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LOS SUEÑOS DE SAN JUAN BOSCO (PARTE 36)

EL BOLSO DE LA VIRGEN




SUEÑO 44.—AÑO DE 1863.

(M. B. Tomo Vil, págs. 472-473)


En la mente y en el corazón de [San] Juan Don Bosco ocupaba siempre un lugar de preferencia la figura amabilísima de la Santísima Virgen.

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Una noche de los primeros días de julio, el [Santo] decía a sus oyentes que había tenido un sueño en el que había visto a una persona (y parece que fuese la Virgen) que pasaba entre los jóvenes a los que presentaba un bolso ricamente bordado, para que cada uno sacase a suerte un billetito de los muchos que había en el interior del mismo.

[San] Juan Don Bosco se puso al lado de la aparición.

A medida que los jóvenes iban sacando los papelitos, el

[Santo] iba anotando la frase o palabras en cada uno de ellos escrita. Terminó su breve relato añadiendo que todos sacaron su billete, a excepción de un joven que permaneció apartado de los demás, y como [San] Juan Don Bosco hubiese querido ver lo que había escrito en el papelito correspondiente al tal que había quedado en el fondo del bolso, leyó esta palabra: Muerte.


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Después del relato invitó a cada uno de los muchachos a que se presentasen a él para comunicarles lo que había escrito en sus respectivos billetes. Los alumnos eran en casa unos 700 y a cada uno les fue diciendo una palabra ó una frase profética o de consejo, variadísima y adaptada a las propias necesidades espirituales. Y lo más sorprendente es, que después de muchos años se recordaba de cuanto había dicho a cada uno de los jóvenes.

Don Sebastián Mussetti, de la Colegiata de Carmagnola, a la sazón jovencito del Oratorio, supo de labios de [San] Juan Don Bosco que en su billete se hallaba escrita esta palabra: Constancia.

Habiéndose encontrado con el [Santo] después de muchos años, oyó que Don Bosco le decía en tono solemne:

~¡Qh! Recuérdate: ¡Constancia!

Pero aún hay más, asegura el Canónigo. Un grupo de jóvenes se puso en guardia llevando nota de cuantos se presentaban a [San] Juan Don Bosco para preguntarle sobre el contenido del propio billetito, y no hubo nada más que uno que no lo hiciera. Este tal fue un joven de Ivrea que terminaba aquel año los estudios de bachillerato.



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