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"A MIS SACERDOTES" DE CONCEPCIÓN CABRERA DE ARMIDA. CAP. CIX: COMUNIÓN DE LOS SANTOS.

Mensajes de Nuestro Señor Jesucristo a Sus hijos predilectos.

CIX

COMUNIÓN DE LOS SANTOS


"También en mi infinita Bondad, tengo un recurso poderosísimo -unido a mis méritos naturalmente-- para salvar a las almas pecadoras y obstinadas en los últimos instantes de la vida, y este recurso es la comunión de los santos.  Es poco explicado por mis sacerdotes este misterio muy capital, entre los múltiples recursos que tiene mi Iglesia.  Yo quisiera que lo dieran a conocer más y más y que las almas apreciaran su eficacia. Éste es un elemento santo, de resultados consoladores y a veces infalibles, porque a la oración Dios no resiste.

Los pecadores tienen con la comunión de los santos un gran recurso, una mina, un filón que explota la misericordia y la infinita caridad de Dios en su favor.

¡Oh, qué madre es la Iglesia y qué grande la bondad de Dios que no deja caer ni desperdiciar una sola migaja de las buenas obras, de lo más pequeño que se sobrenaturalice!

Muchas almas se salvan, repito, en las últimas luchas entre Satanás y la gracia, por la comunión de los santos; por esa cadena no interrumpida y poderosa de gracias compradas y que Dios aplica según su voluntad soberana.  Que mis sacerdotes expliquen a los fieles, repito, este punto encantador y provechoso de la comunión de los santos.

Esta gran verdad es poco apreciada y se predica menos, cuando son grandes sus conquistas en el mundo de las almas pervertidas, a quienes, sin saber de dónde, les viene la gracia, las conmueve y las convierte. Es un recurso que aplico en favor de los impenitentes; es una moneda que tomo, en mi infinita caridad para con los pecadores, de esa alcancía de la Iglesia, con la que pago deudas y compro gracias extraordinarias para salvar a las almas en los últimos instantes de la vida.

¡Si pudieran ver las sorpresas de esas almas pecadoras al encontrarse con la misericordia infinita de mi Corazón!  ¡Si pudieran contemplar cómo después de una vida de crímenes inauditos, de odios a la Religión, de aborrecimiento a la Iglesia y de miles de ofensas hacia Mí, en un instante se truecan contritos y humillados ante mi Bondad misericordiosa,y quisieran reparar y comprar a cualquier precio el amor y la gratitud más grandes que borraran su vida pasada, y se arrojan confundidos en mis brazos, y triunfa en ellos la gracia!  Por eso en el cielo hay tanta fiesta por un pecador convertido.

Conquistas ignoradas hasta la eternidad se registran día por día, compradas por la comunión de los santos; es decir, por mis méritos infinitos que dan valor a ese conjunto de actos buenos y santos de que dispone mi Iglesia, hechos por sus fieles hijos.

Cuántas veces actos heroicos, ignorados, que sólo Yo veo y que se hacen por amor de Dios en un rincón del mundo, me sirven a Mí para salvar a alguna alma, para alcanzarle gracias y que salga del mundo purificada, para presentarla, como trofeo de la victoria de la gracia, a mi amado Padre.

Y  ¿cómo no había de tener mi Iglesia recursos para sus hijos en la vida, en la muerte, en el purgatorio, si nació de mi costado, si es la Esposa del que todo es amor y caridad?

¿Creen que ne las guerras, por ejemplo, en las que mueren miles y miles, no estoy Yo allí con todas y cada una de esas almas para aplicarles las gracias de la comunión de los santos, para bañarlas en mi Sangre y alcanzarles con la contrición el cielo?  Basta para Mí un solo instante de contrición amorosa para borrar años y más años de crímenes, de implacables odios y de pecados mil.

Y  ¿María? Otro recurso inmenso que tienen las almas pecadoras para salvarse.  Ella con sus ruegos y sus gemidos alcanza miles y miles de gracias de última hora para los pecadores, suscita en ellos la contrición y los salva. Nada le sé negar a esa Madre de misericordia; y cuando Ella se interesa por un pecador que la implora, despliega ante el tribunal de Dios su actividad amorosa y alcanza la salvación de muchos.

Es María el mayor recurso para las almas todas. Y  ¿qué diré de las almas sacerdotales?  María las ve más suyas, porque están íntimamente unidas a su Corazón, pues que llevó en su seno purísimo la fibra santa del Sacerdocio eterno de que ellos participaban.  Y con más razón será María para los sacerdotes la puerta del cielo y la dispensadora de todas las gracias.

Si se estudia a mi Iglesia, si se desciende a su fondo de caridad, se comprenderá algo de la infinita Bondad de Dios al establecerla con todo el reflejo de la caridad divina. Con ella, solo el que quiera condenarse se condena, pues que tiene en la Iglesia todos los elementos necesarios para salvarse.

Si permito luchas, tentaciones y cierta libertad a Satanás para tentar a las almas, es sólo para poner en las manos de los míos un medio de merecer, porque en las luchas están las victorias que más me glorifican.

Si permito las tentaciones, no es para precipitar a las almas, sino para acrecentar su corona en el cielo.  Jamás abuso de la fuerza del alma, y en mi infinita Sabiduría y Caridad proporciono las tentaciones a las gracias, y los dolores y las cruces a las fuerzas, para sacar bien y nunca mal.

¡O si se entendiera, si se penetrara, si se comprendiera algo siquiera de la Caridad de Dios!  ¡Si mis sacerdotes elevaran a las almas para que me vieran, no como a un Nerón, sino como a un Padre siempre dispuesto a perdonar, a olvidar y a salvar!

Muy útil y aun necesario es predicar mi Justicia, pero más lo es infiltrar en las almas el reinado de la confianza, de la misericordia y d el amor; y esto harán los sacerdotes transformados en Mí.  Porque a todo se resisten los corazones menos al amor, porque llevan en ellos una fibra de amor que responderá siempre, más o menos tarde, al Amor de un Dios: que todo lo que puede ese Dios lo ha hecho para salvarlos.

Y como soy el mismo Jesús en el cielo que en la tierra, y como mi Corazón no ha cambiado en sus sentimientos de amor y de ternura para con los hombres ingratos, fácilmente me dejo mover por los ruegos de María para derramar mis gracias; fácilmente recurro también, para salvar a las almas, a los medios ordinarios de mi Iglesia, a la comunión de los santos.  Y también me moveré, Yo lo prometo, a las oraciones y peticiones de los sacerdotes transformados en Mí, para llevar esas peticiones de los sacerdotes, en el eterno Sacerdote, al trono de mi Padre y volver de ahí con las manos llenas de gracias, ordinarias y extraordinarias, para las almas, que se derramarán por los sacerdotes otros Yo en las almas pecadoras y empedernidas.

Yo, el Verbo del Padre, soy el mayor recurso salvador para conseguir de mi Padre lo que nadie consigue.  Y si mis sacerdotes son otros Yo si se presentan a mi Padre como si fueran Yo mismo, con mi humildad amorosa, mis méritos y mi caridad, nunca dejará mi Padre sin despachar favorablemente sus peticiones, en virtud de que son otros Yo, de que ve en ellos a Mí; y entonces, si mis sacerdotes son otros Yo, podrán también tomar de la valiosa moneda de la comunión de los santos, y por este medio pedirán la conversión y las gracias que necesitan muchos pecadores.  Es una mina de gracias la que tendrán a su disposición los sacerdotes en Mí para explotarla, y así me ayudarán poderosamente a salvar a las almas rebeldes y al triunfo del Espíritu Santo sobre el infierno".


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