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LA CARIDAD EXIGE RENUNCIARSE A SI MISMO.


12 de mayo de 1979

De las gracias místicas a Margarita -Bélgica, 1965

(“Mensaje del Amor Misericordioso a las Almas Pequeñas” – TOMO II Pág. 566 – 567)

M- Poco tiempo me queda. Sin embargo, no puedo volver a tomar lo que he dado a Jesús. Preparo mi Oración con devoción. Sé que no será larga, pero quiero dar a Dios el tiempo de hablar a mi corazón.

J- Hay que saber escuchar, hablar poco y luego actuar bien. ¡Deja al Espíritu Santo el tiempo de tomar las riendas!

No pienses más que en amar. Todo está en el Amor. Puesto que Yo sé todo, daMe todo… en montón, y tu tiempo será únicamente un tiempo de amor. Ponderada y razonable en todo, no des pie a tus tendencias personales. Que tu “sí” sea sí, que tu “no” sea no; pero que todo sea intransigencia de amor, ya que, en la Verdad no existe ningún término medio.


La Caridad exige renunciarse a sí mismo. Yo soy la caridad y quiero ser el primero en ti.

Antes de agradar a las criaturas, preocúpate de agradarme a Mí; ya que, a veces, en nombre de la Caridad, explotan sus dones para unas mundanalidades que exaltan al hombre sin renovarlo en el Amor.

¡No minimices nada, tampoco exageres nada! Llámame, hablaré por ti y te volverás así mi pequeño portavoz cerca de los demás. Si no te escuchan, no pierdas la serenidad, deja actuar Mi providencia.

Y ahora, ¡obedece! ¡Ve, hija mía! Me has dado lo que Yo esperaba y has recibido mi instrucción para hoy.

Ámame mucho, hija mía, jamás Me amarás bastante. La única Verdad es la que todo hombre de buena voluntad posee dentro de él.

¡YO SOY LA VERDAD!

No olvides que cuanto más doy, tanto más exijo. Y lo que exijo del alma pequeña es el Amor.

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