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¿POR QUÉ ME TENGO QUE CONFESAR CON UN CURA?


Por P. EDUARDO VOLPACCHIO

EL DEBER DE OBTENER PURIFICACIÓN
POR EL ARREPENTIMIENTO VERDADERO



1. Un hecho innegable: la necesidad del perdón de mis pecados

Todos tenemos muchas cosas buenas…, pero al mismo tiempo, la presencia del mal en nuestra vida es un hecho: somos limitados, tenemos una cierta inclinación al mal y defectos; y como consecuencia de esto nos equivocamos, cometemos errores y pecados. Esto es evidente y Dios lo sabe. De nuestra parte, tonto sería negarlo. En realidad… sería peor que tonto… San Juan dice que "si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos y la verdad no está en nosotros. Si confesamos nuestros pecados, fiel y justo es El para perdonar nuestros pecados y purificarnos de toda injusticia. Si decimos que no hemos pecado, le hacemos mentiroso y su palabra no está en nosotros" (1 Jn 1,9-10).

De aquí que una de las cuestiones más importantes de nuestra vida sea ¿cómo conseguir "deshacernos" de lo malo que hay en nosotros? ¿de las cosas malas que hemos hecho o de las que hemos hecho mal? Esta es una de las principales tareas que tenemos entre manos: purificar nuestra vida de lo que no es bueno, sacar lo que está podrido, limpiar lo que está sucio, etc.: librarnos de todo lo que no queremos de nuestro pasado. ¿Pero cómo hacerlo?

No se puede volver al pasado, para vivirlo de manera diferente… Sólo Dios puede renovar nuestra vida con su perdón. Y El quiere hacerlo… hasta el punto que el perdón de los pecados ocupa un lugar muy importante en nuestras relaciones con Dios.

Como respeto nuestra libertad, el único requisito que exige es que nosotros queramos ser perdonados: es decir, rechacemos el pecado cometido (esto es el arrepentimiento) y queramos no volver a cometerlo. ¿Cómo nos pide que mostremos nuestra buena voluntad? A través de un gran regalo que Dios nos ha hecho.

En su misericordia infinita nos dio un instrumento que no falla en reparar todo lo malo que podamos haber hecho. Se trata del sacramento de la penitencia. Sacramento al que un gran santo llamaba el sacramento de la alegría, porque en él se revive la parábola del hijo prodigo, y termina en una gran fiesta en los corazones de quienes lo reciben.

Así nuestra vida se va renovando, siempre para mejor, ya que Dios es un Padre bueno, siempre dispuesto a perdonarnos, sin guardar rencores, sin enojos, broncas, etc. Premia lo bueno y valioso que hay en nosotros; lo malo y ofensivo, lo perdona. Es uno de los más grandes motivos de optimismo y alegría: en nuestra vida todo tiene arreglo, incluso las peores cosas pueden terminar bien (como la del hijo pródigo) porque Dios tiene la última palabra: y esa palabra es de amor misericordioso.

La confesión no es algo meramente humano: es un misterio sobrenatural: consiste en un encuentro personal con la misericordia de Dios en la persona de un sacerdote .

Dejando de lado otros aspectos, aquí vamos sencillamente a mostrar que confesarse es razonable, que no es un invento absurdo y que incluso humanamente tiene muchísimos beneficios. Te recomiendo pensar los argumentos… pero más allá de lo que la razón nos pueda decir, acudí a Dios pidiéndole su gracia: eso es lo más importante, ya que en la confesión no se realiza un diálogo humano, sino un diálogo divino: nos introduce dentro del misterio de la misericordia de Dios.

2. Algunas razones por las que tenemos que confesarnos

2.1. En primer lugar porque Jesús dio a los Apóstoles el poder de perdonar los pecados. Esto es un dato y es la razón definitiva: la más importante. En efecto, recién resucitado, es lo primero que hace: "Reciban el Espíritu Santo. A los que les perdonen los pecados, les quedarán perdonados, a los que no se los perdonen, les quedarán sin perdonar " (Jn 20,22-23). Los únicos que han recibido este poder son los Apóstoles y sus sucesores. Les dio este poder precisamente para que nos perdonen los pecados a vos y a mí. Por tanto, cuando querés que Dios te borre los pecados, sabés a quien acudir, sabés quienes han recibido de Dios ese poder.

Es interesante notar que Jesús vinculó la confesión con la resurrección (su victoria sobre la muerte y el pecado), con el Espíritu Santo (necesario para actuar con poder) y con los apóstoles (los primeros sacerdotes): el Espíritu Santo actúa a través de los Apóstoles para realizar en las almas la victoria de Cristo sobre el pecado y sobre la muerte.

2.2. Porque la Sagrada Escritura lo manda explícitamente: "Confiesen mutuamente sus pecados" (Sant 5,16). Esto es consecuencia de la razón anterior: te darás cuenta que perdonar o retener presupone conocer los pecados y disposiciones del penitente. Las condiciones del perdón las pone el ofendido, no el ofensor. Es Dios quién perdona y tiene poder para establecer los medios para otorgar ese perdón. De manera que no soy yo quien decide cómo conseguir el perdón, sino Dios el que decidió (hace dos mil años de esto…) a quién tengo que acudir y qué tengo que hacer para que me perdone. Entonces nos confesamos con un sacerdote por obediencia a Cristo.

2.3. Porque en la confesión te encontrás con Cristo. Esto debido a que es uno de los siete Sacramentos instituidos por El mismo para darnos la gracia. Te confesás con Jesús, el sacerdote no es más que su representante. De hecho, la formula de la absolución dice: "Yo te absuelvo de tus pecados" ¿Quien es ese «yo»? No es el Padre Fulano -quien no tiene nada que perdonarte porque no le has hecho nada-, sino Cristo. El sacerdote actúa en nombre y en la persona de Cristo. Como sucede en la Misa cuando el sacerdote para consagrar el pan dice "Esto es mi cuerpo", y ese pan se convierte en el cuerpo de Cristo (ese «mi» lo dice Cristo), cuando te confesas, el que está ahí escuchándote, es Jesús. El sacerdote, no hace más que «prestarle» al Señor sus oídos, su voz y sus gestos.

2.4. Porque en la confesión te reconcilias con la Iglesia. Resulta que el pecado no sólo ofende a Dios, sino también a la comunidad de la Iglesia: tiene una dimensión vertical (ofensa a Dios) y otra horizontal (ofensa a los hermanos). La reconciliación para ser completa debe alcanzar esas dos dimensiones. Precisamente el sacerdote está ahí también en representación de la Iglesia, con quien también te reconcilias por su intermedio. El aspecto comunitario del perdón exige la presencia del sacerdote, sin él la reconciliación no sería «completa».

2.5. El perdón es algo que «se recibe». Yo no soy el artífice del perdón de mis pecados: es Dios quien los perdona. Como todo sacramento hay que recibirlo del ministro que lo administra válidamente. A nadie se le ocurriría decir que se bautiza sólo ante Dios… sino que acude a la iglesia a recibir el Bautismo. A nadie se le ocurre decir que consagra el pan en su casa y se da de comulgar a sí mismo… Cuando se trata de sacramentos, hay que recibirlos de quien corresponde: quien los puede administrar válidamente.

2.6. Necesitamos vivir en estado de gracia. Sabemos que el pecado mortal destruye la vida de la gracia. Y la recuperamos en la confesión. Y tenemos que recuperarla rápido, básicamente por tres motivos:

a) porque nos podemos morir… y no creo que queramos morir en estado de pecado mortal… y acabar en el infierno.

b) porque cuando estamos en estado de pecado ninguna obra buena que hacemos es meritoria cara a la vida eterna. Esto se debe a que el principio del mérito es la gracia: hacer obras buenas en pecado mortal, es como hacer goles en off-side: no valen, carecen de valor sobrenatural. Este aspecto hace relativamente urgente el recuperar la gracia: si no queremos que nuestra vida esté vacía de mérito y que lo bueno que hacemos sea inútil.

c) porque necesitamos comulgar: Jesús nos dice que quien lo come tiene vida eterna y quien no lo come, no la tiene. Pero, no te olvides que para comulgar dignamente, debemos estar libres de pecado mortal. La advertencia de San Pablo es para temblar: "quien coma el pan o beba el cáliz indignamente, será reo del cuerpo y sangre del Señor. (…) Quien come y bebe sin discernir el cuerpo, come y bebe su propia condenación" (1 Cor 11,27-28). Comulgar en pecado mortal es un terrible sacrilegio: equivale a profanar la Sagrada Eucaristía, a Cristo mismo.

2.7. Necesitamos dejar el mal que hemos hecho. El reconocimiento de nuestros errores es el primer paso de la conversión. Sólo quien reconoce que obró mal y pide perdón, puede cambiar.

2.8. La confesión es vital en la luchar para mejorar. Es un hecho que habitualmente una persona después de confesarse se esfuerza por mejorar y no cometer pecados. A medida que pasa el tiempo, va aflojando… se «acostumbra» a las cosas que hace mal, o que no hace, y lucha menos por crecer. Una persona en estado de gracia -esta es una experiencia universal- evita el pecado. La misma persona en pecado mortal tiende a pecar más fácilmente.

