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"A MIS SACERDOTES" DE CONCEPCIÓN CABRERA DE ARMIDA. CAP: XXXIX: ¡PIDO PUREZA! ¡PIDO PUREZA!...

MENSAJES DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO 

A SUS HIJOS LOS PREDILECTOS 

(De Concepción Cabrera de Armida) 

XXXIX

¡PIDO PUREZA! ¡PIDO PUREZA!... 


“¡Por todo lo dicho se verá si deben ser puros los que toquen a mi Iglesia, cándida y sin mancha!, ¡si esos corazones que la forman deberán tener la nitidez de la nieve, una blancura más que de ángeles! ¡Ya se comprenderá que las manos que me toquen y los labios que pronuncien las palabras divinas de la Consagración deben estar purificados de toda mancha!¡Cómo esas manos deben derramar beneficios!, ¡Cómo esos labios no se han de abrir sino para ensalzarme en el altar y en las almas!, ¡cómo esos corazones, sobre todo, deben –como cristales- reflejar la Trinidad y ser más que copones que me contengan, otros Yo, cándidos y puros, limpios y santos, unidos a la Trinidad! 

Más para esto, los sacerdotes, más que nadie, deben usar muy frecuentemente del sacramento de la Penitencia, pues que ángeles deben ser para cada acto de su ministerio, limpios de corazón para reflejar a Dios a quien representan. ¡Cómo late mi pecho al considerar una legión de sacerdotes realizando estos ideales de mi Corazón! ¡Si son los otros Yo, mi Padre los escuchará complacido y les sonreirá, porque en ellos me verá a Mí; y en vez de hacer ellos la voluntad de Dios, Dios hará la suya, porque será una sola voluntad con la de Él, un solo querer y amor en Él! 

¡Qué indispensable es que todos los sacerdotes tomen en serio su transformación en Mí en esta época del mundo en la que más que nunca debe parecérseme! ¡Qué necesaria es la unidad en ellos, formando un bloque de corazones puros, de manos cándidas que me levanten al cielo pidiendo misericordia! 

¡Qué feliz sería mi Corazón si México se distinguiera en esta falange de sacerdotes santos, en esta reacción universal que quiero para salvar al mundo que se hunde en el sensualismo! Basta ya de crucificarme doblemente en los altares por los corazones no limpios, no fervorosos, no sacrificados, no enamorados de la Trinidad y de la Iglesia de quiénes son y a quienes pertenecen. 

Quiero almas sacerdotales que detengan la ira del cielo sobre las naciones; éste será el único contrapeso a tanta maldad, al odio satánico a mi Iglesia y a mi Corazón, de tantas almas. 

Un núcleo de sacerdotes santos será capaz de transformar al mundo con su vida de unión Conmigo y con la pureza de sus corazones. 

Tengo sed de pureza que es lo que más asimila a Mí. Tengo sed de sacrificio para unirlos a los míos y ofrendarlos al Padre como incienso de expiación infinita. Quiero que mis sacerdotes olvidados de sí mismos, puros y víctimas, me ofrezcan y se ofrezcan por la salvación del mundo, por la regeneración de los sacerdotes caidos, por los sacrilegios en los que me veo diariamente envuelto. 

Pido y clamo hoy a mis Obispos y sacerdotes un impulso de pureza, por María, para mi Iglesia pura, para gloria de la Trinidad virgen. ¡Pido pureza!... ¡Pido pureza!... 
¿Me la podrán negar los corazones de los míos a quienes amo con la ternura de mil madres, con la candidez de un Dios?... Por mi Sangre, por su vocación sublime, por mis predilecciones sin nombre, les pido pureza y unidad en la Trinidad. 

Les pido que aviven en sus almas su amor a mi Iglesia, y que la sostengan, y que la defiendan y amparen, y le den gloria con miles de almas puras. El pecado de impureza ha cundido espantosamente desgarrando mi Corazón; por eso clamo: ¡pureza, pureza!... ¿Y a quien he de pedirle primero, sino a los míos en quienes tengo derecho de amor y de predilección? 

¡Que me consuelen con sacerdotes santos! 

Que me los pidan y que me los de sacrificándose para comprarles gracias en unión del Verbo; gracias y virtudes y dones, que, aunque los dones se dan, el terreno se prepara con virtudes para recibirlos”.

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