FRASES PARA SACERDOTES

"TODO LO QUE EL SACERDOTE VISTE, TIENE UNA BATALLA ESPIRITUAL". De: Marino Restrepo.

Una misa de campaña en medio de las bombas


Al césar lo que es del César y a Dios lo que es de Dios. Así como este Santo sacerdote quiero decir que primero sirvamos a Dios y después, a los hombres.

EL DIABLO HOY ¡APÁRTATE SATANÁS! - PARTE 14 -



Capítulo XIV.- La lucha de los Santos contra el Diablo


El Papa San Gregorio Magno nos ha dejado en sus Diálogos el relato de una violenta tentación de San Benito. Tuvo lugar en el monte Subiaco, en una gruta conocida hoy con el nombre de Sacro specto(santa gruta), lugar de frecuente peregrinación.


Una tentación tan fuerte...

"Un día, mientras estaba solo, el Tentador lo asaltó. Un pequeño pájaro negro, al que se denomina vulgarmente mirlo, se puso a revolotear alrededor de su cara y a posarse tan inoportunamente sobre su rostro que habría podido cogerlo con la mano si hubiera querido, pero hizo la señal de la cruz y el pájaro desapareció. Sin embargo, cuando el pájaro se fue, le sobrevino una tentación carnal tan fuerte como nunca antes había experimentado. Había visto en una ocasión anterior a una mujer; el espíritu maligno se volvió a poner delante de los ojos del alma y la iluminó con un fuego tal que el espíritu del servidor de Dios apenas podía retener en su corazón la llama del amor de modo que, vencido por la sensualidad, había decidido ya prácticamente abandonar el desierto. Pero de pronto, visitado por la gracia de Dios, volvió en sí. Y al ver una densa mata de ortigas y cardos que había crecido en las cercanías se despojó de su vestido y se tiró desnudo en este matorral de espinas agudas y de ortigas. Se revolcó durante largo tiempo y cuando salió tenía herido todo el cuerpo pero, gracias a las heridas de la piel, había expulsado de su corazón la herida del alma, porque había transformado la sensualidad en dolor. Infligiéndose un castigo, se había quemado virtuosamente por fuera, pero de este modo había extinguido la llama que le consumía por dentro."

San Gregorio Magno añade: "desde este momento, como él mismo aseguró a continuación a sus discípulos, dominó de tal modo la tentación de la sensualidad que nunca más le ocurrió nada parecido".

Fue así como el padre del monaquismo occidental, violentamente tentado por el diablo, consiguió la victoria por un gesto heroico de ascesis.

San Gregorio Magno señala que esta victoria sobre Satanás valió a Benito un aumento de influencia espiritual: muchos hombres, abandonados las vanidades del mundo, acudieron a la escuela de la ermita de Subiaco.

Una pregunta: ¿habríamos tenido la orden de los benedictinos y todas las familias religiosas procedentes de este tronco si San Benito, en una hora fatídica de su vida, no hubiera sabido resistir heroicamente al Tentador?


El demonio me inspiraba...

Una joven monja francesa sufrió también, el 7 de septiembre de 1890, en el Carmelo de Lisieux, la víspera de su profesión, una tentación plena de repercusiones sobre su vida e incluso sobre el desarrollo de la Iglesia universal.

"Se elevó en mi alma una tempestad como nunca antes había experimentado, escribe sor Teresa del Niño Jesús en la Historia de un alma. Nunca había tenido una sola duda sobre mi vocación pero era necesario que pasase por esta prueba. Por la noche, haciendo mi Vía Crucis después de maitines, mi vocación pareció un sueño, una quimera... la vida del Carmelo me pareció hermosa, pero el demonio me inspiraba la seguridad de que no estaba hecha para mí, que engañaba a las superioras avanzando por un camino al que no estaba llamada... Mis tinieblas eran tan grandes que no veía ni comprendía más que una sola cosa: ¡no tenía vocación! ¡Ah! ¿Cómo describir la angustia de mi alma?... Me parecía (algo absurdo, que muestra cómo esta tentación era del demonio) que si comunicara mis temores a mi maestra, me impediría pronunciar mis santos votos; sin embargo, quería hacer la voluntad del Buen Dios y volver al mundo antes que quedarme en el Carmelo haciendo la mía. Hice por tanto salir a mi maestra y, llena de confusión, le confié el estado de mi alma... Felizmente, vio con más claridad que yo, y me dio una seguridad completa; por otra parte, el acto de humildad que había hecho acabó por poner en fuga al demonio que pensaba quizá que no osaría confesar mi tentación. Tan pronto como acabé de hablar, mis dudas desaparecieron; sin embargo, para hacer más completo mi acto de humildad, quise confiar mi extraña tentación a nuestra Madre que se contentó con reírse de mí".