3. Otros motivos que hacen muy conveniente la confesión

a) Necesitamos paz interior. El reconocimiento de nuestras culpas es el primer paso para recuperar la paz interior. Negar la culpa no la elimina: sólo la esconde, haciendo más penosa la angustia. Sólo quien reconoce su culpa está en condiciones de liberarse de ella.

b) Necesitamos aclararnos a nosotros mismos. La confesión nos "obliga" a hacer un examen profundo de nuestra conciencia. Saber qué hay «adentro», qué nos pasa, qué hemos hecho, cómo vamos… De esta manera la confesión ayuda a conocerse y entenderse a uno mismo.

c) Todos necesitamos que nos escuchen. ¿En qué consiste el primer paso de la terapia de los psiquiatras y psicólogos sino en hacer hablar al "paciente"? Y te cobran para escucharte… y al "paciente" le hace muy bien. Estas dos profesiones han descubierto en el siglo XX algo que la Iglesia descubrió hace muchos siglos (en realidad se lo enseñó Dios). El decir lo que nos pasa, es una primera liberación.

d) Necesitamos una protección contra el auto-engaño. Es fácil engañarse a uno mismo, pensando que eso malo que hicimos, en realidad no está tan mal; o justificándolo llegando a la conclusión de que es bueno, etc. Cuando tenemos que contar los hechos a otra persona, sin excusas, con sinceridad, se nos caen todas las caretas… y nos encontramos con nosotros mismos, con la realidad que somos.

e) Todos necesitamos perspectiva. Una de las cosas más difíciles de esta vida es conocerse uno mismo. Cuando "salimos" de nosotros por la sinceridad, ganamos la perspectiva necesaria para juzgarnos con equidad.

f) Necesitamos objetividad. Y nadie es buen juez en causa propia. Por eso los sacerdotes pueden perdonar los pecados a todas las personas del mundo… menos a una: la única persona a la que un sacerdote no puede perdonar los pecados es él mismo: siempre tiene que acudir a otros sacerdote para confesarse. Dios es sabio y no podía privar a los sacerdotes de este gran medio de santificación.

g) Necesitamos saber si estamos en condiciones de ser perdonados: si tenemos las disposiciones necesarias para el perdón o no. De otra manera correríamos un peligro enorme: pensar que estamos perdonados cuando ni siquiera podemos estarlo.

h) Necesitamos saber que hemos sido perdonados. Una cosa es pedir perdón y otra distinta ser perdonado. Necesitamos una confirmación exterior, sensible, de que Dios ha aceptado nuestro arrepentimiento. Esto sucede en la confesión: cuando recibimos la absolución, sabemos que el sacramento ha sido administrado, y como todo sacramento recibe la eficacia de Cristo.

i) Tenemos derecho a que nos escuchen. La confesión personal más que una obligación es un derecho: en la Iglesia tenemos derecho a la atención personal, a que nos atiendan uno a uno, y podamos abrir el corazón, contar nuestros problemas y pecados.

j) Hay momentos en que necesitamos que nos animen y fortalezcan. Todos pasamos por momentos de bajoneo, pesimismo, desánimo… y necesitamos que se nos escuche y anime. Encerrarse en sí mismo solo empeora las cosas…

k) Necesitamos recibir consejo. Mediante la confesión recibimos dirección espiritual. Para luchar por mejorar en las cosas de las que nos confesamos, necesitamos que nos ayuden.

l) Necesitamos que nos aclaren dudas, conocer la gravedad de ciertos pecados, en fin… mediante la confesión recibimos formación.

4. Algunos motivos para no confesarse. 

4.1. ¿Quién es el cura para perdonar los pecados…? Sólo Dios puede perdonarlos.
Hemos visto que el Señor dio ese poder a los Apóstoles. Además, permitime decirte que ese argumento lo he leído antes… precisamente en el Evangelio… Es lo que decían los fariseos indignados cuando Jesús perdonaba los pecados… (podés mirar Mt 9,1-8).

4.2. Yo me confieso directamente con Dios, sin intermediarios.Genial. Me parece bárbaro… pero hay algunos peros…Pero… ¿cómo sabés que Dios acepta tu arrepentimiento y te perdona? ¿Escuchás alguna voz celestial que te lo confirma?Pero… ¿cómo sabés que estás en condiciones de ser perdonado? Te darás cuenta que no es tan fácil… Una persona que robara un banco y no quisiera devolver el dinero… por más que se confesara directamente con Dios… o con un cura… si no quisiera reparar el daño hecho -en este caso, devolver el dinero-, no puede ser perdonada… porque ella misma no quiere "deshacerse" del pecado.

Este argumento no es nuevo… Hace casi mil seiscientos años, San Agustín replicaba a quien argumentaba como vos: "Nadie piense: yo obro privadamente, de cara a Dios… ¿Es que sin motivo el Señor dijo: «lo que atareis en la tierra, será atado en el cielo»?.¿Acaso les fueron dadas a la Iglesia las llaves del Reino de los cielos sin necesidad? Frustramos el Evangelio de Dios, hacemos inútil la palabra de Cristo."

4.3. ¿Porque le voy a decir los pecados a un hombre como yo?Porque ese hombre no un hombre cualquiera: tiene el poder especial para perdonar los pecados (el sacramento del orden). Esa es la razón por la que vas a él.

4.4. ¿Porque le voy a decir mis pecados a un hombre que es tan pecador como yo?El problema no radica en la «cantidad» de pecados: si es menos, igual o más pecador que vos…. No vas a confesarte porque sea santo e inmaculado, sino porque te puede dar al absolución, poder que tiene por el sacramento del orden, y no por su bondad. Es una suerte -en realidad una disposición de la sabiduría divina- que el poder de perdonar los pecados no dependa de la calidad personal del sacerdote, cosa que sería terrible ya que uno nunca sabría quién sería suficientemente santo como para perdonar… Además, el hecho de que sea un hombre y que como tal tenga pecados, facilita la confesión: precisamente porque sabe en carne propia lo que es ser débil, te puede entender mejor.

4.5. Me da vergüenza…Es lógico, pero hay que superarla. Hay un hecho comprobado universalmente: cuanto más te cueste decir algo, tanto mayor será la paz interior que consigas después de decirlo. Además te cuesta, precisamente porque te confesás poco…, en cuanto lo hagas con frecuencia, verás como superás esa vergüenza.Además, no creas que sos tan original…. Lo que vas a decir, el cura ya lo escuchó trescientas mil veces… A esta altura de la historia… no creo que puedas inventar pecados nuevos…Por último, no te olvides de lo que nos enseñó un gran santo: el diablo quita la vergüenza para pecar… y la devuelve aumentada para pedir perdón… No caigas en su trampa.

4.6. Siempre me confieso de lo mismo…Eso no es problema. Hay que confesar los pecados que uno ha cometido… y es bastante lógico que nuestros defectos sean siempre más o menos los mismos… Sería terrible ir cambiando constantemente de defectos… Además cuando te bañás o lavas la ropa, no esperás que aparezcan machas nuevas, que nunca antes habías tenido; la suciedad es más o menos siempre del mismo tipo… Para querer estar limpio basta querer remover la mugre… independientemente de cuán original u ordinaria sea.

4.7. Siempre confieso los mismos pecados…No es verdad que sean siempre los mismos pecados: son pecados diferentes, aunque sean de la misma especie… Si yo insulto a mi madre diez veces… no es el mismo insulto… cada vez es uno distinto… No es lo mismo matar una persona que diez… si maté diez no es el mismo pecado… son diez asesinatos distintos. Los pecados anteriores ya me han sido perdonados, ahora necesito el perdón de los "nuevos", es decir los cometidos desde la última confesión.

4.8. Confesarme no sirve de nada, sigo cometiendo los pecados que confieso…El desánimo, puede hacer que pienses: "má si…, es lo mismo si me confieso o no, total nada cambia, todo sigue igual". No es verdad. El hecho de que uno se ensucie, no hace concluir que es inútil bañarse. Uno que se baña todos los días… se ensucia igual… Pero gracias a que se baña, no va acumulando mugre… y está bastante limpio. Lo mismo pasa con la confesión. Si hay lucha, aunque uno caiga, el hecho de ir sacándose de encima los pecados… hace que sea mejor. Es mejor pedir perdón, que no pedirlo. Pedirlo nos hace mejores.

4.9. Sé que voy a volver a pecar… lo que muestra que no estoy arrepentidoDepende… Lo único que Dios me pide es que esté arrepentido del pecado cometido y que ahora, en este momento quiera luchar por no volver a cometerlo. Nadie pide que empeñemos el futuro que ignoramos… ¿Qué va a pasar en quince días? No lo sé… Se me pide que tenga la decisión sincera, de verdad, ahora, de rechazar el pecado. El futuro dejalo en las manos de Dios…

4.10. Y si el cura piensa mal de mi…El sacerdote está para perdonar… Si pensara mal, sería un problema suyo del que tendría que confesarse. De hecho siempre piensa bien: valora tu fe (sabe que si estás ahí contando tus pecados, no es por él… sino porque vos crees que representa a Dios), tu sinceridad, tus ganas de mejorar, etc. Supongo que te darás cuenta de que sentarse a escuchar pecados, gratis -sin ganar un peso-, durante horas, … si no se hace por amor a las almas… no se hace. De ahí que, si te dedica tiempo, te escucha con atención… es porque quiere ayudarte y le importás… aunque no te conozca te valora lo suficiente como para querer ayudarte a ir al cielo.

