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LAS LETANÍAS LAURETANAS

Letanías lauretanas

Texto en latín
Texto en español
Kyrie eleison
Señor, ten piedad de nosotros
Christe eleison
Cristo, ten piedad de nosotros
Christe audinos
Cristo, óyenos
Christe exaudinos
Cristo, escúchanos
Pater de coelis, miserere nobis
Dios, Padre Celestial, ten piedad de nosotros
Filii, Redemptor Mundi, miserere nobis
Dios Hijo, Redentor del Mundo, ten piedad de nosotros
Spiritus Sancte, Deus, miserere nobis
Dios, Espíritu Santo, ten piedad de nosotros
Sancta Trinitas, unus Deus, miserere nobis
Santísima Trinidad, un solo Dios, ten piedad de nosotros
Sancta Maria, ora pro nobis
Santa María, ruega por nosotros
Sancta Mater Dei, ora pro nobis
Santa Madre de Dios, ruega por nosotros
Sancta Virgo virginum, ora pro nobis
Santa Virgen de las vírgenes, ruega por nosotros
Mater Christi, ora pro nobis
Madre de Cristo, ruega por nosotros
Mater Ecclesiae, ora pro nobis
Madre de la Iglesia, ruega por nosotros
Mater Divinae Gratiae, ora pro nobis
Madre de la Divina Gracia, ruega por nosotros
Mater purissima, ora pro nobis
Madre purísima, ruega por nosotros
Mater castissima, ora pro nobis
Madre castísima, ruega por nosotros
Mater inviolata, ora pro nobis
Madre virginal, ruega por nosotros
Mater intemerata, ora pro nobis
Madre sin mancha, ruega por nosotros
Mater inmaculata, ora pro nobis
Madre inmaculada, ruega por nosotros
Mater amabilis, ora pro nobis
Madre amable, ruega por nosotros
Mater admirabilis, ora pro nobis
Madre admirable, ruega por nosotros
Mater boni consilii, ora pro nobis
Madre del buen consejo, ruega por nosotros
Mater Creatoris, ora pro nobis
Madre del Creador, ruega por nosotros
Mater Salvatoris, ora pro nobis
Madre del Salvador, ruega por nosotros
Virgo prudentissima, ora pro nobis
Virgen prudentísima, ruega por nosotros
Virgo veneranda, ora pro nobis
Virgen digna de veneración, ruega por nosotros
Virgo predicanda, ora pro nobis
Virgen digna de alabanza, ruega por nosotros
Virgo potens, ora pro nobis
Virgen poderosa, ruega por nosotros
Virgo clemens, ora pro nobis
Virgen clemente, ruega por nosotros
Virgo fidelis, ora pro nobis
Virgen fiel, ruega por nosotros
Speculum Iustitiae, ora pro nobis
Espejo de justicia, ruega por nosotros
Sede sapientae, ora pro nobis
Trono de sabiduría, ruega por nosotros
Causa nostrae letitiae, ora pro nobis
Causa de nuestra alegría, ruega por nosotros
Vas spirituale, ora pro nobis
Vaso espiritual, ruega por nosotros
Vas honorabile, ora pro nobis
Vaso de honor, ruega por nosotros
Vas insigne debotionis, ora pro nobis
Vaso insigne de devoción, ruega por nosotros
Rosa Mystica, ora pro nobis
Rosa Mística, ruega por nosotros
Turris davidica, ora pro nobis
Torre de David, ruega por nosotros
Turris eburnea, ora pro nobis
Torre de marfil, ruega por nosotros
Domus aurea, ora pro nobis
Casa de oro, ruega por nosotros
Foederis arca, ora pro nobis
Arca de la Alianza, ruega por nosotros
Ianua Coeli, ora pro nobis
Puerta del Cielo, ruega por nosotros
Stella matutina, ora pro nobis
Estrella de la mañana, ruega por nosotros
Salux infirmorum, ora pro nobis
Salud de los enfermos, ruega por nosotros
Refugium peccatorum, ora pro nobis
Refugio de los pecadores, ruega por nosotros
Consolatrix afflictorum, ora pro nobis
Consuelo de los afligidos, ruega por nosotros
Auxilium christianorum, ora pro nobis
Auxilio de los cristianos, ruega por nosotros
Regina angelorum, ora pro nobis
Reina de los ángeles, ruega por nosotros
Regina patriarcarum, ora pro nobis
Reina de los patriarcas, ruega por nosotros
Regina profetarum, ora pro nobis
Reina de los profetas, ruega por nosotros
Regina apostolorum, ora pro nobis
Reina de los apóstoles, ruega por nosotros
Regina martirum, ora pro nobis
Reina de los mártires, ruega por nosotros
Regina confessorum, ora pro nobis
Reina de los confesores, ruega por nosotros
Regina virginum, ora pro nobis
Reina de las vírgenes, ruega por nosotros
Regina sanctorum omnium, ora pro nobis
Reina de todos los santos, ruega por nosotros
Regina sine labe originale concepta, ora pro nobis
Reina concebida sin pecado original, ruega por nosotros
Regina in coelum assumpta, ora pro nobis
Reina asumpta al cielo, ruega por nosotros
Regina Sacratissimi Rosarii, ora pro nobis
Reina del Santísimo Rosario, ruega por nosotros
Regina familiarum, ora pro nobis
Reina de las familias, ruega por nosotros
Regina pacis, ora pro nobis
Reina de la paz, ruega por nosotros
Regina Mundi, ora pro nobis
Reina del mundo, ruega por nosotros
Agnus Dei, qui tollis peccata mundi, parce nobis, Domine
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, perdónanos Señor
Agnus Dei qui tollis peccata mundi, exaudi nos, Domine
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, escúchanos Señor
  Agnus Dei, qui tollis peccata mundi, miserere nobis
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten misericordia de nosotros
Las letanías se concluyen con las siguientes oraciones:
Texto en latín
Texto en español
Sub tumm praesidium configimus, Sancta Dei Genetrix: nostras deprecationes ne despicias in necesitatibus, sed a periculis cunctis liber nos semper, Virgo gloriosa et benedicta.
Nos acogemos bajo tu protección, Santa Madre de Dios: no desprecies las súplicas que te dirigimos en nuestra necesidad, antes bien sálvanos siempre de todos los peligros, Virgen gloriosa y bendita.
Ora pro nobis, Sancta Dei Genetris: Ut digni efficiamur promissionibus Christi.
Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios: para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo.
Oremus: Gratiam tuam quaesemus, Domine, mentibus nostris infude: ut, qui Angelo nuntiante, Christi Filii tui encarnationem cognovimus, per Passionem eius et Crucem ad resurrectionis gloriam perducamur. Per eundem Christum Dominum nostrum. Amen.
Oremos: Te suplicamos, Señor, que derrames tu gracia en nuestras almas, para que los que, por el anuncio del Ángel, hemos conocido la Encarnación de tu Hijo Jesucristo, por su Pasión y Cruz seamos llevados a la gloria de su Resurrección. Por el mismo Jesucristo Nuestro Señor. Amén.



