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SEXUALIDAD - (El cuerpo no es para ser esclavo de las pasiones) -


Sinopsis: 

El sexo no existe en nosotros para que nos rindamos al placer, ni para que lo veamos como un fin en sí mismo, convirtiéndonos en verdaderos paganos adoradores de lo pasajero.

Rev. 18 de febrero de 2008

El cuerpo de las personas no es para ser el esclavo de las pasiones, sino para el servicio de Dios.

"¿No saben que su cuerpo es templo del Espíritu Santo que han recibido de Dios y que está en ustedes? Ya no se pertenecen a sí mismos. Ustedes han sido comprados a un precio muy alto; procuren, pues, que sus cuerpos sirvan a la gloria de Dios." (1 Co 6, 19-20)

Eso es exactamente lo contrario a lo que proponen los adeptos de los "derechos sexuales y reproductivos", por eso no se puede ser cristiano y fiel de esa religión laica al mismo tiempo, pues es tratar de servir a dos amos ( Jos 24, 15; Lc 16, 13). Dios no quiere ni lujuria ni desenfreno. Un gran teólogo del siglo XX escribió:

"La experiencia y la tradición son muy firmes en esto: es imposible tener una vida espiritual seria si se concede al cuerpo todo lo que reclama" (CONGAR, Yves. Sobre el Espíritu Santo, Editorial Sígueme, Salamanca, 2003, página 55)


Enseña la Iglesia:


"9. La persona es, sin duda, capaz de un tipo de amor superior: no el de concupiscencia, que sólo ve objetos con los cuales satisfacer sus propios apetitos, sino el de amistad y entrega, capaz de conocer y amar a las personas por sí mismas. Un amor capaz de generosidad, a semejanza del amor de Dios: se ama al otro porque se le reconoce como digno de ser amado. Un amor que genera la comunión entre personas, ya que cada uno considera el bien del otro como propio. Es el don de sí hecho a quien se ama, en lo que se descubre, y se actualiza la propia bondad, mediante la comunión de personas y donde se aprende el valor de amar y ser amado." (SEXUALIDAD HUMANA: VERDAD Y SIGNIFICADO Orientaciones educativas en familia, PONTIFICIO CONSEJO PARA LA FAMILIA)



El mandato es:

"...nada de lujuria ni desenfreno... al contrario, revestíos de Jesucristo, el Señor, y no busqueis satisfacer los bajos instintos" (Rm 13, 13)

No lo dudes, la carne conduce a la muerte.

"No se engañen, nadie se burla de Dios: al final cada uno cosechará lo que ha sembrado. El que siembra en la carne, y en la propia, cosechará de la carne corrupción y muerte. El que siembra en el espíritu, cosechará del espíritu la vida eterna." (Gal 6, 7-8)


DEBES eliminar la lujuria de tu vida: "El cuerpo no es para la lujuria, sino para el Señor, y el Señor, para el cuerpo" (1 Co 6, 13). "Huid de la lujuria" dice más adelante (1 Co 6, 18)

"Por tanto, hagan morir en ustedes lo que es “terrenal”, es decir, libertinaje, impureza, pasión desordenada, malos deseos y el amor al dinero, que es una manera de servir a los ídolos. Tales cosas atraen los castigos de Dios." (Col 3, 5)


La Biblia no prohibe el placer sexual, sino el desenfreno.

Si crees en Jesús no proclames la "realización de los derechos sexuales", porque "la voluntad de Dios es que se hagan santos y que rehúyan la libertad sexual" (1 Te 4, 3).

"Porque ten
ed entendido que ningún lujurioso, impuro o avaro -que es lo mismo que un idólatra- ha de heredar el Reino de Cristo y de Dios." (Ef 5, 5)

¿Es que tienes dudas de que el Señor te quiere completo? ¡Evita hasta los malos pensamientos, no te resistas a Jesús! (Mt 5, 28).

"El que cree en el Hijo tiene vida eterna; el que resiste al Hijo, no verá la vida, sino que la ira de Dios permanece sobre él" (Jn 3, 36).

Los medios de comunicación no hacen sino vender la idea de que el sexo libre es un valor, destruyendo la dignidad del cuerpo y conduciendo a la caída a los jóvenes cuyos padres dejan la educación en manos del colegio y de la televisión (Mt 18, 7). La vida según la carne es causa de perdición (Rm 8, 13), la verdadera vida está en otra parte, pues el cuerpo es santuario del Espíritu Santo (1Co 6, 19-20).