4.11. Y si el cura después le cuenta a alguien mis pecados…No te preocupes por eso. La Iglesia cuida tanto este asunto que aplica la pena más grande que existe en el Derecho Canónico -la ex-comunión- al sacerdote que dijese algo que conoce por la confesión. De hecho hay mártires por el sigilo sacramental: sacerdotes que han muerto por no revelar el contenido de la confesión.

4.12. Me da fiaca…Puede ser toda la verdad que quieras, pero no creo que sea un obstáculo verdadero ya que es bastante fácil de superar… Es como si uno dijese que hace un año que no se baña porque le da pereza…

4.13. No tengo tiempo…No creo que te creas que en los últimos ___ meses… no hayas tenidos los diez minutos que te puede llevar una confesión… ¿Te animás a comparar cuántas horas de TV has visto en ese tiempo… (multiplicá el número de horas diarias que ves por el número de días…)?

4.14. No encuentro un cura…No es una raza en extinción, en Argentina hay varios miles. Agarrá la guía de teléfono (o llamá a 110). Buscá el teléfono de tu parroquia. Si ignorás el nombre, buscá por el obispado, ahí te dirán… Así podrás saber en tres minutos el nombre de un cura con el que te podés confesar… e incluso perdirle una hora… para no tener que esperar.

Lea el tema relacionado: QUEJAS DE JESUS SOBRE LA CONFESIÓN que he publicado anteriormente. 

QUEJAS DE JESÚS SOBRE LA CONFESIÓN.



CONFIDENCIAS DE JESÚS 
A MONSEÑOR OTTAVIO MICHELINI

1. JUECES DE CONCIENCIAS (CONTRADICCIONES EN LA PASTORAL)

Eso lo saben ellos y lo saben también muchos confesores que continúan absolviendo todo y a todos. Por la mañana Santa Comunión, que al fin no es santa, por la tarde se fre­cuentan bailes, lugares y encuentros en los que la exaltación de la sensualidad es ley.

Los adúlteros se confiesan ya con la seguridad de que no faltará el sacerdote siempre pronto a absolverles. Se han olvidado las palabras claras y precisas "Nolite ponere margaritas ante porcos". Se ha olvidado que los Sacramentos son los frutos preciosos de mi Redención.

Se han olvidado las palabras con las que Yo, Salvador y Liberador, he conferido a mis Apóstoles y a su Sucesores el poder de perdonar o retener los pecados.

Se han olvidado muchos sacerdotes de que han sido constituidos jueces de las conciencias. Y es función del juez, en el ejercicio de su profesión, el indagar sobre los delitos, sobre la entidad de los delitos.

La facilonería con que se absuelve siempre todo y a todos no responde al designio de mi Misericordia sino a un plan de Satanás. Transformar los medios de salvación en medios de condenación, y desacreditar el valor infinito de la Gracia y de los medios por Mí queridos para distribuirla.

Te he hablado de Misas sacrílegas, ahora te digo que a las Misas puedes añadir las Confesiones sacrílegas, a veces doblemente sacrílegas. De las Comuniones sacrílegas he aquí, hijo, dónde están las raíces. Este laxismo que vuelve indiferenciable lo lícito de lo ilícito, el bien del mal, ¿dónde tiene sus raíces? He aquí por qué urge la revisión sin vacilaciones.

La anarquía ha entrado sin oposición, del externo también al foro interno por lo que algunos sa­cerdotes se hacen autores de nuevas doctrinas y de una nueva moral que todo admite y que todo aprueba.

Las consecuencias son por sí mismas comprensibles: para muchos sacerdotes el sexto y el noveno Mandamientos no tienen ya razón de ser. Esto es suma soberbia, esto es quererse sustituir a Dios, esto es no creer en Dios, esto es no creer en la Omnipotencia, Omnisciencia y Omnipre­sencia de Dios.

Satanás a continuación induce a sacerdotes a que repi­tan su pecado de soberbia y de desobediencia. Él ha encon­trado aliados fieles en mi Iglesia, induciéndoles a hacerse colaboradores suyos en la obra de desmantelamiento.

Pero Satanás y estos sus colaboradores ¿ignoran tal vez mis palabras que no cambian: "Yo estaré con vosotros hasta la consumación de los tiempos y las puertas del In­fierno no prevalecerán"?

¡Mi Iglesia será purificada, será liberada mi Iglesia!

Lo exige mi amor por ella, lo exige la justicia, lo exige mi Misericordia. De esto no se tiene la apropiada visión.



2. INSTRUMENTO DE PERDICIÓN

Yo te he dicho, hablando de la Confesión, que el modo en que se administra este Sacramento no responde del todo a un plan de mi Misericordia y de mi Amor sino más bien a un perverso designio del Maligno.

El no ha dejado nada sin intentar por transformar este Sacramento, medio de resurrección y de vida, en un mortífero instrumento de perdición, oscureciendo él, Príncipe de las tinieblas, este precioso fruto de mi Redención.

Te he dicho en un reciente mensaje, que he constituido a mis sacerdotes en jueces de las conciencias. ¿Cómo?... ¿No soy Yo el Eterno Sacerdote?...

Cuando vosotros, llamados por Mí, os habéis consagrado a Mí, Yo os he participado a vosotros mi Sacerdocio, o sea, os he llamado a formar parte de mi Sacerdocio, como en su tanto participo a las almas (con los otros Sacramentos) mi Vida sobrenatural.

Pero Yo soy el Ser infinitamente simple: no hay en Mí atributos o perfecciones distintas. Yo soy el Ser infinitamente perfecto, y en Mí están todas las perfecciones.

Yo soy el Eterno Sacerdote, Yo soy el Eterno Juez. Soy el Eterno Amor y la Eterna Justicia, soy la Eterna Misericordia.

A Mí, Juez está reservado el juicio particular de todo hombre, juicio sin apelación, irrevocable que tendrá su conclusión final con el juicio universal, y esto sea para la huma­nidad o sea para la naturaleña angélica.

Yo, el Juez infinitamente justo, juñgo a cada hombre con justicia. Ser jueñ quiere decir absolver o condenar con justicia las culpas de quien ha pecado.

Todo sacerdote debe ser juez recto, justo e imparcial. Este poder no es de ellos sino de Mí, Eterno Jueñ.

Muchísimos ejercitan este poder como si fuese de ellos; administran este poder sobrenatural con una facilidad e inconsciencia que hace estremecer a quien tiene un poquito de sensibilidad espiritual.

Se ayuda a los penitentes a encontrar todas las justificaciones posibles a sus pecados, concluyendo que la misericordia de Dios es grande.

Confesiones sacrílegas

La Misericordia de Dios no es solo grande sino que es infinita, pero esto no autoriña a ninguno a abusar de ella en un modo tan vergonzoso.

Es importante, hijo, y por eso te repito esta cosa: "¡No os volváis de administradores de la justicia divina, en cómplices del demonio, de instrumentos de salvación, en instru­mentos de perdición!".

De Dios no se puede uno reír impunemente. Las palabras con las que Yo he instituido este medio de salvación, son de una claridad inequívoca: Perdonar o retener los pecados.

No puede haber Confesión válida sin arrepentimiento sincero, no puede haber arrepentimiento sincero sin un serio y eficañ propósito de no querer pecar más.

Muchas Confesiones son nulas. Muchas son dos veces sacrílegas. Quien se confiesa sin tener las disposiciones requeridas y quien absuelve sin cerciorarse que las requeridas disposiciones existan, profana el sacramento y comete un sacrilegio.

Envilece este prodigioso medio de salvación, transmutarlo en medio de perdición, aquel sa­cerdote que se hace cómplice del malvado designio de Satanás. No busca a Dios ni el bien de las almas, sino se busca a sí mismo y es en verdad terrible anteponer a sí mismo a Dios.

—Entonces Señor...

Sí, hijo mío, no estúpido rigor, sino rectitud y justicia.

¿Porqué habría dicho a los Apóstoles y a sus sucesores: "Andad, y a todos aquellos a quienes perdonareis los pecados les serán perdonados y a quienes se los retuviereis les serán retenidos?” Es evidente que con estas palabras se les pide un serio y equilibrado juicio que no admite compromisos con ninguno, ni con la propia conciencia, ni con el penitente y mucho menos Conmigo.

Ya nada es pecado

Muchas cosas, hijo mío, voluntariamente las repito para imprimir mejor en el alma de mis sacerdotes este punto focal de la pastoral actual. Sí, se absuelve todo y a todos sin ninguna discriminación.

Para muchos sacerdotes es además tan fácil absolver, porque ya nada es pecado... La pureza ya no es una virtud; la paternidad responsable, que justamente entendida es cosa buena, se ha vuelto motivo de todas las licencias en las relaciones matrimoniales.

Bajo el pretexto de favorecer la cultura se autorizan las lecturas más perjudiciales en las que los gérmenes de la lujuria y de los errores filosóficos y teológicos se arrojan sin parsimonia.

Hoy todo está basado en el fraude, en el hurto; la justicia exige que el confesor se asegure del serio, eficaz propósito de restituir lo quitado. Muchísimas veces, ni siquiera se advierte al penitente de este estricto deber.

En nombre del progreso, para convencer al penitente que el confesor es hombre moderno a la altura de los tiempos se cierran ambos los dos ojos.

