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EL "SACRAMENTO DEL ORDEN"


El "Sacramento del Orden"

Establece pastores para la Iglesia.

(Obispos, sacerdotes, diáconos)


El sacerdocio es una vocación que choca con la mentalidad del mundo porque requiere renunciar a si mismo por el Reino.

 
Sacerdote y Eucaristía

“El presbítero tiene que ser antes de todo adorador y contemplativo de la Eucaristía, desde el momento en el que es él quien la celebra. Sabemos bien que la validez del sacramento no depende de la santidad del celebrante, pero su eficacia, para él y para los otros, será mayor cuanto más lo viva con fe profunda, amor ardiente y fervoroso espíritu de plegaria”

-Benedicto XVI, 18 Sept, 2005

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Sacerdote: obediente servidor

Nuestra obediencia es creer con la Iglesia, pensar y hablar con la Iglesia, servir con ella». Esto implica lo que Jesús predijo a Pedro: «Te llevarán adonde no quieras».

«Este dejarse guiar hacia donde no queremos es una dimensión esencial de nuestro servir, y es justamente así que nos hace libres. Si nos dejamos llevar, aunque pueda ser contrario a nuestras ideas y nuestros proyectos, experimentamos lo nuevo, la riqueza del amor de Dios».

-Benedicto XVI, 20-III-2008

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"El sacerdote es el amor del corazón de Jesús" «Esprit du Curé d’Ars, M. Vianney dans ses catéchismes, ses homélies et sa conversation», édition de Téqui, Paris 1935, p. 117

Testigos de sufrimientos y luces

Los sacerdotes somos testigos cada día de tantos sufrimientos que nos confían, pero también de tantos caminos luminosos; encontramos en esta compasión y en esta maravilla la fuente misma de nuestra oración.

-Cardenal Marty




EL "SACRAMENTO DEL ORDEN": Referencias Bíblicas.

Referencias Bíblicas.
  • La imposición de las manos en la ordenación (Hechos 13, 2-2).
  • Los primeros diáconos ordenados por los Apóstoles (Hechos 6, 1-6.)
  • San Pablo manda a ordenar presbíteros. S. Pablo dice a Tito: "El motivo de haberte dejado en Creta, fue para que acabaras de organizar lo que faltaba y establecieras presbíteros en cada ciudad, como yo te ordené" (Tt 1, 5).
  • El episcopado "si alguno aspira al cargo de obispo, desea una noble función" (1 Tm 3, 1)
  • Timoteo es pastor por imposición de las manos. 2 Tm 1, 6: San Pablo dice a su discípulo Timoteo: "Te recomiendo que reavives el carisma de Dios que está en ti por la imposición de mis manos"
Puntos principales:
El sacerdocio es un sacramento de la Nueva Alianza, instituido por Cristo en la Ultima Cena, que confiere a un hombre el poder de consagrar y ofrecer el Cuerpo y la Sangre de Cristo en la Santa Misa y de remitir y retener los pecados en el sacramento de reconciliación.
La Iglesia entera es un pueblo sacerdotal.
"La Iglesia entera es un pueblo sacerdotal. Por el bautismo, todos los fieles participan del sacerdocio de Cristo. Esta participación se llama "sacerdocio común de los fieles". A partir de este sacerdocio y al servicio del mismo existe otra participación en la misión de Cristo: la del ministerio conferido por el sacramento del Orden, cuya tarea es servir en nombre y en representación de Cristo-Cabeza en medio de la comunidad". Catecismo Iglesia Católica 1591.
El sacerdocio ministerial difiere esencialmente del sacerdocio común de los fieles. "El sacerdocio ministerial difiere esencialmente del sacerdocio común de los fieles porque confiere un poder sagrado para el servicio de los fieles. Los ministros ordenados ejercen su servicio en el pueblo de Dios mediante la enseñanza (munus docendi), el culto divino (munus liturgicum) y por el gobierno pastoral (munus regendi)." (CIC 1592)
Tres grados del sacerdocio.
Desde los orígenes, el ministerio ordenado fue conferido y ejercido en tres grados: el de los obispos, el de los presbíteros y el de los diáconos. Normalmente el sacerdocio se refiere a los presbíteros.
El obispo recibe la plenitud del sacramento del Orden
Lo incorpora a la jerarquía la cual forma un Colegio episcopal y hace de él la cabeza visible de la Iglesia particular que le es confiada. Los obispos, en cuanto sucesores de los apóstoles y miembros del Colegio, participan en la responsabilidad apostólica y en la misión de toda la Iglesia bajo la autoridad del Papa, sucesor de san Pedro. (CIC 1594).
Los presbíteros (llamados también: sacerdotes)
Los presbíteros están unidos a los obispos en la dignidad sacerdotal y al mismo tiempo dependen de ellos en el ejercicio de sus funciones pastorales; son llamados a ser cooperadores diligentes de los obispos; forman en torno a su obispo el presbiterio que asume con él la responsabilidad de la Iglesia particular. Reciben del obispo el cuidado de una comunidad parroquial o de una función eclesial determinada. (CIC 1595).
Los diáconos
Son ministros ordenados para las tareas de servicio de la Iglesia; no reciben el sacerdocio ministerial, pero la ordenación les confiere funciones importantes en el ministerio de la palabra, del culto divino, del gobierno pastoral y del servicio de la caridad, tareas que deben cumplir bajo la autoridad pastoral de su obispo. (CIC 1596)
Como se confiere el sacramento
El sacramento del Orden es conferido por la imposición de las manos seguida de una oración de consagración solemne que pide a Dios para el ordenando las gracias del Espíritu Santo requeridas para su ministerio. La ordenación imprime un carácter sacramental indeleble. (CIC 1597)
Los ministerios conferidos por la ordenación son insustituibles para la estructura orgánica de la Iglesia: sin el obispo, los presbíteros y los diáconos no se puede hablar de Iglesia.(CIC 1593)
Candidatos al sacramento del Orden
La Iglesia confiere el sacramento del Orden únicamente a varones (viri) bautizados, cuyas aptitudes para el ejercicio del ministerio han sido debidamente reconocidas. A la autoridad de la Iglesia corresponde la responsabilidad y el derecho de llamar a uno a recibir la ordenación. En la Iglesia latina, el sacramento del Orden para el presbiterado sólo es conferido ordinariamente a candidatos que están dispuestos a abrazar libremente el celibato y que manifiestan públicamente su voluntad de guardarlo por amor del Reino de Dios y el servicio de los hombres. (CIC 1598- 1599)
Quien confiere el sacramento del Orden: Corresponde a los obispos conferir el sacramento del Orden en los tres grados. (CIC 1600).

EL "SACRAMENTO DEL ORDEN": Sobre el Sacerdote y Su Misión.

Sobre el Sacerdote y Su Misión:

Su Santidad, Juan Pablo II,

El sacerdote debe presentarse, ante todo, como un ",hombre de fe", porque él, en virtud de su misión, debe comunicarla a través del anuncio de la Palabra. No podrá predicar el Evangelio de forma convincente si él mismo no ha asimilado profundamente su mensaje. El da testimonio de la fe con su forma de actuar y con toda su vida. Hombre de fe, el sacerdote es también «hombre de lo sagrado», testigo del Invisible, portavoz de Dios revelado en Jesucristo. El sacerdote debe ser reconocido como un hombre de Dios, un hombre de oración, al que se ve rezar, al que se oye rezar. El sacerdote, por tanto, debe alimentar en sí mismo una vida espiritual de calidad, inspirada en el don del propio sacerdocio ministerial. Su oración, su forma de compartir, sus esfuerzos en la vida, están inspirados por su actividad apostólica que se alimenta de toda una vida vivida con Dios. Hombre de fe, hombre de lo sagrado, el sacerdote es también un «hombre de comunión,>. Es él quien reúne al Pueblo de Dios y refuerza la unión que hay entre sus miembros por medio de la Eucaristía; él es el animador de la caridad fraterna entre todos. Actúa con sus hermanos en el sacerdocio. Colabora con su propio obispo. Se esfuerza en acrecentar los lazos de unión entre los miembros del presbiterio. Sobre esta base de relaciones tan ricas y tan profundas, el celibato adquiere un significado nuevo: no es ya una condición del sacerdocio, sino el camino de una verdadera fecundidad, de una auténtica paternidad espiritual, porque el sacerdote entrega su vida para que los frutos del Espíritu maduren en el Pueblo de Dios. «Ven y sígueme», sé mi testigo, da todo tu amor a Dios y a tus hermanos, y estarás al servicio del Pueblo de Dios.

REFLEXIONES

Los hombres desean contemplar en el sacerdote el rostro de Cristo, encontrar en él a la persona que, «puesta en favor de los hombres en lo que se refiere a Dios» (Hebreos 5, 1), pueda decir con san Agustín: «Nuestra ciencia es Cristo y nuestra esperanza también es Cristo. Es él quien infunde en nosotros la fe con respecto a las realidades temporales y es él quien nos revela esas verdades que se refieren a las realidades eternas» (san Agustín, «De Trinitate», 13, 19, 24). -Cardenal Darío Castrillón Hoyos, prefecto de la Congregación para el Clero, 6-2004.