LAS LETANÍAS LAURETANAS:
ORIGEN, ESTRUCTURA Y SIGNIFICACIÓN

Por Ramón de la Campa Carmona

Definición y significación de letanía

En la tradición cristiana se llama letanía a una plegaria responsorial, usada en los servicios litúrgicos públicos y en el marco de la devoción privada, que consiste en una serie de peticiones o invocaciones agrupadas en torno al mismo sujeto o tema sagrado a las cuales se contesta con una respuesta normalmente invariable, como kyrie eleison, miserere nobis u ora pro nobis, que van dirigidas a Dios, a María o a los santos.

Esta fórmula oracional tiene un importante trasfondo psicológico. Cuando hablamos de alguien que realmente apreciamos gustamos de enumerar sus buenas cualidades y excelencias. Cuando verdaderamente amamos y admiramos a una persona tenemos necesidad de contar a los demás las cosas maravillosas de ella. Ésta es, ni más ni menos, la idea básica que subyace en las letanías.

Al margen de usos paganos, podemos rastrearla en la Escritura, como en el Salmo CXXXV, en el que a cada motivo de alabanza a Dios por sus maravillas se añade la respuesta:“porque es eterna su misericordia”, o en el Cántico de los tres mancebos en el horno (DanielIII, 52-88), en el que a cada invitación a la creación a bendecir a Dios se responde: “a Él gloria y alabanza por los siglos”.

Un origen judío positivo de la oración litánica cristiana ha de buscarse en el Shemoneh Esrehdel culto sinagogal, las dieciocho bendiciones en las que se enumeraba las diferentes categorías sociales de personas y de intenciones por las cuales se oraba. Influencia de este rito parece implícita en las siguientes palabras de San Pablo: “ante todo te ruego que se hagan peticiones, oraciones, súplicas y acciones de gracias por todos los hombres, por los reyes y por todos los constituidos en dignidad, a fin de que gocemos de vida tranquila y quieta con toda piedad y dignidad. Esto es bueno y grato ante Dios, nuestro Salvador” (I Timoteo II, 1-3).

Normalmente las de nuestra tradición occidental católica siguen el mismo modelo o patrón. Empiezan con el trisagio o Kyrie eleison. Esta aclamación o invocación litúrgica, que se encuentra en los profetas (como en Isaías XXXIII, 2 o Baruch III) y en el Evangelio (MateoXV, 22; XX, 30, o Lucas XVII, 13), es la utilizada por los enfermos, desgraciados o menesterosos para implorar la misericordia del Señor, siendo adoptada por las primitivas comunidades cristianas. Es tan antigua y venerable que se ha conservado en griego aún en los ritos latinos, la lengua primitiva de la liturgia hasta el siglo III.

A continuación, se invoca a las tres Personas de la Trinidad pidiéndoles misericordia, y siguen las invocaciones, que componen el cuerpo central de la letanía, rogando al que esta oración va dirigida, describiéndolo de diversos modos en orden a cantar su excelencia y ejemplaridad. A cada invocación se responde con una misma respuesta, que otorga el carácter responsorial a esta plegaria; si va dirigida a Dios suele ser miserere nobis y si a la Virgen o los santos, ora pro nobis.

A veces, en las letanías más solemnes y en las dirigidas a Dios, se introduce una serie de peticiones después de las invocaciones, trayendo a colación las maravillas de la salvación, a las que se suele responder te rogamus audi nos, y pidiendo el auxilio divino ante peligros físicos o espirituales, normalmente con la respuesta libera nos Domine.

Después de las invocaciones y peticiones, a modo de conclusión, se añaden tres invocaciones al Agnus Dei, seguidas de un versículo como qui tollis peccata mundi con una respuesta colectiva, finalizando con una oración colecta presidencial que recoge los principales sentimientos desarrollados en la letanía.

Este tipo de oración está destinado para la petición o súplica, sobre todo en tiempos de públicas calamidades o en momentos de especial importancia: bautismo, ordenación sacerdotal, consagración de un templo… No olvidemos que etimológicamente la palabraletanía procede del griego litáneia, que significa “oración de súplica”, del verbo litaneúo, “pedir con encarecimiento, implorar, suplicar, conjurar”.
Origen y difusión de las letanías

La reiterativa repetición del Kyrie eleison fue probablemente la fórmula litánica original, pues se puede rastrear su uso en Oriente y en Occidente desde muy temprano. Entre los griegos se encuentra documentado el uso de letanías en San Juan Crisóstomo (+407), Eustracio (siglo VI), Simeón de Tesalónica (d. 1429) y Codino (siglo XV), y se especializó en una plegaria procesional, un modo de oración conectado con las procesiones, hasta denominar la procesión misma, como encontramos en Malalas (siglo IX), Jorge Cedreno (siglo XI) y Miguel Glycas (siglo XII).

Letanías con la invocación de los santos ya se empleaban en tiempos de San Gregorio Taumaturgo (+ post 270) y de San Basilio el Grande (+379), ignorándose cuándo o por quién fueron compuestas. El texto más antiguo conservado de invocación colectiva de bienaventurados es uno griego de Asia Menor del año 400 aproximadamente.

En el V Concilio de Constantinopla, celebrado en el 536, se sancionó el uso de cantarlas en la procesión menor de los ceroferarios, coristas, diáconos y sacerdotes por el nártex, costumbre que todavía hoy perdura al acabar las grandes vísperas antes de las fiestas del Señor y en los entierros, y recibe el nombre de ectene o letanía del diácono. Es esencialmente la plegaria por toda la Iglesia encontrada en todas las antiguas liturgias orientales. A las invocaciones del diácono la asamblea responde Kyrie eleison. Se distingue de la letanía de la misa por las invocaciones a la Virgen y a los santos y por la más frecuente repetición del Kyrie eleison.

En los ritos orientales podemos encontrar otras muchas letanías en uso en la actualidad. En la liturgia eucarística, hacia el fin de la liturgia de la Palabra, el diácono invita a la plegaria: él formula las peticiones a las que se responde Kyrie eleison; cuando los catecúmenos han partido, el diácono invita a los fieles a la oración por la paz y prosperidad del mundo, por la Santa, Católica y Apostólica Iglesia, por los obispos y sacerdotes, por los enfermos, por los que se han extraviado, etc., respondiéndose a cada súplica: Kyrie eleison, Te rogamos Señor, Escúchanos Señor, etc.

En la Misa Romana, en 1969, se ha restaurado esta oración responsorial con el título deOración Universal u Oración de los Fieles, que sólo se había conservado en los Oficios del Viernes Santo. Los Kyries con que concluye el acto penitencial son también restos de una letanía. En el Rito Ambrosiano de Milán, los domingos de cuaresma se recitan dos letanías en lugar del Gloria in excelsis.