Dice el libro del Eclesiástico:

"La pasión que quema como un fuego ardiente no se apagará antes de ser satisfecha. El hombre que comete la impureza en su cuerpo no se detendrá hasta que ese fuego lo devore. Para el hombre impúdico cualquier satisfacción es buena, no se calmará hasta que muera." (Eclo 23, 1)

Ese es el problema de las pasiones. Llevan a que nos sometamos a ser devorados por ellas.

"Os exhorto, pues, hermanos, por la misericordia de Dios, que ofrezcáis vuestros cuerpos como una víctima viva, santa, agradable a Dios: tal será vuestro culto espiritual." (Rm 12, 1)


"Por tanto, destruid todo lo que hay de terrenal en vuestro cuerpo: la lujuria, la impureza, las pasiones, los apetitos desordenados y la avaricia que es una idolatría; acciones por las que sobreviene la ira divina sobre los rebeldes y que practicabais en vuestra vida pasada." (Col 3, 5-7)


Sobre la masturbación, por ejemplo, explica el catecismo:

"2352 Por masturbación se ha de entender la excitación voluntaria de los órganos genitales a fin de obtener un placer venéreo. "Tanto el Magisterio de la Iglesia, de acuerdo con una tradición constante, como el sentido moral de los fieles, han afirmado sin ninguna duda que la masturbación es un acto intrínseca y gravemente desordenado". "El uso deliberado de la facultad sexual fuera de las relaciones conyugales normales contradice a su finalidad, sea cual fuere el motivo que lo determine". Así, el goce sexual es buscado aquí al margen de "la relación sexual requerida por el orden moral; aquella relación que realiza el sentido íntegro de la mutua entrega y de la procreación humana en el contexto de un amor verdadero". Para emitir un juicio justo acerca de la responsabilidad moral de los sujetos y para orientar la acción pastoral, ha de tenerse en cuenta la inmadurez afectiva, la fuerza de los hábitos contraídos, el estado de angustia u otros factores psíquicos o sociales que reducen, e incluso anulan la culpabilidad moral."

Todo el mundo quiere tener una vida espiritual pero a su modo, y cree una sexualidad sin barreras no choca contra Dios, siendo que declaramos en el Padrenuestro que queremos hacer la voluntad de Dios y no la nuestra (Mt 6, 10). Los hijos de Dios son los que hacen su voluntad (Jn 9, 31), y ella es que que cada uno sepa poseer su cuerpo con santidad y honor (1 Ts 4, 4) y que debemos ser santos incluso en nuestros pensamientos (Mt 5, 28; 1 Pe 4, 18).

"¿No sabéis que vuestros cuerpos son miembros de Cristo? Y ¿había de tomar yo los miembros de Cristo para hacerlos miembros de prostituta? ¡De ningún modo!¿O no sabéis que quien se une a la prostituta se hace un solo cuerpo con ella? Pues está dicho: Los dos se harán una sola carne. Mas el que se une al Señor, se hace un solo espíritu con él.¡Huid de la fornicación! Todo pecado que comete el hombre queda fuera de su cuerpo; mas el que fornica, peca contra su propio cuerpo.¿O no sabéis que vuestro cuerpo es santuario del Espíritu Santo, que está en vosotros y habéis recibido de Dios, y que no os pertenecéis?¡Habéis sido bien comprados! Glorificad, por tanto, a Dios en vuestro cuerpo." (1 Co 6, 15-20)

El Señor nos ha entregado muchas cosas, todas ellas para avanzar hacia El y hacernos dignos de contemplar Su Rostro, lo que significa vernos a cara con el Señor, lo que es imposible si no estamos vestidos con plena dignidad para Quien Todo lo Ve, ¿un alma manchada puede acercarse al Señor? ¡Claro que no! No tengamos dudas: estamos llamados a ser santos.

"Como hijos obedientes, no os amoldéis a las apetencias de antes, del tiempo de vuestra ignorancia, más bien, así como el que os ha llamado es santo, así también vosotros sed santos en toda vuestra conducta, como dice la Escritura: Seréis santos, porque santo soy yo." (1 Pe 1, 14-26)


FUENTE: buscadoresdelreino.com

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