Se puede plantear la cuestión: ¿qué habría sucedido si, cediendo a estas falaces sugestiones de Satanás preocupado por alejar de su vocación religiosa a "la santa más grande de los tiempos modernos", Teresa Martín hubiera abandonado el Carmelo para volver al mundo? ¡Qué empobrecimiento para la Iglesia e incluso para el mundo si el diablo hubiera logrado impedir la potente influencia de la "maestra de la infancia espiritual"! ¡Y qué clamorosa victoria para el adversario del Reino de Dios!

El Papa Pío XI planteó una cuestión análoga a propósito de otra prueba victoriosamente superada. Evocando la tentación contra la castidad afrontada por Santo Tomás de Aquino en su prisión de Roccasecca, el Papa indicó que "si la pureza del santo hubiera ensombrecido en esta circunstancia, es probable que la Iglesia no hubiera tenido jamás su Doctor Angélico" (Encíclica Studiorum ducem).


Renunciar a su proyecto y hacer como todo el mundo

Como indica el cardenal Charles Journet "el espíritu maligno probó cruelmente" a Nicolás de Flue, patrón de Suiza (1417 - 1487). Fue al comienzo de su vida de eremita en el Ranft. Satanás le golpeaba "con tal violencia que los que venían a visitarle le encontraron varias veces medio muerto".

El Santo ermitaño cuenta que el diablo, según le parecía, había venido una vez "en forma de gentil hombre, con vestidos ricamente adornados, montado en un hermoso caballo. Después de un largo coloquio le había aconsejado renunciar a su propósito y actuar como los demás porque, de otra manera, no podría merecer la vida eterna".

Se trataba, por tanto, de impedir a Nicolás vivir únicamente para Dios y glorificarle a través de su vida de asceta y de contemplativo.

Un contemporáneo cuenta que "a menudo el demonio invadía la celda (de Nicolás de Flue) con un ruido tal que parecía que toda la construcción estaba a punto de hundirse. A veces se presentaba bajo formas horribles, asía a Nicolás por los cabellos y le sacaba fuera a pesar de su resistencia".

Y el cardenal Journet comenta: "Todo cristiano sabe que el príncipe de este mundo, que ha venido a tentar a Jesús en el desierto, no dejará reposar a sus discípulos, sobre todo a los mejores".


Como por encanto

Que Satanás se sabe disfrazar de acuerdo con las circunstancias, es algo que los santos han experimentado con frecuencia. Pienso en el padre Marie-Eugène, santo religioso carmelita (1894 - 1966) que he conocido bien. Su causa de canonización está iniciada. Profundo conocedor de Santa Teresa del Niño Jesús, hablaba de ella con ardor. Un día en el que, siendo un joven religioso, predicaba un retiro en un Carmelo en Francia, le advirtieron que una monja deseaba encontrarlo en el locutorio. Se dirigió hacia allí y se topó con el rostro de una religiosa... que se asemejaba exactamente al de Santa Teresa del Niño Jesús. "Comenzó a hablarme, y me hizo todo tipo de cumplidos." Le felicitó por su predicación, le aseguró que llegaría a ser un gran predicador, etc. cuanto más hablaba la religiosa más a disgusto se sentía al comenzar a sospechar cuál era el espíritu que animaba a su extraña visitante... Para tener el corazón en paz le preguntó: "Hermana, permitidme que os haga una pregunta: ¿qué es la humildad?". Ante estas palabras la religiosa despareció como por encanto. El padre Marie-Eugène reconoció al demonio. Porque, afirmaba, el diablo no puede resistir a la humildad. Satanás había tomado la forma de la pequeña santa de Lisieux para engañar más fácilmente al padre y hacerle caer en un pecado de orgullo.


No lo habría creído jamás

Corría el año 1862. La labor de San Juan Bosco en Turín se encontraba en pleno desarrollo. Al comienzo de febrero, sus colaboradores remarcaron, sin embargo, que la salud del fundador declinaba. Pálido, abatido, más fatigado que de costumbre, Don Bosco necesitaba evidentemente reposo.

Interrogado por sus hermanos, el santo acabó por revelar la causa de su enfermedad: -Tendría necesidad de dormir... Hace cuatro o cinco noches que no cierro los ojos...

-Entonces, dormid, le dijeron. No trabajéis hasta tan tarde por la noche...

-¡Oh!, no es que yo quiera velar, sino que hay alguien que me hace velar a pesar mío.

Don Bosco, ante la insistencia de sus hermanos, les reveló al fin el drama que cada noche, desde hacía una semana, sucedía en su habitación.

Desde hacía varios días, el espíritu maligno jugaba con el pobre Don Bosco y le impedía dormir... Apenas se dormía era despertado bruscamente por una voz de trueno que lo aturdía. Un viento tempestuoso invadía la habitación, lo sacudía y desparramaba sus papeles y sus libros.

Precisamente en estos días Don Bosco estaba ocupado en corregir las pruebas de un opúsculo de vulgarización sobre el diablo: El poder de las tinieblas.

Y esto no es todo. Algunas noches, apenas dormido, el santo fundador era despertado por la aparición en la puerta de su habitación de un monstruo horrible que se acercaba a su cama, dispuesto a lanzarse sobre él. Sucedía incluso que, en pleno sueño, una mano invisible le quitaba las mantas de la cama. A veces, una fuerza misteriosa hacía temblar incluso la cama del santo.