En Occidente, el I Sínodo de Orleáns (511) prescribe para toda la Galia las letanías para los tres días precedentes a la Ascensión. En el Sínodo de Gerunda del 517 se proveen dos triduos de letanías: uno (de jueves a sábado), en la semana posterior a Pentecostés con ayuno, y otro, desde el uno de noviembre.

En la misma área galicana, el II Concilio de Vaison del 529, formado por doce obispos, se decretó por primera vez: “sea observada esa bella costumbre de todas las provincias del Este y de Italia de cantar con gran efecto y compunción el Kyrie eleison en la Misa, en los Maitines y en las Vísperas, porque es un canto tan dulce y agradable que aunque continuara día y noche sin interrupción, nunca produciría disgusto o hastío”.

El Sínodo de París del 573 ordenó letanías al principio de la cuaresma, y el V Concilio de Toledo en el 636 decretó que fueran observadas en el reino visigodo durante tres días desde el catorce de diciembre.

La primera mención referente a la Iglesia de Roma se remonta al 555, al pontificado de Pelagio I, pero implica que se refería a una práctica ya establecida anteriormente. El número de repeticiones y de invocaciones dependía originariamente del celebrante. Esta letanía estaba prescrita en el Breviario Romano preconciliar como Preces Feriales y en el Breviario Monástico para cada Hora (Regla de San Benito IX, 17). Como el Kyrie y otras peticiones eran pronunciadas una sola vez o con más frecuencia, las letanías se denominaban: planæ, ternæ,quinæ, septenæ.

La Letanía de los Santos es la más antigua conservada, que se documenta, por supuesto no en la misma forma que conocemos, en el siglo IV. Su estructura básica actual en dos partes (invocaciones a Dios, a la Virgen y a los santos y peticiones específicas: deprecaciones, intercesiones, súplicas) parece datar del siglo VII, incrementándose la lista de personajes enumerados a partir del siglo VIII. En 1601 el historiador Cardenal Baronio registró ochenta formas en uso.

Las seis Grandes Letanías aprobadas para la pública recitación, impresas en el Enchiridion de Indulgencias, son la citada de los Santos, la Lauretana (1587), las del Santísimo Nombre de Jesús (1886), la del Sagrado Corazón (1891), las de San José (compuestas por el Cardenal Alejo María Lépicier a petición del Papa San Pío X Sarto y aprobadas en 1909), y la de la Preciosa Sangre (1960).


Letanías y procesiones

Cuando empezaron a desarrollarse manifestaciones públicas de devoción, una vez garantizada la paz a la Iglesia en el siglo IV, empiezan a menudear las procesiones, sobre todo en los días que los paganos consideraban sagrados, haciéndose muy populares en la Edad Media. Estas procesiones se llamaban letanías, por su uso imprescindible, y en ellas se llevaban iconos y otros emblemas religiosos. En Roma, el Papa y todo el pueblo en Cuaresma y en las principales fiestas se trasladaba procesionalmente a una iglesia señalada: es el culto estacional.

Ocasiones extraordinarias eran las de las rogativas. En el 590, cuando una epidemia de peste asolaba Roma, provocada por una crecida del Río Tíber, el Papa San Gregorio I Magno organizó una letanía llamada Septiforme, también denominada Letanía Mayor, que no debe confundirse con la letanía septena de la Vigilia de Pascua. Quizás importó esta costumbre de las procesiones de rogativas de Bizancio, donde vivió unos años.

En la víspera del día señalado, exhortó al pueblo a una oración ferviente y estableció el orden que debía observar la procesión: el clero debía partir de San Giovanni Battista, los hombres de San Marcello al Corso, los monjes de Santi Giovanni e Paolo al Celio, las solteras de Santi Cosma e Damiano al Foro, las casadas de San Stefano Rotondo, las viudas de San Vitale, y los pobres y niños de Santa Cecilia al Trastevere, encontrándose todos en Santa María la Mayor.

A esto se añade la Letanía Mayor o Romana, que se celebraba el veinticinco de abril, festividad de San Marcos, día en que los paganos celebraban el festival de Robigalia, cuyo principal acto era la procesión, que partía de San Lorenzo in Lucina y se encaminaba a San Valentín Extramuros y después al Puente Milvio; de allí, en vez de volver por la camino claudiano, como los paganos hacían, giraba a la izquierda hacia el Vaticano, hacía estación en una cruz de la que no se conoce su ubicación exacta y entraba en la Basílica de San Pedro atravesando su atrio. En el 747 el Sínodo de Cloveshoe las ordenó al modo de la Iglesia Romana, y estos días son todavía conocidos en la Iglesia Anglicana como Días de Rogativas.