Estas cosas se pasan por alto por quien tiene la responsabilidad de combatir el mal desde sus raíces, siempre, en todas partes y sin descanso para no ser superados (como en verdad lo seréis) en esta oscura y tremenda hora que estáis a punto de vivir.

Te bendigo y Conmigo te bendicen la Madre y San José.


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MENSAJES DE JESÚS A LA VIDENTE 
CONCEPCIÓN CABRERA DE ARMIDA

3. DEL ABUSO EN LOS CONFESONARIOS

Otro punto muy importante, en el que mucho sufre mi Corazón, es en el de los confesonarios.

Muchos confesonarios sirven para comercios infames, y para activar malas pasiones. Se cubre con lo santo, con lo que debiera ser intachable, muchos crímenes nefandos, muchas citas no santas y se concertan atrocidades de horribles consecuencias para la Iglesia y para las almas.

Se toman también los confesonarios como instrumentos para cariños humanos, para alabanzas mutuas, se sostienen almas que buscan al confesor y no a Mí en ellos: manchan este lugar sagrado con chanzas y conversaciones nada dignas de ese santo lugar.

Pero mi mayor pena, en este Sacramento purificador y santo, es cuando sacerdotes indignos, manchados toman a la Trinidad Santísima para absolver los pecados, y por este Poder, conferido al sacerdote, se borran esos pecados confesados con las disposiciones debidas; pero en el sacerdote manchado que absuelve, queda el horrible pecado mortal duplicado.

El sacerdote indigno que me representa, peca al tomar lo sagrado; y abusa del sacramento, en este sentido, de tomar el poder que le he conferido en labios, en manos y en corazón manchado.

Éste es otro suplicio, entre tantos que sufro en mi Iglesia, que soporto en silencio sin retirar mi poder; ¡el poder de todo un Dios!, como es el de perdonar el sacerdote los pecados, representándome.

Abre el cielo a las almas, el sacerdote indigno y se lo cierra él; perdona, en mi Nombre bendito, el que no pide perdón al cielo.

Abusa de mi confianza, y si éste es un crimen aun tratándose en lo humano, pues ¿qué será tratándose de lo divino, de lo que me costó la Sangre y la Vida?

Cada sacramento me costó la Sangre y la Vida, y en cada absolución el sacerdote toma Sangre, la Sangre del Cordero, para borrar los pecados. Pero que toquen mi Sangre manos impuras, me horroriza.

Y Yo, callo; y Yo sigo obrando y cumpliendo mi palabra en la Iglesia: y Yo me dejo manejar en mis Sacramentos de manos indignas, de corazones descarriados, de ministros humanizados hasta los tuétanos.

¿Cómo aconsejar pureza el que no la tiene; prodigalidad el que es avaro, paciencia el iracundo, humildad el soberbio, etc.?

Espejos donde los fieles se miren deben ser mis sacerdotes, pero ¡cuántas veces las almas no ven en ellos sino intolerables defectos en su dignidad, y hasta pecados en sus inicuos procederes!

¡Pidan por mis sacerdotes culpables! Pidan luz para que considerando profundamente mi papel, siempre de Víctima, se compadezcan ellos de Mí; ¡siquiera mis sacerdotes que deben ser mi corona, que no agreguen hiel a la que me dan los mundanos!”


4. PELIGROS EN LA DIRECCIÓN ESPIRITUAL

Un gancho de Satanás para los sacerdotes es que cuando encuentran almas perfectas se les pegan interiormente con el santo pretexto, aunque interior, de aprender de ellas, de que Yo les comunique algo por su conducto.

Muy peligroso es este camino. Cierto es que hay almas más santas que las de algunos sacerdotes; cierto que tienen que aprender de ellas; pero de esto, a encariñarse con ellas, hay un paso y el sacerdote y la dirigida deben estar muy alertas en su corazón y tenerlo a raya y aumentar su oración y tocar el sacerdote muy sobrenaturalmente a aquella alma, porque ¡cuánta tierra se mezcla con lo divino!

¡Cómo Satanás ofusca en este delicado punto y hace ver lo no recto con todos los visos de que lo es!

Y así comienzan muchas direcciones y confesiones que al jugar con fuego llegan, cuantas veces, a quemarse!

Mucha gloria que me quitan los sacerdotes en las almas cuando se quedan ellos como fin y no como medios que las conduzcan a Mí. Cuidado con robarme corazones, cuidado con entibiar el fervor en las almas por dejar mezclarse la tierra.

Muchas espinas tiene mi Corazón en este punto de poner en las almas tierra, atoramientos con el confesor, cariños que si no manchan, empolvan y quitan el brillo humanizando.

Claro está, que los confesores y directores deben tener cierto atractivo santo y espiritual para con las almas; pero en su deber, en su rectitud, y hasta en su talento debe estar muy clara la raya que separe lo humano de lo divino, lo divino de lo humano.

En el sacerdote está el poner un ‘hasta aquí’ y no dejar pasar de ahí los corazones; le propio y los ajenos. Sólo Yo, sólo en Espíritu Santo tiene derecho absoluto, campo abierto para con las almas. ¡Cuidado, repito, con engañarse!

Este campo, ordinario y extraordinario, como les digo, tiene innumerables peligros que dan acceso a que Satanás coseche frutos para él, y con pinzas se deben manejar a las almas y, sobre todo, con la coraza de mucha oración, de mucha pureza de alma, y de ayuda del Espíritu Santo.

Tiene forzosamente los sacerdotes que recorrer esta senda de confesonario, y muchos, de direcciones espirituales; es su deber, pero espinoso deber, erizado camino en el que tienen que poner sus plantas sin lastimarse ni lastimarme.

Con estudios serios del caso, con cierta experiencia y astucia, con santidad personal y vida de unión con Dios, se pueden manejar a las almas y llevarlas directamente a Mí sin temor.

Estas cualidades deben tener los confesores y los directores sobre todo. Conocimiento práctico de la vida interior; conocimiento práctico del corazón humano, y mucho Espíritu Santo que sea el velo, el intermedio entre el confesor y la confesada, entre el director y la dirigida.

¿Cómo dar a Dios, quien no tiene a Dios y en los grados que debiera tener a Dios?

¿Cómo tocar las profundidades de un alma pura, el que no ve más que la superficie de la vida espiritual?

¿Cómo internarse en regiones intrincadas, en las que el Espíritu Santo y Satanás se disputan el puesto, los directores que solo conocer la corteza de las almas?

¿Cómo conocer los engaños del demonio y sus astutas redes y la sutileza de sus procederes, ¡Tantos!, los que no tienen la luz de lo alto, la del Espíritu Santo?

¿Cómo dirigir acertadamente los que no tienen el don de consejo ni lo han pedido ni se han hecho capaces, no digo dignos de recibirlo?

¿Cómo conducir un ciego, un miope en la vida espiritual, a las almas que se le confían?

Mucho tengo que lamentar en este punto capital de las almas en el que mis sacerdotes, muchos, se dan de cabezazos y no aciertan ni a comprender ni ha llegar al fondo de los corazones ni a discernir en los espíritus el trabajo del demonio ni en el Espíritu Santo.

Y por esto, ¡cuántos designios de Dios en las almas se quedan truncos, cuánta vida espiritual se pierde y muere por culpa de mis sacerdotes!, por su falta de estudios, por su falta de virtud, de oración, de vida interior y de trato íntimo Conmigo, de luz, de Espíritu Santo. Y al tocar este punto del Espíritu Santo, diré que lo contristan mis sacerdotes muy frecuentemente en muchas cosas: en adelantarse a su acción en las almas al abrogarse derechos que no tienen, en querer ser más que Él, en cierto sentido, por no esperar que obre en los corazones y atropellar su acción, quitar sus derechos, disponer de los corazones como si no tuvieran un Dueño superior que las gobierne y las rige.

El papel del director es ir detrás del Espíritu Santo y no adelantarse a Él. Es pedirle sus dones y vivir subordinado a su acción en él y en las almas; es vivirlo y respirarlo, ser su nido, tener su luz, y vivir una vida toda sobrenatural y divina.

No todos los sacerdotes pueden ser directores si no tienen las condiciones para ello, porque se hacen acreedores a muchos fracasos; pero si, todos los sacerdotes deben procurar serlo para mi servicio íntimo en las almas, pero con las condiciones dichas.

Muy difícil es ser un buen director espiritual, prudente y santo, pero no cuando Yo ayudo, cuando se tiene gracia de estado, virtud y Espíritu Santo.

La vida mística se detiene por falta de directores santos y esto es una merma para los fines de mi Iglesia, ¡pero se desarrollará bajo estas condiciones y dará grande gloria a la Trinidad!”

ORACIONES POR EL PAPA BENEDICTO XVI.

1. Oh Jesús, Rey y Señor de la Iglesia: renuevo en tu presencia mi adhesión incondicional a tu Vicario en la tierra, el Papa. En él Tú has querido mostrarnos el camino seguro y cierto que debemos seguir en medio de la desorientación, la inquietud y el desasosiego.

Creo firmemente que por medio de él Tú nos gobiernas, enseñas y santificas, y bajo su cayado formamos la verdadera Iglesia: una, santa, católica y apostólica.

Concédeme la gracia de amar, vivir y propagar como hijo fiel sus enseñanzas. Cuida su vida, ilumina su inteligencia, fortalece su espíritu, defiéndelo de las calumnias y de la maldad. Aplaca los vientos erosivos de la infidelidad y la desobediencia, y concédenos que, en torno a él, tu Iglesia se conserve unida, firme en el creer y en el obrar, y sea así el instrumento de tu redención. 