Como centinelas de la Casa de Dios que es la Iglesia, velemos para que en toda la vida eclesial de nuestras parroquias se reviva el encuentro con Cristo crucificado y resucitado. Evitemos los escollos del activismo en los que han naufragado en ocasiones los mejores programas apostólicos y pastorales, y por los que se han hecho áridas muchas vidas comprometidas en un servicio que no ha sido adecuadamente regado por la Palabra de Dios y por su presencia en la Eucaristía. -Cardenal Darío Castrillón Hoyos, prefecto de la Congregación para el Clero, 6-2004.

EL "SACRAMENTO DEL ORDEN": La crítica a los sacerdotes y la actitud de San Francisco

En el tiempo de San Francisco, la valdenses también querían renovar la Iglesia pero a base de criticar públicamente al clero. En una ocasión, un valdense observó la gran reverencia que San Francisco tenía por los sacerdotes y le dijo que el párroco de aquel lugar vivía en pecado. "¿Tenemos que creer en sus enseñanzas y respetar los sacramentos que celebra?", le preguntó. San Francisco fue al sacerdote, se arrodilló ante el y tomó sus manos diciendo, "Yo no se si estas manos están manchadas como dicen. Pero si se que aunque lo estuvieran, en ningún modo se pierde el poder y la efectividad de los sacramentos de Dios... Por eso beso estas manos, por respeto a lo que hacen y respeto por Aquel que les dio Su autoridad".

COMUNIÓN EN LA MANO, SACRILEGIO Y PECADO -



Para quienes aún no lo saben, el recibir la comunión en la mano, es uno de los mas grandes sacrilegios que se cometen hoy en día contra el cuerpo de nuestro Señor Jesucristo, y sin lugar a dudas también es pecado. Muchos se preguntarán: pero porque algunos sacerdotes la entregan así? Porque fue permitido por medio de indulto, en épocas del papado de Pablo VI. Lo que casi nadie sabe es que fue introducida bajo engaño al Papa Pablo VI, quien no tuvo mas remedio que permitirla con la mayor tristeza y desagrado, bajo indulto, y luego no la pudo detener; propagándose esta sacrílega práctica por casi todo el mundo. Fue una conspiración detrás de la cual se especula que estuvieron involucrados algunos miembros de la Iglesia, especialmente obispos, y la masonería europea, terribles enemigos de la fe y de la Iglesia Católica. La virgen María nos dice que la comunión en la mano surgió de un plan tramado desde las entrañas del infierno. Si usted recibe la comunión en la mano, cambie la forma de recibirla, recíbala en la boca como es la tradición, para que no lastime ni profane el cuerpo de nuestro Señor Jesucristo. La madre Teresa de Calcuta dijo una vez, que el pecado mas grande que se cometía en el mundo era recibir la comunión en la mano. Que el espíritu de la verdad nos ilumine.

COMUNIÓN EN LA MANO ES UN SACRILEGIO.


"Mi Hijo no está complacido con la manera en que Su Cuerpo y Sangre están siendo dados a todos los humanos sobre la tierra. La Comunión en la mano no ha sido, ni será, aceptada por el Cielo. Ésto es un sacrilegio ante los ojos del Padre Eterno y no debe ser continuado porque vosotros únicamente estáis añadiendo a vuestro castigo cuando continuáis con las maneras que han sido halladas ser desagradables al Padre Eterno." - Nuestra Señora, 30 de junio 1984



Uno de los mejores libros para recomendar sobre este tema es el denominado "COMUNION EN LA MANO" (año 1997) –utilizaremos la abreviatura CM– cuyo autor es Mons. Juan Rodolfo Laise, Obispo de San Luis, QUE PROHIBIÓ LA COMUNIÓN EN LA MANO EN TODA SU DIÓCESIS DE SAN LUIS, ARGENTINA, quién comenta con respecto a esta forma de comulgar: «Conociendo la historia de este rito REINTRODUCIDO CLANDESTINAMENTE, DIFUNDIDO EN BASE A EQUÍVOCOS Y CONFIRMADO POR MEDIO DE DESOBEDIENCIAS INQUEBRANTABLES... imponiendo a lo largo de veintisiete años un uso al que el Papa no quería autorizar por considerarlo peligroso para el bien de la Iglesia, hasta que lograron finalmente que se extendiera por casi todo el mundo.» (CM, p.133). Y «el mismo Pablo VI ha tenido que LAMENTAR PÚBLICAMENTE "ciertas formas de actuación en diferentes partes de la Iglesia, que son motivo de no poca preocupación y dolor". Y prosigue el Papa: "Nos referimos sobre todo a esa mentalidad según la cual muchos reciben con disgusto cuanto proceda de la autoridad eclesiástica, o sea lo que está preceptuado por la ley. Razón por la cual sucede que en materia litúrgica hasta las mismas Conferencias Episcopales alguna vez proceden por su cuenta más de lo justo. Ocurre también que se hacen experimentos arbitrarios y se introducen ritos que repugnan abiertamente a las normas de la Iglesia" (Discurso al Consilium ad exequendam Constitutionem de Sacra Liturgia, 14 de octubre de 1968, A.A.S., 1968, p.735).» (CM, p.119).

Y sin respetar la legislación universal de la Iglesia de comulgar en la boca, el Papa Pablo VI denuncia –en su Instrucción Memoriale Domini (abreviatura MD)– la introducción de la comunión en la mano sin autorización: «Y aún más, en algunas comunidades y lugares se ha practicado este rito, a pesar de no haberse pedido antes la Aprobación de la Sede Apostólica...» (MD, 1274 –numeración del Enchiridion Vaticanum, tomo 3-) (CM, pp.17 y 19).«la introducción de este uso ha sido ILEGAL y ABUSIVA» (CM, p.55) «En realidad el fin de MD no fue instrumentar la adopción de la comunión en la mano sino mantener su prohibición» (CM, p.136). Sin embargo, primitivamente, en los primeros tiempos de la Iglesia se comulgaba en la mano que es «un evidente anacronismo: los antiguos no conocían otro modo de comulgar» (CM, p.69) «pero la comunión en la boca es el modo que hubieran deseado tener». (CM, p.68). «Sin embargo, las prescripciones de la Iglesia y los documentos de los Padres manifiestan con abundancia la máxima reverencia y la suma prudencia tenidas para con la Sagrada Eucaristía. Porque "nadie... come aquella carne a no ser que previamente la haya adorado", y al sumirla cada uno es amonestado: "...recíbela cuidando que nada de ella se pierda": "Porque es el Cuerpo de Cristo"». (MD, 1275) (CM, p.19).

¿Porqué la Iglesia cambió y prefirió la actual forma tradicional de comulgar en la boca?

«El cambio del uso primitivo y sus razones

1276 ...Andando el tiempo, después de que la verdad del misterio eucarístico, su eficacia y la presencia de Cristo en el mismo fueron escrutadas más profundamente, por urgirlo ya el sentido de la reverencia hacia este Santísimo Sacramento, ya el sentido de la humildad con la que es preciso que éste sea recibido, se introdujo la costumbre de que el ministro pusiese por sí mismo la partícula de pan consagrado en la lengua de los que recibían la comunión. 

[Hace referencia Mons. Laise al historiador Jungmanns]: «Esta costumbre de entregar la Eucaristía en la mano traía consigo el peligro de abusos... Con todo, más que el temor a los abusos, influyó, sin duda, la creciente reverencia al sacramento a que se diese más tarde la sagrada forma directamente en la boca. Aunque existen noticias de épocas anteriores, testimonios ciertos de la abolición -la comunión en la mano- se dan sólo en el siglo IX...» (CM, p.58)

Motivos para conservar la comunión en la boca

1277 Este modo de distribuir la santa Comunión, considerado el estado actual de la Iglesia en su conjunto, DEBE SER CONSERVADO, no solamente porque se apoya en un uso transmitido por una tradición de muchos siglos, sino, principalmente, porque significa la reverencia de los fieles cristianos hacia la Eucaristía. Ahora bien, este uso no quita nada a la dignidad de la persona de los que se acercan a tan gran Sacramento y es propio de la preparación que se requiere para recibir el Cuerpo del Señor del modo más fructuoso posible...

1278 Por lo demás, con esta manera de obrar, que ya debe considerarse tradicional, se asegura más eficazmente que la Sagrada Comunión sea distribuida con la reverencia, el decoro y la dignidad que le son debidas DE MODO QUE SE APARTE TODO PELIGRO DE PROFANAR LAS ESPECIES EUCARÍSTICAS, en las que "de modo singular está presente todo y entero Cristo, Dios y hombre, de manera substancial y permanente"; y finalmente, para que se guarde con diligencia el cuidado que la Iglesia ha recomendado siempre acerca de los fragmentos mismo del pan consagrado: "Pues lo que dejas caer, considéralo, como amputado de tus propios miembros."». (MD 1276-1278) (CM, pp.21, 23).

Entonces el mismo Papa Pablo VI PROHIBE LA COMUNIÓN EN LA MANO EL CUAL LO CONSIDERA UN CAMBIO OFENSIVO, luego de hacer una encuesta a todos los Obispos del mundo, que: «Sobre 2.136 votantes sólo el 26,6% votó a favor...» (CM, p.72) de comulgar en la mano.

Veamos el texto:«...EL PAPA DECIDE NO PERMITIR LA COMUNIÓN EN LA MANO...


