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POEMA DEL HOMBRE DIOS. (María Valtorta).

JESÚS A SUS DISCÍPULOS:

"No forniqueis", está escrito.
El cuerpo humano es un magnifico templo que encierra en si un altar. En ese altar debería estar Dios. Pero Dios no está donde hay corrupción. Por tanto, el cuerpo del impuro tiene su altar desconsagrado y sin Dios.  Como quien se revuelca, ebrio, en el lodo y en el vómito de la propia ebriedad, el hombre, en la bestialidad de la fornicacion se rebaja a si mismo, viniendo a ser menos que un gusano o que el animal mas inmundo.



"No desearas la mujer del prójimo" se une a "no cometerás adulterio", porque el deseo precede siempre a la acción.  El hombre es demasiado débil como para poder desear sin llegar despues a consumar el deseo.  Y lo que es verdaderamente triste es que el hombre no sepa hacer lo mismo respecto a los deseos justos. En el mal se desea y luego se cumple; en el bien, se desea, para luego detenerse, aunque no se retroceda.



Todo pecado es prostitución con Satanás.  El pecador, como la prostituta, se da a Satanás por amores ilícitos, esperando sucias ganancias de ello.



¿Es un mal la tentación?  No lo es; es la obra del Maligno, pero se transforma en gloria para quien la vence.



A quien más se arrepiente más le será perdonado; porque el arrepentimiento es forma de  amor, de operante amor.  Yo digo: cuanto más ama uno, más es amado.  Quien ama totalmente tiene todo perdonado. Y esta es una verdad.

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