FRASES PARA SACERDOTES

"TODO LO QUE EL SACERDOTE VISTE, TIENE UNA BATALLA ESPIRITUAL". De: Marino Restrepo.

Una misa de campaña en medio de las bombas


Al césar lo que es del César y a Dios lo que es de Dios. Así como este Santo sacerdote quiero decir que primero sirvamos a Dios y después, a los hombres.

HÁBITO Y CLERMAN - DE JOSE MARIA IRABURU - Parte 5 - Última entrega.



Hábito y clerman 




Reproduzco aquí, con algunos complementos, cuatro artículos que sobre el hábito y el clergyman publiqué los días 6, 8, 12 y 26 de septiembre de 2008 en www.religionenlibertad.com 








Jesús no usó hábito especial.

Un comentarista arguye: «¿Cómo no se le ocurrió a Jesús utilizar un hábito que le hiciera evidentemente sagrado a los ojos del mundo?»

La objeción ya está respondida al exponer la teología de lo sagrado. Recuerdo ésta aquí y la aplico. El Hijo eterno de Dios, nuestro Señor Jesucristo, es la realidad divino-humana que se presenta ante los hombres por la epifanía de su encarnación. Los sacerdotes y religiosos han de ser signos de esa realidad, que están llamados a re-presentar en formas especialmente visibles, por su condición especialmente sagrada. Cristo no necesita de ningún signo en el vestir para re-presentarse a sí mismo. Quienes necesitan de esos signos sagrados son los religiosos y los sacerdotes, que han de actuar frecuentemente «in persona Christi» (Presbyterorum ordinis 2). Y esos signos ayudan también no poco a los laicos para mirar al sacerdote como «alter Christus».

A lo que ya en mi artículo III expuse sobre este tema añado ahora solamente una cita del Sínodo de los Obispos dedicado en 1971 al sacerdocio presbiteral: «El sacerdote es signo del plan previo de Dios, proclamado y hecho eficaz hoy en la Iglesia. Él mismo hace sacramentalmente presente a Cristo, Salvador de todo el hombre, entre los hermanos» (I,4). Ahora bien, los sacramentos son signos visibles de la gracia invisible. Por eso la Iglesia ha querido que el sacerdote, y más aún hoy, en «una sociedad secularizada y tendencialmente materialista», sea un signo bien patente, que también «por un modo de vestir ponga de manifiesto de modo inmediatamente perceptible por todo fiel –más aún, por todo hombre– su identidad y su pertenencia a Dios y a la Iglesia» (Directorio 66; cf. Vaticano II, Perfectæ caritatis 17) .


Tiempos de persecución

A veces, ciertamente, en tiempos de grave persecución, convendrá que religiosos y sacerdotes prescindan del hábito y del clerman. También Jesús hubo de andar escondido. En su vida pública fue cada vez más perseguido –sufrió varios atentados–, y al final era tal el peligro que corría, que tenía que mantenerse oculto, y «ya no andaba en público entre los judíos, sino que se fue a una región próxima al desierto, y allí moraba con los discípulos» (Jn 11,54). Cuando vuelve a presentarse en público –Betania, Jerusalén–, lo matan.

Ya sabemos que, en tiempos de persecución, como en la guerra civil de 1936-1939 en España, lógicamente, Obispos, sacerdotes y religiosos visten de laicos para evitar el encarcelamiento e incluso la muerte. Es lo mismo que hicieron los cristianos de los tres primeros siglos.


Otras objeciones

Algunas objeciones de otros comentarios no requieren respuesta, pues se oponen frontalmente a la doctrina de la Iglesia. Por ejemplo, aquellos que niegan que haya en sacerdotes y religiosos una especial sacralidad o consagración se oponen abiertamente a la doctrina católica de siempre, actualizada en el Vaticano II (cf. p. ej., Presbyterorum ordinis 12a; Lumen gentium 44a).

Tampoco es oportuno responder a otros comentarios tan precarios como: «Vamos... creo que tus argumentos son penosos». En tal frase no hay pensamiento, no hay argumento, carece de logos: no puede haber dialogo sobre esa afirmación. Aunque sí conviene precisarle algo a quien la dice. Y es que esos argumentos «penosos» no son propiamente míos; son, como lo he mostrado ya sobradamente, doctrina teológica y disciplina de la Iglesia.

Termino, pues, como terminaba mi tercer artículo: «Quien pueda oir, que oiga». 





Sumario
(Temas desarrollados en las anteriores 4 entradas)



I
–El hábito religioso
–El traje eclesiástico.

II
–Importancia del tema
–Pobreza
–Identificación social
–El voto de la juventud
–El voto del Espíritu Santo.

III
–Santo y sagrado
–El Vaticano II y lo sagrado
 –Lo sagrado tiende de suyo a ser visible
–Secularización y secularismo
–Especial sacralidad del sacerdote y del religioso
–El hábito religioso y el traje eclesiástico
–Aversión al hábito y al clerman
–Atención verdadera a los signos de los tiempos
–La obediencia a las normas disciplinares de la Iglesia
–Otras consideraciones.

IV
–El incumplimiento de una ley no exige sin más su retirada
–La tolerancia de un abuso no significa su aprobación
–Las leyes positivas de la Iglesia obligan en conciencia,
–La crítica de leyes católicas hecha por no católicos
–La Iglesia debe dar leyes positivas
–Jesús no usó hábito especial
–Tiempos de persecución
–Otras objeciones.


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