Advertencia sobre los peligros que conlleva el cambio

1279 Pues, UN CAMBIO EN UN ASUNTO DE TANTA IMPORTANCIA que se apoya en una antiquísima y venerable tradición, además de lo que toca a la disciplina, puede traer consigo también peligros, que se teme que quizá surjan del nuevo modo de administrar la Sagrada Comunión, a saber: el que se llegue ya a una menor reverencia hacia el augusto Sacramento del Altar, ya a la profanación del mismo Sacramento, ya a la adulteración de la recta doctrina...

1280... Consiguientemente, a partir de las respuestas dadas, es evidente que la inmensa mayoría de los obispos estima que de ninguna manera se debe cambiar la disciplina actual; más aún, si se cambiara, este cambio sería ofensivo, tanto para la sensibilidad como para la espiritualidad de estos mismos obispos y de la mayoría de los fieles.

Decisión definitiva del Papa

1281 Así, pues, teniendo en cuenta las advertencias y los consejos de aquellos a quienes "el Espíritu Santo ha puesto como obispos para regir" la Iglesias, en razón de la gravedad del asunto y la fuerza de los argumentos aducidos, AL SUMO PONTÍFICE NO LE PARECE OPORTUNO MUDAR EL MODO HACE MUCHO TIEMPO RECIBIDO DE ADMINISTRAR A LOS FIELES LA SAGRADA COMUNION -"Esto es, en síntesis, lo que la Instrucción Memoriale Domini quiere comunicar, es decir, EL FIN DEL DOCUMENTO"» (CM, p.75) comenta Mons. Laise la ratificación y vigencia en todo su vigor como ley universal dentro de la Iglesia de comulgar en la boca-.

UN LLAMAMIENTO AL AMOR. (Sor Josefa Menendez).

"Para quien ama a Cristo con toda el alma, el mundo debe ser un pasadizo oscuro y sombrío, que atraviesa de prisa y sin detenerse". (El apóstol San Juan a Josefa)

"Ya sabes que tus debilidades y caídas las permito para que tengas siempre presente tu nada, a pesar de las gracias que te concedo".

"El alma que se ve llena de miserias, no se atribuye a si misma nada bueno y sus flaquezas la obligan a revestirse de cierta humildad, que no tendría si se encontrase menos imperfecta".

"Cuando tu me llamas, Yo no me alejo, estoy cerca, muy cerca de ti. Consuelame llamándome y deseándome. Con esta hambre apagarás Mi sed"

EL EVANGELIO SEGÚN ME HA SIDO REVELADO (María Valtorta).


JESÚS A SUS DISCÍPULOS.

Cuanto más puros seáis, más comprenderéis; porque la impureza del tipo que sea- es en todo caso humo que obnubila y grava vista e intelecto.

Sed puros. Comenzad a serlo por el cuerpo para pasar al espíritu. Comenzad por los cinco sentidos para pasar a las siete pasiones. Comenzad por el ojo, sentido que es rey y que abre el camino a la mas mordiente y compleja de las hambres. El ojo ve la carne de la mujer y apetece la carne. El ojo ve la riqueza de los ricos y apetece el oro. El ojo ve la potencia de los gobernantes y apetece el poder. Tened ojo sereno, honesto, morigerado, puro, y tendréis deseos serenos, honestos, morigerados y puros. Cuanto mas puro sea vuestro ojo mas puro será vuestro corazón. Estad atentos a vuestro ojo, ávido descubridor de los pomos tentadores. Sed castos en las miradas, si queréis ser castos en el cuerpo. Si tenéis castidad de carne, tendréis castidad de riqueza y de poder; tendréis todas las castidades y seréis amigos de Dios. No temáis ser objeto de burlas por ser castos, temed sólo ser enemigos de Dios.



JESÚS A JUAN DE ZEBEDEO (el puro entre los discípulos).

Insisto sobre el valor de la pureza. La castidad es siempre fuente de lucidez de pensamiento. La virginidad afina y conserva la sensibilidad intelectiva y afectiva hasta la perfección, perfección que sólo quien es virgen experimenta.

YO DOY EN NOMBRE DE MI MADRE LO QUE EN NOMBRE DE MI MADRE SE PIDE...


YO NO PUEDO HACER NADA DONDE HAY INCREDULIDAD Y ODIO.

LA GRACIA OBRA EN OCASIONES FULMINANTEMENTE, OTRAS VECES LENTAMENTE, MAS SIEMPRE OBRA EN DONDE EXISTE VOLUNTAD DE SER JUSTO.

MONASTERIO DE LA ORDEN DE LA VISITACIÓN, JORNADA VOCACIONAL.

ALTAR DE LA IGLESIA PRINCIPAL DEL CONVENTO

ENTRADA PRINCIPAL DE LA IGLESIA DEL CONVENTO


JÓVENES ASPIRANTES A LA VIDA CONSAGRADA
Los días 13, 14 y 15 de mayo pasados, se llevo a cabo la segunda jornada vocacional donde 25 jovenes provenientes de diversos sitios de la Arquidiosecis de Panamá se reunieron en la Iglesia del Monasterio de La Visitación de María, ubicado en la Cumbres. Varios laicos dieron su testimonio y animaron a las participantes de la búsqueda de Dios, y desde su experiencia de fe en el mundo dieron sus testimonio. Los próximos dos años, Dios mediante, continuarán con estas Jornadas, para abrir horizontes y nuevas perspectivas en la juventud.

PADRE ROGER ARRIBASPLATA OFICIA LA SANTA MISA EL DIA 14 DE MAYO.

PADRE ROGER ARRIBASPLATA IMPONE ÓLEO DE LOS ENFERMOS



JORNADA DE VOCACIONES


HERMANAS DE CLAUSURA.
ACTUALMENTE SON 16 LAS RELIGIOSAS PERTENECIENTES A ESTE GRUPO.

IMAGEN DE MARÍA ROSA MÍSTICA


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HISTORIA DE LA ORDEN DE LA VISITACIÓN EN PANAMÁ

Esta Comunidad llegó a Panamá el 21 de abril de 1925, procedente de Ocaña, Colombia. Vinieron 19 Religiosas. Hacía sólo 3 años que estaban allí, pero hubo dificultades para establecer este Monasterio de Clausura, por lo que se buscó otro lugar donde para cristalizar esta obra. Gracias a Hermana María Angélica Arias, cuyo hermano, Don Ricardo Arias- Presidente entonces, se pensó en Panamá como lugar elegido para instalarse definitivamente y con su apoyo, el de su amada esposa Doña Ofelina Remón de Chiari y otras personalidades del país se hizo realidad esta reinstalación de la Comunidad de Ocaña.

Llegaron a La Sabana, allí estuvieron hasta que la señorita María Recuero donó 1.800 metros, en Bella Vista, Calle 44 lugar que hoy alberga al Primer Ciclo Panamá.

De allí tuvieron que trasladarse en 1959 a Las Cumbres, actual sede, debido al crecimiento urbano.

La Comunidad ha contado entre sus miembros a varias mujeres panameñas de gran valor, virtud y santidad, tales como Hna. María Angélica Arias, que encontraron en esta Clausura el lugar de sus delicias en la tierra y la felicidad en el Cielo.

LAS MANOS CONSAGRADAS DE UN SACERDOTE...



(Continuación)

"Pedimos y repetimos que nadie toque el Cuerpo de Mi Hijo con las manos no consagradas. Será profanado y descartado, a menos que sólo un sacerdote legalmente ordenado, un hombre de Dios con dedos purificados por el Espíritu Santo, dé el Cuerpo y la Sangre de Mi Hijo a cada uno bajo su cuidado." - Nuestra Señora de las Rosas, 6 de Septiembre, 1975

En la Biblia está anotado que solamente los sacerdotes Levitas eran permitidos cargar el Arca de la Alianza: “No es lícito que el Arca de Dios sea llevada por otros que por los de la tribu de Leví, escogidos por el Señor para llevarla, y para ser sus ministros perpetuamente” (1 Crónicas 15:2; 1 Paralipómenos 15:2 en la Biblia Douay-Rheims). Pero cuando un no-Levita tocaba el Arca de la Alianza, él era herido de muerte: “Mas llegados a la era de Cidón o Nacón, extendió Oza su mano para sostener el Arca; porque un buey retozando la había hecho ladear un poco. Irritose por esto el Señor contra Oza, y lo hirió mortalmente por haber tocado, no siendo sacerdote, el Arca, y cayó allí muerto delante del Señor.” (1 Crónicas 13:9-10; 1 Paralipómenos 13:9-10 en la Biblia Douay-Rheims).

Todo lo que está en la Biblia fue puesto ahí por Dios para nuestra instrucción. ¿Por qué estaba Dios enojado con Oza? ¿Por qué fue herido de muerte? ¿Cuál es la lección que Dios quería impartirnos con este incidente?

La enseñanza de las manos consagradas puede ser encontrada en varios escritos de los santos, los cuales conllevan una actitud admirablemente reverencial hacia los sacramentos, especialmente hacia la Santa Eucaristía. De los escritos de San Bonaventura (El Breviloquium, capítulo 11, #5), él escribe referente a la reverencia de los santos óleos: "...un sacramento cuyo material es santo – eso es, aceite consagrado – para evitar cualquier riesgo, la dispensación de él es confiada a los sacerdotes en general. Y debido a la consagración del aceite, no debe ser tocado por nadie a excepción de manos consagradas." (Nótese la gran reverencia hacia los sacramentos en general expresado por San Bonaventura. La misma reverencia estaba naturalmente presente durante este período hacia el Santo Sacramento, el más grande de los sacramentos). 