La Letanía Menor o Galicana, en los Días de Rogativas antes de la Ascensión, fue introducida en el 477 por San Mamerto, Obispo de Vienne, con motivo de los terremotos y otras calamidades que sucedían. Fue prescrita para la Galia Franca en el 511 por el Canon XXVIIdel Concilio de Orleáns. En Roma fue introducida por el Papa León III en el 799.

En el Rito Ambrosiano era celebrada lunes, miércoles y viernes después de la Ascensión. En la Península Ibérica existía una letanía similar desde el jueves al sábado de la octava de Pentecostés, otra, del uno al tres de noviembre, ordenada por el Concilio de Gerunda del 517, y una tercera en diciembre, prescrita por el Concilio de Toledo del 638. En Inglaterra la Letanía de los Días de Rogativas (Gang-Days) era practicada desde tiempos muy tempranos. En Alemania fue ordenada por el Sínodo de Maguncia en el 813.

La popularidad de las letanías por su uso procesional, difundido en Europa por los monjes irlandeses, hizo que surgieran muchas modalidades en la Edad Media: dirigidas al Padre, al Hijo, al Espíritu Santo, a la Preciosa Sangre, a la Santísima Virgen, a la Inmaculada Concepción, a cada uno de los santos honrados en los diferentes territorios, por los Ánimas del Purgatorio, etc.

En las liturgias protestantes se conservaron las letanías mayores con la omisión, como es natural, de las invocaciones a los santos y de las peticiones por el Papa y por los difuntos, aunque no gozaron de mucha simpatía, hasta que fueran rechazadas casi sin excepción donde el calvinismo tuvo mayor influencia que el luteranismo.


Algo de historia

Tienen su origen en las que cantaban los fieles en su peregrinación a la Casa de Loreto en el siglo XVI. En la Archidiócesis de Ancona, región de Las Marcas, era entonces el más importante santuario mariano italiano. Según la tradición, alberga la casa de Nazaret donde la Virgen recibió el anuncio de su maternidad divina y donde vivió la Sagrada Familia, que fue transportada milagrosamente el doce de mayo de 1291 hasta un pequeño poblado llamado Tersatto, en Croacia, y a Loreto la noche del nueve al diez de diciembre de 1294. Podemos documentar el uso de letanías marianas en Loreto en los años 1531, 1547, 1554 y sucesivos. El Papa Paulo III Farnese (1534-1549) instituyó en este santuario mariano una schola de niños “ad laudes beatae Virginis decantandas”. El texto actual tiene como primer antecedente el recogido en un manuscrito de la Biblioteca Nacional de París de finales del siglo XII (Mss., Paris, Nat. Lat. 5267).

Originalmente su estructura era la siguiente: se comenzaba con las invocaciones procedentes de las Letanías de los Santos (Sancta Maria, Sancta Dei Genitrix, Sancta Virgo virginum), luego María es alabada como Mater, a continuación como Magistra, grupo de elogios desaparecido en la actual recensión, después como Virgo, y se añaden una serie de títulos simbólicos de raigambre bíblica, para terminar con la apoteosis de María como Regina.

Las adiciones, omisiones y los cambios del texto original han alterado la formulación primitiva y han oscurecido en gran medida las conexiones lógicas y poéticas del esquema original. Los diversos títulos provienen de textos litúrgicos y autores eclesiásticos, pudiéndonos remontar al himno Akáthistos de la tradición oriental (siglo IV), que fue traducido por primera vez al latín en Venecia en torno al año 800.

Aunque durante el siglo XVII fueron materia de sermones y escritos ascéticos, hay una gran laguna de documentación concerniente al origen, crecimiento y desarrollo de las Letanías Lauretanas en la forma que hoy las conocemos. Algunos eruditos declararon honradamente que nada sabían de su origen e historia; otros, en cambio, las remontaban a la traslación de la Santa Casa (1204); otros las retrotraían al Papa Sergio I (687), al Papa San Gregorio I Magno (590), o, incluso, a los tiempos más tempranos de la Iglesia.

La primera edición de este texto de las Letanías consideradas como “Loretanas” se halla en un libro de oraciones impreso en Dilligen en 1558. A partir de 1572 se suceden las ediciones en los textos relacionados con la Santa Casa. Aunque San Pío V Ghislieri, en su reforma postridentina de los libros litúrgicos, por Motu proprio Superni Omnipotentis de veinte de marzo de 1571, publicado en cinco de abril, las suprimió al desaprobar todos los formularios de Oficios de la Virgen existentes y sustituirlos por uno oficial, en el que no aparecían, se siguieron usando.

