FRASES PARA SACERDOTES

"TODO LO QUE EL SACERDOTE VISTE, TIENE UNA BATALLA ESPIRITUAL". De: Marino Restrepo.

Una misa de campaña en medio de las bombas


Al césar lo que es del César y a Dios lo que es de Dios. Así como este Santo sacerdote quiero decir que primero sirvamos a Dios y después, a los hombres.

"EL CURA DE ARS, SACERDOTE EJEMPLAR" - PARTE 1 -



EL CURA DE ARS, SACERDOTE EJEMPLAR

Nihil Obstat

P. Ignacio Reinares

Vicario Provincial del Perú

Agustino Recoleto


Imprimatur

Mons. José Carmelo Martínez

Obispo de Cajamarca (Perú)


ÁNGEL PEÑA O.A.R.
LIMA – PERÚ





REFERENCIAS
a las notas de pie de página 

P.O. se refiere al Proceso del Ordinario (obispo), realizado entre el 21 de noviembre de 1861 y el 6 de marzo de 1865. Las notas son tomadas del original francés.

Monnin hace referencia el padre Alfred Monnin en su libro Le curé d'Ars. El segundo tomo es de la edición Douniol de 1861 y el primero de la edición de Tequi, Paris, de 1909. Esprit es también del libro Esprit du curé d'Ars del padre Monnin en su edición de Tequi, París, 1975.

Al citar los Procesos apostólicos (Procès apostolique) in genere, continuatif, ne pereant, lo hacemos de acuerdo a la relación de los archivos parroquiales de Ars.

Al citar al padre Raymond, lo hacemos en referencia a su libro Vie de Monsieur Vianney, que está manuscrito en los archivos parroquiales de Ars.

Igualmente, al citar al padre Juan Francisco Renard lo hacemos con relación a su libro Monsieur le curé d'Ars, que está en los archivos del obispado de Belley según su redacción I ó II.

Lassagne, Memoria 3, 2 ó 1, hace referencia a la Memoria tercera, segunda o primera escrita por Catalina Lassagne y que tomamos de la edición Parole et silence del libro Le curé d'Ars au quotidien.

Trochu se refiere al libro de Francis Trochu, El cura de Ars, cuarta edición, Ed. Palabra, Madrid, 1986.

Nodet, se refiere al libro del padre Bernard Nodet La vie du curé d'Ars, sa pensée, son coeur, Ed. Xavier Mappus, Lión, 1958.





INTRODUCCIÓN

La vida del santo cura de Ars es una obra maravillosa de Dios. Él fue un ejemplo para todos, especialmente para los sacerdotes, de quienes es patrono y modelo. Se preocupó por la salvación de sus feligreses, que es y debe ser la primera y principal tarea de todo sacerdote con cura de almas. Él oraba y se disciplinaba por la conversión de sus fieles y de todos los pecadores del mundo entero. También oraba incesantemente por la salvación de las almas del purgatorio.

Los dos pilares fundamentales de su apostolado eran la confesión y la misa, recomendando a todos la confesión y comunión frecuentes.

Fue un sacerdote austero, preocupado por las necesidades de los demás, que oraba por la salud de los enfermos y liberaba a los oprimidos del maligno.

Para evitar llamar la atención, mandaba a los enfermos a hacer novenas a santa Filomena con el fin de que no hablaran de él como un santo que hacía milagros.

No fue brillante humanamente, ni en su porte exterior, ni en su predicación, ni en su inteligencia, pero fue un sacerdote santo y místico que arrastraba a las almas a Dios. Con sólo verlo celebrar la misa, muchos se convertían. Al confesarse con él, todos salían edificados; y en muchos casos hasta les decía cosas ocultas de su vida que nadie podía haberle manifestado y que sólo conocía por revelación sobrenatural de Dios.

Que su vida nos estimule a todos en el camino de la santidad para no dejarnos llevar de la rutina y de contentarnos con una vida cristiana de misa de domingo. Todos podemos y debemos ser santos, pues la santidad no es un privilegio de unos pocos, sino un deber de todos (Tes 4,3; l Pe l,15-16; Ef 1,4).




PRIMERA PARTE

RESUMEN DE SU VIDA

1. AMBIENTE SOCIAL


La revolución francesa con todas sus nefastas consecuencias para la Iglesia y para los católicos marcó la historia de Francia e influyó directamente en los acontecimientos de la vida de nuestro santo. El 14 de julio de 1789, con la toma de la Bastilla, comienza simbólicamente la Revolución francesa que ya se había gestado años antes. Su lema de Libertad, Igualdad y Fraternidad darían alas a los revolucionarios para cometer toda clase de excesos.