Santo Tomás de Aquino, una de las mentes más grandes que la Iglesia jamás ha conocido, escribe lo siguiente en cuanto al Santísimo Sacramento: "En segundo lugar, porque el sacerdote es el intermediario asignado entre Dios y las personas, por lo tanto así como le pertenece a él ofrecer los dones de las personas a Dios, así le pertenece a él entregar los dones consagrados a las personas. En tercer lugar, porque debido a la reverencia hacia este sacramento [el Santísimo Sacramento], nada lo toca sino lo que es consagrado, por lo tanto el corporal y el cáliz son consagrados, y así mismo, las manos del sacerdote, para tocar este sacramento. Por lo tanto no es autorizado por la ley que cualquiera lo toque, excepto por necesidad, por ejemplo si se cayese al suelo, o en algún caso de urgencia" (SummaTeológica, III, Q. 82, Art. 13).

Así mismo Michael Davies observa, “A menos que creemos que el Espíritu Santo abandonó la Iglesia por 1,000 años [el período de 1,000 años desde el Siglo 10, cuando la Comunión en la mano fue prohibida], tenemos que aceptar el hecho que, bajo Su guía, se evolucionó una tradición que solamente las manos consagradas de un sacerdote podía tocar la Hostia; nosotros tenemos el testimonio de Santo Tomás de Aquíno que, para el Siglo 13, fue firmemente establecido que ni un diácono podía hacerlo bajo circunstancias normales.” (Privilegio de los Ordenados, p. 16)

El Papa Pío XII, en su encíclica Mediator Dei, escribe: 

“De la misma manera, en realidad el bautismo es la marca distintiva de todos los Cristianos. Sirve para diferenciarlos de quienes no han sido depurados en esta corriente purificadora y por consiguiente no son miembros de Cristo. El sacramento de la Orden Sacerdotal establece que el sacerdote es apartado de los demás fieles quienes no han recibido esta consagración. Porque solamente ellos, en respuesta a un llamado interno sobrenatural, han entrado al augusto ministerio, donde son asignados al servicio en el santuario y se han convertidos, como si fuese, en los instrumentos que Dios emplea para comunicar vida sobrenatural del Cielo al Cuerpo Místico de Jesucristo. Hay que agregar a esto, como hemos anotado arriba, el hecho que solamente ellos han sido marcados con la señal indeleble ‘conformándolos’ a Cristo el Sacerdote, y que solamente sus manos han sido consagradas ‘para que todo lo que ellos bendicen fuere bendecido, todo lo que ellos consagren será sagrado y santo, en el hombre de Nuestro Señor Jesucristo’ [Pontificio Romana, Ordenación de un sacerdote: unción de manos].” (Mediator Dei, #43)

Dietrich von Hildebrand, a quien el Papa Pío XII llamó un Doctor de la Iglesia del Siglo 20, ha escrito muchos libros y artículos extraordinarios en defensa de la Fe Católica, y en contra de muchas tendencias peligrosas y herejías que infectan a la Iglesia hoy en día. Él es, de hecho, el escritor Católico por excelencia del Siglo 20 cuyas conclusiones son idénticas a los mensajes de Nuestra Señora de las Rosas. No hay ningún otro escritor quien ha concurrido tan completa y precisamente con los mensajes de Nuestra Señora de las Rosas como Dietrich von Hildebrand. Concerniente a la Comunión en la mano, él escribe:

“Desafortunadamente, en muchos lugares la Comunión es distribuida en la mano. ¿A qué extremo se supone que esto sea una renovación y una profundización a la recepción de la Santa Comunión? ¿Es quizá aumentada la reverencia temblorosa con que recibimos este regalo incomprensible al recibirlo en nuestras manos no consagradas, en lugar de recibirlo de las manos consagradas de un sacerdote? No es difícil ver que es incomparablemente aumentado el peligro que partes de la Hostia consagradas caigan al suelo, y el peligro de profanarla, o que sea realmente muy grande una horrible blasfemia.” (El Viñedo Devastado, pp. 67-68)

El Papa Paulo II habla de las manos consagradas en Dominicae Cenae: 

“Debemos también recordar siempre que a este poder ministerial hemos sido sacramentalmente consagrados, que hemos sido escogidos de entre los hombres ‘por el bien del hombre.’ Nosotros especialmente, los sacerdotes de la Iglesia Latina, cuyo rito de ordenación agregó en el curso de los siglos la costumbre de ungir las manos de los sacerdotes, debemos pensar acerca de esto…. Cuán elocuente por lo tanto, aunque no de costumbre Antigua, es el rito de la unción de las manos en nuestra ordenación Latina, ¡como si una gracia y poder especial del Espíritu Santo son precisamente necesarios para estas manos!” (#49).

Es importante notar que las manos de un diácono no están ungidas, como las manos de los sacerdotes.

Nuestra Señora de las Rosas repite este tradicional entendimiento de las manos consagradas de un sacerdote: 

"Yo repito de nuevo que nadie llevará el Sagrado Cuerpo de Mi Hijo, su Cuerpo y Sangre, a otro, mas que un sacerdote ordenado legalmente, con manos consagradas. Yo digo, hijos Míos, ¡manos consagradas, manos benditas, limpias, lavadas por el Espíritu Santo! ¡Ningún hombre presentará excusas por la profanación del Cuerpo de Mi Hijo!" - Nuestra Señora de las Rosas, 14 de Mayo, 1977

LAS MANOS CONSAGRADAS DE UN SACERDOTE, las Asombrosas Profecías de Bayside...


Estas profecías vinieron de Jesús, María y los santos a Verónica Lueken en Bayside, NY, desde 1968 hasta 1995:

PRESENCIA REAL

"Violáis vuestra sagrada confianza. Habéis tomado el Cuerpo de vuestro Creador, el Hijo de vuestro Dios en la Trinidad, y Lo profanáis. ¡Tenéis que comer en vuestras casas! Cuando venís al Gran Sacrificio, el Santo Sacrificio de la Misa, (tenéis que) venir con reverencia. ¡Tenéis que poneros de rodillas y haced penitencia ahora por las ofensas a vuestro Dios! ...

"Cómo en el pasado, ¿no podéis reconocer el misterio del Cielo y de la tierra? ¿No se cambió la vara de Moisés en una serpiente por la voluntad de Dios? ¿No se cambió el río de Egipto en sangre por la voluntad de Dios? ¿Y no puede Dios, en Su voluntad, venir a vosotros a cambiar el pan y el vino a la Presencia cierta, la Presencia real, la verdadera Presencia de Su Cuerpo y Sangre?" – San Miguel, 1 de Febrero, 1977

BONDAD Y AMOR

"¡No debéis tomar el Cuerpo de Mi Hijo en vuestras manos! ¡Abrís la puerta para la entrada de los espíritus malignos que profanan el Cuerpo de Mi Hijo! Los dedos consagrados de un hombre de Dios, debidamente ordenado, los sacerdotes, colocarán a Mi Hijo dentro de vuestra boca, y debéis absorber Su Cuerpo con bondad y amor." - Nuestra Señora, 22 de Marzo, 1975

SACRILEGIO

"Mi Hijo no está complacido con la manera en que Su Cuerpo y Sangre están siendo dado a todos los humanos sobre la tierra. La Comunión en la mano no ha sido, ni será aceptado por el Cielo. Esto es un sacrilegio ante los ojos del Padre Eterno y no debe ser continuado porque vosotros únicamente estáis añadiendo a vuestro castigo cuando continuáis con las maneras que han sido halladas ser desagradables al Padre Eterno." - Nuestra Señora, 30 de Junio, 1984

HOMBRE DE DIOS

"Un sacerdote es un hombre de Dios, escogido exclusivamente del mundo para ser representante del Hijo de Dios, hermanas y hermanos míos. Como hombre de Dios, él os trae el Cuerpo y la Sangre de vuestro Salvador.

"Os digo, hermanos y hermanas mías, ¡que nadie tomará en sus manos el Cuerpo purificado de vuestro Salvador! ¡Sólo los dedos consagrados y las manos consagradas del representante de Cristo el Señor, dará y traerá este regalo a la humanidad! – Santa Teresita, 2 de Octubre, 1975

LA ÚLTIMA CENA

Verónica - Veo un gran mural en el cielo ahora. Está oscuro en todo el contorno de él. Y sé que es una placa; es como una placa aquí en el cielo, y muestra a los doce apóstoles durante la Ultima Cena. Veo gran tristeza en los rostros debido a la violación de la Hostia ahora. – 7 de Septiembre, 1977

PLAN SINIESTRO

"Os pregunto, hijos Míos: vosotros Me preguntáis muchas veces en vuestras oraciones, ¿debéis de aceptar el Cuerpo de Mi Hijo en vuestras manos? ¡Os digo no! de nuevo ¡no!, con razón.

