La base de los conflictos que los cristianos pueden llegar a padecer entre sí, tiene un común denominador muy corriente: LA FALTA DE PERDONAR Y LA FALTA DE PEDIR PERDÓN.
Esa es la gran ventaja que el diablo tiene con nosotros: cuando somos llevados por el dolor que sentimos por la ofensa recibida, y lo ponemos por encima del valor del perdón que emana de la Cruz de Cristo. Esto tiene que cambiar.
Cuando el valor del dolor recibido lo hacemos mayor que el valor del perdón de la Cruz, entonces infravaloramos la obra de Cristo en realidad.
El Señor viene a por una Iglesia sin mancha ni arruga, (Ef. 5: 27) y no estará listo para partir aquél que de veras no haya perdonado a su ofensor.
Ruego que caiga suficiente temor de Dios en nuestras vidas para que podamos perdonar de corazón a nuestros deudores, no importa cuánto dolor nos hayan causado.
El Señor Jesús lo condensó en las siguientes palabras del Evangelio:
"Oísteis que fue dicho: Ojo por ojo, y diente por diente. Pero yo os digo: No resistáis al que es malo; antes, a cualquiera que te hiera en la mejilla derecha, vuélvele también la otra; y al que quiera ponerte a pleito y quitarte la túnica, déjale también la capa; y a cualquiera que te obligue a llevar carga por una milla, ve con él dos. Al que te pida, dale; y al que quiera tomar de ti prestado, no se lo rehúses. Oísteis que fue dicho: Amarás a tu prójimo, y aborrecerás a tu enemigo. Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen; para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos. Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa tendréis? ¿No hacen también lo mismo los publicanos? Y si saludáis a vuestros hermanos solamente, ¿qué hacéis de más? ¿No hacen también así los gentiles? Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto" (Mateo 5: 38-48)
Si nos damos cuenta, el perdonar es un acto unilateral e incondicional, así como lo es también el verdadero amor. No depende de que el otro haga su parte, sino de que yo haga la mía. Esa parte es perdonar toda ofensa recibida.
No perdonamos porque se nos ha pedido perdón, y reconocido el error u ofensa. Perdonamos a nuestros deudores cuando TODAVÍA no han saldado la cuenta, y aunque NUNCA lo hagan. La Palabra dice:Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores (Mateo 6: 12) Como vemos, debemos perdonar cuando aún nos adeudan; no porque hayan cancelado la deuda.
Porque no se pueden ver los videos?
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminar