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"A MIS SACERDOTES" DE CONCEPCIÓN CABRERA DE ARMIDA. CAP. LI: Transformación.

Mensajes de Nuestro Señor
Jesucristo a sus Hijos Los Predilectos.


("A Mis Sacerdotes" de Concepción Cabrera de Armida)

LI
TRANSFORMACIÓN
 

Otra cosa y otra luz terrible, a la vez que consoladora , voy a decir hoy. Solo un sacerdote transformado en Mí puede transformar a las almas; y la medida de su transformación en Mí será la que reciban las almas.

¡Ah! Éste es un punto que debía hacer temblar a mis sacerdotes; porque en la medida en que se santifiquen, santificarán; y en la medida en que se transformen en Mí tendrán virtud para transformar.

Aquí tienes el misterio de tanto apostolado estéril en mi Iglesia; este es el punto capital de tanta falsa piedad que existe en las almas, de esa frivolidad que hay en muchas de ellas, de esa exterioridad aun en las cosas de mi Iglesia, de esa falta de convicciones íntimas y de ese contentarse con Asociaciones, funciones y cosas exteriores; y no bajan al fondo de mi doctrina, a la solidez de las virtudes y de la intimidad de unión Conmigo, a la vida verdadera y espiritual que es mi Evangelio puesto en práctica.

Y ¿quién tiene la culpa de esa atmósfera de piedad fantástica, de la falta de sólida piedad, sino mis sacerdotes que no son santos, que no se preocupan de la desorientación que el mundo ha tomado, de cómo se acentúa en las almas la sensualidad, la vanidad y se sustituye lo divino con lo material, lo interior con lo exterior?

¡Oh, si mis sacerdotes fueran lo que deben, transformados en Mí, transformarían al mundo y, como los apóstoles, convertirían almas y naciones por mi virtud en ellos, por lo comunicable de mi ser, del que estarían poseídos!

No digo que no existan en el mundo sacerdotes santos que estén luchando por sostener el equilibrio en el campo de la Iglesia y de las almas; pero son pocos relativamente y Yo quiero y pido y estoy dispuesto a ayudar poderosamente a una reacción universal en mi Iglesia, a un impulso en el mundo de las almas; pero por este medio, el de la transformación de los sacerdotes en Mí.

Quiero volver al mundo en mis sacerdotes, quiero renovar el mundo de las almas y prestarme Yo mismo en mis sacerdotes para hacerlo; quiero dar un poderoso impulso a mi Iglesia e infundir, como en un nuevo Pentecostés, al Espíritu Santo en mis sacerdotes. Yo en ellos, quiero obrar, hablar, vivir y hacerme sensible a las almas; quiero ofrecer al Padre un triunfo en mi Iglesia y renovar la faz de la tierra por el impulso mundial e irresistible de mis sacerdotes santos. Yo, el Santo de los santos, en mis Obispos y sacerdotes santos.

Pues bien, ése es ahora mi ideal: transformar al mundo por la transformación perfecta de los sacerdotes en el gran Sacerdote, en el único sacerdote de donde todos proceden.

Esta reacción espera la Trinidad; ya la ve, ya la siente, y la acaricia y la bendice. Pero necesito de la voluntad y de la cooperación de los sacerdotes, porque Yo, con todo y ser Dios, me sostengo ante el umbral de la voluntad humana y la respeto sin avasallarla.

Pero estas confidencias que se traducen en amor para con mis sacerdotes, que llevan en ellas las fibras de mi alma para los que más amo en la tierra, los conmoverán; y muchos corazones sacerdotales, tocados en lo más íntimo, vendrán a Mí anhelantes de perfección y entregados puramente a mi voluntad”.

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