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EL CASTIGO PARA LOS SACERDOTES -


Padre Carlos Cancelado promotor del relato sobre el infierno dado a Oliva (Matilde Oliva Arias)




Seguimos andando por ese ancho camino y vi hombres que venían cabizbajos con la lengua afuera. Se la machacaban con piedras, les quemaban las manos y los pies y se los atravesaban con punzones. Los demonios descargaban toda la ira contra estos hombres. Vi como sufrían y pregunté ¿estos quiénes son y porqué sufren tanto? Me dijo el Señor, son los llamados a la más alta gloria de los cielos pero la han perdido. Se han perdido y me han vendido. Ellos son mis sacerdotes. 

Los pecados de mis sacerdotes son doble pena para mí por eso su castigo es doble. Los martirizan en la lengua pues han callado mi palabra y han sido perros silenciosos y tartamudean al hablar, se han consumado en las pasiones y llenado de mosto y vino. Para ellos la maldición y el fuego.

Vi mujeres y hombres al lado de ellos que sufrían grandes penas y pregunté ¿Quiénes son estos? Y me dijo son quienes han pecado con ellos. La mujer que hace caer a un sacerdote más le valiera no haber nacido porque es más maldita que Judas lo mismo un hombre que haga pecar a un sacerdote. 

Detrás de estos vi una multitud que seguían ese camino y sufrían iguales tormentos. Y estos ¿Quiénes son? Son todos aquellos que se alejaron de mí y de mi Iglesia por el pecado del sacerdote y no oraron por él. El sacerdote se hizo para ayudar a los hombres sino lo hace, lo ayudan a condenar pues mi palabra dice "los guardianes están ciegos, ninguno hace nada. Son todos perros mudos incapaces de ladrar, vigilantes perezosos a quienes gusta dormir, perros hambrientos que jamás se hartan y son ellos los pastores pero no saben comprender. Cada uno va por su camino, cada cual busca su interés. No ayudan al inocente y hacen desaparecer a los hombres fieles”.

Vi detrás de estos hombres y mujeres que sufrían de iguales tormentos. Y pregunté ¿Quiénes son? Y me dijo son todos los religiosos y religiosas. El señor le dice a Oliva: ore, ore por ellos. Para que me amen y logren salvarse. No hablen mal nunca de los míos (sacerdotes, religiosos). No hablen nunca mal de ellos. Pues es como si untara el dedo de chile y me lo metiera en el ojo. Solo ore, ore por ellos y no me cause tormentos.


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