FRASES PARA SACERDOTES

"TODO LO QUE EL SACERDOTE VISTE, TIENE UNA BATALLA ESPIRITUAL". De: Marino Restrepo.

Una misa de campaña en medio de las bombas


Al césar lo que es del César y a Dios lo que es de Dios. Así como este Santo sacerdote quiero decir que primero sirvamos a Dios y después, a los hombres.

MIL MÁXIMAS DE DON BOSCO - ENTREGA 5 -

MIL MÁXIMAS DE DON BOSCO



COMUNIÓN

188 Las Comuniones hacedlas como se debe. Hay algunos que se acercan a la Santa Comunión y no piensan encorregirse de sus defectos: hacen la Comunión por la mañana y durante el día tienen a veces conversaciones inconvenientes con los compañeros. Murmuran de esto o de aquello, de los superiores, de los compañeros... ¿Cómo se podrá decir que han hecho una buena Comunión?. (VIII, 55).

189 Después de la Comunión entretenéos al menos un cuarto de hora en dar gracias. Sería una gravísima irreverencia, si pocos minutos después de haber recibido el Cuerpo, la Sangre, el Alma y Divinidad de Jesucristo, uno saliese de la Iglesia. (III, 162).

190 ¿Queréis saber mi deseo?. Comulgad diariamente. El Concilio de Trento dice: "Sacramentaliter". ¿Entonces?. Entonces hacedlo así. Cuando no podáis comulgar sacramentalmente, comulgad al menos espiritualmente. (VII, 678).

191 ¡Cuántos niños hay que no escuchan la instrucción religiosa, las explicaciones sobre la santa ley de Dios!. Preparadlos para recibir con frecuencia los Santos Sacramentos... ¡Ah!... "Parvuli petierunt panem, et non erat qui frangeret eis". (Tr. IV,4). (II, 308-309).

192 Mostradme un jovencito que frecuente la Confesión y Comunión; lo veréis florecer en su juventud, llegar a una edad viril y alcanzar, si así place a Dios, la más avanzada edad, con una conducta que será para ejemplo de quienes lo conocen. (VI, 145).

193 Quien no se acerca a la Comunión con un desprendimiento de afectos mundanos y no se arroje incondicionalmente en los brazos de Jesús, no podrá sacar los frutos que teológicamente se sabe que deben ser los efectos de la Comunión. (XI, 278).

194 Dicen algunos que para Comulgar es necesario ser santo. ¡No es cierto!. ¡Esto es un error!. La Comunión es para quien quiere llegar a ser santo, no para los santos. Los remedios se dan a los enfermos, el alimento a los débiles.

195 La Comunión es alimento que proporciona vida, fuerza. (IX, 709).

196 La base de la vida feliz de un jovencito es la Comunión, porque en ella encuentra la fuente de toda energía. (XVIII, 177 - XIV, 126).

197 Un joven de Confesión y Comunión frecuente, impresiona mucho más a sus compañeros que cualquier sermón. (III, 163).

198 Un consejo para ser feliz: evitar el pecado y frecuentar la Santa Comunión. (XVI, 26).

199 Alejarse de la Comunión es dar cabida a las insinuaciones del demonio. (VIII, 116).

200 La Comunión es fuente de energías que debe ayudaros durante toda vuestra vida. (XII, 610).

201 Jesús Sacramentado es y debe ser para vosotros el único y verdadero amigo. (XI, 522).

202 Recordemos que Jesús está presente en el Santísimo Sacramento y es rico en gracias para distribuirlas a quienes las imploran. (La Juventud Instruída, 136).

203 En cuanto a la Primera Comunión: antes que el vicio se apodere de un joven, sea el Señor quien se posesione de su corazón. (IV, 386).

204 El tesoro más grande que se puede hallar en el cielo y en la tierra, está en el Sagrario, pues ahí habita el Dueño de todo lo creado. (VI, 320).

205 ¿Queréis que el demonio os asalte?. Visitad raramente a Jesús Sacramentado. ¿Queréis que huya de vosotros?. Visitad frecuentemente a Jesús. (II, 259).

