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"A MIS SACERDOTES" De Concepción Cabrera de Armida. CAPITULO XII: Del escándalo y los pecados ocultos.

Mensajes de Nuestro Señor

Jesucristo a sus Hijos Los Predilectos. 


(“A mis Sacerdotes” de Concepción Cabrera de Armida) 


XII 


DEL ESCÁNDALO Y DE LOS PECADOS OCULTOS 


“¡Y los pecados de escándalo de mis sacerdotes qué inmensidades abarcan!, ¡qué gloria me quitan, y de cuán honda manera traspasan mi Corazón! 

Es incalculable para el hombre, el radio que abrazan esos pecados de escándalo de mis sacerdotes, y sólo en le eternidad, a la vista de aquella gran luz, alcanzan a ver el casi infinito mal que produjeron con estos pecados innumerables. Y digo innumerables, porque un pecado de escándalo de sacerdote, se multiplica y alcanza generaciones. 

¡Quien lo creyera!, más me duelen a Mí los pecados ocultos, las culpas secretas que sólo Yo veo porque van directamente, maliciosamente, a atacar mi predilección, mi confianza, mi herido amor de elección. Estos pecados ocultos que nadie ve son los que más hieren a mi alma de azucena; los que más lodo arrojan contra la Divinidad. 

Y ¿saben por qué? ¨Porque atacan la fe, ciegan la esperanza, y matan la caridad. 

Me atacan los sacerdotes con esos pecados, en la fe, porque pecan como si no creyeran en mi presencia, esencia y potencia; pecan directamente contra los atributos de la Trinidad. 

Pecan contra el Padre que todo lo ve; contra Mí, le Verbo hecho carne, haciéndome sonrojar como Dios-Hombre; pecan contra el Espíritu Santo, ala abusar en la tenebrosidad y ocultamiento, de su confianza, al no importarles pecar y teniéndoles sin cuidado el denigrar la santa unción con que fueron consagrados. 

Pecan contra la Trinidad, pero en un radio incalculable para el hombre, pues Yo señalo los puntos generales, pero los particulares de cada punto de estos abarca mundos de malicia, de traición, de ingratitudes sin nombre. 

¿Y cuáles son los pecados ocultos de los sacerdotes? 

Existen pecados ocultos de muchas clases que los sacerdotes cometen, y se gozan en ellos, contra Mí. 

¡Esos pecados, manchan tan hondamente!, ¡y me punzan a Mí, la Blancura sin par, tan íntimamente! 

Esos pecados, casi más que ningunos otros, sólo se borran con mucha Sangre Mía, porque son acreedores a mucha venganza de un Dios ofendido. Y estos pecados, son los que a Satanás más le complacen, los que busca con codicia infernal, los que arroja con cinismo sobre mi Rostro, porque sabe que son los que más ofenden mi luz, mi claridad, mi nitidez, mi blancura. 

Él, Satanás, el rey de las tinieblas, se revuelca complacido en la tenebrosidad de su ser, y se complace en revolcar a las almas, y más a las predilectas, que son las de mis sacerdotes, en el cieno de esas negruras, de esas opacidades, cubiertas para el mundo, pero muy patentes para Mí. 

Las almas sacerdotales me consuela por estos pecados ocultos con el amor y la entrega. 

Pero lo que Yo quiero decir, es que esos horrendos pecados ocultos, necesitan, expiaciones especiales; torrentes, y no solo gotas de Sangre de un Dios y Hombre, para borrarlas. 

Claro está que una sola gota de mi Sangre es igual, tiene igual poder, que torrentes de ella misma, por la virtud divina que hay en Mí, Dios y Hombre, en razón de la unidad divina, que alcanza su influencia hasta mi humanidad Sacratísima; pero es una manera de explicar, en el lenguaje humano, la potencia expiatoria que necesitan esos crímenes ocultos en mis sacerdotes, en los que se llaman míos.”. 

Que el Espíritu Santo y la Virgen María los transforme en otros Jesús,



*********

“A los Sacerdotes, 
hijos predilectos de la Virgen Santísima.” 


Durante las tres horas de desgarradora agonía, Yo permanecí, con Juan y las mujeres piadosas, bajo la Cruz y juntos fuimos bañados por su preciosa sangre.


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