El dos de noviembre fueron confiscados los bienes de la Iglesia. El 19 de diciembre se pusieron a la venta todas las propiedades eclesiásticas. El 13 de febrero de 1790 quedaron abolidas todas las Órdenes religiosas. El 26 de noviembre de ese año se proclamó la Constitución civil del clero. Los sacerdotes debían jurar fidelidad a esta Constitución bajo pena de muerte. En ella se declaraba odio al rey, se aceptaba que los obispos serían elegidos por el poder político y se reconocía que el Papa no tenía autoridad ninguna en Francia, salvo en cuestiones teológicas, pero no prácticas

La Iglesia francesa se dividió en dos grupos: juramentados (que juraron fidelidad a la Constitución civil del clero) y no juramentados, obedientes al Papa o al poder civil. Los juramentados fueron siete obispos y casi la mitad de los sacerdotes. En Dardilly, el pueblo natal de nuestro santo, el párroco juramentó y lo mismo hizo su sucesor. Los Vianney dejaron de asistir a la iglesia y sólo asistieron a misas celebradas por algún sacerdote perseguido, que celebraba a escondidas en pajares, establos o graneros. Era de nuevo la Iglesia mártir de las catacumbas. En estas circunstancias, la casa de los Vianney se convirtió en lugar de acogida para los perseguidos, sacerdotes o laicos.

Por todas partes de Francia se prohibía el culto religioso, se suprimían los entierros religiosos y las imágenes sagradas eran destruidas. El 10 de noviembre de 1793 la catedral de Notre Dame de París fue convertida en templo de la diosa Razón. Miles y miles fueron asesinados. Sólo en la región de La Vandée masacraron a 120.000 por oponerse a las ideas revolucionarias. En 1799

Napoleón Bonaparte sube el poder por un golpe de Estado y pronto aparecen sus intenciones de querer someter a la Iglesia. Tomó prisionero al Papa Pío VI y lo llevó cautivo a Francia, donde falleció en Valence ese mismo año. Pío VII quiso hacer las paces y en 1801 firmó un Concordato. En él se hablaba de libertad religiosa, pero Napoleón añadió unos artículos orgánicos sin consentimiento del

Papa, donde al igual que en la Constitución civil del clero, sólo reservaba al Papa las cuestiones teológicas, nombrando una Comisión de Asuntos religiosos que debía ordenar todas las cuestiones prácticas de la Iglesia, incluidos los nombramientos de obispos. El Papa tuvo el gesto de coronarlo emperador en

París en 1804, pero él no cedió en sus aspiraciones absolutistas sobre la Iglesia.

En 1808 invadió los Estados Pontificios y el 16 de mayo de 1809 los anexionó al imperio francés. El Papa Pío VII lo excomulgó el 10 de junio de 1809, pero fue arrestado y deportado a Savona y después a Fontainebleau, donde permaneció hasta enero de 1814. Ese año los aliados de Europa derrotaron a Napoleón y entraron en París, obligándolo a abdicar, pero regresó triunfante después de haber estado Cien días recluido en la isla de Elba. Sin embargo, fue de nuevo derrotado el l8 de junio de 1815 en Waterloo e internado en la isla de santa Elena, donde murió 1821.



2. SUS PADRES

Pertenecían a familias cristianas que acogían a los pobres y perseguidos. Su abuelo Pedro Vianney había acogido en 1770 al que sería famoso santo, san Benito Labre (1748-1783), quien escribió a la familia una carta de agradecimiento desde Roma.

En la casa de los Vianney había por las noches alrededor de veinte pobres, a quienes se les daba sopa caliente y alojamiento nocturno. Nuestro santo acompañaba a los pobres al lugar donde iban a pasar la noche y cuidaba de que estuvieran bien abrigados. A continuación, llegaba a casa y limpiaba los restos que habían dejado1. Su hermana Margarita Vianney dice que él les calentaba sus vestidos y después les decía: “Tómenlos, que están bien calentitos”. Y les hacía rezar un padrenuestro y un avemaría2.