206 ¿Queréis que el Señor os conceda muchas gracias?. Visitadlo con frecuencia. ¿No os importa que os conceda pocas?. Visitadlo raramente. (II, 259).

207 Todos tienen necesidad de la Comunión: los buenos, para mantenerse virtuosos; los malos, para enmendarse. (XII, 567).


CONCIENCIA

208 Por nosotros mismos somos incapaces de descubrir nuestros defectos. (IX, 999).

209 Nadie mejor para aconsejarnos, que el Director de nuestra conciencia. (XI, 300).

210 Conciencia pura y limpia, he aquí la verdadera tranquilidad para servir al Señor. (II, 385).

211 Conservad vuestra conciencia en tal estado, que os permita acercaros, según el consejo del confesor, todos los días a la Santa Comunión. (V, 926).

212 Dichosos aquellos que en esta vida no tienen que soportar remordimientos de conciencia. (V, 926).

213 Está bien que uno sea siempre limpio y aseado en su persona, pero es mucho mejor que esto, tener la conciencia pura de todo pecado. (XIII, 417).

214 Sed prudentes, pero no olvidéis nunca que vuestra prudencia debe consistir en salvaguardar vuestra fe, la conciencia y vuestra alma limpia. (VII, 32).

215 Quien tiene paz en su conciencia, lo tiene todo. (XI, 248).

216 Quien no es capaz de perseverar en tal estado, que su conciencia le permita comulgar durante una semana, yo aconsejo no admitirlo a la Comunión frecuente. (XII, 131).

217 Un joven que haya tenido la desgracia de no confesarse bien, de haber hecho una confesión sacrílega, tiene su conciencia hecha una verdadera borrasca. (XII, 132).


218 Tened la seguridad que cuando un joven por desgracia deja embrollar su conciencia, con el pasar de los años se va empeorando. (XIII, 270).

219 Es ardiente deseo de la Iglesia que todo cristiano viva siempre en tal estado que pueda recibir todos los días la Santa Comunión. (XIII, 419).

220 Es aconsejable que cada año se haga examen general de nuestra conciencia. (XV; 606).

221 No hay nada más penoso para un sacerdote que tener que ver con una conciencia confusa. (XVI, 222).


CONFESIÓN

222 Está siempre dispuesto para escuchar las confidencias de los que desearen confesarse contigo. Procura alejar hasta la más lejana sospecha de que recuerdas lo que te dijeron en la confesión. No haya ni sombra de parcialidad para quien se confiesa con uno, prefiriéndolo a otro. (VII, 526).

223 Acoged con amabilidad a toda clase de penitentes, pero en especial a los jóvenes. Ayudadles a exponer el estado de su conciencia, animadlos a frecuentar el santo Sacramento de la Penitencia. Este es el medio más seguro de tenerlos alejados del vicio. Pones todo vuestro esfuerzo en que practiquen los avisos que les déis para evitar las recaídas. Corregidlos con bondad; puesto que si los reprendéis con aspereza, o no vendrán a buscaros más, o bien ocultarán sus faltas por miedo a vuestro severo requerimiento. (Miguel Magone, Cap. V).

224 Después de haber ganado la confianza de los jóvenes, indagad con delicadeza si sus confesiones pasadas fueron bien hechas. Autores célebres en moral ascética y de larga experiencia, convienen en que, por lo general, las primeras confesiones de los niños suelen ser nulas, o cuanto menos defectuosas, por falta de instrucción o por omisiones voluntarias. (Miguel Magone, Cap. V).

225 Invítese al joven a escudriñar bien el estado de su conciencia; particularmente desde los siete a los diez o doce años. En esta edad se tiene conocimiento de ciertas faltas, pero no se hace caso de ellas o se ignora el modo de confesarlas. El confesor sea extremadamente prudente y de absoluta reserva; pero no omita aquellas preguntas que se refieren a la santa virtud de la modestia. (Miguel Magone, Cap. V).

