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MARÍA SANTÍSIMA ES MADRE DE LA IGLESIA




El título de Madre de la Iglesia expresa una verdadera maternidad eclesial y es consecuencia del hecho mismo de la Encarnación.

María es Madre de la Iglesia. Titulo tan familiar entre los cristianos. Pero ¿cuándo fue proclamado?, ¿cuál es su significado?, ¿qué consecuencias tiene para la vida de la Iglesia y de los fieles?


PROCLAMACIÓN DE ESTE GLORIOSO TÍTULO

El título de María, como Madre de la iglesia, ha sido proclamado solemnemente el 21 de noviembre de 1964 por el Papa Pablo VI en los siguientes términos:

“… así, pues, para gloria de la Virgen y consuelo nuestro, Nos proclamamos a María Santísima Madre de la Iglesia, es decir, Madre de todo el Pueblo de Dios, tanto de los fieles como de los Pastores, que la llaman Madre amorosa; y queremos que de ahora en adelante sea honrada e invocada por todo el pueblo cristiano con este gratísimo título" (A.A.S. 56 (1964) 1015).

Con anterioridad, el Papa Pío XII ya se expresaba sobre este particular en su Enc. Mystici Corporis, año 1943 (cfr. DZ.2291); y recientemente S.S. Juan Pablo II vuelve sobre el tema, en su Enc. Redemptoris Mater (1987, nn.42,47 y passim).



SIGNIFICADO DOCTRINAL


El título de Madre de la Iglesia

El título de Madre de la Iglesia expresa una verdadera maternidad eclesial y es consecuencia del hecho mismo de la Encarnación. En efecto, si por la Encarnación se crea una unión vital entre Cristo y los fieles, por el mismo motivo se crea una unión vital entre María y la Iglesia. La razón de ello radica en que la Iglesia es el Cuerpo Místico de Cristo; la Cabeza es Cristo, y su cuerpo son los fieles, miembros de la Iglesia.

María, por ser Madre de Cristo?Cabeza, es también Madre de todo el Cuerpo, en virtud de que ese Cuerpo forma una Persona Mística con el Cristo único, el Hijo de María. En resumen, María por ser Madre de Cristo es, a la vez, Madre de los miembros del Cuerpo Místico que es la Iglesia.

Como decía San León Magno: "Natalis Capitis, natalis corpo ris". Así pues, el fundamento de esta título se desprende de la unión hipostática como gracia capital (cfr. Anastasio Grana dos, El misterio de la Iglesia en el Concilio Vaticano II, Patmos, n.122, Madrid, 1965, pp.490 ss).


La Iglesia como casa o familia de Dios

Para comprender mejor este nuevo título de María, den tro de los diversos nombres que se utilizan para describir la naturaleza de la Iglesia, la expresión Casa de Dios (cfr. Cone. Vat. II, Const. dogm. Lumen gentium, n.6), resulta particular mente apta.

Así, la Iglesia es contemplada como "Casa de Dios"" (1 Tim. 3.15) donde habita la "familia" de Dios, "habitación de Dios en el espíritu" (Ef. 2,19.22). Toda familia tiene una madre, y en la familia de los hijos de Dios esa Madre es María, de ahí que con propiedad pueda llamarse "Madre de la Iglesia".

En una familia la madre tiene tres cometidos:

a) es esposa de su esposo;

b) es madre de sus hijos y,

c) es la que cuida de todos los que de una manera u otra pertenecen a la familia.

En la Virgen Madre se dan cumplidamente estos tres aspectos:

a) es Esposa del Espíritu Santo, Vivificador de la Iglesia;

b) es Madre de Cristo y, por ello, es Madre espiritual de todos los cristianos y,

c) con cariño maternal cuida de todo y de todos sus hijos (cfr. Anastasio Granados, o.c., p.492).



CONSECUENCIAS PARA LA VIDA DE LA IGLESIA Y DE LOS FIELES

María es tipo y modelo de la Iglesia

María Santísima es tipo de la Iglesia en el orden de la fe, de la caridad y de la perfecta unión con Cristo (cfr. Juan Pablo II, Enc. Redemptoris Mater, n.42). Es modelo porque vivió las virtudes con ejemplaridad suprema. Por ello, la Iglesia imita a la Madre de su Señor que conservó la fe íntegra, la sólida esperanza y la sincera caridad (cfr. Ibidem, n.44).


Dimensión mariana en la vida de los fieles

a) El cristiano, en virtud de su relación filial, procura imitar aquella caridad materna con la que la Madre del Redentor cuida de los hermanos de su Hijo: con el testimonio del ejemplo, con su ardiente acción apostólica y con el culto especial que tributa a la Virgen.

b) En particular la mujer, al mirar a María, encuentra en Ella el secreto para vivir dignamente su feminidad y para llevar a cabo su verdadera promoción (cfr. Ibidem_, n.46).


"A la luz de María, la Iglesia lee en el rostro de la mujer los reflejos de una belleza, que es reflejo de los más altos sentimientos, de que es capaz el corazón humano: la oblación total del amor, la fuerza que sabe resistir a los más grandes dolores, la fidelidad sin límites, la laboriosidad infatigable y la capacidad de conjugar la intuición penetrante con la palabra de apoyo y de estímulo" (Ibidem, n.46).


FUENTE: encuentra.com/

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