"No podéis juzgar a todos aquellos alrededor vuestro, hijos Míos: quienes han aceptado esta práctica diabólica bajo la apariencia de liderazgo. No, hijos Míos, esto se introdujo para profanar a Mi Hijo, para quitarle la verdad de Su naturaleza divina. ¡¡Ninguno quien escuche Mi voz debe aceptar el Cuerpo de Mi Hijo ni Su Sangre en las manos!! El cáliz volcará y quedaréis bañados en Su sangre!

" Fue, hijos Míos, un plan siniestro desde las entrañas del infierno, para removeros el conocimiento de la divinidad de Mi Hijo." - Nuestra Señora, 10 de Febrero, 1978

ENGAÑADOS

"Una y otra vez, Yo viajo de aquí para allá instruyendo a Mis hijos que permanezcan cerca de la Eucaristía, el Pan de la Vida. Pero no seáis mal guiados: no aceptéis el Cuerpo de Mi Hijo en vuestras manos. Satanás, Lucifer, vino como un ángel de luz e impuso a sus agentes entre la Jerarquía de la Iglesia de Mi Hijo y los engañó. Toda clase de abominaciones está siendo cometida ahora sobre el Cuerpo de Mi Hijo." - Nuestra Señora, 15 de Julio, 1978

BLASFEMIA

"Muchos están entregando Mi Cuerpo en una manera que solamente puede ser llamada blasfemia. Muchos están aceptando Mi Cuerpo en la Eucaristía de una manera que denigra la Divinidad, y también promueve la falta de santidad, el paganismo y la impureza de corazón y acciones durante el Santo Sacrifico de la Misa." - Jesús, 26 de Mayo, 1979

PROFANACIÓN

"Hija Mía, ¿preguntas por qué lloro? Derramo lágrimas de gran angustia. Observo de nuevo la profanación hacia el Cuerpo de Mi Hijo que está siendo cometida sobre la tierra. ¡Ninguno colocará su mano sobre Su Cuerpo!

" Mi Hijo os ha dado en fe a aquellos que Él ha escogido dentro de la humanidad para que Lo representen - vuestros sacerdotes. ¡Ningún otro llevará a Mi Hijo a la humanidad! ¡No mancillaréis Su Cuerpo al entregarlo en las manos de mujeres, o de aquellos que no han sido preparados por el Padre como sacerdotes legalmente ordenados en las Casas de Dios! ¡Haraganería, preocupados con el mundo y los placeres de la carne!" - Nuestra Señora, 1 de Noviembre, 1974

VISIONES DEL PODER SACERDOTAL. (Ana Catalina Emmerick).

VE LA POTESTAD DE BENDECIR EN LOS SACERDOTES.

Vi muchas cosas acerca de la imposición de las manos,del efecto de las bendiciones y de la acción de la mano a lo lejos; todo lo cual me fué explicado por el ejemplo de la vara de Eliseo. La razón por la cual los sacerdotes de hoy día sólo raras veces bendicen y sanan, me fué explicada en un ejemplo, que también deriva de la semejanza simbólica en que se fundan tales efectos. Vi tres escultores que imprimían figuras en la cera. Uno de ellos tenía buena cera blanca y era muy hábil, pero estaba muy pagado de sí mismo: no tenía en sí la imagen de Cristo, y su intento resultó vano. Otro tenía cera pálida; era indolente y terco, y nada consiguió. El tercero era inhábil, trabajaba muy torpemente en cera común, pero lo hacía con aplicación y sencillez: su trabajo fué bueno y la figura verdadera, si bien resultó con rasgos imperfectos. Así los sacerdotes elegantes, elocuentes y sabios, según el mundo, no hacen nada, mientras que otros, pobres, sencillos, continúan ejecitando la potestad de bendecir y sanar que hay en el sacerdocio.

LOS DEDOS CONSAGRADOS.

Los dedos de los sacerdotes serán conocidos en el Purgatorio y aún en el Infierno y arderán con un fuego especial. Todos los conocerán y vituperarán.

UN LLAMAMIENTO AL AMOR. Sor Josefa Menéndez.

EL DEMONIO.

¡Ah!- ruge blasfemando-, si quiero tener segura a un alma, no necesito más que hacer brotar en ella el orgullo...

Si quiero perderla del todo, me basta con dejarla seguir sus orgullosos instintos.

"En la soberbia está mi victoria y no descansaré hasta verla abundar en el mundo. Por ella perdi: no puedo consentir que las almas se salven por humildad. Pues está fuera de duda que las almas que llegan a la cumbre de la santidad son las que se han abismado más hondamente en la humildad"

Sor Josefa experimentó las penas espantosas que padecen en el infierno los religiosos infieles. No se atreve a describirlo. Anota, sin embargo, que estas tres palabras: POBREZA, CASTIDAD, OBEDIENCIA, se imprimen en el fondo del alma como una acusación y un remordimiento. Otro padecimiento que padece es la vergüenza.

Fija los ojos en el cielo, y todo lo de aqui abajo considéralo como nada. El sufrimiento es la vida del alma. El alma que sabe aprovechar el valor del sufrimiento vive la verdadera vida. (San Juan el Evangelista, a Sor Josefa).

"Hija mía, si quieres dar mucha gloria a Jesús y que se salven muchas almas, déjale que haga de tí lo que quiera y abandónate a su amor." (La Virgen Santísima a Sor Josefa).

MARIOLOGÍA. Citas y Pensamientos.

A Jesús siempre se va y se "vuelve" por María. San Josemaría Escrivá de Balaguer 


A María, nuestra Madre, le demostraremos nuestro amor trabajando por su Hijo Jesús, con Él y para Él. Madre Teresa de Calcuta 


«A quien Dios quiere hacer muy santo, lo hace muy devoto de la Virgen María» San Luis María Grignon de Monfort


Acuérdate, acuérdate, dulce, escogida Reina, que tienes de nosotros, los hombres pecadores, toda tu dignidad. ¿Cómo te llamarías Madre de la gracia y la misericordia a no ser por nuestra miseria que necesita de gracia y de misericordia. Miguel de Unamuno


Alabadle, hijas mías, que lo sois de esta Señora verdaderamente; y así no tenéis para qué os afrentar de que sea yo ruin, pues tenéis tan buena madre. Imitadla y considerad qué tal, debe ser la grandeza de esta Señora y el bien de tenerla por patrona. Santa Teresa de Jesús


Amad, honrad, servid a María. Procurad hacerla conocer, amar y honrar por los demás. No sólo no perecerá un hijo que haya honrado a esta madre, sino que podrá aspirar también a una gran corona en el cielo. San Juan Bosco 


Amo a los que me aman, y el que me busca me hallará. Prov 8, 17

LUTO POR MIS SACERDOTES. Fray Nelson Medina.

He tomado unos días de silencio, reflexión y oración antes de escribir estas breves palabras sobre la noticia que enlutó y avergüenza a Colombia estos días, añadiendo dolor sobre dolor, porque además estamos padeciendo el peor invierno de nuestra historia.

Me refiero al caso del sacerdote Gustavo García, capellán de la Universidad Minuto de Dios, asesinado por robarle un celular. Eso vale una vida humana en ciertas circunstancias: lo que vale un aparato que, revendido en el mercado negro, no alcanza mucho más de cien dólares.

El gobierno colombiano responde con medidas que AHORA hacen que un celular robado no quede sirviendo para nada, y por lo tanto sea inútil robarlo. Una medida adicional penaliza la venta de celulares fuera de los centros autorizados. Es decir que costó la muerte de un sacerdote que se descubriera que sí se podían tomar medidas que redundan en favor de la seguridad de millones de personas. Causa indignación.

Debe recordarse que el Padre García no es el único que ha muerto a manos de los violentos este año. Dos sacerdotes del sur de Bogotá corrieron suerte semejante en hechos confusos que parecen tener relación con el valor con que por lo menos uno de ellos venía denunciando las estrategias de algunos criminales. Estos ministros de Dios eran Rafael Reátiga y Richard A. Piffano.

Aun otro sacerdote, Herminio Calero, natural de Buenaventura murió de manera extraña en una requisa de la Policía Nacional. Las versiones son extrañas y contradictorias, y al final se ha dicho que una bala perdida en medio de un forcejeo acabó con la vida del joven sacerdote.

Estos tristes acontecimientos nos invitan a todos a suplicar ante el Señor que se apiade de su pueblo; que nos regale muchas y santas vocaciones, y que con sus Santos Angeles custodie a quienes somos llamados a servirle con todo nuestro ser.

Crecen las ordenaciones sacerdotales en el mundo.

Confirma el Anuario Estadístico de la Iglesia

CIUDAD DEL VATICANO, martes 15 de febrero de 2011 (ZENIT.org)
El número de sacerdotes ordenados en el mundo ha aumentado, mientras que el de aquellos que han renunciado al ejercicio del sacerdocio ha disminuido sensiblemente.

Así lo revela L'Osservatore Romano anticipando así algunos pasajes del Annuarium Statisticum Ecclesiae 2009, preparado como cada año por la Oficina central de Estadística de la Iglesia y publicado por la Libreria Editrice Vaticana. El mismo será presentado en los próximos días en el Vaticano.

