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UN LLAMAMIENTO AL AMOR, Sor Joséfa Menéndez


CLARIDADES EN LA TEMPESTAD
Del 16 de Abril al 8 de Julio de 1922


--"Mírame...y deja que te mire...eso nos basta".


--"No es mas feliz el que nunca ha necesitado perdón, sino más bien el que ha tenido que humillarse muchas veces".


--"Dónde está tu fe? Has de saber que si permito seas juguete del diablo, no es más que para demostrar claramente los planes de mi Corazón sobre ti".


--"Escucha lo que te digo, Josefa, y ya te lo he dicho otra vez, me quiero valer de ti como instrumento de mi misericordia para con las almas. Pero si tú no te abandonas completamente a mi Voluntad, ¿qué quieres que haga? ¡Son tantas las almas que necesitan perdón! Por esto, mi Corazón busca víctimas que le ayuden a reparar los ultrajes del mundo y, por su medio, derramar su misericordia.
¿Qué te importa todo lo demás si estoy contigo para sostenerte? Yo no te dejo. ¿Qué mas puedes pedir...?



Sábado, 22 de Abril. Durante la Misa vino, muy hermoso. Renové los votos, y creo que le agradó, porque su Corazón se inflamó de modo que se veían arder las llamas.

Josefa le habla de las almas que le piden sufragios y de la pena y ansiedad que sus confidencias le causan. Jesús la tranquiliza bondadoso y le deja entrever las gracias de salvación compradas con el precio de sus dolores:
--"Si te comunico estas cosas, es para que no retrocedas ante ningún sacrificio. No lo dudes: lo que más te hace sufrir es lo que más me consuela. Y cuando menos te lo figuras, es cuando acercas más almas a mi Corazón".

Y al decirle ella confiadamente cuán agotada y sin fuerzas la han dejado las pruebas de esta última temporada:
--"No necesito fuerzas, lo único que necesito es tu abandono. La verdadera fortaleza está en mi Corazón. Quédate en paz...No olvides que es la misericordia y el amor lo que obra en ti".



Luego le pregunté qué podíamos hacer para convertir un pecador que da mucho escándalo y que habían encomendado a nuestras oraciones.
--"Hay que poner mi Corazón entre este pecador y mi Eterno Padre. Mi Corazón se apiadará de el y aplacará la ira divina. Adiós, Josefa; consuélame con tu amor y con tu abandono".



--"Deseo tanto venir a ti, Josefa...  ¡Y tú me niegas la entrada!"
Se refería a la comunión que Josefa había dejado turbada por las obsesiones del enemigo. Pasada de pena, ella le cuenta sus temores y su flaqueza:
--"¿No sabes que el demonio puede atormentarte pero no puede dañarte?  ¿Quién es más poderoso, él o Yo?"



--"No puedes figurarte cómo agrada a mi Corazón perdonar faltas que son de pura fragilidad. Está tranquila. Porque eres así de frágil, he fijado en ti mis ojos".



Cuando le ve tan bueno, tan lleno de condescendencia, Josefa se enardece y se atreve a expresar su más vivo deseo: que nada le impida acudir a los ejercicios de la vida común...
--"Te tomo cuando quiero --contesta el Señor--.  A quién crees que agrada más la vida común, ¿a ti o a Mí?"














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