Así sea.

-P. Marcial Maciel, L.C

2. Padre Nuestro que estás en los cielos, que todo lo gobiernas a través de Tu Hijo Jesucristo. Ten piedad y misericordia de Tu amadísimo hijo, El Papa Benedicto XVI y concédele por tu infinita misericordia, larga vida y salud en abundancia, para encaminar al mundo por senderos de paz y justicia, de amor y prosperidad y de verdadera santidad.

Dale a tu vicario en la tierra fuerza, protección y los dones del Espíritu para cumplir con la misión que le has encomendado.

Gracias Señor por darnos a Benedicto XVI.
Danos la gracia de estar siempre con el, unidos a tu rebaño, la Iglesia Católica. 

Por Nuestro Señor Jesucristo

Amén.

A LOS AMIGOS DE LA CRUZ (Tercera Parte)

Por San Luis María
Grignión de Montfort
Que cargue con su cruz (Continuación)

La cruz. Que cargue con la cruz, puesto que nada hay tan necesario, tan útil, tan dulce ni tan glorioso como padecer algo por Jesucristo.

«Nada tan necesario»


Para los discípulos de un Díos crucificado


Amigos de la Cruz, discípulos de un Dios crucificado: el misterio de la cruz es un misterio ignorado por los gentiles, rechazado por los judíos, menospreciado por los herejes y malos cristianos. Pero es el gran misterio que tenéis que aprender en la práctica, en la escuela de Jesucristo. Solamente en su escuela lo podéis aprender. En vano rebuscaréis en todas las academias de la Antigüedad algún filósofo que lo haya enseñado. En vano consultaréis la luz de los sentidos y de la razón. Sólo Jesucristo puede enseñaros y haceros saborear ese misterio por su gracia triunfante.

Adiestraos, pues, en esta sobre eminente ciencia bajo la dirección de tan excelente Maestro, y poseeréis todas las demás ciencias, ya que ésta las encierra a todas en grado eminente. Ella es nuestra filosofía natural y sobrenatural, nuestra teología divina y misteriosa, nuestra piedra filosofal, que -por la paciencia- cambia los metales más toscos en preciosos; los dolores más agudos, en delicias; la pobreza, en riqueza; las humillaciones más profundas, en gloria.

Aquel de vosotros que sepa llevar mejor su cruz -aunque, por otra parte, sea un analfabeto-, es más sabio que todos los demás.

Escuchad al gran San Pablo, que, al bajar del tercer cielo -donde aprendió misterios escondidos a los mismos ángeles-, exclama que no sabe ni quiere saber nada fuera de Jesucristo crucificado. ¡Alégrate, pues, tú, pobre ignorante; tú, humilde mujer sin talento ni letras; si sabes sufrir con alegría, sabes más que un doctor de la Sorbona que no sepa sufrir tan bien como tú!

Para los miembros de Jesucristo

Sois miembros de Jesucristo. ¡Qué honor! Pero ¡qué necesidad tan imperiosa de padecer implica el serio! Si la Cabeza está coronada de espinas, ¿lo serán de rosas los miembros? Si la Cabeza es escarnecida y cubierta de lodo camino del Calvario, ¿querrán los miembros vivir perfumados y en un trono de gloria? Si la Cabeza no tiene donde reclinarse, ¿descansarán los miembros entre plumas y edredones! ¡Eso sería monstruosidad inaudita! ¡No, no, mis queridos Compañeros de la Cruz! No os hagáis ilusiones. Esos cristianos que veis por todas partes trajeados a la moda, en extremo delicados, altivos y engreídos hasta el exceso, no son los verdaderos discípulos de Jesús crucificado. Y, si pensáis lo contrario, estáis afrentando a esa Cabeza coronada de espinas y a la verdad de¡ Evangelio. ¡Válgame Dios! ¡Cuántas caricaturas de cristianos que pretenden ser miembros de Jesucristo, cuando en realidad son sus más alevosos perseguidores, porque mientras hacen con la mano la señal de la cruz, son sus enemigos en el corazón!

Si os preciáis de ser guiados por el mismo espíritu de Jesucristo y vivir la misma vida de quien es vuestra Cabeza coronada de espinas, no esperéis sino abrojos, azotes, clavos; en una palabra, cruz. Pues es necesario que el discípulo sea tratado como el Maestro, los miembros como la Cabeza. Y, si el cielo os ofrece -como a Santa Catalina de Siena- una corona de espinas y otra de rosas, escoged sin vacilar la de espinas y hundidla en vuestra cabeza para asemejaros a Jesucristo.

*****

Para los templos del Espíritu Santo

Sabéis que sois templos vivos del Espíritu Santo. Como otras tantas piedras vivas, tenéis que ser colocados por ese Dios de amor en el templo de la Jerusalén celestial. Disponeos, pues, para ser labrados, cercenados, cincelados por el martillo de la cruz. De lo contrario, quedaréis como piedras toscas, que no sirven para nada, se desprecian y arrojan lejos. ¡Cuidado con resistir al martillo que os golpea! ¡Cuidado con oponeros al cincel que os labra, a la mano que os pule! ¡Tal vez ese diestro y amoroso arquitecto desea convertiros en una de las piedras principales de su edificio eterno, en uno de los retablos más hermosos de su reino celestial! Dejadle actuar; os quiere, sabe lo que hace tiene experiencia, cada uno de sus golpes es acertado y amoroso, no da ninguno en falso, a no ser que vuestra impaciencia lo inutilice.

El Espíritu Santo compara la cruz: -unas veces, a una criba que separa el buen grano de la paja y la hojarasca: dejaos sacudir y zarandear como el grano en la criba, sin oponer resistencia; estáis en la criba del Padre de familia, y pronto estaréis en su granero; -otra veces, la compara al fuego, que quita el orín al hierro mediante la viveza de sus llamas: nuestro Dios es un fuego devorador; mediante la cruz, permanece en e¡ alma para purificarla, sin consumirla, como en otro tiempo en la zarza ardiente; -otras veces, la compara al crisol de una fragua, donde el oro auténtico queda refinado, mientras el falso se desvanece en humo: el bueno sufre con paciencia la prueba del fuego, mientras el malo se eleva hecho humo contra las llamas. En el crisol de la tribulación y de la tentación, los auténticos Amigos de la Cruz se purifican mediante la paciencia, mientras que los enemigos se desvanecen en humo a causa de sus impaciencias y murmuraciones.

*****

Hay que sufrir como los santos

Mirad, Amigos de la Cruz; mirad delante de vosotros una inmensa nube de testigos. Sin decir palabra, prueban cuanto os tengo dicho. Ved desfilar ante vosotros un Abel justo y muerto por su hermano; un Abrahán justo y extranjero en la tierra; un Lot justo y arrojado de su país; un Jacob justo y perseguido por su hermano; un Tobías justo y afligido de ceguera; un Job justo y empobrecido, humillado y hecho una llaga de pies a cabeza.

Mirad a tantos apóstoles y mártires teñidos con su propia sangre; a tantas vírgenes y confesores empobrecidos, humillados, arrojados, despreciados. Todos ellos exclaman con San Pablo: Mirad a nuestro bondadoso Jesús, el autor y consumador de la fe que tenemos en él y en su cruz., Tuvo que padecer para entrar, por la cruz, en su gloria.

Mirad, al lado de Jesús, una espada afilada, que penetra hasta el fondo en el tierno e inocente corazón de María, que nunca tuvo pecado alguno, ni original ni actual. ¡Lástima que no pueda extenderme aquí sobre los padecimientos de Jesús y Maria, para hacer ver que lo que sufrimos no es nada en comparación con lo que ellos sufrieron!

Después de esto, ¿quién de nosotros podrá eximirse de llevar su cruz? ¿Quién no volará con presteza a los parajes donde sabe que le espera la cruz? ¿Quién no exclamará con San Ignacio Mártir: «¡Que el fuego, la horca, las bestias y los tormentos todos del demonio vengan sobre mí para que yo pueda gozar de Jesucristo!»

*****

... o como réprobos

Pero, en fin, si no queréis sufrir con paciencia y llevar vuestra cruz con resignación, como los predestinados, tendréis que llevarla entre murmullos e impaciencias, como los réprobos. Os pareceréis a aquellos dos animales que arrastraban el arca de la alianza mugiendo. Imitaréis a Simón Cirineo, quien, a pesar suyo, echó mano a la cruz misma de Jesucristo, pero no cesaba de murmurar mientras la llevaba. En fin, os sucederá lo que al mal ladrón, quien desde lo alto de la cruz se precipitó al fondo de los abismos.

¡No, no! Esta tierra maldita donde vivimos no cría hombres felices. No se ve muy bien en este país de tinieblas. No se está muy seguro en este mar borrascoso. No se pueden evitar los combates en este lugar de tentaciones y en este campo de batalla. No es posible evitar los pinchazos en esta tierra cubierta de espinas. De buen grado o por fuerza, los predestinados y los réprobos han de llevar su cruz. Tened presente estos cuatro versos:

Escógete una cruz de las tres del Calvario; escoge sabiamente, puesto que es necesariopadecer como santo o como penitente, o como sufre un réprobo que pena eternamente.

