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DOCE CONSEJOS PARA UN BUEN FORMADOR DE RELIGIOSOS Y CONSAGRADOS




Por Marta Jiménez

VATICANO, 14 Abr. 15

La Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica ofrece doce consejos a los formadores para que puedan guiar de manera eficaz a las nuevas vocaciones que responden al llamado a la vida consagrada.

Estos consejos fueron enumerados por el Cardenal João Braz de Aviz, Prefecto de la Congregación vaticana, al concluir el Congreso Internacional sobre la Vida Consagrada que reunió del 7 al 11 de abril en Roma a 1.400 religiosas y religiosos de todo el mundo expertos en la formación.

Las siguientes orientaciones pretenden ordenar de modo jerárquico una serie de consejos pedagógico-espirituales para ayudar a los formadores y sirven como resumen de los talleres y laboratorios celebrados durante el congreso:

1.- En primer lugar, el Vaticano anima a “ser formadores beatos, contentos de poder prestar este servicio. Y hacer notar la alegría para transmitirla a los jóvenes”.

2.- En segundo lugar, es importante “dar atención a las formaciones del corazón, no solo a los comportamientos, recordando tanto que ‘cor ad cor loquitur’, el corazón habla del corazón. Es la pasión por Jesús la que los hace formadores”.

3.- “No presuman de ustedes mismos, cuiden de su formación continua, estén disponibles a aprender cada día el arte de formar los corazones: aprendan de Jesús y de su pedagogía, pero también de sus jóvenes, sus errores y la vida”, animan.

4.- “No olviden que es el Padre quien forma en todos los jóvenes la personalidad de Hijo por la potencia del Espíritu: Sean mediadores de esta acción trinitaria”.

5.- En quinto lugar, el dicasterio vaticano anima a “ser formadores a tiemplo completo y dar lo mejor de ustedes mismos. El Señor es quien les confía a los jóvenes que acompañan como realidad preciosa a sus ojos, y que debe convertirse en tal también a sus ojos”.

6.- “Tengan un corazón grande para acoger a quienes el Padre les confía desde cualquier parte del mundo. Valoricen a cada persona para que la comunidad formadora sea expresión de la única fe y del mismo carisma, en la variedad de las culturas y de las riquezas de cada uno”.

7.- La Santa Sede invita a “formar a los jóvenes a tener un corazón enamorado de Dios y apasionado por el hombre, ciudadanos del mundo en diálogo con cada cultura, jóvenes ricos de misericordia para los 'sin dignidad', que aprenden a buscar a Dios en las periferias de la existencia, libres de dejarse formar de la vida para toda la vida”.

8.- “No pretendan nada de ellos que no se haya vivido a hayan puesto en práctica. Sin imponer pesos imposibles y motivando siempre cada petición con la ley de la libertad de los hijos de Dios, la ley del amor”, aconsejan.

9.- “Dediquen su tiempo a encuentros regulares con el grupo o sobre todo con quienes están solos. El instrumento por excelencia de la acción educativa es la relación interpersonal entre formadores y formados”.

10.- Los responsables recuerdan que “el equipo formativo, sobre todo en las numerosas comunidades educativas, debe expresar las competencias pedagógicas, en el respeto de los papeles específicos, en el compartir del mismo modelo formativo y en la convergencia hacia el bien de los jóvenes. La formación de los formadores es una precisa e inderogable responsabilidad de los superiores con ustedes como promotores de la auténtica cultura de la formación continua”.

11.- “No tengan miedo de acompañar al joven y a la joven a descubrirse a sí mismos y su propia verdad, con las propias debilidades, pero hagan sentir en estos momentos su cercanía como sacramento del amor del Padre, que sana y perdona. De manera particular hagan notar su cercanía a quienes por cualquier motivo abandonan el camino formativo”, animan.

12.- Por último, invitan a “no tener miedo, en especial de acompañar a sus jóvenes a través de la vía de la Pascua de Jesús. A esto debe mirar cada camino formativo para toda la vida en compañía de María, discípula y Madre a los pies de la cruz”.

“Queridos formadores y formadoras, la Iglesia los ama, aprecia y reza por ustedes. Sin su servicio, la vida consagrada no podría existir o tendría un futuro incierto. Sin su paciencia y su discernimiento, el pueblo de Dios está en riesgo de no ver más la vida luminosa capaz de hacer brillar, en un mundo que pasa, el mundo definitivo transfigurado de las Bienaventuranzas”, concluye el Cardenal de Aviz.


FUENTE: www.aciprensa.com

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