FRASES PARA SACERDOTES

"TODO LO QUE EL SACERDOTE VISTE, TIENE UNA BATALLA ESPIRITUAL". De: Marino Restrepo.

Una misa de campaña en medio de las bombas


Al césar lo que es del César y a Dios lo que es de Dios. Así como este Santo sacerdote quiero decir que primero sirvamos a Dios y después, a los hombres.

PREPARACIÓN ESPIRITUAL AL SACRATÍSIMO PARTO DE MARÍA SANTÍSIMA Y AL NACIMIENTO DEL NIÑO JESÚS


Preparacion espiritual al sacratisimo parto de Maria Santísima y al nacimiento del niño Jesus (1803)


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La Santidad de N. SS. Padre Pio VII. en 27 de Noviembre de 1804, se dignó conceder Indulgencia plenaria, que puede ganarse por una sola vez confesando y comulgando en uno de los dias de la preparacion, y asistiendo al tiempo de las santas preparaciones: En el referido dia concedió Su Santidad 200 dias de Indulgencia y remision de pecados, los que se pueden ganar en todos los sobredichos dias, á mas de las muchas que están ya concedidas por varios Prelados de la Iglesia, teniendo la Bula de la Santa Cruzada.






AL DEVOTO LECTOR.

Celebrando nuestra santa madre la Iglesia todos los años el sagrado Adviento, para preparación á la gran fiesta del Nacimiento del Señor, debe todo fiel cristiano en dicho tiempo ejercitarse, mas que nunca, en los actos de una tierna y sencilla devoción, para disponerse á recibir aquella abundancia de gracias, que suele conceder á sus especiales devotos el Niño Jesús. Por tanto, habiéndome venido á las manos los ejercicios de devoción que solía ejercitar en tal tiempo la gran sierva del Señor, Santa Catalina de Bolonia, del Orden de Santa Clara: el cuerpo de la cual, en testimonio de su gran santidad, después de pasados tantos tiempos, se venera entero y libre de corrupción en la misma Ciudad de Bolonia; he juzgado hacerlos imprimir, para el mayor provecho espiritual: rogando á todo fiel cristiano á cuyas manos llegue esta breve instrucción,  a practicarla con cordial devoción y afecto, de hacerla practicar á sus parientes, amigos y conocidos; exhortando especialmente á las cabezas, no solo de las familias y casas privadas, pero también de las públicas, como Congregaciones, Oratorios, Escuelas y Maestranzas, para que las escriban y enseñen á sus súbditos y dependientes, que recibirán gracias señaladísimas del sacrosanto Niño, de su Madre Santísima y del gran Patriarca San José. Y porque el Adviento no siempre comienza en un mismo dia, se empezará el día de San Andrés, que es á 30 de Noviembre, y así durará 25 días, que á cuarenta Ave Marías al día, cumplen el número de mil, hasta la noche del santo Nacimiento.

Cada día se rezarán con devoción 40 Ave Marías, interpoladas con las bendiciones que van después del ofrecimiento preparatorio.


OFRECIMIENTO PREPARATORIO.

Yo os ofrezco, Virgen Purísima, estas cuarenta Ave Marías, y otras tantas bendiciones con que voy á saludaros con intención de ganar las muchas indulgencias que en ellas hay concedidas: haced Señora, que salgan de un corazón contrito y fervoroso, para que mi oración suba con olor de suavidad hasta el trono de gloria en que estais exaltada: aceptadlas en memoria de la dicha que os cupo cuando fuisteis elegida en Madre del Verbo Eterno, de la alegría con que le visteis nacido, del gozo con que le estrechasteis en vuestros soberanos brazos, y de la ternura con que le alimentasteis con vuestra leche sagrada. Hacedme participante de aquellos vivos deseos con que esperabais Vos su Nacimiento, y alcanzadme que preparando mi alma para recibirle con pureza, merezca celebrar su venida, y alabarle con los Angeles en el pesebre. Amen.


En la primera decena, al fin de cada Ave María, con afecto cordialísimo juntará las siguientes palabras.

Bendita sea, ó María, la hora en la cual fuisteis consagrada Madre de Dios.


Al fin de cada Ave María de la segunda decena, se dirá:

Bendita sea, o María, la hora en la cual parísteis al hijo de Dios.

Al fin de cada Ave María de la tercera decena, se dirá:

Bendito sea, ó María, aquel primer abrazo que disteis al Niño Jesús Hijo de Dios.

Al fin de cada Ave María de la cuarta decena, se dirá:

Bendita sea, ó María, la primera gota de leche, que de vuestro purísimo y virginal pecho mamó el hijo de Dios.


Se concluye este ejercicio, diciendo al fin de las cuarenta Ave Marías de cada día, la Oración siguiente:

Misericordiosísima Virgen María, piadosísima abogada de los pecadores, firmísima esperanza de nuestra eterna felicidad, ayúdanos, Madre clementísima, á rogar al Omnipotente Señor por la paz y concordia entre los Príncipes cristianos, extirpacion de las herejías, conversión de todos los pecadores, salud y prosperidad de nuestros católicos Monarcas, y su Real Familia, y sucesos felices del Estado; pero con especialidad por las necesidades, exaltacion, y fines piadosos de nuestra santa Madre la Iglesia. Oid , Padre amorosísimo, nuestras súplicas, y concedednos estas gracias, particularmente la de adoraros eternamente en la gloria, por los ruegos de María, y por los méritos de su unigénito Hijo y Señor nuestro Jesucristo, que contigo vive y reina en unidad del Espíritu Santo Dios, por todos los siglos de los siglos. Amen.

Llegada la vigilia del santo Nacimiento, al anochecer, después de tocada el Ave María, ó cuando se dá principio á tocar á Misa, se rezará la primera parte del Rosario de los misterios gozosos: inmediatamente se ofrecerán á la Virgen Santísima las mil rezadas Ave Marías, y las mil celebradas bendiciones suplicándole, que con su autoridad de Madre del Nacido Niño, nos alcance, en recompensa de mil, dos solas bendiciones, una en vida y otra en muerte: la primera para que nos sea dada la gracia de verdaderamente arrepentimos, y la segunda de felizmente salvarnos.


Las sobredichas Ave Marías, se pueden rezar de rodillas, en pié, sentado, ú de otra cualquier manera, pero con devocion.

Oración para ofrecer á la Virgen Santísima las mil Ave Marías rezadas en la preparación a su parto santísimo.

Poderosísima Reina de los Angeles, dignísima Madre de Dios, y mi dulcísima y benignísima Señora, y digna criatura, humildemente postrada á vuestros santísimos piés, os ruego, que os digneis recibir de mí, pobre pecador, estos cinco misterios gozosos de vuestro santísimo Rosario, que os ofrezco, y juntamente las mil Ave Marías de mí indignamente rezadas, y otras tantas celebradas bendiciones, rogándoos, clementísima Señora mia, por aquella autoridad de Madre del nacido Niño, me alcanceis, en recompensa de mil, dos solas bendiciones: la primera en vida, consiguiéndome gracia de un verdadero arrepentimiento; y la segunda en muerte, intercediendo por mi eterna salvación. Amen.


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