Las estadísticas oficiales más recientes se refieren a 2009. El número total de sacerdotes en esta fecha era de 410.593, de los que 275.542 eran miembros del clero diocesano y 135.051 del clero religioso. En 1999, las cifras eran de 405.009 sacerdotes, de los que 265.012 eran diocesanos y 139.997 religiosos.

La incidencia del clero diocesano y del clero religioso no ha variado de forma significativa: el 65% frente al 35% respectivamente en 1999, el 67% y el 33% respectivamente en 2009.

El número total de sacerdotes en el mundo en 2009, respecto a 1999 – informa también L'Osservatore Romano -, ha experimentado un crecimiento del 1,4 %, resultante del aumento del 4 % del clero diocesano y de la disminución del 3,5% del clero religioso.

El porcentaje ha bajado en América del Norte (alrededor de un 7 % para el clero diocesano y un 21 % para el clero religioso), Europa (con un 9 %) y Oceanía (con 4,6 %). Al contrario, los sacerdotes africanos han aumentado (38,5 %), así como los de Asia (30,5 %) y los sacerdotes diocesanos de América Central y del Sur.

En cambio, en África y en Asia, el clero religioso ha disminuído. La distribución por continentes del clero en 2009 se sigue caracterizando por una fuerte predominancia de los sacerdotes europeos (46,5 %) que son alrededor de un 56 % más que los Americanos. El clero asiático se estima en un 13,5 %, el africano en un 8,9 % y el de Oceanía un 1,2 %.

Cardenal Piacenza: el celibato sacerdotal según Pío XI (I)

CARDENAL PIACENZA


Intervención en un Encuentro sacerdotal en Ars

ARS, jueves 27 de enero de 2011 (ZENIT.org).


- Por su indudable interés, ofrecemos por entregas durante esta semana, hasta el próximo jueves 3 de febrero, la intervención del cardenal Mauro Piacenza, prefecto de la Congregación para el Clero, pronunciada el pasado lunes 24 de enero en las Jornadas Sacerdotales celebradas en Ars (Francia) sobre el celibato sacerdotal.

La intervención del cardenal Piacenza, realizada desde Roma en conexión en directo con el encuentro, lleva por título: “El celibato sacerdotal: fundamentos, alegrías, desafíos... Las enseñanzas del Papa sobre el tema: de Pío XI a Benedicto XVI”.

* * * * *

Venerados hermanos en el Episcopado,
Queridísimos sacerdotes y amigos todos,

Estoy muy contento de intervenir en vuestro Coloquio utilizando las más modernas tecnologías de la comunicación. Esta intervención pretende expresar ante todo la más profunda estima y mi aliento personal y el de la Congregación para el Clero hacia los organizadores del Coloquio, por el tema que se ha elegido, de lo más oportuno, y sobre todo porque éste tiene lugar en el lugar que vio la obra de san Juan Maria Vianney, modelo acabado de Sacerdocio ministerial e imagen de continua referencia también para los sacerdotes de nuestro tiempo.

El tema que se me ha asignado es muy específico y se refiere a las enseñanzas de los Papas sobre el Celibato sacerdotal, desde Pío XI a Benedicto XVI. Desarrollaré la presente intervencion examinando algunos de los documentos más significativos de estos Pontífices, mostrando la actualidad de sus enseñanzas y trazando algunas líneas de síntesis que espero sean útiles para transfundir, de hecho, en la formación eclesiástica.

La enseñanza de los Pontífices desde Pio XI a Benedicto XVI.

Para mantenerme en los tiempos que me han asignado, he decidido examinar sólo los documentos más significativos de los Pontífices y, especialmente, algunas Encíclicas, que, al respecto, resultan particularmente relevantes.

1. Pío XI y la Encíclica Ad Catholici Sacerdotii

Está históricamente demostrada la verdadera y auténtica pasión del Santo Padre Pío XI por las vocaciones sacerdotales y su incansable actuación para la edificación de Seminariosm en todo el orbe católico, en los que pudiesen recibir una formación adecuada los jóvenes que se preparaban al ministerio sacerdotal.

Dentro de este marco debe comprenderse adecuadamente la Encíclica Ad Catholici Sacerdotii del 20 de diciembre de 1935, promulgada con ocasión del 56° Aniversario de la Ordenación sacerdotal de ese Pontífice. La Encíclica se compone de cuatro partes, las dos primeras dedicadas más específicamente a los fundamentos, desde el título 1. “La sublime dignidad: Alter Christus” y 2. “Brillante ornamento”, mientras que la tercera y la cuarta son de carácter más normativo-disciplinar y concentran su atención en la preparación de los jóvenes al Sacerdocio y en algunas características de su espiritualidad.

De particular interés para nuestro tema es la segunda parte de la Encíclica, que dedica un párrafo entero a la castidad. Este además se coloca, en la segunda parte, después del párrafo que habla del sacerdote como “imitador de Cristo” y el dedicado a la “piedad sacertotal”, mostrando de este modo cómo la concepción de Pío XI era – como la Iglesia ha considerado siempre – la de carácter ontológico-sacramental. De ella deriva la exigencia de la imitación de Cristo y de la excelencia de la vida sacerdotal, sobre todo en orden a la santidad. Afirma de hecho la Encíclica: “ el sacrificio eucarístico, en el que se inmola la Víctima inmaculada que quita los pecados del mundo, muy particularmente requiere en el sacerdote vida santa y sin mancilla, con que se haga lo menos indigno posible ante el Señor, a quien cada día ofrece aquella Víctima adorable, no otra que el Verbo mismo de Dios hecho hombre por amor nuestro”, y también “puesto que el sacerdote es embajador en nombre de Cristo (cf. 2Cor 5,20), ha de vivir de modo que pueda con verdad decir con el Apóstol: 'Sed imitadores míos como yo lo soy de Cristo' (cf. 1Cor4,16;11,1), ha de vivir como otro Cristo, que con el resplandor de sus virtudes alumbró y sigue alumbrando al mundo”.

Inmediatamente antes de hablar de la castidad, casi como subrayando su vínculo inseparable, Pío XI pone de manifiesto la importancia de la piedad sacerdotal, afirmando: “Nos hablamos de piedad sólida: de aquella que, independientemente de las continuas fluctuaciones del sentimiento, está fundada en los más firmes principios doctrinales, y consiguientemente formada por convicciones profundas que resisten a las acometidas y halagos de la tentación”. De estas afirmaciones se ve con claridad que la comprensión misma del Sagrado Celibato está en estrecha y profunda relación con una buena formación doctrinal, fiel a la Sagrada Escritura, a la Tradición y al ininterrumpido Magisterio eclesial, y a un ejercicio auténtico de la piedad, que nosotros llamamos hoy “vida espiritual intensa”, resguardandola tanto de las desviaciones sentimentales, que a menudo degeneran en el subjetivismo, como de las racionalistas, también muy difundidas, que producen un criticismo escéptico, muy alejado de un sentido crítico inteligente y constructivo.

La castidad, en la Encíclica Ad Catholici Sacerdotii, está definida como “íntímamente unida con la piedad, de la cual le ha de venir su hermosura y aun la misma firmeza”. De la misma hay un intento de justificación racional, según el derecho natural, en la afirmación: “Aun con la simple luz de la razón se entrevé cierta conexión entre esta virtud y el ministerio sacerdotal. Siendo verdad que Dios es espíritu, bien se ve cuánto conviene que la persona dedicada y consagrada a su servicio en cierta manera se despoje de su cuerpo”. A esta primera afirmación, que a nuestros ojos hoy resulta más bien frágil, y que, en todo caso, vincula la castidad a la pureza ritual y, en consecuencia, excluiría su permanencia, ligándola a los tiempos de los ritos del Culto, hace a continuación el reconocimiento de la superioridad del sacerdocio cristiano respecto tanto del sacerdocio del Antiguo Testamento, como a la institución sacerdotal natural propria de cualquier tradición religiosa.

La Encíclica, en este punto, pone en el centro de la reflexión la propia experiencia del Señor Jesús, entendida como prototípica para todo sacerdote. Afirma de hecho: “El gran aprecio en que el divino Maestro mostró tener la castidad, exaltándola como algo superior a las fuerzas ordinarias, […] era casi imposible que no hiciera sentir a los sacerdotes de la Nueva Alianza el celestial encanto de esta virtud privilegiada, aspirar a ser del número de aquellos que son capaces de entender esta palabra (cf. Mt 19,11)”.

Es posible, en estas afirmaciones de la Encíclica,notar una cierta complementariedad entre la intención de fundar la castidad sacerdotal en la exigencia de pureza cultual, y la más amplia, y hoy mayormente comprendida, exigencia de presentarla como imitatio Christi, vía privilegiada para imitar al Maestro, que vivió ejemplarmente de manera pobre, casta y obediente.

Pío XI no descuida, por otro lado, citar los pronunciamientos dogmáticos que se refieren a la obligación de la castidad, y en particular el Concilio de Elvira y el segundo Concilio de Cartago, que, aunque en el siglo IV, atestiguan con obviedad una práxis muy anterior, consolidada, y que por tanto puede ser traducida en ley.