Para la costumbre de cantar las letanías en honor de la Virgen los sábados, se elaboró en Loreto un nuevo texto, inspirado directamente en los textos de las Escrituras aplicados a María en la liturgia de la Iglesia. Fueron musicalizadas por el franciscano conventual Costanzo Porta (+1601), Maestro de Coro de la Basílica Lauretana, publicadas en Venecia en 1575. Es la primera noticia de unas letanías marianas puestas en música. Al año siguiente, 1576, estas letanías bíblicas fueron publicadas en dos devocionarios diferentes para uso de peregrinos.

El cinco de febrero de 1578 el Arcediano de Loreto Giulio Candiotti envió al Papa Gregorio XIII Boncompagni los Laudi o lettanie moderne della santísima Vergine, cavate dalla sacra Scrittura, con las partituras de Porta, para la extensión de su uso a San Pedro y a otras iglesias, a lo que éste contestó que, aunque eran dignas de alabanza, no consideraba oportuno introducirlas en Roma o en el uso de la Iglesia universal con la autoridad pontificia, después de haber sido suprimidas otras similares existentes en los viejos oficios parvos de la Virgen. Con todo, concluyó que la letanía debía ser cantada en Loreto como una devoción propia del santuario, y que si otros deseaban adoptarla podían hacerlo por el cauce de la devoción privada.

Habiendo fracasado esta tentativa de sanción oficial, estas letanías bíblicas empezaron a perder su vigencia y fueron una vez más rescatadas las Lauretanas, como se demuestra en el manual de peregrinos publicado por G. Angelita en el mismo 1578, en el que las bíblicas son omitidas y aparecen las otras con la denominación: Letanie che si cantano nella Santa Casa di Loreto ogni Sabbato et feste della Madonna. Eran cantadas, como dice el P. Orazio Turselino, por una Capilla de Cantores, con asistencia de los Capitulares y personas notables.

A pesar de todo esto, en una reedición de este manual en 1584 también se incluyen las letanías bíblicas, aunque en un segundo plano, con el título: Altre letanie che si cantano. Esto demuestra que por un tiempo estuvieron ambos formularios litánicos en uso. En ediciones siguientes del devocionario citado así como de otros, las letanías bíblicas aparecen con el lacónico título de Litaniae ex S. Scriptura depromptae, hasta desaparecer completamente en el siglo XVII.

Gracias a estos devocionarios las letanías lauretanas fueron de nuevo promocionadas, hasta alcanzar incluso Roma. Así el citado Gregorio XIII concedió indulgencias el uno de marzo de 1584 a los miembros de la Archicofradía del Rosario que asistían al canto de las Letanías los sábados y festividades marianas, y el Papa Sixto V Peretti, que tuvo una singular devoción a Loreto, por el Breve Reddituri de once de julio de 1587 dio una aprobación formal y recomendó el uso entre los fieles de estas letanías y de las del Santo Nombre de Jesús.

Su prestigio y difusión en el texto por nosotros conocido se consolidó a partir, sobre todo, del DecretoQuoniam multi de la Sagrada Congregación de la Inquisición de seis de septiembre de 1601, a través del cual el Papa Clemente VIII Aldobrandini prohibió todas las letanías, ante su proliferación –de las que se puede constatar que estaban en uso al menos sesenta formularios-, muchas de escasa calidad e incluso de ingenua heterodoxia, salvo las contenidas en los libros litúrgicos y las que se rezaban en Loreto, que se extendieron a toda la Iglesia Latina, reservándose la Santa Sede la adición de alguna invocación distinta a dicha letanía.

Urbano VIII Barberini, en 1631, por decreto de la Sagrada Congregación de Ritos volvió a sancionar el uso de las letanías lauretanas. Este decreto fue de rápida aplicación con dos excepciones: las Letanías Venecianas, que siguieron usándose en la Basílica Ducal de San Marcos hasta decaer su práctica con la caída de la República Veneciana en 1820, y las Letanías Peruanas, cuyo uso se dispone en 1592 y se indulgencia en la Bula De salute Dominici gregis del tres de diciembre de 1605 del Papa Paulo V Borghese.

En Roma las Letanías Lauretanas fueron introducidas en la Basílica Patriarcal de Santa María la Mayor por el Cardenal jesuita Francisco Toledo en 1597, y el Papa Paulo V Borghese ordenó en 1613 que fueran allí cantadas por la mañana y por la tarde los sábados y vigilias y fiestas de la Virgen. De aquí fueron extendiéndose a las demás iglesias romanas.

Los dominicos ordenaron en el Capítulo General de Bolonia de 1615 que fueran recitadas en todos los conventos de su Orden después del Oficio Divino los sábados, al final de la acostumbrada Salve Regina.

