Sucedió en Rivotorto, en el año 1209. El 25 de diciembre de ese año cayó en viernes y los hermanos, en su ignorancia, se preguntaban si había que ayunar o no. Entonces fray Morico, uno de los primeros compañeros, se lo planteó a San Francisco y obtuvo esta respuesta: “Pecas llamando ‘día de Venus’ (eso significa la palabra viernes) al día en que nos ha nacido el Niño. Ese día hasta las paredes deberían comer carne; y, si no pueden, habría que untarlas por fuera con ella”.
La devoción de San Francisco por la fiesta de la Natividad de Cristo le venía, pues, ya desde los comienzos de su conversión, y era tan grande que solía decir: “Si pudiera hablar con el emperador Federico II, le suplicaría que firmase un decreto obligando a todas las autoridades de las ciudades y a los señores de los castillos y villas a hacer que en Navidad todos sus súbditos echaran trigo y otras semillas por los caminos, para que, en un día tan especial, todas las aves tuvieran algo que comer. Y también pediría, por respeto al Hijo de Dios, reclinado por su Madre en un pesebre, entre la mula y el buey, que se obligaran esa noche a dar abundante pienso a nuestros hermanos bueyes y asnos. Por último, rogaría que todos los pobres fuesen saciados por los ricos esa noche”.
Su devoción era mayor que por las demás fiestas pues decía que, si bien la salvación la realizó el Señor en otras solemnidades –Semana Santa/Pascua–, ésta ya empezó con su nacimiento. De lo más conocido de san Francisco con relación al nacimiento del Redentor fue la celebración de la nochebuena que escenificó en una cueva del monte, cerca del castillo de Greccio. He aquí el relato del episodio, contado por el primer biógrafo del santo donde el digno de recuerdo y de celebrarlo con piadosa memoria, el día de la navidad.
Se cuenta que vivía en aquella comarca un hombre bueno, de nombre Juan. Unos quince días antes de la navidad del Señor, Francisco le llamó, como solía hacerlo con frecuencia, y le dijo: «Si quieres que celebremos en Greccio esta fiesta del Señor, date prisa en ir allá y prepara prontamente lo que te voy a indicar. Deseo celebrar la memoria del niño que nació en Belén y quiero contemplar de alguna manera con mis ojos lo que sufrió en su invalidez de niño, cómo fue reclinado en el pesebre y cómo fue colocado sobre heno entre el buey y el asno». Oyendo esto, Juan, preparó en el lugar señalado cuanto el Santo le había indicado.
Cuando llegó el día, se convocó a muchos para que vinieran a la celebración. donde estaba preparado el pesebre y los animales y Greccio se convierte en una nueva Belén. La biografía narra que esa “noche resplandece como el día” y que “cantan los hermanos las alabanzas del Señor y toda la noche transcurre entre cantos de alegría.” Francisco está de pie ante el pesebre vestido de diácono, “desbordándose en suspiros, traspasado de piedad, derretido en inefable gozo. Se celebra el rito solemne de la misa sobre el pesebre y el sacerdote goza de singular consolación.”
Francisco durante esa noche y en el sopor del sueño tuvo una visión. Había un niño que estaba recostado en el pesebre. Esta manifestación no carece de sentido, ya que cómo se explica Celano, es el niño Jesús, quien ha estado “sepultado en el olvido en muchos corazones”.
Estemos siempre cerca a este misterio. Todo honor y gloria a Dios que se ha manifestado en Belén y que hoy nos lo recuerda nuestro Padre Seráfico San Francisco.
Amén
ANEXO
Origen del pesebre -Francisco de Asís-
Origen del pesebre -Francisco de Asís-
FUENTE: espirituyvidaofm.wordpress.com/
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