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DE LA AUTORA.

 Para los que buscamos la santidad, la perfección.


El Sacerdote es otro Cristo (en distintos niveles según su entrega).  Consagrado, o sea separado solo para El, pues ya no se pertenece. Como dice el padre Julio Scozzaro:  "Tiene un pie en la tierra y otro en el cielo".


Cuando el sacerdote no viste como lo pide la Iglesia, se viste con su voluntad y no con la de Cristo. O sea es una forma de decirle a Jesús: te entregue mi sangre pero ahora la retiro. Es un acto de adulterio espiritual. Es una forma de acercarse por propio gusto a ese perro rabioso encadenado que busca a quien devorar. Es una forma (como dice Marino Restrepo) de coquetear con el enemigo, de alegrar al demonio.


En nuestro país se ama y se respeta al sacerdote, por eso gracias a Dios no es el caso de otros países como el Medio Oriente o China que se persigue a la Iglesia de Cristo. Por consiguiente el sacerdote debería vestirse como se lo pide la Iglesia: color negro, sotana, habito, cleryman, cuello clerical todos los días aunque este en día libre.


Cuantas almas ahuyentadas y perdidas por esta falta de algunos sacerdotes.

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