FRASES PARA SACERDOTES

"TODO LO QUE EL SACERDOTE VISTE, TIENE UNA BATALLA ESPIRITUAL". De: Marino Restrepo.

Una misa de campaña en medio de las bombas


Al césar lo que es del César y a Dios lo que es de Dios. Así como este Santo sacerdote quiero decir que primero sirvamos a Dios y después, a los hombres.

CONFIDENCIAS DE JESÚS A UN SACERDOTE. Monseñor Ottavio Michellini.

EL AMOR DE LOS INOCENTES


"Escribe, hijo mío.  Te había anunciado que volvería sobre este tema y heme aquí fiel.
En cada criatura humana hay tres fisonomías; dos de las cuales son sabidas.  La fisonomía del rostro que es visible a todos; vemos el rostro de todos, hecho sobre el mismo modelo, sin embargo, todos son diferentes uno de otro
Vemos menos claramente la fisonomía interior del hombre, esto es, la del alma, del temperamento, del carácter, de la inteligencia, etc.
Luego está la fisonomía aún más interior del alma, es decir, la de su vida o muerte sobrenatural.  Esta tercera fisonomía es percibida por muy pocos.
El alma, penetrada de la Gracia Divina, revestida de su cándido vestido nupcial es maravillosa. Este esplendor lo ve Dios porque forma parte de Él.  Lo entrevén también algunas almas muy avanzadas en la vida de la Gracia, es decir, de la perfección.
Pero como las fisonomías corporales no son iguales, tampoco las fisonomías interiores son iguales, es decir, los caracteres de los hombres, ni tampoco son iguales las fisonomías sobrenaturales.
He aquí las tres fisonomías, la del Cuerpo, la del Alma, y la de la Gracia.
La Gracia es la vida divina de las almas.  Pero Yo soy el Amor.  La Gracia es por lo tanto el Amor de Dios participado a las almas.


Diverso esplendor

Cada alma en Gracia tiene en si mi Amor, con diversa intensidad de esplendor porque diferente es en cada alma mi Amor.
Se puede amar poco, poco; se puede amar bastante, se puede amar muchísimo, y se puede amar en formas diversas.
Quien no ama en cambio está en la muerte, no tiene en sí luz interior.  Es la más tremenda desdicha ya que para el alma que no encuentra el amor que fue infundido en ella en  el Bautismo, es la muerte eterna, el Infierno.
¡Si, di fuerte esta palabra:  Infierno, en la que ya casi nadie cree!  Se puede amar bastante, se puede amar mucho, pero siempre con el alma.  También con los sentidos se puede amar, como en el amor nupcial, que es amor casto y santo si esta bien dirigido en la justa vía.  Se puede amar muchísimo interior y exteriormente sin sensualidad.
Es el amor de los inocentes es el amor de los puros, es el amor de los ángeles, es el amor de los primeros padres antes del pecado.  El niño que abraza afectuosamente a la mamá excluye en su amor puro toda viscosidad.


Necesidad de expansión

El alma pura y casta, abismada en el amor de Dios y del prójimo, y que del Mandamiento del Amor ha hecho la ley de su vida, no es capaz de contener el amor en su interior.  Él estalla incluso en la materia que lo aprisiona y tiene necesidad de expandirse como naturalmente se expande luz y calor de la llama.
Este amor fuerte, puro, inocente, no es comprendido sino por pocas almas.  Por eso las pocas afortunadas que lo poseen debe con frecuencia sofocarlo no raras veces porque podría ser motivo de escándalo.  Son poquísimas las almas consagradas que alcanzan esta plenitud de amor.
Pero como el alma del amor es  el sufrimiento, he aquí que, a veces, sofocándolo por un justo motivo, lo alimenta en mayor medida, por que sale fortalecida el alma del amor que es precisamente el sufrimiento.
Quien ama así no siente los estímulos de los sentidos.  Es más puede ser un error querer detener el curso natural del amor sobrenatural por motivos de respeto humano no justificable; como entre los primeros cristianos que se saludaban con el beso aun entre personas de diferente sexo.  Ningún inconveniente se derivaba de ahí, porque eran castos y puros.


Palabra que no cambia

-Pero Señor, en este mundo nuestro en el mundo de hoy donde vicio, corrupción, obscenidad e impureza reinan soberanos,  ¿no consideras esta doctrina peligrosa?
No, hijo mío.
Mi Palabra es la Palabra viva, es la Palabra que no cambia con el cambiar de los acontecimientos y costumbres de los hombres.
Mi Palabra es como un rayo de luz que toca el fango, lo ilumina, pero no queda contaminado por él.  Si hoy esto no se comprende, lo será mañana en mi Iglesia regenerada a nueva vida y esplendor.
Te bendigo como siempre.  Recuerda cuanto has escrito hoy.  Para Ti y para tantas almas es importante.
Ámame.  No olvides lo que tan frecuentemente te pido.


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