Con un acento extraordinariamente moderno, en el sentido de inmediatamente accesible a nuestra mentalidad, la Encíclica habla de la libertad, con la que se acoge el don de la castidad, afirmando: “Por su libre voluntad hemos dicho: como quiera que, si después de la ordenación ya no la tienen para contraer nupcias terrenales, pero las órdenes mismas las reciben no forzados ni por ley alguna ni por persona alguna, sino por su propia y espontánea resolución personal”. Podríamos deducir, en respuesta a algunas objeciones contemporáneas, sobre una presunta obstinación de la Iglesia en imponer a los jóvenes el Celibato, que el Magisterio autorizado de Pío XI, lo indicaba como resultado de la libre acogida de un carisma sobrenatural, que nadie impone, ni podría imponer. Al contrario la norma eclesiástica se entiende como la decisión de la Iglesia de admitir al sacerdocio sólo a aquellos que han recibido el carisma del Celibato y que, libremente, lo han acogido.

Si bien es legítimo sostener que, según el clima de la época, el fundamento del Celibato eclesiastico en la Encíclica Ad Catholici Sacerdotii de Pío XI se pone en razones, aunque válidas, de pureza ritual, no menos es posible reconocer en el mismo texto una importante dimensión ejemplar tanto del Celibato de Cristo, como de Su libertad, que es la misma a la que son llamados los sacerdotes.

Cardenal Piacenza: el celibato sacerdotal según Pío XII (II)

Intervención en un Encuentro sacerdotal en Ars.

ARS, viernes 28 de enero de 2011 (ZENIT.org).

- Ofrecemos la segunda entrega de la intervención del cardenal Mauro Piacenza, prefecto de la Congregación para el Clero, pronunciada el pasado lunes 24 de enero en las Jornadas Sacerdotales celebradas en Ars (Francia) sobre el celibato sacerdotal. La primera se publicó en el servicio del jueves 27 de enero, y la próxima lo será el domingo 30 de enero.

La intervención del cardenal Piacenza, realizada desde Roma en conexión en directo con el encuentro, lleva por título: “El celibato sacerdotal: fundamentos, alegrías, desafíos... Las enseñanzas del Papa sobre el tema: de Pío XI a Benedicto XVI”.

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2. Pío XII y la Encíclica Sacra Virginitas

Una contribución determinante desde el punto de vista magisterial fue dado por la Encíclica Sacra Virginitas, del 25 de marzo de 1954, del Siervo de Dios Pío XII. Esta, como todas las Encíclicas de ese Pontífice, resplandece por el claro y profundo planteamiento doctrinal, por la riqueza de referencias bíblicas, históricas, teológicas, espirituales, y constituye aún hoy un punto de referencia de notable relieve.

Aunque, en sentido estricto, la Encíclica tiene como objeto formal no el celibato eclesiástico, sino la virginidad por el Reino de los Cielos, no lo es menos que, en ella, son muchos los puntos de reflexión y las referencias explícitas a la condición celibataria también del Sacerdocio.

El Documento se compone de cuatro partes: la primera delinea la “verdadera idea de la condición virginal”, la segunda identifica y responde a algunos errores de la época, que no pierden su problematicidad tampoco hoy; la tercera parte manifiesta la relación entre virginidad y sacrificio, y la última, a modo de conclusión, muestra algunas esperanzas y algunos temores ligados a la virginidad.

La virginidad, en la primera parte, se presenta como un modo excelente de vivir el seguimiento de Cristo. “¿Qué es, de hecho, sino imitar?”, se pregunta el Pontífice. Y responde: “todos estos discípulos y esposas de Cristo se han abrazado con la virginidad, según San Buenaventura, para conformarse con su Esposo Jesucristo […] A su encendido amor a Cristo no podía bastar la unión de afecto; era di todo punto necesario que ese amor se echase también de ver en la imitación de sus virtudes, y de manera particular, conformándose con su vida, que toda ella se empleó en el bien y salvación del género humano. Si, pues, los sacerdotes […] guardan castidad perfecta, es, en definitiva, porque su Divino Maestro fue virgen hasta el fin de su vida”. 

En realidad, y ciertamente no por casualidad, el Pontífice asimila la condición virginal sacerdotal a la de los religiosos y de las religiosas, mostrando, de esta forma, que el celibato, que se diferencia desde el punto de vista normativo, tiene en realidad el mismo fundamento teológico y espiritual.

Otra razón del celibato la señala el Pontífice en la exigencia, en conexión con el Misterio, de una profunda libertad espiritual. Afirma la Encíclica: “Para que los ministros sagrados adquieran esta espiritual libertad de cuerpo y de alma y se desentiendan de negocios temporales la Iglesia latina, les exige que voluntariamente se obliguen a la castidad perfecta”, y añade: “los ministros sagrados se abstienen enteramente del matrimonio no solo porque se dedican al apostolado, sino también porque sirven al altar”. Se pone de manifiesto, de esta forma, cómo a la razón apostólica y misionera se une propiamente, en el Magisterio de Pío XII, la cultual, en una síntesis que, más allá de cualquier polarización, representa la real y completa unidad de razones a favor del celibato sacerdotal.

Por lo demás, ya en la Exhortación Apostólica Menti Nostrae, el mismo Pío XII afirmaba: “El sacerdote, por la ley del celibato, lejos de perder la prerrogativa de la paternidad, la aumenta inmensamente, como quiera que in engendra hijos para esta vida perecedera, sino para que ha de durar eternamente”.

Misionariedad, sacralidad del Ministerio, imitación realista de Cristo, fecundidad y paternidad espiritual constituyen, por tanto, el horizonte imprescindible de referencia del celibato sacerdotal, no con independencia de la corrección de algunos errores siempre latentes, como la falta de reconocimiento de la excelencia objetiva, y no cierto por santidad subjetiva, del estado virginal respecto al matrimonial, la afirmación de la imposibilidad humana de vivir la condición virginal o la alienación de los consagrados de la vida del mundo y de la sociedad. Al respecto afirma el Pontífice: “Si bien cuantos profesan la perfecta castidad han renunciado a este amor humano, no por eso se puede afirmar que por efecto de esa renuncia hayan rebajado y despojado en alguna manera su personalidad humana, porque del mismo Dador de dones celestiales reciben un auxilio espiritual que sobrepuja con creces la ayuda mutua que los esposos recíprocamente se procuran. Consagrándose totalmente al que es su principio y les comunica su vida divina, no se empequeñecen, sino que sumamente se engrandecen”. 

Estas afirmaciones podrían ser suficientes para responder, con la claridad necesaria, a muchas objeciones de carácter psico-antropológico, que aún hoy se plantean al celibato sacerdotal.

El último grande y fundamental tema afrontado por la Encíclica Sacra Virginitas es el más propiamente sacerdotal de la relación entre virginidad y sacrificio. Observa el Pontífice, citando a san Ambrosio: “[la castidad] es un medio capaz de conducir con mayor seguridad y facilidad a quienes les ha sido concedido, alcanzar el término, de sus anhelos, la perfección evangélica y el reino de los cielos […] la castidad se propone, no se impone”. En este sentido, la invitación de Pío XII, siguiendo a los Santos Padres, es doble: por un lado, afirma el deber de “medir bien las fuerzas” para comprender si se está en grado de acoger el don de la gracia del celibato, entregando a toda la Iglesia, en este sentido, especialmente en nuestros días, un criterio seguro de honrado discernimiento; por el otro, pone en evidencia el vínculo intrínseco entre castidad y martirio, enseñando, con san Gregorio Magno, que la castidad sustituye al martirio y representa, en todo tiempo, la más alta y eficaz forma de testimonio.

Parece evidente a todos que, sobre todo en nuestra sociedad secularizada, la continencia perfecta por el Reino de los Cielos, representa uno de los testimonios más eficaces y mayormente capaces de “provocar” saludablemente a la inteligencia y al corazón de nuestros contemporáneos. En un clima cada vez mayormente, y casi de forma violenta, erotizado, la castidad, sobre todo de aquellos que en la Iglesia son investidos del Sacerdocio ministerial, representa un desafío, aún más poderosamente elocuente, a la cultura dominante y, en definitiva, a la propia pregunta sobre la existencia de Dios y sobre la posibilidad de conocerlo y de entrar en relación con Él.

Me parece ahora obligado sacar a la luz una última reflexión sobre la Encíclica de Pío XII, pues esta, más de las demás, parece decididamente contra corriente respecto a muchas de las costumbres hoy difundidas incluso entre no pocos miembros del Clero y en varios lugares de “formación”. Citando a san Jerónimo, el Pontífice explica cómo “es preferible la huida a la batalla en campo abierto […]. Consiste ésta huida en evitar diligentemente la ocasión de pecar, y principalmente en elevar nuevamente y nuestra alma a las cosas divinas durante las tentaciones, fijando la vista en Aquel a quien hemos consagrado nuestra virginidad. 'Contemplad la belleza de vuestro amante Esposo', nos aconseja San Agustín”.

Parecería hoy casi imposible al educador transmitir el valor del celibato y de la pureza a los jóvenes seminaristas, en un contexto en el que resulta, de hecho, imposible vigilar sobre las visiones, las lecturas, sobre la utilización de internet, y sobre los conocimientos. Aunque es cada vez más evidente y necesaria la implicación madura de la libertad de los candidatos en una colaboración voluntaria y consciente en la obra de formación, con todo la Encíclica considera un error, y concordamos plenamente, permitir a quien se prepara al Sacerdocio cualquier experiencia, sin el necesario discernimiento y el debido alejamiento del mundo. Permitir esto equivale a no comprender nada del hombre, de su psicología, de la sociedad y de la cultura que nos rodea. Significa estar encerrados en una especie de ideología preconcebida que va contra la realidad. Basta mirar alrededor. ¡Cuanto realismo en los versículos del salmo: “tienen ojos y no ven…”!