Lo que significa que, si no queréis sufrir con alegría, como Jesucristo; o con paciencia, como el buen ladrón, tendréis que sufrir, mal que os pese, como el mal ladrón; tendréis que apurar hasta las heces el cáliz más amargo, sin ningún consuelo de la gracia; tendréis que llevar todo el peso de vuestra cruz sin la ayuda poderosa de Jesucristo. Además, tendréis que llevar el peso inevitable que el demonio añadirá a vuestra cruz por la impaciencia a la que os arrastrará. Así, después de haber sido unos desgraciados en esta tierra -como el mal ladrón-, iréis a reuniros con él en las llamas.

«Nada tan útil ni tan dulce»

Por el contrario, si sufrís como conviene, la cruz se os hará yugo muy suave, que Jesucristo llevará con vosotros. La cruz vendrá a ser como las dos alas del alma que se eleva al cielo; vendrá a ser el mástil de la nave que os llevará al puerto de la salvación feliz y fácilmente.

Llevad vuestra cruz con paciencia; esta cruz, bien llevada, os alumbrará en vuestras tinieblas espirituales, pues quien no ha sido probado por la tentación, sabe bien poco (Eclo. 34).

Llevad vuestra cruz con alegría, y os veréis abrasados en el amor divino, pues

sin cruces ni dolor 
no se vive en el amor.

Las rosas se recogen entre espinas. Sólo la cruz alimenta el amor de Dios, como leña el fuego. Recordad esta hermosa sentencia de la Imitación de Cristo: «Cuanta violencia os hagáis sufriendo con paciencia, tanto progresaréis en el amor divino».

Nada importante se puede esperar de esos cristianos indolentes y perezosos que rehúsan la cruz cuando les llega y que jamás se buscan prudentemente alguna por su cuenta. Son tierra inculta, que no producirá sino espinas, por no haber sido roturada, desmenuzada y removida por un experto labrador. Son como aguas encharcadas, que no sirven para lavar ni para beber.

Llevad vuestra cruz con alegría. Encontraréis en ella una fuerza victoriosa, a la cual ningún enemigo vuestro podrá resistir; una dulzura encantadora, con la cual nada se puede comparar. Sí, hermanos, sabed que el verdadero paraíso terrenal consiste en sufrir algo por Jesucristo. Preguntad a todos los santos. Os contestarán que jamás gozaron tanto ni sintieron mayores delicias en el alma como en medio de sus mayores tormentos. «Vengan sobre mí todos los tormentos del demonio», decía San Ignacio Mártir. «O padecer o morir», decía Santa Teresa. «No morir, sino padecer», decía Santa Magdalena de Pazzi. «Padecer y ser despreciado por ti», decía San Juan de la Cruz. Y tantos otros hablaron el mismo lenguaje, como leemos en sus biografías.

Confiad en Dios, carísimos hermanos. Cuando padecemos con alegría y por Dios, la cruz se convierte en objeto de toda clase de alegrías para toda clase de personas, dice el Espíritu Santo. La alegría de la cruz es mayor que la del pobre que se ve colmado de toda clase de riquezas. Es mayor que la del mercader que gana millones. Mayor que la del general que lleva su ejército a la victoria. Mayor que la de los prisioneros que se ven liberados de sus cadenas. En fin, imaginad las mayores alegrías de esta tierra: todas quedan superadas por la alegría de una persona crucificada que sepa sufrir bien.

«Nada tan glorioso»

Regocijaos, pues, y saltad de alegría cuando Dios os regale alguna cruz. Porque, sin daros cuenta, lo más valioso que existe en el cielo y en el mismo Dios recae sobre vosotros. ¡Magnífico regalo de Dios es la cruz! De entenderlo, encargarías misas, harías novenas en los sepulcros de los santos, emprenderías largas peregrinaciones -como lo hicieron los santos- para obtener del cielo este regalo divino.

El mundo llama locura, infamia, necedad, indiscreción, imprudencia; dejad hablar a esos ciegos. Su ceguera -que les lleva a juzgar humanamente de la cruz, muy al revés de lo que es en realidad- forma parte de nuestra gloria. Cada vez que nos proporcionan alguna cruz por sus desprecios y persecuciones, nos regalan joyas, nos elevan al trono y nos coronan de laureles.

Pero ¿qué estoy diciendo? Todas las riquezas, los honores, los cetros; todas las coronas brillantes de los potentados y emperadores, no se pueden comparar con la gloria de la cruz, dice San Juan Crisóstomo. Supera la gloria del apóstol y del escritor sagrado. Este santo varón, iluminado por el Espíritu Santo, añade: «Si me fuera dado, dejaría gustoso el cielo para padecer por el Dios del cielo. A los tronos del imperio, prefiero las cárceles y las mazmorras. Me apetecen más las mayores cruces que la gloria de los serafines. Aprecio menos el don de milagros -con el cual se domina a los demonios, se desatan los elementos, se detiene al sol, se da vida a los muertos- que el honor de sufrir. San Pedro y San Pablo son más gloriosos en sus calabozos, con los grillos en los pies, que cuando son arrebatados al tercer cielo y reciben las llaves del paraíso».

En efecto, ¿no dio la cruz a Jesucristo el Nombre sobre-todo-nombre, de modo que, al nombre de Jesús, toda rodilla se doble en el cielo, en la tierra y en el abismo? (Fil. 2, 9-10) Tan grande es la gloria de una persona que sabe sufrir, que el cielo, los ángeles, los hombres y el mismo Dios del cielo la contemplan con alegría, como el espectáculo más glorioso. Si los santos tuvieran algún deseo, sería el de volver a la tierra para llevar algunas cruces.

Ahora bien, si ya en la tierra es tan grande la gloria de la cruz, ¿cuál no será la que adquiera en el cielo? ¿Quién explicará y entenderá jamás la riqueza eterna de gloria (2 Cor. 4, 17) que nos consigue el llevar la cruz como se debe por un corto instante? ¿Quién entenderá la gloria que se adquiere para el cielo en un año y -a veces- en toda una vida de cruces y dolores?

Por cierto, queridos Amigos de la Cruz, el cielo os prepara para algo grande -dice un gran santo-, ya que el Espíritu Santo os une tan estrechamente en una cosa, que todo el mundo huye con tanto cuidado. No cabe duda: Dios quiere formar tantos santos y santas cuantos Amigos de la Cruz existen, si permanecéis fieles a vuestra vocación, si lleváis vuestra cruz como se debe, es decir, como la llevó Jesucristo.

MAGISTERIO DE LOS SUMOS PONTÍFICES SOBRE EL CELIBATO

1. S.S. Siricio.




Siricio, papa 38 de la Iglesia Católica 
entre 384 y su muerte, en 399. 

(c. 7, § 8) ... Porque hemos sabido que muchísimos sacerdotes de Cristo y levitas han procreado hijos después de largo tiempo de su consagración, no sólo de sus propias mujeres, sino de torpe unión y quieren defender su crimen con la excusa de que se lee en el Antiguo Testamento haberse concedido a los sacerdotes y ministros facultad de engendrar.

[Contra tal argumento el Papa opone:] (§ 9) ¿Por qué, el año de su turno, se manda a los sacerdotes habitar en el templo lejos de sus casas? Pues por la razón de que ni aun con sus mujeres tuvieran comercio carnal, a fin de que, brillando por la integridad de su conciencia, ofrecieran a Dios un don aceptable.

(§ 10) De ahí que también el Señor Jesús, habiéndonos ilustrado con su venida, protesta en su Evangelio que vino a cumplir la ley, no a destruirla [Mt 5, 17]. Y por eso quiso que la forma de la castidad de su Iglesia, de la que Él es esposo irradiara con esplendor, a fin de poderla hallar «sin mancha ni arruga» [Ef 5, 27]. Todos los levitas y sacerdotes estamos obligados por la indisoluble ley de estas sanciones, es decir que desde el día de nuestra ordenación, consagramos nuestros corazones y cuerpos a la sobriedad y castidad, para agradar en todo a nuestro Dios en los sacrificios que diariamente le ofrecemos.


2. S.S. Pío X

San Pio X , papa 257 de la Iglesia 
Católica entre 1903 y 1914.


S.S. Pío X :: Exhortación apostólica


IV. Exigencias mas urgentes y actuales
Castidad

75. Que en vosotros, pues, florezca con lozanía inmarcesible la castidad, que es el mejor ornato de nuestro sacerdocio, por cuyo fulgor el sacerdote, así como se hace semejante a los ángeles, así también aparece más digno de veneración al pueblo cristiano y más fecundo en frutos de santidad.

Referencias: 

1. Siricio Papa. Carta “Directa ad decessorem” al obispo Himerio de Tarragona (año 385), cánones 7-10. En: Denzinger, H. - Hünermann, P. El Magisterio de la Iglesia. Enchiridion Symbolorum, definitionum et declarationum de rebus fidei et morum. Barcelona; Editorial Herder 2000, 1era edición, n. 185.


Notas

[1]. En este documento no se estableció por primera vez el precepto del celibato, sino que en él se presupone que este precepto estaba ya en rigor desde hacía algún tiempo en partes de la Iglesia occidental; cf. El Sínodo de Elvira, *118s.