226 Cuando os solicitan para confesar, prestáos de buen grado y no uséis mal modo no demostréis nunca impaciencia.

Recibid a los niños con modales dulces y con grande afabilidad. No los reprendáis ni os asombréis por su ignorancia o por las cosas que os manifiesten en confesión. (I, 153).

227 Se puede variar, sin escrúpulo, de confesor, en caso de haber cambiado de domicilio o cuando no se puede acudir a él sin grave incomodidad, o por enfermedad, o por razón de la mucha concurrencia de penitentes que él pueda tener en las grandes solemnidades. (Miguel Magone, Cap. V).

228 Cuando uno fuera solicitado para atender las confesiones de los fieles, se puede interrumpir el santo Oficio y hacer más breve la preparación y la acción de gracias de la Misa, a fin de prestarse a ejercitar este sagrado ministerio. (I, 129).

229 Si alguien, repasando su vida anterior, recordase que ocultó algún pecado en sus confesiones, o tuviere la más leve duda acerca de la validez de alguna de ellas, le aconsejo con el mayor encarecimiento: Amigo, por amor de Jesucristo y por la preciosa Sangre que derramó para salvar tu alma, te suplico que arregles el estado de tu conciencia en la primera oportunidad en que te acerques a confesarte, exponiendo con sinceridad todo lo que inquieta tu alma como si te hallases en el momento de la muerte. (Miguel Magone, Cap. V).

230 Os aseguro que cuanto más sinceros seáis con el confesor, más aumentará su confianza hacia vosotros y con tanto mayor acierto podrá aconsejaros y advertiros lo que considere más necesario y oportuno para el bien de vuestra alma. (Miguel Magone, Cap. V).

231 Si vuestra conciencia tuviera algo que no se atreva a comunicar al confesor ordinario, acudís a otro, antes de cometer un sacrilegio. (Miguel Magone, Cap. V).

232 Me acercaré al Sacramento de la Penitencia cada ocho días y procuraré practicar los propósitos que haré en la confesión. (Miguel Magone, Cap. V).

233 Jóvenes míos, recordad que el confesor es un padre que desea ardientemente haceros todo el bien posible y alejaros del mal. (Miguel Magone, Cap.V).

234 Frecuentad a menudo a vuestro confesor, rogad por él y seguid sus consejos. (Miguel Magone, Cap.V).

235 No os dejéis engañar nunca por el demonio callando por vergüenza algún pecado en la confesión. Yo os aseguro, jóvenes muy amados, que mi mano tiembla al trazar estos renglones ante el solo pensamiento de que gran número de cristianos se pierden eternamente por no haber declarado con sinceridad sus pecados en la confesión. (Miguel Magone, Cap.V).

236 Si no sabes cómo explicarte, basta que sugieras a tu confesor que hay algo en tu vida pasada que te tiene pesaroso e intranquilo. El confesor no necesita más; tú sigue sus disposiciones y ten la seguridad de que todo quedará arreglado. (Miguel Magone, Cap.V).

237 Si no tenéis un confesor fijo en quien depositar vuestra confianza, os falta el amigo del alma. (Miguel Magone, Cap.V).

238 Si encuentras un confesor apropiado a las necesidades de tu alma, no cambies sin necesidad. (Miguel Magone, Cap.V).

239 A lo que más importancia se debe dar es a las prácticas de piedad. Vayamos con frecuencia a confesarnos.

Acerquémonos especialmente a la Santa Co munión, que es la que debe alimentarnos toda la vida; dediquémonos a hacer obras buenas, cumpliendo así nuestros deberes y visitemos a menudo al Santísimo Sacramento en la Iglesia. XII, 610).

240 Para volar al Cielo necesitamos dos alas: la confesión y la Co munión. (VII, 50).

241 ¿Queréis entrar al cielo?. La Confesión es la cerradura, la llave es la confianza en el confesor. Este es el medio para abrir las puertas del Paraíso. (VII, 49).

242 Dios detesta el pecado y aborrece a quien lo comete, pero... su bondad y misericordia es sin límites. (XVIII, 862).

243 Ante todo, os recomiendo que pongáis cuanto esté de vuestra parte para no caer en pecado; pero si por desgracia cometéis alguno, no déis oído al demonio tentador que os invita a que lo ocultéis en la confesión. (Miguel Magone, Cap.V.)