Debo confiar, al final de este breve excursus sobre la Encíclica de Pío XII (pero lo mismo podría decir de la de Pío XI), que me quedo siempre sorprendido de su modernidad y actualidad. Aún permaneciendo la focalización preeminente en el aspecto sagrado del celibato y en el vínculo entre el ejercicio del Culto y la virginidad por el Reino de los Cielos, el Magisterio de estos dos Pontífices presenta un celibato cristológicamente fundado, tanto en la directiva de la configuración ontológica a Cristo Sacerdote-Virgen, sea en la de la imitatio Christi.

Si parece en parte justificada la lectura que ve en el Magisterio papal sobre el Celibato, anterior al Concilio Ecuménico Vaticano II, una insistencia en las argumentaciones sacro-rituales, y, en el sucesivo al Concilio, una apertura a razones más cristológico-pastorales, también se debe reconocer – y esto es fundamental para la correcta hermenéutica de la continuidad, o lo que es lo mismo, para la hermenéutica “católica” – que tanto Pío XI, como Pío XII subrayan ampliamente las razones de carácter teológico. El celibato resulta, en los pronunciamientos mencionados, no sólo particularmente oportuno y apropiado a la condición sacerdotal, sino íntimamente conectado con la esencia misma del Sacerdocio, comprendida como participación en la Vida de Cristo, en Su Identidad y por ello, en Su misión. ¡Ciertamente no es casualidad que esas Iglesias de Rito oriental que ordenan también a viri probati, no admitan en absoluto a la ordenación episcopal a sacerdotes casados!

Cardenal Piacenza: el celibato sacerdotal según Juan XXIII (III)

Intervención en un Encuentro sacerdotal en Ars


ARS, domingo 30 de enero de 2011 (ZENIT.org).

- Ofrecemos la tercera entrega de la intervención del cardenal Mauro Piacenza, prefecto de la Congregación para el Clero, pronunciada el pasado lunes 24 de enero en las Jornadas Sacerdotales celebradas en Ars (Francia) sobre el celibato sacerdotal. La anterior se publicó en el servicio del viernes 28 de enero, y la próxima lo será el lunes 31 de enero.

La intervención del cardenal Piacenza, realizada desde Roma en conexión en directo con el encuentro, lleva por título: "El celibato sacerdotal: fundamentos, alegrías, desafíos... Las enseñanzas del Papa sobre el tema: de Pío XI a Benedicto XVI".

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3. Juan XXIII y la Encíclica Sacerdotii nostri primordia

El beato Juan XXIII dedicó, como bien sabéis, otra encíclica al santo Cura de Ars, en el primer centenario de su nacimiento al Cielo. En ella, los temas fundamentales de la virginidad y del celibato por el Reino de los Cielos, desarrollados por el Pontífice Pío XI y, sobre todos, por el Papa Pío XII, son recibidos por Juan XXIII y como progresivamente declinados en la figura ejemplar de san Juan María Vianney, que él presenta como quintaesencia del Sacerdocio católico.

El Pontífice indica cómo todas las virtudes necesarias y propias de un sacerdote fueron acogidas y vividas por san Juan María Vianney, y pone el acento, en el texto de la encíclica, en la ascesis sacerdotal, en el papel de la oración y del Culto eucarístico, y en el consiguiente celo pastoral.

Citando, aunque indirectamente, a Pío XI, la encíclica reconoce cómo, para la realización de las funciones sacerdotales, se exige una santidad mayor que la requerida por el estado religioso, y afirma cómo la grandeza del sacerdote consiste en la imitación de Jesucristo. Afirma Juan XXIII: "En :su mirada brillaba la castidad,", se ha dicho del Cura de Ars. En verdad, quien le estudia queda maravillado no sólo por el heroísmo con que este sacerdote redujo su cuerpo a servidumbre (1 Cor 9, 27), sino también por el acento de convicción con que lograba atraer tras de sí la muchedumbre de sus penitentes". Surge con claridad cómo, para el beato Juan XXIII, en el Cura de Ars era de luminosa evidencia el vínculo entre eficacia ministerial y fidelidad a la continencia perfecta por el Reino de los Cielos, y como esta última no estaba determinada por las exigencias del ministerio, sino que, al contrario, está contra cualquier reducción funcionalista del sacerdocio, siendo precisamente el Ministerio, en su más amplio florecimiento, el que está determinado, casi causado, por la fidelidad al celibato. Prosigue el Pontífice: "Esta ascesis necesaria de la castidad, lejos de encerrar al sacerdote en un estéril egoísmo, lo hace de corazón más abierto y más dispuesto a todas las necesidades de sus hermanos: 'Cuando el corazón es puro --decía muy bien el Cura de Ars- no puede menos de amar, porque ha vuelto a encontrar la fuente del amor que es Dios'".

De esta argumentación perfectamente teológica se comprende bien cómo el Espíritu de Dios y el espíritu del mundo se encuentran en oposición diametral. Tenemos por tanto los parámetros para comprender y construir.

En la encíclica se pone en evidencia el vínculo constitutivo entre celibato, identidad sacerdotal y celebración de los divinos Misterios. Se pone un acento particular en el vínculo entre ofrenda eucarística del divino Sacrificio y don cotidiano de sí mismos, también en el sagrado celibato. Ya en 1959, el Magisterio pontificio reconocía, así, cómo gran parte de la desorientación respecto a la fidelidad y a la necesidad del celibato eclesiástico dependía, y de hecho depende, de una inadecuada comprensión de su relación con la Celebración Eucarística. En ella, de hecho, no de forma funcional sino real, el sacerdote participa en la ofrenda única e irrepetible de Cristo, la cual sin embargo es sacramentalmente actualizada y representada en la Iglesia para la salvación del mundo. Semejante participación implica la ofrenda de sí mismos, que debe ser íntegra, e incluir por tanto también la propia carne en la virginidad.

¿Quién no ve entonces cómo entre Eucaristía-culto divino y Sacerdocio ordenado existe un nexo vital? Las suertes del culto y del Sacerdocio están unidas. Imposible cuidar un ámbito sin cuidar el otro. Es necesario reflexionar sobre ello cuando uno se dedica a la formación sacerdotal, y es necesario ser siempre conscientes del hecho de que a la suerte de la reforma de los clérigos está ligada la suerte de una nueva evangelización absolutamente indispensable.

Vale aún hoy, quizás con acentos más dramáticos, la indicación del beato pontífice: "Con afecto paternal, Nos pedimos a nuestros amados sacerdotes que periódicamente se examinen sobre la forma en que celebran los santos misterios, y sobre las espirituales disposiciones con que ascienden al altar y sobre los frutos que se esfuerzan por obtener de él". La Eucaristía es así, al mismo tiempo, fuente del sagrado celibato y "prueba de examen" de la fidelidad al mismo, banco concreto de prueba del ofrecimiento real de sí mismos al Señor.

ADVERTENCIAS DEL MAS ALLA A LA IGLESIA CONTEMPORANEA. Padre Arnold Renz.

ADAPTACIÓN A LA TEORIA DE LA VIDA COMODA.

V: ...pero¡ay" (con una voz profunda), ¡ay de los sacerdotes que ya no dicen lo que tendrían que decir, ya no viven como tendrían que vivir!...y llevan a lo creyentes a un camino falso. Sería mejor que declarasen en público, ante todos los fieles, desde el púlpito: "Perdonadme, he pecado, ya no me encuentro por el camino de la virtud. Rezad por mí, para que vuelva a él, y para que os pueda enseñar la vida buena en el verdadero sentido de la palabra". Sería mejor que dijesen eso, sería un acto de humildad. Entonces ya no tendríamos ese poder que tenemos sobre ellos. AUNQUE ALGUNOS LOS CRITICASEN, AL FIN TENDRÍAN EN SU INTERIOR UN GRAN RESPETO ANTE ESE SACERDOTE. Ese sería un camino mejor que el camino de la falsedad y la malicia (apenas si puede pronunciar las palabras). Qué sentido tiene estar ante el altar, celebrando la misa cara al público y decir: "Dios perdona (respira fatigosamente), id a El, El os comprende. Venid al Padre, que es el Padre de la Luz. Si os encontráis en la oscuridad, os comprenderá, y os admitirá nuevamente, con amor, en su Gracia (irónicamente).

Todos esos sacerdotes se olvidan de que se necesita mucho para que ese Padre de la Luz vuelva a tomar en sus brazos a los caídos. Si bien vuelve a admitirlos, es necesario el arrepentimiento, una confesión, y el propósito de mejora. Si quiero mejorarme, lo primero que tengo que hacer, es eliminar esos caminos del pecado que son mi perdición. Primeramente tengo que comenzar por mí mismo, y solamente después puedo ser un ejemplo para los demás. Solamente entonces puedo volver a predicar en toda la profundidad y la luz del Espíritu Santo lo que tengo que predicar y lo que se me ha encargado de predicar (habla fatigosamente).