Sus padres tenían buena posición económica. Poseían doce hectáreas de cultivo y una hectárea de viña. Tuvieron seis hijos. El cuarto era Juan María. Su madre era muy piadosa y asistía a misa cada mañana con su hija mayor. Después, el pequeño Juan María será su compañero predilecto. Su madre por las mañanas despertaba a sus hijos y les hacía rezar y entregar a Dios su corazón3. Él dirá:

1 Lassagne, Memoria 3, p. 46.
2 Margarita Vianney, P.O., p. 1011.
3 Lassagne, Memoria 3, p. 45.


Después de Dios, todo se lo debo a mi madre. ¡Era tan buena! Jamás un hijo, que ha tenido la dicha de tener una buena madre, debería mirar y pensar en ella sin llorar4. Su padre también era buen cristiano, aunque no tan practicante.



3. SU INFANCIA

Juan María nació el 8 de mayo de 1786 y fue bautizado el mismo día como era costumbre, con el nombre del padrino y tío paterno Juan María Vianney. Desde muy pequeño dio muestras de ser muy religioso. Cuenta su hermana Margarita que, cuando tenía tres años, desapareció sin saber dónde estaba y lo encontró su madre, rezando de rodillas, entre dos vacas. Su madre lo reprendió y él prometió no volver a hacerlo.

Cuando tenía cinco o seis años hacía capillas o iglesias con arcilla. Al toque de las horas, decía la oración que nos había enseñado mi madre: “Dios sea bendito. Ánimo, alma mía, el tiempo pasa y llega la eternidad. Vivamos como debemos morir”. Y rezaba un avemaría... Cuando tocaban a misa, pedía que le guardaran el asno y las dos ovejas que cuidaba para asistir6. Años después recordará: Cuando iba a los campos, hacíamos procesiones y yo siempre hacía de sacerdote... Dirigía las oraciones, cantaba y hasta les predicaba. ¡Qué feliz era cuando iba a los campos y guardaba mi burro y mis ovejas!7.

Su madre le dio una pequeña imagen de madera de la Virgen María y exclamaba: ¡Cuánto amaba yo a aquella imagen! No podía separarme de ella ni de día ni de noche y no hubiera dormido tranquilo, si no la hubiese tenido a mi lado... La Santísima Virgen es mi mayor amor, la amaba antes de conocerla8.

Estuviese donde estuviese, saludaba a María al dar la hora y hacía la señal de la cruz rezando un avemaría. Al terminar se santiguaba de nuevo.

En 1793, en plena época del Terror, con sus siete años, iba al campo a cuidar los animales, colocaba su pequeña imagen en el tronco de un árbol, rodeándola de flores y musgo, y rezaba con fervor. A los ocho años comenzó a trabajar en el campo con los demás. Un día quiso competir con su hermano

Francisco, que era mayor, y terminó rendido de cansancio. Al día siguiente una

4 Toccanier, Proceso apostólico ne pereant, p. 253.
5 Margarita Vianney, P.O., p. 1011.
6 Ibídem.
7 Lassagne, Memoria 3, p. 47.
8 Juana María Chanay, P.O., p. 677.
9 Margarita Vianney, P.O., p. 1013.



religiosa de Lión le dio una imagencita de la Virgen dentro de un estuche.

Cuando fueron a trabajar al campo, Juan María la besó y la colocó delante de él tan lejos como pudo. Cuando llegaba donde estaba la imagen, la tomaba, la besaba y la colocaba otra vez más lejos. Y así lo hizo todo el día. Al llegar a casa, le dijo a mi madre: “Hoy la he invocado todo el día y me ha ayudado. He podido seguir a mi hermano y no me he cansado”10.

En 1795 aprendió a leer y algo de cálculo y escritura con algunas nociones de geografía e historia con un maestro llamado Dumas, que enseñaba en la época de invierno, cuando los niños no iban el campo. El maestro lo puso como ejemplo de comportamiento. Sus mismos padres decían a sus otros hermanos:

Vean cómo es obediente Juan María. Cuando le mandamos algo, lo hace inmediatamente11.



4. PRIMERA COMUNIÓN

En 1797 un sacerdote perseguido, el padre Groboz, pasó por Dardilly se alojó en su casa, confesándolo por primera vez. Él recordaba: Me confesó al pie de un gran reloj. Y cuando me preguntó cuánto tiempo hacía que me había confesado, yo le respondí: “Jamás”12. Las religiosas de san Carlos lo prepararon para la primera comunión, que hizo en 1799 a sus 13 años con otros 16 niños del pueblo. Hizo su primera comunión en Ecully, en casa del conde Pingeon13. Eran tiempos de persecución y por ello los niños llegaron por separado con su traje diario. Ante las ventanas de la casa colocaron grandes carros de hierba y heno y algunos campesinos fingían descargar, mientras adentro se celebraba la misa de primera comunión.

