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EL SACERDOTE: La respuesta al sacerdocio - Video y extracto de charla -






Extracto de catequesis pública del padre Enrique Rafael Montes

La vocación al sacerdocio Dios nos la pide en la respuesta nuestra: nuestro sí al sacerdocio. Hay varias formas de concretar esa vocación.

Tenemos la vocación a la vida sacerdotal en la diócesis. El sacerdote diocesano permanece en su diócesis, cerca de su casa, de la casa de sus padres o puede ser enviado dentro del mismo país manteniendo la misma lengua. Puede ser retirado a otra diócesis o a alguna parroquia lejana.

Hay otras formas de concretar la formación sacerdotal y es a través de la vida religiosa. La vida religiosa implica una perfección superior a la vida sacerdotal diocesana. ¿Qué quiere decir esto? ¿Que son mejores que los diocesanos? De ninguna manera. Dios llama a la perfección, a la santidad en una vida determinada. En este caso, sacerdote diocesano y también sacerdote religioso.

El sacerdote religioso hace tres votos: votos de pobreza, votos de castidad y votos de obediencia. Estos también los hace de cierta forma el sacerdote diocesano porque no lo hace bajo voto pero si lo hace bajo promesa.

El voto más difícil de cumplir es el voto de obediencia porque uno tiene que renunciar a su propio criterio, a sus propios pensamientos – su propia forma de pensar. En definitiva renunciar a su propio yo para adaptarse al pensamiento del superior ya sea el superior local, el superior de la casa de la parroquia, el superior del monasterio, al superior que llamamos provincial que es el superior de varios sacerdotes o el superior general que es el superior de todos los sacerdotes de un instituto. A su vez el sacerdote religioso tiene como misión todo el mundo y por lo tanto implica más renuncias puede renunciar a la propia patria e irse a vivir a otro país.


Uno va haciendo ciertas renuncias y esas renuncias no es algo negativo sino que esas renuncias enriquecen al sacerdote. Enriquecen también a una religiosa o a una monja que se entrega  a Dios. ¿Por qué enriquece? Porque como dijo Jesucristo “Quién deje padre, madre, hermanos, hacienda recibirá en esta vida el ciento por uno y en la otra, la vida eterna”. Por lo tanto cada renuncia que uno hace a Dios cuesta y duele. Cada una de esas renuncias Dios nos da cien veces más y por lo tanto al darnos más hace que esas renuncias se conviertan en motivo de gozo, en motivo de alegría, en motivo de mayor bendición.

Debemos entonces siempre recurrir a nuestra madre santísima la Virgen María. Ella está siempre en nuestra vida, siempre nos acompaña, debemos pedirle que nunca se aparte de nosotros y que nos conceda la gracia de conocer de un modo más íntimo la vocación a la cual cada uno de nosotros fue llamado.


Canal de Youtube: HMTelevision

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