2. Pío X, San. Exhortación Apostólica “Haerent Animo”, Capítulo IV, n. 75. En: Esquerda Bifet, Juan. El sacerdocio hoy. Madrid; BAC 1983, 1era edición, p. 35.

ESCOGÍ LA VERDAD: EL FIN DE LOS TIEMPOS. (CUARTA PARTE)

El cielo nos observa: el aviso (Continuación)

"SE SINTIÓ UN GRAN TERREMOTO, tal y tan grande, cual nunca hubo desde que hay hombres sobre la tierra." - Apocalipsis 16:18


(VER AQUÌ PRIMERA PARTE DE ESTE CAPÌTULO DE EL AVISO)

A modo de resumen:

Han habido desde entonces en realidad cuatro Papas, que son Pablo VI, Juan Pablo I, Juan Pablo II y el actual Benedicto XVI. Pero la Virgen aclaró en esas mismas fechas a Conchita que aunque en realidad quedaban cuatro ella no contaba a uno de ellos porque iba a durar muy poco tiempo, lo cual sucedió con Juan Pablo I que murió tras solo un mes de Pontificado. Por lo tanto ya durante el Pontificado de Juan Pablo II dijo Conchita: "Cuando muera Juan Pablo II ya viene todo."

Y lo mas importante respecto a las circunstancias sociales, que acontecerá previa y conjuntamente a la aparición del “Aviso” :
- en aquellos momentos será muy difícil practicar la religión, que los sacerdotes puedan decir Misa o que el pueblo pueda abrir las puertas de las iglesias.
-- parecerá que los comunistas se han apoderado del mundo entero y que la iglesia ha desaparecido.
- la circunstancia será tal, que las niñas de Garabandal pensaban que el Papa tampoco podría estar en Roma abiertamente: “se le perseguirá y tendrá que esconderse (1), como los demás“ (1) Dicho dato, esta en las mayoría de las profecías, por no decir, en su totalidad de las principales y mas importantes “ que el papa tendrá que huir y esconderse”

En repetidas ocasiones le preguntaron a Conchita sobre el contenido de este “aviso”, y ella, a diversas preguntas sobre la “influencia” que tendrá, dijo lo siguiente :

A) Que este aviso está vinculado a un fenómeno de la naturaleza; que este nombre existe en el diccionario y empieza con la letra “a”.

B) Que el aviso es algo que viene directamente de Dios y podrá verse en todo el mundo al mismo tiempo.

C) Todo se parara, hasta los aviones volando; durante solos unos minutos ; hará a todos los hombres sentir sus pecados; será como fuego pero no nos quemara.

D) Que es también una especie de catástrofe, que hará que pensemos en los muertos, es decir, que preferiríamos estar muertos antes que experimentar la vivencia del aviso.

Desde tiempos remotos Dios ha hecho uso de profecías para autenticar los mensajes que da a Su pueblo a través de los seres humanos. La característica inequívoca de las profecías de Dios es que las mismas se
vuelven realidad. Gracias a esto se establece la credibilidad de los videntes, así como también la validez del mensaje Examinemos algunas que muestran la relacion del acontecimiento mundial, profetizado en Garabandal con la realidad que parece mostrarsenos : “un cometa”(1)

(1) El nombre "cometa" proviene del griego clásico y significa astro con larga cabellera, como referencia a sus largas colas. Apocalipsis, San Juan,: " El tercer ángel tocó la trompeta, y cayó del cielo una gran estrella, ardiendo como una antorcha, y cayó sobre la tercera parte de los ríos, y sobre las fuentes de las aguas. Y el nombre de la estrella es Ajenjo "(Ap. 8:10-11) Profecía de E. Alocci. Campesino estigmatizado. Entre el 27 de marzo de 1966 y el 14 de abril de 1973 recibió mas de 80 apariciones de Jesús, María y el Arcángel San Gabriel quienes dictaron una serie de mensajes
urgentes al mundo:

En 1969 el Señor dice que un gran carruaje de fuego atravesaría todo el universo con gran fragor de truenos, dejando así un fuerte resplandor, y que esto indicará la proximidad del castigo, después de esto el sol se alejará, entonces reinará la oscuridad.
Profecía de Enzo alocci:"Si el mundo no cambia enviaré un aviso: un carro de fuego con fragor de truenos atravesará el universo, dejando un fuerte resplandor; éste indicará la proximidad del castigo".

Profecía de la Vidente Yulka - Hija espiritual del Padre Pio de pietrelcina -: “ En otra visión me encontraba en un jardín , para cultivar las flores . De repente cayo sobre la tierra algo tan gigantesco (1) , que toda la tierra temblaba y se encabritaba como para romperse . Y todo el aire estaba en llamas . Todo el espacio desde la tierra hasta arriba era un gigantesco mar en llamas “
(1) El cometa: “ cayo algo tan gigantesco “

Veronica de la Cruz la vidente de Bayside

Verónica Lueken, la vidente de Bayside - New York-, fue receptora de mensajes celestiales de Jesús, Nuestra Señora y muchos santos durante mas de 25 años .He aquí algunos :

OLAS “ GIGANTESCAS”
Profecía: Veo una bola de fuego; viene rápidamente por el cielo, y tiene una larga cola roja. Es roja, ¡es fuego! y ahora viene hacia abajo hacia lo que parece ser una bola, pero no, es la tierra. Y oh-h, oh, ha chocado en el agua, ha rozado el agua. Y hay olas que se levantan más alto, más alto que cualquier cosa posible que yo pudiera haber visto.

Las olas son tremendas. Están arrasando la mitad del continente al mar.
- Visión profética de Verónica Lueken , 25 de Julio, 1985.

CIUDADES TRAGADAS
Profecía -( La vidente habla en primera persona )-: Veo una gran luz, ¡un destello! ¡Este destello es tan caliente! Oh, hay una gran bola de fuego. Oh, es muy caliente, y gira a través del cielo, y despide chispas
por detrás. Las chispas - son grandes pedazos de roca, y caen, caen hacia abajo.
Ahora las aguas, las aguas suben muy alto (1). Puedo ver las aguas. ¡Oh! ¡Oh! Oh, las aguas se han entrado. ¡Están tan altas! Y puedo ver algunas ciudades. Veo una ciudad grande,(2) y ahora las
aguas - oh, golpean contra la tierra. Y ahora veo los edificios - ¡caen!
Ahora se raja la tierra, y los edificios se caen dentro de los agujeros.(3) ¡Oh! ¡Oh! ¡Oh!
- Verónica, 16 de junio 1973 a Veronica Lueken
(1) Tsunami
(2) Probablemente sea New York
(3) Gigantescas “grietas” producidas por terremotos, posiblemente precedentes ya que los mega-tsunamis vienen acompañados de temblores

TODOS RECIBIRÁN EL MENSAJE
Profecia dada por Jesus, 2 de Octubre, 1972 a Veronica lueke :"Cuando la Bola de la Redención llegue a vuestra tierra, todos habrán recibido el Mensaje del Cielo, y serán dados una elección individual para su salvación o su condenación."
“Cuando la situación esté en su peor momento, entonces ocurrirá el Aviso . Se sabrá entonces “ que hemos llegado al final de los tiempos “ .

( Conchita vidente de garabandal )

HOMILÍAS DEL PADRE WILSON SALAZAR.

Homilías del Padre Wilson Salazar, exorcista colombiano, en las que nos habla duramente de temas como la apostasía que va entrando de a poco en la iglesia, el peligro de las sectas, el infierno, maldiciones, brujería y mucho mas.

Parte 1



Parte 2.



Parte 3.



Parte 4.



Advertencias Del Mas Alla a La Iglesia Contemporánea. (Padre Arnold Renz).

DIOS QUIERE LA AFIRMACIÓN DE LA CRUZ, HASTA EN UN MATRIMONIO DIFÍCIL.

V: ...qué puede conseguir ya la gracia, si ya no se leen las vidas de los Santos, por ejemplo el Párroco de Ars, o Catalina Emmerich.  También el Padre Pío ha llevado una vida muy buena, y todos ellos se parecen casi textualmente, PORQUE SE HAN CONSUMIDO EN EXPIACIÓN POR LOS DEMÁS, como sacrificio propiciatorio para El de arriba (señala hacia lo alto).  Por eso fueron aceptados sus sufrimientos y su expiación.  También serían aceptados los de cualquier hombre, si estuviese dispuesto a practicar la penitencia.  Muchas veces, Dios, solamente espera a que un hombre diga:  "Yo quiero... me puedes enviar sufrimientos, si los consideras conveniente.  Los quiero soportar por ese o el otro, con tal de que me des tu gracia".  Pero, desgraciadamente, es una triste verdad, que el El de ahí arriba (señala hacia lo alto) quiere hacer una prueba, y envía sufrimientos, el hombre los quiere rechazar por cada fibra de su cuerpo.  Se resiste y hace todo lo que puede para que no tenga que sufrir... ¡No quiero hablar más!

E:  ¡Habla, Verdi Garandieu, di solamente la verdad sobre el sacerdocio, en honor de Dios y para la salvación de las almas, solamente la verdad, únicamente la verdad! ¡En nombre de...!