Dice Margarita: Mi hermano estaba tan contento que no quería salir del lugar donde había tenido la dicha de comulgar por primera vez15. Fue para él un día glorioso y, pasados muchos años, les enseñará a los niños de Ars el rosario de su primera comunión.

10 Margarita Vianney, P.O., p. 1011.
11 Ibídem.
12 Lassagne, Memoria 3, p. 48.
13 Margarita Vianney, P.O., p. 1011.
14 Lassagne, Memoria 3, p. 48.
15 P.O., p. 1018.


5. ESTUDIANTE

Su hermana Margarita nos manifiesta: Después de su primera comunión llevó una vida de piedad edificante y deseaba ser sacerdote, pero mi padre le respondía que eran muchos los gastos. Sin embargo, ante tanta insistencia le dio el consentimiento. Para que los gastos fueran menores, le propuso estudiar con el padre Balley, párroco de Ecully. Él estuvo de acuerdo y yo le llevaba todos los sábados lo que necesitaba para toda la semana. El padre Balley estaba contento con él16.

La gramática latina no le entraba. Oraba mucho al Espíritu santo, pero su cabeza parecía dura para el latín. Juan María, viendo que era incapaz de aprender como los otros, tomó una resolución heróica. Hizo voto de peregrinar a pie, mendigando a la ida y al regreso, al sepulcro de san Francisco de Regis (1597- 1640), al santuario de Louvesc para pedir ayuda y poder terminar sus estudios.

Era el año 1806. La distancia era de 100 Kms. Y una mañana se puso en camino después de oír misa y comulgar, pero en el camino nadie quiso ayudarlo ni alojarlo, pensando que era un desertor o un ladrón. Llevaba dinero, pero quería ser fiel a su voto de llegar mendigando. Tuvo que alimentarse de algunas hierbas y dormir al raso. Felizmente alguien le dio unos pedazos de pan y, agotado, llegó a la meta.

Oró con fervor ante la tumba del santo, quien le concedió la gracia en la medida justa y exacta, sólo lo suficiente para que pudiera terminar a duras penas.

En el santuario, el confesor le cambió el voto de mendigar para que pudiera comprarse con su dinero lo necesario para el viaje de vuelta, y así pudo también dar limosna a los pobres. Con esta experiencia dirá años más tarde: Jamás aconsejaría a nadie que hiciese voto de mendigar.

En 1807 fue confirmado con su hermana Margarita por el cardenal Fesch, arzobispo de Lión y tío del emperador Napoleón. Fue confirmado con el nombre de Juan María Bautista por haber escogido como patrono de su confirmación al santo precursor. De aquí en adelante firmará indistintamente como Juan María

Bautista o Juan Bautista María.

16 Margarita Vianney, P.O., p. 1019.

17 María Miard, Proceso apostólico continuativo, p. 837.


6. DESERTOR

En 1809 recibe la orden de incorporarse a filas. Se creía que por ser seminarista estaba exento, pero el caso es que el aviso llegó a Dardilly y de allí a Ecully donde vivía. Estaba destinado al frente de España.

Juan María iba a cumplir los 24 años y en estudios estaba al nivel de uno de quince. Parecía que sus esperanzas de ser sacerdote quedaban frustradas. Su padre quiso conseguir un sustituto de acuerdo a la ley vigente, pero el joven que había aceptado 3.000 francos, a los tres días se retractó y Juan María fue obligado a partir.

El 26 de octubre de 1809 llegó al cuartel como recluta. Malos recuerdos le quedaron de esos días por la mala conducta de sus compañeros y sus blasfemias. Después de dos días, enfermó gravemente y tuvo que ir al hospital general de Lión. Recordando aquellos días, dirá: No comí en la milicia más que un pan de munición.

Durante los quince días que estuvo en el hospital fueron a visitarlo el padre Balley y sus familiares. El día 12 de noviembre, al salir del hospital, debir con un contingente de soldados de Lión a Roanne para continuar sus ejercicios militares. Como estaba muy débil, los siguió en un coche. De nuevo recayó con fiebre alta y otra vez tuvo que ingresar al hospital de Roanne, donde fue atendido por las religiosas agustinas. Allí estuvo seis semanas.

