuestros pastores que nos dicen: "con generosidad, e heroísmo, seguid trabajando para que en la sociedad reine el amor, la justicia, la bondad, el servicio y solidaridad, […] abrazar con profunda alegría vuestra consagración, que es medio de santificación para vosotros y de redención para vuestro hermanos"[39].

Desafío y oportunidades de los consagrados

La vida consagrada se siente desafiada por este milenio que trae muchos cambios y fenómenos que pone a los consagrados en un campo de tensiones y preocupaciones.

Problemas en grandes sectores de la humanidad

El consagrado responde a esta situación actual como signo de esperanza y vida en Dios.

Frente a la globalización

Este fenómeno mundial abre nuevas expectativas comunicativas y de relaciones, que "en ciertos aspectos es un logro de la gran familia humana y una señal de profunda aspiración a la unidad, sin embargo comporta también el riesgo de grandes monopolios y de convertirse el lucro en valor supremo." [40]

Todos estos cambios crean un gran dinamismo pero es manejado a intereses particulares y capitalistas donde muchos sufren perjuicios, así la globalización "al servicio de los poderes fácticos, de intereses particulares, de la ideología neoliberal, tienen efectos negativos y discriminadores"[41].

Sistema económico injusto

Estos sistemas aplastan a los pueblos más débiles y menos desarrollados ya que los grandes llevan una economía insolidaria con los pobres. Pero el  consagrado se identifica con los pobres, promoviendo una economía solidaria colaborando con otras organizaciones religiosas y civiles que persigan este fin similar.

Fenómenos migratorios
El consagrado es signo de diálogo, y sus "comunidades son lugares de esperanza y de descubrimiento de las Bienaventuranzas; lugares en los que el amor, nutrido de la oración y principio de comunión, está llamado a convertirse en lógica de vida y fuente de alegría".[42], inspirando confianza que lleva a una comunión y acogida fraterna frente al mundo de los emigrantes que huyen por causas de guerras, pobreza, conflictos políticos y al llegar a otro país se encuentra con xenófobas, etnocentristas, racistas.

Pluralidad y diferencias

El consagrado es acogedor, sintiendo él mismo esa llamada a ser plural en sus miembros y carismas que el Espíritu concede. Por eso "Para una auténtica inculturación es necesaria una actitud parecida a la del Señor, cuando se encarnó y vino con amor y humildad entre nosotros."[43], tomando esta reflexión vemos deque manera trabajan los consagrados con diferentes culturas en diversos lugares del mundo sin que necesariamente sean las suyas. Como también respeta a las diferentes religiones; "Dentro del nuevo pluralismo religioso (…) no se ha diferenciado a los creyentes que pertenecen a otras iglesias o comunidades eclesiásticas".[44]

Amenazas a la vida

Son todo los indicadores de violencia y muerte que van en contra de una vida sana desde contaminación ambiental, violencia psicológica, sexual, aborto, etc. Hasta la eutanasia. Pero la vida consagrada mira un objetivo más amplio que es el de defender la vida y hacerla más fructífera, por ello "La Iglesia admira y agradece a las personas consagradas que, asistiendo a los enfermos y a los que sufren, contribuyen de manera significativa a su misión. Prolongan el ministerio de misericordia de Cristo, que pasó « haciendo el bien y curando a todos »"[45].

Algunas luces de esperanza

Se presenta Dios por medio del consagrado como un ser de esperanza ante estos problemas, alguien que cura y da vida en abundancia.

La vida consagrada no es indiferente a la cultura de muerte, porque plantea soluciones, reflexiones, testimonio y ejemplo a partir del amor de Cristo a la humanidad; deduciéndose de que "Quien ama a Dios, Padre de todos, ama necesariamente a sus semejantes, en los que reconoce otros tantos hermanos y hermanas." [46]

Mentalidad post moderna

Es un fenómeno global que afecta especialmente a las nuevas generaciones gozando solo del presente sin esperar nada del futuro, no existiendo pensamiento ni definición alguna. Por ello "En nuestro mundo, en el que parece haberse perdido el rastro de Dios, es urgente un audaz testimonio profético por parte de las personas consagradas. Un testimonio ante todo de la afirmación de la primacía de Dios y de los bienes futuros"[47].

El consagrado debe impartir el evangelio y el amor de Dios reflexionando y observando la realidad que le toca vivir, teniendo de esta manera la labor de educar en el amor a todos los que siguen el pulso del momento.



ANEXO: VIDEOS. 

SI CRISTO TIENE UN CORAZÓN ENAMORADO DE NOSOTROS, ¿POR QUÉ NO SERVIRLE? EL REINO DE CRISTO HACE CAMBIOS PROFUNDOS EN QUIEN LE SIGUE. VIVÁMOSLO. Y SINTAMOS ESE DESEO MEDIANTE LA SIGUIENTE INTERPRETACIÓN MELÓDICA.