244 El confesor ha recibido de Dios el poder para perdonar todos los pecados, cualquiera que sea su número y calidad.

Cuanto más graves sean vuestras culpas, mayor será su gozo; porque sabe que es mucho más grande la divina Misericordia que por su conducto os concede el perdón y aplica los méritos infinitos de la preciosa Sangre de Jesucristo, con lo que puede lavar todas las manchas de vuestra alma. (Miguel Magone, Cap.V).

245 No temáis perder la estimación del confesor comunicándole las faltas graves, ni que él haya de revelarlas a otros, porque el confesor, ni por todo el oro del mundo -ni aún para salvar su propia vida-, puede utilizar o servirse de lo que haya oído en la confesión, ni comunicarlo a persona alguna. (Miguel Magone, Cap.V).

246 Confiad también en las oraciones de vuestro confesor, que todos los días pide a Dios en la Santa Misa, que conceda a sus penitentes la gracia necesaria para que sus confesiones sean buenas, y la perseverancia en el bien. Y en justa correspondencia de caridad, rogad vosotros por él. (Miguel Magone, Cap.V).

247 Las confesiones que no dan fruto, no son buenas. (XII, 573).

248 El mejor método para tener éxito en la educación consiste en saber hacer buenas confesiones. (IV, 555).

249 Que cada confesión sea tan sincera como si fueses la última de vuestra vida. (XIII, 418).

250 El Señor nos asegura que al escuchar la voz del confesor, a Dios mismo se oye. (III, 94).

251 No critiquéis la conducta de nadie por frecuentar los santos Sacramentos; estas burlas atraen las maldiciones de Dios. (VII, 191).


CONFIANZA

252 Haz el bien sin esperar agradecimiento de nadir, sino de Dios únicamente. (VII, 418).

253 Insisto, que hay que tener necesidad de tener suma confianza con los superiores en asuntos del alma; es la llave de la paz interior, el arma más eficaz para ahuyentar la melancolía, el secreto para encontrar la certeza y la satisfacción tanto en la vida como en la muerte, y para alcanzar la perfección cristiana. (IV, 554).

254 Dios permite las tribulaciones, para sacar mayor bien y mostrar su misericordia y poder. (VII, 461).

255 Os comunico un secreto que puede haceros mucho bien: abrid vuestro corazón al superior, depositad en él vuestra confianza y sed escuetamente sinceros. (XI, 263).

256 No se deben aceptar a los aspirantes al estado eclesiástico, si no dan garantía de una moralidad a toda prueba, o mientras no se dejen conocer lo suficiente y no tengan confianza en los superiores. (XI, 269).

257 Mirad, hay ciertos individuos que son herméticos: no hablan, no abren nunca su corazón al superior; guardan siempre en su interior sus secretos. Estad atentos: "latet anguis in herba". Son un verdadero flagelo, verdadera pesadilla para la congregación. (XII, 468).

258 De la familiaridad nace el afecto, el afecto lleva a la confianza; ésta abre los corazones de los jóvenes que manifiestan todo a sus maestros, a los asistentes y a los superiores. Serán sinceros en todo, estarán dispuestos para todo si se dan cuenta que son amados. (XVII, 108).


CONSEJOS ESPIRITUALES

259 El demonio siempre se interpone para impedir la conversión. (IX, 997).

260 Las debilidades del alma hay que atenderlas por lo menos con el mismo cuidado como se trate la enfermedad del cuerpo. (XVI, 441).