Como conclusión del Rosario se rezan al menos desde el primer tercio del siglo XVII, pues el Maestro General de la Orden de Predicadores, el P. Ricci, mandó que se añadieran la Salve Regina y las Letanías en 1626, y, sobre todo, desde que León XIII Pecci, en la Encíclica Supremi apostolatus de 1883, indicó que durante el mes de octubre, que a partir de entonces se consagró a esta práctica mariana, se rezase en las Parroquias el rosario “añadiendo las letanías lauretanas”.


Estructura y adiciones de las Letanías Lauretanas

Con respecto al texto primitivo, se detectan omisiones: tenían quince títulos más, tales como Nuestra Señora de la Humildad, Madre de la Merced, Templo del Espíritu Santo, Puerta de la Redención o Reina de los Discípulos. En el texto aprobado, eran cincuenta invocaciones, y aunque en 1631 un Decreto y en 1664 una bula del Papa Alejandro VII Chigi reiteraron la prohibición de añadir nuevas invocaciones, éstas fueron aumentando con autorización de la Santa Sede. Vamos a tratar sólo de las incorporadas para uso universal.

La invocación Auxilium christianorum se ha atribuido tradicionalmente al Papa San Pío V Ghislieri tras la Batalla de Lepanto (1571). Lo cierto es que es una variante de las letanías manuscritas por Fra Giovanni da Falerona en 1524, en que aparecen las invocaciones Advocata christianorum, Refugium desperatorum yAuxilium peccatorum, que cristalizarían en Refugium peccatorum y la antes citada, y que aparece ya en la edición de las lauretanas impresa en 1558.

La invocación Regina sacratissimi Rosarii aparece impresa en el Breviario Dominicano de 1614, y fue permitida a las Cofradías del Rosario por Decreto de la Sagrada Congregación de Ritos de 1675. Es notoria la vinculación de las Letanías al rezo del Santo Rosario, sobre todo a partir de la prescripción ya citada de añadir las Letanías en el rezo del mes de octubre, por lo que se extiende este título a la Iglesia universal por Decreto de la Sagrada Congregación de Ritos de diez de diciembre de 1883.

En el siglo XVII, muchas congregaciones religiosas pidieron introducir el título especial con que veneraban a la Virgen, lo que se les concedió. Tenemos el caso, por ejemplo, de los carmelitas el veinticuatro de julio de 1683.

No fueron ajenas las Letanías a la polémica concepcionista. Así, el Papa Clemente XIII Rezzonico, a petición del Rey Felipe IV, concedió para los dominios hispánicos la introducción del elogio Mater inmaculata después de Mater intemerata el doce de septiembre de 1767. Fue también concedida por el Papa Beato Pío IX Mastai-Ferretti al Obispo de Mechlin en 1846, hasta que, tras la definición dogmática de 1854, acabó por extenderse a toda la Iglesia.

En cuanto a la otra invocación inmaculista: Regina sine labe concepta, mucho más precisa, fue solicitada por muchos obispos bajo el pontificado de Gregorio XVI Cappellari, entre ellos todos los franceses, extendiéndose las concesiones de la Sagrada Congregación de Ritos entre 1839 y 1847. El Beato Pío IX citado, a partir de la citada definición dogmática inmaculista de 1854, extendió esta concesión a la Iglesia Universal en 1863. Igualmente, el Papa Pío XII Pacelli, después de la declaración dogmática asuncionista de 1950, añade la invocación: Regina in coelum assumpta.

El nombrado León XIII Pecci aprobó también la inserción de la invocación Mater boni consilii el veintidós de abril de 1903, que como Mater veri consilii estaba incluida en las Letanías Venecianas.

El Papa Benedicto XV della Chiesa, mediante una Carta al Cardenal Gasparri de cinco de mayo de 1917, en pleno fragor de la Guerra Europea, añadió Regina pacis para terminar las letanías.

La invocación Mater Ecclesiae fue introducida por el Papa Pablo VI Montini al término de la III Sesión del Concilio Vaticano II, concomitante con su discurso del veintiuno de noviembre de 1964, en el que proclamaba a María Madre de la Iglesia, título ratificado por el Papa Juan Pablo II Wojtyla en 1980.

La más reciente incorporación fue el treinta y uno de diciembre de 1995, en que el citado Juan Pablo II le añadió, con motivo del Año de la Familia, la invocación Regina familiae, como la penúltima.