V:  La condición elemental para ello es QUE LOS SACERDOTES, DEBERÍAN PREDICARLO Y DAR EL EJEMPLO.  Si el hombre se agita en esos sufrimientos de los que ya he hablado, y que Dios le impone, y los quiere rechazar con cada fibra de su cuerpo...entonces ya no se trata de un sufrimiento completo según el principal mandamiento...ya no es perfecto según la voluntad del Padre.  Habría que decir:  "HÁGASE TU VOLUNTAD Y NO LA MÍA, como dijo Cristo en l Huerto de los Olivos.  Habría que unirse a la voluntad de Dios y entonces tendría un gran valor.  Existen sufrimientos que pueden originar terribles miedos y resistencia.  Pero también en estos casos hay que unirse a la voluntad de Dios, de la mejor manera posible.  Desde luego, hay hombres que quisieran evitar esos sufrimientos por todos los medios.  Esto también es válido para los esposos que ya no pueden aguantar a sus compañeros de matrimonio, y que quisieran echar a correr con todas sus consecuencias. Tienen que aguantar los sufrimientos y con ello podrían realizar una expiación.  Miles de personas podrían sufrir por otras, y conseguir con ello que no se pierdan.  Esto parece ser que se ha olvidado casi por completo en vuestra Iglesia Católica.  SE PREDICA MUY RARAMENTE SOBRE ESTOS HECHOS.
Eso es una gran realidad y muy amplia, PORQUE ES LA IMITACIÓN DE CRISTO.  Si El de ahí arriba (señala hacia lo alto) ha dicho:  "Y al prójimo como a ti mismo", NO SE REFERÍA EN PRIMER LUGAR AL BIENESTAR MATERIAL.  Claro es que también este está incluído.  PERO EN PRIMER LUGAR SE REFERÍA AL ESPÍRITU, A LAS ALMAS, PARA QUE ÉSTAS SE SALVEN (habla llorando y desesperado)

E:  ¡Di la verdad, Verdi Garandieu, solamente la verdad, únicamente la verdad en nombre de Jesucristo, en nombre de la Santísima Virgen María, en nombre de San Vicente Ferrer...solamente la verdad en honor de Dios!

San Luis Grignon de Monfort.


Para los miembros de Jesucristo
Sois miembros de Jesucristo. ¡Qué honor! Pero ¡qué necesidad tan imperiosa de padecer implica el serio! Si la Cabeza está coronada de espinas, ¿lo serán de rosas los miembros? Si la Cabeza es escarnecida y cubierta de lodo camino del Calvario, ¿querrán los miembros vivir perfumados y en un trono de gloria? Si la Cabeza no tiene donde reclinarse, ¿descansarán los miembros entre plumas y edredones! ¡Eso sería monstruosidad inaudita! ¡No, no, mis queridos Compañeros de la Cruz! No os hagáis ilusiones. Esos cristianos que veis por todas partes trajeados a la moda, en extremo delicados, altivos y engreídos hasta el exceso, no son los verdaderos discípulos de Jesús crucificado. Y, si pensáis lo contrario, estáis afrentando a esa Cabeza coronada de espinas y a la verdad de¡ Evangelio. ¡Válgame Dios! ¡Cuántas caricaturas de cristianos que pretenden ser miembros de Jesucristo, cuando en realidad son sus más alevosos perseguidores, porque mientras hacen con la mano la señal de la cruz, son sus enemigos en el corazón!
Si os preciáis de ser guiados por el mismo espíritu de Jesucristo y vivir la misma vida de quien es vuestra Cabeza coronada de espinas, no esperéis sino abrojos, azotes, clavos; en una palabra, cruz. Pues es necesario que el discípulo sea tratado como el Maestro, los miembros como la Cabeza. Y, si el cielo os ofrece -como a Santa Catalina de Siena- una corona de espinas y otra de rosas, escoged sin vacilar la de espinas y hundidla en vuestra cabeza para asemejaros a Jesucristo.

UN LLAMAMIENTO AL AMOR. (Sor Josefa Menéndez)

"Es tanto lo que me agrada un alma cuando se abandona a Mí de verdad, que aunque esté llena de imperfecciones y miserias hago de ella un cielo donde me deleito en morar.  Yo mismo te diré lo que me impide trabajar en tu alma para realizar mis designios"



"Puedes humillarte de varias maneras:  adorando la Voluntad Divina que, a pesar de tu indignidad, se quiere servir de ti para extender su misericordia.  También, dando gracias de que, sin merecerlo, te he colocado en la Sociedad de mi Corazón.  No te quejes nunca de esta gracia".



"Lo que más temo -le dice- es que no seas bastante sencilla con la Madre y así no se descubran los lazos del enemigo.  No te descuides; Josefa; vigila tus pensamientos; no des entrada a la tentación y, si sientes alguna complacencia en ti misma, dilo enseguida y busca la humillación.  Esto principalmente te encargo:  mucha sencillez; es lo único que te salvará de las astucias del demonio".



"Tienes que aprender a decir lo que más te humilla y en la forma que más te cueste.  Si no hubiera querido sujetarte a la obediencia te hubiera dejado en el mundo, pero te he traído a la Sociedad de mi Corazón a fin de que no respires sino para obedecer".



"Hija mía, quiero enseñarte una lección de gran provecho:  El demonio es como un perro furioso, pero está atado;  ES DECIR, QUE SOLO TIENE CIERTA LIBERTAD.  No puede devorar SINO A QUIEN SE ACERCA A ÉL.  Pero su astucia es tal, que cuando quiere alcanzar una presa, SE PRESENTA COMO UN MANSO CORDERO.  ESTO ES LA MAYOR PARTE DE LAS VECES.  El alma, sin darse cuenta, VA PASO A PASO, ACERCÁNDOSE Y CUANDO YA ESTA A SU ALCANCE, DESCUBRE EL DEMONIO SU MALICIA.  No te descuides, hija, SOBRE TODO CUANDO LE CREAS LEJOS.  Sus pasos son muy silenciosos, para no ser oído y sorprenderte".



"Hija mía, arroja todas tus miserias en el Corazón de Jesús, ama al Corazón de Jesús, descansa en el Corazón de Jesús, sé fiel al Corazón de Jesús".



"No te apures, Josefa; si llenas un vaso de agua y echas en él una piedrecita, saldrá un poco de agua.  Echas otras y sale un poco más.  Pues así, a medida que Yo voy entrando en tu alma te vas desocupando de ti, pero esto se hará poco a poco".



"Mi corazón encuentra consuelo perdonando.  No tengo más deseo que perdonar, ni mayor alegría que perdonar.  Cuando, después de una caída, un alma vuelve a Mí, es tan grande el consuelo que me da, que casi resulta para ella un beneficio, porque la miro con particular amor".

FIESTA DE CRISTO REY Y BENDICIÓN DE NUESTRO CONFESIONARIO.

JESUCRISTO REY DEL UNIVERSO.
LECTURA DEL EVANGELIO
SEGÚN MATEO 25, 31-46.
Padre Roger Arribasplata
 y el jóven Daniel Aknath 

El templo Nuestra Señora del Perpetuo Socorro de Vista Alegre de Arraiján celebró ayer 20 de noviembre la fiesta de Cristo Rey, que marca el fin del año litúrgico. 

La Eucaristía fue oficiada por el reverendo Padre Roger Arribasplata, como siempre en compañía de la comunidad de Vista Alegre y poblados aledaños que acuden a esta cita con el Señor y su Iglesia. 

Es importante destacar que en el marco de las festividades patrias de nuestro país, Panamá, esta Misa se organiza con un formato típico, característico de nuestro pueblo. 

Para esta ocasión el templo fue decorado con motivos folclóricos así mismo, los coros infantil y de adultos se unificaron para brindar los acordes musicales del momento, basados en el género típico nacional.

Una vez concluida la Eucaristía, el Padre Roger Arribasplata pasó a bendecir el nuevo Confesionario, que se ha creado para júbilo de todos.

De último, se dio espacio a un homenaje a la Patria, donde los asistentes a la Iglesia disfrutaron de una presentación folclórica de parte del grupo "Luces y Esplendor" conformado por niños y jóvenes de la comunidad.



MOMENTO DE LA CONSAGRACIÓN
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Acerca de la Solemnidad.
El Triunfo de la Justicia.

Es el final del año liturgico. La liturgia de este ciclo A que cerramos nos narra el conocido juicio de las naciones. El escenario es grandioso. No falta nada: ahí está la presencia del Hijo del hombre con toda su gloria y sus ángeles, ahí estan todas las naciones. Es el momento de la verdad, del discernimiento definitivo. ¿Cuáles son las preguntas fundamentales de este gran juicio del mundo? Seis son los puntos de este examen: ¿Qué has hecho ante el hambre, la sed, el inmigrante, el vestido, el enfermo y el prisionero? No son las obras extraordinarias las que decidirán si Dios es nuestro porvenir. Dar agua al sediento, pan al hambriento, vestido al desnudo, visitar al que está enfermo o en la cárcel no son nada del otro mundo. En las cosas sencillas de la vida sencilla es donde nos jugamos el futuro y la compañía de Dios. Descubrir la compañía de Dios en la necesidad del hermano es la manera de asegurarnos la vida eterna.



RECIBIENDO LAS OFRENDAS (Fotos arriba / abajo)




TIRA DE VIDEOS:


Procesión de entrada, Padre Roger Arribasplata 
y el grupo de monagillos Pio Campidelly


Aspergeo


Incensando el Altar


Bendición del nuevo Confesionario en compañía de los asistentes a la Misa. 


FOTOGRAFÍAS POR: Narcisa Olayvar.