Cara a Cara - Alejandro Bermúdez - la Madre Adela Galindo, fundadora de las Siervas de los Corazones Traspados de Jesús y María - El valor de la vida consagrada para la Iglesia y el mundo



FUENTES:
Monografías.com (Texto principal del autor Joe Alan Bocangel)*
http://blogs.periodistadigital.com/
http://es.catholic.net
http://www.vidanueva.es

CITAS DEL TEXTO PRINCIPAL.

[1] GIORDANO CABRA, Pier. Amarás con todo tu corazón (celibato). Ed. Salterrae; España, 1982. p. 63
[2] LA BIBLIA Latinoamericana; Ed. Verbo divino; España, 2005. (Lc 18, 29).
[3]  Ibid. (Jn. 14,6)
[4] CÓDIGO DE DERECHO CANONICO. Ed. Católica S.A., Madrid - España, 1983. (Canon 574).
[5] Ibid  (Canon 574).
[6] LA BIBLIA, Op cit. (Jr. 31,3).
[7]  Ibid  (Dt. 6,4).
[8] CÓDIGO DE DERECHO CANONICO. Op. Cit. (Canon 207)
[9] Ibid.  (Canon 597).
[10] VATICANO II, Ed. Católica S.A.,Madrid - España, 1965. (Perfectae Caritatis nº 11)
[11] CÓDIGO DE DERECHO CANONICO. Op. Cit. (Canon 713)
[12]  Ibid. (Canon 603 ) 
[13] CATESISMO DE LA IGLESIA CATÓLI CA. Asociación de editores de catecismo; España. 1992. Nº 923
[14] CÓDIGO DE DERECHO CANÓNICO. Op. Cit. (Canon 604)
[15] CATESISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA, Op. Cit. Nº 923
[16] CÓDIGO DE DERECHO CANÓNICO. Op. Cit. (Canon 731)
[17]  CATESISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA, Op. Cit. Nº 930
[18] CÓDIGO DE DERECHO CANÓNICO. Op. Cit. (Canon 573)
[19] APARECIDA  V conferencia general del episcopado Latinoamericano y del Caribe. Ed. Paulinas; Lima - Perú. 2007. Pág. 118
[20] CATESISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA, Op. Cit. Nº 917.
[21] LA BIBLIA, Op cit. (Col. 3,.5).
[22] VATICANO II, Op. Cit. (Lumen Gentium Nº 43)
[23] GIORDANO CABRA, Op. Cit. Pág.11
[24] VATICANO II, Op. Cit. (Perfectae Caritatis Nº 12).
[25] LIBRO DE LAS COSTITUCIONES Y ORDENACIONES de la orden de los Frailes Predicadores; Málaga - Madrid, 1999. pág. 44
[26] APARECIDA  V Op. Ct. Pág. 118
[27] LIBRO DE LAS COSTITUCIONES Y ORDENACIONES Op. Cit.  pág. 48
[28] LA BIBLIA, Op cit. (2 Cor. 8,9).
[29] VATICANO II, Op. Cit. (Perfectae Caritatis Nº 13).
[30] LIBRO DE LAS COSTITUCIONES Y ORDENACIONES Op. Cit.  pág. 41.
[31] VATICANO II, Op. Cit. (Perfectae Caritatis Nº 14).
[32] LA BIBLIA, Op cit. (Col 3,2).
[33] VATICANO II, Op. Cit. (Lumen Gentium 44).
[34] Ibid.  (Perfectae Caritatis nº 2).
[35] Ibid.  (Perfectae Caritatis nº 5).
[36] CATESISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA, Op. Cit. Nº 916.
[37] LA BIBLIA, Op cit. (Tto 2,12).
[38] EXHORTACIÓN APOSTOLICA DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II; Vita Consecrata, Ed. Salesianas, Lima - Perú, 1996. Nº  39
[39] APARECIDA  V Op. Ct. Pág. 19.
[40] Ibid. Pág. 9
[41] CONGRESO INTERNACIONAL DE VIDA CONSAGRADA, pasión por Cristo, pasión por la humanidad. Publicaciones Claretianas. España, 2005. Pág. 35.
[42] EXHORTACIÓN APOSTOLICA DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II; Op. Cit. Nº  51
[43]  Ibid. Nº 79
[44] APARECIDA  V Op. Ct. Pág. 73.
[45] EXHORTACIÓN APOSTOLICA DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II; Op. Cit. Nº  83
[46]  Ibid.  Nº 77
[47] Ibid.  Nº 85

No hay comentarios:

Publicar un comentario