Compadecido, un religioso, el padre Angelo Savio, ofreció a Don Bosco dormir en una habitación vecina a la suya para que, en caso de alerta, pudiese levantarse pronto y prestarle asistencia.

A mitad de la noche siguiente, el joven salesiano se despertó de golpe por un estruendo tremendo. Aterrorizado, emprendió la huida "aunque era un hombre muy valiente".

Después de algunas semanas las vejaciones del mundo satánico contra Don Bosco cesaron.

-Os aseguro -dijo Don Bosco a sus amigos- que si me hubieran contado todo lo que he visto y oído, ciertamente, no lo habría creído.

Evocando delante de los jóvenes las terribles noches vividas entonces, Don Bosco fue interrumpido por un muchacho:

-¡Yo no tengo miedo del diablo!

-Cállate -respondió el santo con una voz vibrante que sorprendió a los testigos-. ¡Cállate, no digas eso! Tú no sabes lo que el diablo podría hacer si el Señor se lo permitiera!

-Sí, sí. Si yo viera al demonio, lo cogería por el cuello y sería él quien tendría problemas.

-No digas tonterías, te morirías de miedo si lo vieras.

-Entonces haría la señal de la cruz...

-Eso sólo tendría efecto durante un instante.

-Y usted, Don Bosco, ¿cómo hace para rechazarlo?

Don Bosco no reveló su secreto y añadió: «Lo que es cierto es que no deseo a nadie pasar por los terribles momentos por los que he pasado. Y hay que rezar a Dios para que no permita nunca a nuestro enemigo atormentarnos de esta manera».

¿Qué hubiera sucedido si, en lugar de resistir a las vejaciones de Satanás, San Juan Bosco se hubiera desanimado y hubiese renunciado a continuar su labor? ¡Qué vacío habría aparecido en la historia de la Iglesia y de la sociedad sin la obra de Don Bosco y de su familia religiosa!


Los ángeles de luz vencen a los ángeles de las tinieblas

¡Cómo aciertan los maestros espirituales cuando señalan que el diablo tienta perfectamente a los amigos de Dios que son más piadosos y a los hombres ya las mujeres destinadas a una misión especial en la Iglesia!

Ciertamente San Benito, Santa Teresa del Niño Jesús y San Juan Bosco han necesitado gracias especiales para rechazar la mano de Satanás durante las tentaciones. Ahora bien, Dios las concede ordinariamente por el ministerio de los ángeles custodios. Para que la lucha entre el hombre y Satanás no esté desequilibrada, observa Santo Tomás de Aquino, Dios nos asegura la ayuda de la gracia y la protección de los ángeles.

Así se compaginan dos textos densos de la Sagrada Escritura que abren perspectivas infinitas a nuestro espíritu.

Por un lado, la advertencia de San Pedro: "¡Sed sobrios y vigilad! Vuestro adversario, el diablo, anda como león rugiente buscando a quien devorar. Resistidle firmes en la fe" (1 P 5, 8 - 9).

Por el otro, la confiada afirmación del Salmista: "No te llegará la calamidad ni se acercará la plaga a tu tienda. Pues te encomendará a sus ángeles para que te guarden en todos tus caminos, y ellos te levantarán en sus palmas para que tus pies no tropiecen en las piedras; pisarás sobre áspides y víboras y hollarás al león y al dragón" (Sal 91, 10 - 13).

Las insidias preparadas por los ángeles de las tinieblas son numerosas pero la ayuda que nos ofrecen los ángeles de la luz es poderosa; más poderosa.

El Rey Aram de Siria estaba en guerra con Israel. El profeta Eliseo, a quien quería capturar, se encontraba en Dota. Aram envió allí caballos, carros y una tropa nutrida, los cuales llegaron de noche y rodearon la ciudad. Al día siguiente, el criado del hombre de Dios se levantó muy temprano y salió: vio que un buen número de soldados rodeaba la ciudad con caballos y carros y dijo a Eliseo: "¡Ah, mi Señor! ¿qué vamos a hacer?". Eliseo respondió:"¡No temas! Los que están con nosotros son más numerosos que los que están con ellos". Eliseo rezó así: "¡Señor, ábrele los ojos para que vea!". El Señor abrió los ojos del criado y vio que la montaña estaba llena de caballos y carros de fuego que rodeaban a Eliseo" (cfr 2 R 6, 12 - 17).


***

Señor Jesús, tú que has vencido a Satanás por tu Pasión y Resurrección, dígnate disipar nuestro miedo al Malvado y a sus legiones, haciéndonos comprender que "los que están con nosotros son más numerosos que los que están con ellos".

***

Señor, dígnate concedernos que veamos con los ojos de la fe lo que no podemos ver con los ojos de la carne: "los caballos y carros de fuego", imagen del invisible ejército de ángeles de luz que nos rodea y nos custodia.


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