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LA ESCALA ESPIRITUAL SAN CLÍMACO - PARTE 17


"LA ESCALERA DEL DIVINO ASCENSO"
DE SAN JUAN CLÍMACO





"Escala al Paraíso"
(Scala Paradisi, o Escala Espiritual)
Juan Clímaco.

Basada en la edición del Obispo Alejandro (Mileant)
Corrección e introducción: Rolando Castillo


Vigésimo Escalón: de la Pusilánime.

1. Los que se acogen a la vida monacal no suelen ser presa del temor; mas, los que moran en lugares apartados y solitarios, deben afanarse para que no se apodere de ellos ese necio temor, que es fruto de la vanagloria e hijo de la infidelidad.

2. El temor es una disposición pueril del alma que ya no es joven y que está llena de vanidad.

3. Temor es imaginar un peligro antes de que ocurra; es una pasión que entristece y desmaya nuestro corazón con la sospecha de los males que nos pueden acaecer, privándonos de toda confianza y seguridad.

4. El alma orgullosa es esclava del temor, ya que, plena de vanidosa confianza en sí misma, no merece el favor de Dios.

5. Los que lloran y los que se desesperan carecen de temor. Aquéllos porque conscientes de sus pecados, ya no prestan atención a temores; éstos porque, teniendo en cuenta los males presentes, no temen los futuros. Y es justo que así sea, ya que el Señor en su justicia abandona los orgullosos mientras ampara a los que se humillan.

6. Todos los pusilánimes son vanidosos, pues, en castigo de su soberbia, Dios permite que sean presa de esta vil pasión. Pero esto no significa que todos los que carecen de temor sean humildes, puesto que los ladrones y los violadores no son humildes y sin embargo carecen de temor.

7. No dudes en pasar de noche por lugares donde has sentido temor, pues si lo haces esta pasión se afirmará con la edad. Y cuando vayas, acorázate con la oración; y cuando llegues, levanta las manos y defiéndete con el nombre de Jesús, ya que no hay armas mejores en cielo y tierra. Ya libre de ese mal, alaba a Aquel que te ha liberado. Si tú eres agradecido, Él siempre te protegerá.

8. Así como uno no puede llenar su vientre con un solo bocado, así tampoco puede despedir de golpe ese temor. Cederá más rápidamente si grande es tu aflicción; el que más llora menos teme.

9. "Cuando el espíritu pasa delante de mí, se erizan los pelos de mi piel," dice Elifas (Job 4), cuando describe los artificios de este demonio.

A veces el cuerpo, y otras veces la razón, se estremecen ante el temor. Si la razón se impone, cerca está la cura. Sólo si la contrición y el dolor por nuestros pecados es grande, estamos preparados para recibir los males que nos acaecen: entonces sí estamos libres en verdad de esta pasión.

10. No es la oscuridad ni la soledad la que arma a los demonios contra nosotros, sino la pobreza de nuestras almas.

11. A veces es Dios mismo quien nos procura esta flaqueza para aleccionarnos, ya que quien sirve al Señor sólo a Él teme. Y el que no teme es librado al miedo de su propia sombra.

12. Cuando un espíritu malo se presenta, el cuerpo se atemoriza; mas en presencia de un ángel bueno, se alegra el corazón de los humildes.

Así pues, reconozcamos esta presencia; recurramos a la plegaria, porque nuestro protector viene a orar con nosotros y a ayudarnos.


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