Las Letanías Lauretanas están estructuradas en su versión definitiva de la siguiente manera:

a) Invocaciones a la Santísima Trinidad, comunes a todas las letanías.

b) Santidad de María: las tres invocaciones introductorias subrayan la santidad de María como persona (Santa María), en su papel de Madre de Dios (Santa Madre de Dios) y en su vocación a la virginidad (Santa Virgen de las Vírgenes).

c) Maternidad de María: doce invocaciones atienden a destacar las varias facetas de María como Madre; algunas hacen referencia a sobre quien ejerce la maternidad (al principio de la serie: Madre de Cristo, Madre de la Iglesia, Madre de la Divina Gracia y al final: Madre del Creador, Madre del Salvador), y otras, las intermedias, caracterizan por medio de adjetivos la maternidad de María, que causa admiración (Madre purísima, Madre castísima, Madre virginal, Madre sin corrupción, Madre amable, Madre admirable,Madre del buen consejo).

d) Virginidad de María: estas seis invocaciones no solamente exaltan el valor de la entrega de su virginidad (Virgen prudentísima, Virgen digna de veneración, Virgen digna de alabanza), sino también su eficacia salvadora (Virgen poderosa, Virgen clemente, Virgen fiel).

e) Símbolos de María: son trece invocaciones, generalmente inspiradas en el Antiguo Testamento y aplicadas a la Virgen para resaltar sus virtudes y su eminente papel en la Historia de la Salvación (Espejo de justicia, Trono de sabiduría, Causa de nuestra alegría, Vaso espiritual, Vaso venerable, Vaso insigne de devoción, Rosa mística, Torre de David, Torre de Marfil, Casa de Oro, Arca de la Alianza, Puerta del Cielo,Estrella de la Mañana).

f) Intercesión de María: es un grupo de cuatro invocaciones que alaban la misión de María como abogada en lo espiritual y en lo temporal de la humanidad (Salud de los enfermos, Refugio de los pecadores, Consoladora de los Afligidos, Auxilio de los cristianos).

g) Realeza de María: la última serie está compuesta de trece invocaciones referidas a María como Reina por su maternidad divina y por su papel de Nueva Eva, enfatizando las ocho primeras su lugar eminente sobre toda la creación y las últimas cinco la personal ejemplaridad de la Virgen (Reina de los Ángeles,Reina de los Patriarcas, Reina de los Profetas, Reina de los Apóstoles, Reina de los Mártires, Reina de losConfesores, Reina de las Vírgenes, Reina de todos los Santos, Reina concebida sin pecado original, Reina Asunta al Cielo, Reina del Santísimo Rosario, Reina de las Familias, Reina de la Paz).

h) Preces finales: Son las acostumbradas en todas las preces litánicas: los tres Agnus Dei, el Ora pro nobis Sancta Dei Genitrix y la oración conclusiva, en este caso mariana.


Una devoción vigente

Terminemos, a modo de conclusión, con las palabras del Directorio sobre la Piedad Popular y la Liturgia. Principios y orientaciones, publicado en el 2002 por la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, que en el nº 203 dice lo siguiente sobre las letanías marianas:

“Entre las formas de oración a la Virgen, recomendadas por el Magisterio, están las Letanías. Consisten en una prolongada serie de invocaciones dirigidas a la Virgen, que, al sucederse una a otra de manera uniforme, crean un flujo de oración caracterizado por una insistente alabanza-súplica. Las invocaciones, generalmente muy breves, constan de dos partes: la primera de alabanza (‘Virgo Clemens’), la segunda de súplica (‘ora pro nobis’).

En los libros litúrgicos del Rito Romano hay dos formularios de letanías: Las Letanías lauretanas, por las que los Romanos Pontífices han mostrado siempre su estima; las Letanías para el rito de coronación de una imagen de la Virgen María, que en algunas ocasiones pueden constituir una alternativa válida al formulario lauretano.

No sería útil, desde el punto de vista pastoral, una proliferación de formularios de letanías; por otra parte, una limitación excesiva no tendría suficientemente en cuenta las riquezas de algunas Iglesias locales o familias religiosas. Por ello, la Congregación para el Culto Divino ha exhortado a ‘tomar en consideración otros formularios antiguos o nuevos en uso en las Iglesias locales o Institutos religiosos, que resulten notables por su solidez estructural y la belleza de sus invocaciones’. Esta exhortación se refiere, evidentemente, a ámbitos locales o comunitarios bien precisos.

Como consecuencia de la prescripción del Papa León XIII de concluir, durante el mes de Octubre, la recitación del Rosario con el canto de las Letanías lauretanas, se creó en muchos fieles la convicción errónea de que las Letanías eran como una especie de apéndice del Rosario. En realidad, las Letanías son un acto de culto por sí mismas: pueden ser el elemento fundamental de un homenaje a la Virgen, pueden ser un canto procesional, formar parte de una celebración de la Palabra de Dios o de otras estructuras cultuales”.


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FUENTE: liturgia.mforos.com

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