261 El escándalo es enemigo del buen ejemplo. (XI, 552).

262 Nos sirva de lección y de experiencia todo cuanto sucede. (XII, 251).

263 Los acontecimientos influyen en el hombre, no el hombre en los sucesos. (XIII, 93).

264 Es ocioso quien se preocupe por cosas innecesarias. (XIII, 801).

265 Las costumbres cuando son buenas y llevan al bien, debemos seguir practicándolas. (XV, 605).

266 No basta saber las cosas, es necesario practicarlas. (XVII, 630).

267 Las cosas o se hacen bien, o mejor no se hacen.

268 Respeto a todos, miedo a ninguno. (V, 661).

269 Cuando todo marche bien, no se pretenda cambiar so pretexto de mejorar. (VIII, 228).

270 Cada cual trabaje según su propia capacidad; el mérito depende de la intención. (BAC. 608).

271 Siempre que se pueda impedir un mal aunque sea material, hágase lo posible por impedirlo. (BAC. 609).

272 Antes de formar juicio sobre lo que os refieren, o de fallar sobre una cuestión, oíd a las dos partes. (Recuerdos a los primeros misioneros).

273 Reflexiona y piénsalo con calma antes de resolver en asuntos de importancia; y en caso de dudas, determina lo que creas que sea para la mayor gloria de Dios. (VII, 524).

274 Cúmplase con diligencia todos los deberes. Con diligencia, quiere decir con amor, porque la palabra diligencia viene del verbo "diligere", que quiere decir amar. (XII, 610).

275 Cumplir el deber con alegría y con amor es la mejor preparación para bien morir. El Señor premia al obediente. (XII, 610).

276 Nunca debemos sentirnos solos, Jesús siempre nos acompaña. (XI, 363).

277 Todo pasa, lo que no trasciende a la eternidad no tiene importancia. (IV, 556).

278 Dios nos ayuda a superar las dificultades que son inevitables en este mundo, que según el Evangelio, está todo lleno de la maldad. "Mundus totus in maligno positus est". (VI, 550).

279 Sé hombre, nunca te acobardes. (III, 348).

280 Hijitos míos, aprovechando bien el tiempo os habrá servido para vuestra salud eterna. (XVIII, 864).

281 La murmuración corrompe los corazones. (XVII, 113).

282 Pobre del que trabaja esperando alabanzas del mundo; el mundo es muy mal pagador y paga siempre con ingratitud. (X, 266).

283 Si no tenemos a quien acudir en asuntos de importancia, imploremos luz del poder y amor de Jesús Sacramentado, en la Santa Misa, durante la elevación. (VIII, 446).

284 Pecando, uno llega a ser el enemigo de su propia alma. (BAC. 566).

285 Lo mejor es siempre enemigo de lo bueno. (X, 869).

286 No nos creamos necesarios. (XII, 447).

287 Quien tiene la conciencia en paz, lo tiene todo. (XI, 248).

288 La voz de la conciencia persigue al pecador que le recuerda:eres enemigo de Dios. (XII, 133).

289 Todas las riquezas del mundo no cuentan para nada en la eternidad. (VIII, 831).

290 Quien afirma ser cristiano y no obra como tal, es un simple impostor. (XII, 364).

291 El demonio es amigo de las tinieblas; trabaja siempre a oscuras. (VI, 321).

292 Dios no abandona a ninguno. (V, 160).

293 Falaz es el mundo. Dios es el verdadero amigo. (III, 608 - IV, 59).

294 Que tu conversación sea siempre inspirada en la dulzura. (VIII, 490).

295 Debes dar siempre importancia a todas tus acciones. (III, 614).

296 Hay que tener cierta prisa para hacer obras buenas, porque puede faltar tiempo y quedarse defraudado. (XVIII, 862).

297 Cuando se habla al pueblo, es necesario que el pueblo nos entienda. (BAC. 36).

298 Contigo mismo, sé decidido. (VII, 524).

299 Dios es un buen Padre; confiemos en Él. (VIII, 986).

300 La ociosidad e inercia, engendra ruina, porque el ocio es el padre de todos los vicios. Temblemos de este monstruo. (X, 1054).

301 Los niños si no son aconsejados a tiempo serán el flagelo de la sociedad. (XIII, 184).

302 Dios da tiempo y oportunidad para practicar la religión. Hay que saber corresponder. (XIV, 86).

303 Si has de aconsejar o avisar, que quien consulte contigo se retire de ti como amigo y contento. (XI, 17).


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