El 5 de enero de 1810 el capitán de reclutas Blanchard le comunicó que, al día siguiente, debía salir con un destacamento hacia la frontera española, debiendo presentarse esa misma tarde para recoger la hoja de ruta. Salió del hospital antes de la hora y en el camino entró en una iglesia a rezar. Pero las horas se le pasaron sin enterarse y, cuando llegó a la puerta de la oficina, ya estaba cerrada. Al día siguiente, debía salir del hospital y unirse al destacamento, aunque no estaba totalmente restablecido. Él recuerda: Las religiosas se ofrecieron a ocultarme, pero les dije: “Hay que obedecer la ley”. Ellas me acompañaron hasta la puerta y, llorando, me despidieron.

Primero fue a la oficina de reclutamiento, pero su destacamento ya había partido y por ello le amenazaron con represalias. Le dieron la hoja de ruta para que los alcanzara y se puso en camino. Él dice: Tomé mi rosario y lo recé con un

18 Margarita Vianney, P.O., p. 1020.
19 Lassagne Catalina, Proceso apostólico in genere, p. 103.
20 Fray Atanasio, Proceso apostólico in genere, p. 196.
21 Padre Raymond, P.O., pp. 1436-1437.


fervor como nunca antes. Después de caminar mucho entré en un pequeño bosque. Estaba muy fatigado, me quité el saco y reposé unos momentos, poniéndome bajo la protección de la Virgen. De pronto, llegó un desconocido

que me dijo: “¿Qué haces aquí? Ven conmigo”. Él tomó mi saco que era pesado y yo lo seguí. Caminamos por largo tiempo a través del bosque y de las montañas durante la noche. Yo estaba muy cansado22.

El desconocido lo llevó a una choza de un tal Agustín Chambonière. Le dieron de comer y le dejaron dormir en la única cama que había en casa. Durmió profundamente y se restableció bastante. Durante dos días trabajó aserrando troncos de haya. Después tuvo que ir a buscar trabajo y se dirigió a Pont y luego a Robins, donde solicitó ser maestro de escuela. El alcalde de Nöes, Paul Fayot, lo alojó en casa de su prima Claudina Fayot, viuda de 38 años con 4 hijos. Para despistar, se convino en que se llamaría en adelante Jerónimo Vincent.

Al principio debía ocultarse en el establo durante el día y sólo en la noche salía a tomar aire y pasear. Durante las ocho primeras semanas le llevaban la comida dentro de un cubo de madera como se usaba para los animales. Él, por su parte, les hablaba a los de casa sobre Dios y les leía vidas de santos y, muy pronto, se ganó el corazón de todos los que lo conocieron. Al tranquilizarse la situación, comenzó a dar clases como maestro a los niños de Robins, aunque todavía no bajaba al pueblo de Nöes para la misa. Poco a poco se atrevió a ir entre semana y, cuando conoció al párroco, también lo hizo los domingos, comenzando también a trabajar en las duras tareas del campo para ayudar a la familia.

El 25 de marzo de 1810 el emperador publicó una amnistía con motivo de su próximo matrimonio (dos de abril) con la archiduquesa María Luisa de Haugsburgo. Esta gracia era para los desertores de las quintas de 1806 a 1810 y a él le correspondía. Para recibirla debía ponerse a disposición de las autoridades en los próximos tres meses. Él no se presentó, según le aconsejaron, y por tanto no recibió la amnistía.

A mediados de ese año 1810 la señora Fayot fue, por recomendación médica, a las aguas minerales de Charbonnières-les-Bains, muy cerca de su pueblo de Dardilly, y él le dio una carta para sus padres. Su padre estaba enojado por todos los disgustos que le daban las autoridades por tener un hijo desertor.

Felizmente la situación se arregló cuando su hermano menor François acepto reemplazarlo, pero había que arreglar papeles. Por fin todo se solucionó y pudo

22 Lassagne, Memoria 3, p. 51.
23 Jerónimo Fayot, P.O., p. 1317.


regresar a su casa a primeros de enero de 1811. Los habitantes de Robins y Nöes, que lo estimaban, le dieron algunos regalos y hasta le obsequiaron una sotana nueva para ver cómo le quedaría cuando fuera sacerdote, pues todos, al conocer su piedad y su deseo, pensaban que llegaría a serlo.

... 



No hay comentarios:

Publicar un comentario

EL HOMBRE DEBERÍA TEMBLAR

EL HOMBRE DEBERÍA TEMBLAR
San Francisco de Asís